Día: 31 de julio de 2020

Antonio Corbacho, samurai del toreo

La última ilusión taurina de Antonio Corbacho quien se nos fue exactamente hace 8 años, fue el colombiano Sebastian Ritter que perdió así un guía esplendido que lo entendía perfectamente y juntos trazaron un mundo de ilusiones que se quebró con la partida final del grandioso torero, apoderado y filosofo de la vida.

Pero Ritter sigue ahí, soñando, escarbando en los recuerdos. Ya le llegará su ocasión para demostrar el gran torero que ES.

Antonio Corbacho, el maestro, entendía el toreo como una entrega total, sin dobleces, sin importar la vida y así lo comprendió José Tomas que fue uno de sus alumnos mas aventajados.

“El camino del valiente no sigue los pasos de la estupidez. Un perro sin dueño vagabundea libre. El Halcón de un Daimyo (señor) vuela más alto”.

Mirumoto Jinto

Existe una leyenda en Japón en la que un grupo de 47 guerreros se vieron obligados a convertirse en Ronin —aquellos Samurais que se quedaban sin dueño—, ya que su amo se quitó la vida en un acto de “seppuku” —suicidio—, pues había agredido a un alto funcionario del gobierno y fue obligado a hacerlo.

Al quedarse sin amo, los antiguos guerreros carecían de alguna meta en la vida, por lo que decidieron vengar la muerte de su daimyo, con el asesinato del alto mando que los había dejado sin amo.

Cuando esto sucedió, los 47 ronin se entregaron voluntariamente a la justicia y fueron sentenciados a quitarse la vida.

 «Nunca he querido ser como los demás». Evidente, dice Francisco Apaolaza.

Ahí está el éxito de una vida que arranca toreando de salón en un callejón de Chamberí y remata moldeando personajes de fábula como José Tomás.

En el camino, no recuerda ni una fecha. Ahora lee ‘Analectas’ de Confucio, pero de chico le gustaba el rigor torero de El Viti. Cuando lo sacaron del colegio para trabajar, hizo de botones en una oficina, de pintor, de repartidor de lotería en el Madrid de los 60.

En parvulitos le decían ‘El Torero’ y a los nueve años se puso delante de su primera vaca, una vieja que le doblaba la edad: «Llevaba pantalón corto. Me cogió y me quedé conmocionado, pero le pegué media verónica». Desde entonces, nunca le han gustado los niños toreros.

Antonio Corbacho y Ritter

Dice Anya Bartels Suermont autora de la fotografía de Corbacho con nuestro compatriota Ritter :

Antonio Corbacho habla poco. Pero cuando habla va al grano. Comenta sus ideas con afilada brillantez. Ve la vida con bondad y un humor más seco que el desierto del Gobi.

A él se le puede contar todo. Y ante cualquier derrota propone ideas existencialistas. Tiene muchos amigos y enemigos; los enemigos hechos también por méritos propios, algo de las tantas cosas que admiro de él.

Pase lo que pase, Corbacho jamás dice lo que conviene, sino lo que hay. Y para bien o para mal, ¡que más da!, sin una gota de diplomacia. Verdadero, sabio, preciso, sensible, incomodo, afectuoso, listo… Corbacho.

Su ultimo ‘faenón’ verbal en una plaza de toros tuvo lugar en el último San Isidro. Estaba debilitado por la enfermedad y muy limitado físicamente, como un torerazo con tres cornadas cruzando Las Ventas.

Se encontraba sentado en el callejón, en el burladero debajo del 9, y de pronto se levantó como un huracán, con unas fuerzas descomunales que no se sabe dónde las tenía, para ‘comentar’ en voz tan alta que se habría escuchado hasta en la Cibeles a otro apoderado durante un lío en la suerte de varas que de una puta vez hiciese el favor de enterarse de dónde había que picar el toro. 

