Don Pablo Hermoso de Mendoza y Cantón ha sido el Caballero y Jinete Navarro que perfeccionó toda la innovación que sufrió en los últimos 30 años del siglo pasado el bello Arte del Rejoneo en España, Francia, Portugal e Iberoamérica, su arte ello transformó la historia del Rejoneo dándole un lugar de equivalencia dentro de la tauromaquia de este siglo.
Hoy al retirarse y no participar más en las grandes ferias taurinas del mundo, deja plasmada en la Maestría de su hijo Guillermo un inconmensurable tributo al toreo de acaballo que condensa toda su obra de vida, su trabajo y su sacrificio de muchos años, y a él le debe también este arte una transformación del caballo de rejones, que hoy supera lo imaginable a lo largo de los miles de años en que los jinetes ibéricos han tenido por cultura la costumbre de jugar desde sus cabalgaduras con las embestidas del majestuoso Toro Bravo que ha sido el símbolo de todo lo que representan esa idílica Península.
La tauromaquia toda desde las dehesas hasta las plazas donde se interpreta el toreo de a pie o de acaballo, es sin duda alguna la manifestación cultural más profunda cuando de expresar los sentimientos que han marcado todas las naciones que han habitado esa tierra mágica durante el transcurso de todos los tiempos.
Este magnífico escrito del gran Mario Vargas LLosa nos lo trae el maestro Alcalino. Publicado en la edición correspondiente al 18 de abril de 2010 del diario peruano El Comercio…
El intento de prohibir las corridas de toros en Barcelona ha repercutido en medio mundo y, a mí, me ha tenido polemizando en las últimas semanas en tres países en defensa de la fiesta ante enfurecidos detractores de la tauromaquia. La discusión más encendida tuvo lugar en la noche de Santo Domingo —una de esas noches estrelladas, de suave brisa, que desagravian al viajero de la canícula del día—, en el corazón de la Ciudad Colonial, en la terraza de un restaurante desde la que no se veía el vecino mar, pero si se lo oía. Alguien tocó el tema y la señora que presidía la mesa y que, hasta entonces, parecía un modelo de gentileza, inteligencia y cultura, se transformó. Temblando de indignación, comenzó a despotricar contra quienes gozan en ese indecible espectáculo de puro salvajismo, la tortura y agonía de un pobre animal, supervivencia de atrocidades como las que enardecían a las multitudes en los circos romanos y las plazas medievales donde se quemaba a los herejes. Cuando yo le aseguré que la delicada langosta de la que ella estaba dando cuenta en esos mismos momentos y con evidente fruición había sido víctima, antes de llegar a su plato y a sus papilas gustativas, de un tratamiento infinitamente más cruel que un toro de lidia en una plaza y sin tener la más mínima posibilidad de desquitarse clavándole un picotazo al perverso cocinero, creí que la dama me iba a abofetear. Pero la buena crianza prevaleció sobre su ira y me pidió pruebas y explicaciones. Escuchó, con una sonrisita aniquiladora flotándole por los labios, que las langostas en particular, y los crustáceos en general, son zambullidos vivos en el agua hirviente, donde se van abrasando a fuego lento porque, al parecer, padeciendo este suplicio su carne se vuelve más sabrosa gracias al miedo y el dolor que experimentan. Y, sin darle tiempo a replicar, añadí que probablemente el cangrejo, que otro de los comensales de nuestra mesa degustaba feliz, había sido primero mutilado de una de sus pinzas y devuelto al mar para
que la sobrante le creciera elefantiásicamente y de este modo aplacara mejor el apetito de los aficionados a semejante manjar. Jugándome la vida —porque los ojos de la dama en cuestión a estas alturas delataban intenciones homicidas— añadí unos cuantos ejemplos más de los indescriptibles suplicios a que son sometidos infinidad de animales terrestres, aéreos, fluviales y marítimos para satisfacer las fantasías golosas, indumentarias o frívolas de los seres humanos. Y rematé preguntándole si ella, consecuente con sus principios, estaría dispuesta a votar a favor de una ley que prohibiera para siempre la caza, la pesca y toda forma de utilización del reino animal que implicara sufrimiento. Es decir, a bregar por una humanidad vegetariana, frutariana y clorofílica. Su previsible respuesta fue que una cosa era matar animales para comérselos y así poder sustentarse y vivir, un derecho natural y divino, y otra muy distinta matarlos por puro sadismo. Inquirí si por casualidad había visto una corrida de toros en su vida. Por supuesto que no y que tampoco las vería jamás aunque le pagaran una fortuna por hacerlo. Le dije que le creía y que estaba seguro que ni yo ni aficionado alguno a la fiesta de los toros obligaría jamás ni a ella ni a nadie a ir a una corrida. Y que lo único que nosotros pedíamos era una forma de reciprocidad: que nos dejaran a nosotros decidir si queríamos ir a los toros o no, en ejercicio de la misma libertad que ella ponía en práctica comiéndose langostas asadas vivas o cangrejos mutilados o vistiendo abrigos de chinchilla o zapatos de cocodrilo o collares de alas de mariposa. Que, para quien goza con