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Por cierto hay un famoso brindis de El Guerra a una dama francesa : brindo por «vu», por «vu » , por » vu» y por los vusitos «.

En tauromaquia brindar es el “dicho” de un torero en el que le dedica la muerte del toro a alguien. Normalmente acompañado de buenos deseos. Se brinda el toro al que se espera hacer buena faena.

A.-En cierta ocasión, toreando en Zaragoza, Ignacio Sánchez Mejías le brindó un toro a su buen amigo José Pérez de Guzmán, un onubense muy entusiasta del toreo entero y emocionante de Sánchez Mejías.

– Te brindo –le dijo– la muerte de este toro… y espero que la Virgen, la nuestra, la del Rocío –recalcó–, no ésta, la del Pilar, me ayude.

En la plaza se armó la de San Quintín. «Ha menospreciado a la Pilarica», gritaban los maños, justamente enojados.

Antonio Conde, que acostumbraba a contar a don Gregorio Corrochano las incidencias de las corridas, le puso al ilustre cronista este telegrama:

«Ya sabrá usted lo ocurrido en Zaragoza. Es que ya exponemos hasta en los brindis.»

B.-Un novillero que debutó en Murcia brindo por Murcia y los Murciélagos….

C.-Alejandro Alvarado (Alvaradito). Ceramista trianero en su adolescencia, obedeció pronto los deseos de su vocación taurina, y a los dieciséis años comenzó a ser banderillero en la cuadrilla de Quinito. Más tarde, con Cara-ancha, se marchó a Italia, donde actuó en varias corridas. Con su personal idiosincrasia, contaba, ya, mayor, los recuerdos de aquella campaña, durante la cual tuvo que torear búfalos a falta de toros de lidia. Hizo su presentación en Sevilla el 14 de octubre de 1894, y en septiembre de la siguiente temporada debutó en Madrid. En 1901, en Méjico, a Alvaradito le dio la alternativa, que ratificó en Fregenal, Antonio Montes. Años más tarde volvió a la categoría de novillero, y por último se dedicó a banderillear, suerte en que lucía su gran conocimiento. De los toros y una habilidad extremada.

Se cuenta que “Alvaradito”, tenía una cabeza bastante voluminosa, por lo que usaba una montera apropiada para cubrírsela. Una tarde que toreaba en la Maestranza, le salió a «Alvaradito» un novillo que había sido bueno en los dos primeros tercios, por lo que le preguntó a su peón de confianza Arandita: “¿Tú crees que el novillo está para brindárselo al público? Y Arandita le contestó guasón: “Sí, debes brindarlo al público, pero no dejes la montera en el albero, que no vas a dejar sitio “pa” torear”.

D.-Histórico e inmortal es el discurso de Cúchares cuando toreó en París una corrida organizada por la emperatriz Eugenia. Como el espada vio que en tierra francesa a todo el mundo se le llamaba «vous» -que él oía «Bu»-, hizo este brindis al emperador, la emperatriz y el heredero: «A Bu, a la señora de Bu y al Busito chico».

E.-Si hay un brindis famoso es el de Rodolfo Rodríguez «El Pana», que dedicó su última faena en la Monumental de México a las prostitutas. Así se expresó El Brujo: «Quiero brindar este toro, el último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas, a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando El Pana no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. ¡Va por ustedes!»

E.- «Rafaé» —que alternaba con su hermano «Joselito»— había toreado a su toro con una gracia, una elegancia y un arte, que había dejado roncos de dar gritos de alegría a los espectadores. Cuando llegó la hora de matar, que hacía los brindis extremadamente largos, R. El «Gallo», muy ceremonioso, se quitó la montera, hizo una flexión frente al palco presidencial, y brindó. Luego, brindó a un amigo; después brindó «por las mujeres de bandera»…. Con paso firme y sereno, «Rafaé» se fue al centro de la Plaza, giró con la montera en la mano y blindó por «el sol», por «la sombra» y por los «buenos aficionaos de Seviya». En la Plaza no se oía una mosca. El público contenía la respiración con expectación. Todos los ojos estaban clavados en el gitano. Se esperaba la faena cumbre. En un rincón de la Plaza protestaba el toro, entretenido por la cuadrilla del «Gallo». Todavía le faltaba un brindis. Un torero amigo suyo estaba en el tendido. El «Gallo» le tiró la montera, diciéndole:

—Brindo por el torero «honrao», porque se coma lo que ha ganao…

Y el «Gallo», acabados los brindis, en vez de irse al toro, se acercó a su hermano «Joselito» diciéndole:

—Ya he «brindao», José; ahora, mátalo tú.

En otra ocasión brindó al Capitán General…. que después se negó a matar.

-Mi Brindis: Por Real Maestranza de Caballería de Sevilla que con tanto mimo y cariño, mantienen la colección privada permanente del Museo Taurino, que el año pasado recibió nada más y nada menos que 373.000 visitas. Prácticamente como la ciudad de Bilbao completa.

Y ahora que digan que el tema cultural taurino, y su turismo, no es atrayente, y no hay que cuidarlo para nuestra economía…

Brindis Toreros: Anécdotas

Mi segundo Brindis de agradecimiento y por el que pido salud y protección para todos es la Virgen del Rosario que preside la Capilla de los Toreros (Rafael lo llamaba la sala de espera), que goza de gran devoción entre los diestros y a la que han donado numerosos exvotos. Virgen del Rosario, Patrona de los Maestrantes y titular de la Hermandad de Monte-Sión.

La Plaza de Toros está rodeada por tres benditas imágenes de la Virgen del Rosario.

A mi padre, que me aficionó a los toros y que con su palabra me hizo carne la fiesta, y a todos los aficionados taurinos de una tierra en que nunca se pone el sol.

Vamo al lío :

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