«¡¡En el 5, coño!!». Acto seguido, volvió a sentarse, me pidió un caramelo y murmuró: «De verdad, qué coñazo. Y lo que tarda éste en comprender… ¡Joder!».

La última corrida de Juan Belmonte

Juan Belmonte

El investigador Luis Rufino ha descubierto que fue en Córdoba en 1936 en plena guerra civil española y no en Sevilla, la última corrida que toreó Juan Belmonte.

Quien se suicidó en 1962 tras una brillante carrera unida a la figura de Joselito y entre medias un americano, Rodolfo Gaona.

Según revela ABC, había permanecido prácticamente oculto el dato de una corrida más, celebrada en Córdoba el 15 de noviembre del mismo año, que se puede considerar la última actuación de la vida profesional de uno de los toreros más determinantes de la historia (1936).

Aquella corrida organizada en el antiguo coso de Los Tejares había seguido el mismo guión que la celebrada un mes antes en La Maestranza.

Luis Rufino ha logrado desempolvar el cartel oficial de aquel evento anunciado como «corrida» y no como festival, tal y como venía recogido en el libro «Córdoba en la historia del toreo» del periodista José Luis de Córdoba.

Dicho cartel anunciaba a Cañero y Algabeño a caballo y a Juan Belmonte, Antonio Márquez, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Laine y Venturita como toreros a pie.

Como en Sevilla, también se buscaron los correspondientes asesores honorarios para la ocasión, con la figura totémica de Rafael Guerra «Guerrita» al frente y la repetición de Antonio Fuentes, Machaquito, Bombita y Algabeño padre.

En dicho cartel también figuraban los ocho toros a lidiar, pero Luis Rufino también ha aportado un pequeño pero revelador recorte de prensa.

Posiblemente publicado en la revista «Sol y Sombra», que reafirma que se trató de una corrida de toros; la última corrida de la vida profesional de Juan Belmonte.

El cronista del Diario de Córdoba reseña aquella postrera lidia, con un toro del marqués de Guadalest.

«Berrendo, grandote y bien puesto de defensas» al que el mítico diestro trianero paró

«con tres verónicas magníficas, marca de la casa, que remató con una media superior…».

La crónica recoge escuetamente otro quite por verónicas, y después de advertir que el torero encontró «al bicho muy agotado» señala que Belmonte

«se limitó a dar unos pases muy buenos para un pinchazo y media estocada en su sitio».

Una ovación y la consiguiente vuelta al ruedo cerraron.

Definitivamente, la vida profesional de uno de los toreros más determinantes de la historia en esa olvidada tarde otoñal de 1936.

LA ÚLTIMA ETAPA PROFESIONAL DE UN GENIO

El llamado ‘Pasmo de Triana‘ había reaparecido en 1934 en maridaje profesional con Eduardo Pagés.

El célebre empresario catalán se había apoyado en el aura del genio, para levantar una exclusiva en la que ya pesaba más lo comercial que lo taurino.

Pero las cosas no se podían estirar más: en 1935 cumplió su última temporada formal y en 1936, antes de estallar la contienda civil, se le podía dar por retirado, aunque el 18 de octubre de 1936 aceptó torear de forma excepcional en la corrida coral celebrada en Sevilla.

La generosidad taurina debe desbordarse

La generosidad taurina debe desbordarse

La generosidad taurina debe desbordarse, únete a esta causa y participa por un traje de luces donado por Enrique Calvo “El Cali” y 2 abonos de primera fila para la próxima temporada.

Pide tu bono al WA: 312 845 56 08.

Sorteo el 19 de agosto con las 3 últimas cifras de la Lotería de Manizales. *Aplican condiciones y restricciones.

Con ese pequeño aporte de 30 mil pesos, mil familias quedarán agradecidas con el gesto de los taurinos.

La generosidad taurina debe desbordarse ¡¡¡Animo!!!


  Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia en nuestro sitio web. Al seguir navegando, aceptas el uso de cookies. Más información en nuestra política de privacidad.    Más información
Privacidad