Juan de Castilla se ha ganado a pulso un puesto en la historia del toreo contemporáneo.
Plaza1 se ha fijado en él y está acartelado el 22 de septiembre con el mexicano Isaac Fonseca y Molina.
Se lidiarán toros de Antonio Bañuelos
La Cabañuela es una finca situada en la zona central de la provincia de Burgos, en el borde del Páramo de Masa, a una altitud entre los 1.050 y 1.250 metros, con una pluviosidad aproximada entre los 750 y 800 litros por metro cuadrado al año, y unas temperaturas que oscilaron en 1998 entre los -13ºC de mínima en Enero y 34ºC de máxima en el mes de Agosto, con mínimas por debajo de 0ºC ocho meses de los doce del año y heladas durante 114 días de este citado año, periodo en el que el termómetro descendió por debajo de -5ºC en 24 ocasiones.
Sus 600 hectáreas de terreno se reparten en varios cercados dispuestos en eje, con una proporción similar de un 60% de pradera de buen pasto y un 40% de monte bajo de encinas y robles. Casi 200 de las 600 ha se dedican al cultivo, en cuya rastrojera se mete al ganado de agosto a marzo.
Esta ganadería, la primera de la provincia perteneciente a la Unión de Criadores de Toros de Lidia, se formó en 1993, tras adquirir a la familia Prado-Eulate el hierro que primero se denominó «TORREBLANCA» y que, posteriormente, en 1985 al comprar vacas y machos de «TORREALTA», se anunció a nombre de Doña Paloma Eulate y Aznar.
Así, en Junio del 93, llegaban a Burgos las 95 primeras vacas que salían de la finca de «El Toñanejo», en Medina Sidonia. Entre ellas, 28 paridas con los hierros de Marqués de Domecq, Maribel Ybarra y «Torrestrella», 47 eralas preñadas del hierro de «Torrealta» y otras 20 añojas del mismo hierro. En cuanto a los sementales, se han utilizado ejemplares de «Torrestrella» y «Torrealta», en todos los casos con prueba de descendencia satisfactoria.
Las características climatológicas y orográficas de la zona en la que se ubica La Cabañuela condicionan casi todo: el manejo, la alimentación y las instalaciones. La primavera se retrasa en relación a otras regiones; la aparición de las hojas de los robles, signo de que la primavera está en su esplendor, no se produce hasta bien entrado el mes de mayo. Por otra parte, la humedad aportada por el rocío de la mañana durante muchos días de verano, hace que la hierba se mantenga verde, en las zonas de exposición solar no excesiva, hasta prácticamente la entrada del otoño, en el que el rebrote del pasto y la rastrojera de cereales está prácticamente asegurada, a poco que las temperaturas de septiembre no sean excesivamente bajas.
Los ciclos productivos de las vacas de vientre procuran ajustarse a la producción de pasto para que la necesidad de suplementar la alimentación sea mínima. Los lotes de cubrición se separan en torno al 10 de mayo, procurando así que los partos se produzcan a partir de últimos de febrero, cuando los días van alargando las horas de sol, las heladas no son tan duras y las nieves menos persistentes. De marzo a agosto, el bravo pasta en los cercados de monte, siendo trasladados después a los rastrojos, donde se alimenta, ayudado en algunos casos hasta el mes de marzo. El destete se produce en octubre o noviembre, fechas en las que se realiza el herradero. Como dato anecdótico señalar que el macho número uno de todas las camadas lleva de nombre «Campeador», independientemente del nombre de su madre, para hacer honor al legendario héroe castellano que nació muy cerca de aquí.
La adaptación de los animales puede considerarse como muy buena, habida cuenta de su procedencia, de una zona totalmente diferente en cuanto a condiciones de clima y alimentación. Las buenas condiciones sanitarias de la zona, determinadas por la escasa concentración de ganado vacuno en los alrededores, facilitan indudablemente esta adaptación.
Enhorabuena para nuestro torero