una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo. Que, para saber que esto era cierto, no era indispensable asistir a una corrida. Bastaba con leer los poemas y los textos que los toros y los toreros habían inspirado a grandes poetas, como Lorca y Alberti, y ver los cuadros en que pintores como Goya o Picasso habían inmortalizado el arte del toreo, para advertir que para muchas, muchísimas personas, la fiesta de los toros es algo más complejo y sutil que un deporte, un espectáculo que tiene algo de danza y de pintura, de teatro y poesía, en el que la valentía, la destreza, la intuición, la gracia, la elegancia y la cercanía de la muerte se combinan para representar la condición humana. Nadie puede negar que la corrida de toros sea una fiesta cruel. Pero no lo es menos que otras infinitas actividades y acciones humanas para con los animales, y es una gran hipocresía concentrarse en aquella y olvidarse o empeñarse en no ver a estas últimas. Quienes quieren prohibir la tauromaquia, en muchos casos, y es ahora el de Barcelona, suelen hacerlo por razones que tienen que ver más con la ideología y la política que con el amor a los animales. Si amaran de veras al toro bravo, al toro de lidia, no pretenderían prohibir los toros, pues la prohibición de la fiesta significaría, pura y simplemente, su desaparición. El toro de lidia existe gracias a la fiesta y sin ella se extinguiría. El toro bravo está constitutivamente formado para embestir y matar y quienes se enfrentan a él en una plaza no solo lo saben, muchas veces lo experimentan en carne propia.
Por otra parte, el toro de lidia, probablemente, entre la miríada de animales que pueblan el planeta, es hasta el momento de entrar en la plaza, el animal más cuidado y mejor tratado de la creación, como han comprobado todos quienes se han tomado el trabajo de visitar un campo de crianza de toros bravos.
Pero todas estas razones valen poco, o no valen nada, ante quienes, de entrada, proclaman su rechazo y condena de una fiesta donde corre la sangre y está presente la muerte. Es su derecho, por supuesto. Y lo es, también, el de hacer todas las campañas habidas y por haber para convencer a la gente de que desista de asistir a las corridas de modo que estas, por ausentismo, vayan languideciendo hasta desaparecer. Podría ocurrir. Yo creo que sería una gran pérdida para el arte, la tradición y la cultura en la que nací, pero, si ocurre de esta manera —la manera más democrática, la de la libre elección de los ciudadanos que votan en contra de la fiesta dejando de ir a las corridas— habría que aceptarlo.
Lo que no es tolerable es la prohibición, algo que me parece tan abusivo y tan hipócrita como sería prohibir comer langostas o camarones con el argumento de que no se debe hacer sufrir a los crustáceos (pero sí a los cerdos, a los gansos y a los pavos). La restricción de la libertad que ello implica, la imposición autoritaria en el dominio del gusto y la afición, es algo que socava un fundamento esencial de la vida democrática: el de la libre elección. La fiesta de los toros no es un quehacer excéntrico y extravagante, marginal al grueso de la sociedad, practicado por minorías ínfimas. En países como España, México, Venezuela, Colombia, Ecuador, el Perú, Bolivia y el sur de Francia, es una antigua tradición. profundamente arraigada en la cultura, una seña de identidad que ha marcado de manera indeleble el arte, la literatura, las costumbres, el folclor, y no puede ser desarraigada de manera prepotente y demagógica, por razones políticas de corto horizonte, sin lesionar profundamente los alcances de la libertad, principio rector de la cultura democrática.
Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras, negarse a ver a cara descubierta aquella verdad que es inseparable de la condición humana: que la muerte ronda a la vida y termina siempre por derrotarla. Que, en nuestra condición, ambas están siempre enfrascadas en una lucha permanente y que la crueldad —lo que los creyentes llaman el pecado o el mal— forma parte de ella, pero que, aún así, la vida es y puede ser hermosa, creativa, intensa y trascendente. Prohibir los toros no disminuirá en lo más mínimo esta verdad y, además de destruir una de las más audaces y vistosas manifestaciones de la creatividad humana, reorientará la violencia empozada en nuestra condición hacia formas más crudas y vulgares, y acaso nuestro prójimo. En efecto ¿para qué encarnizarse contra los toros si es mucho más excitante hacerlo con los bípedos de carne y hueso que, además, chillan cuando sufren y no suelen tener cuernos?
Fernando Adrián como ocurre con tantos toreros que las empresas ningunean a placer, ha vuelto a demostrar en Arles este lunes su grandeza , no solo por las tres orejas, su salida en hombros sino por el sabor que dejó en el antiguo coliseo gracias a una ejemplar toreria.
Toro Vive lo trajo a Cali, tuvo una indisposición pero mostró esa finura en el festival dejan ese gusto de las cosas bien hechas. Volverá, seguro.
RESUMEN
Plaza de toros de Arles (Francia). Última de la Feria de Pascua. Lunes 21 de abril de 2025. Corrida de toros.
Toros de Virgen María. 1º y 2º flojos. 3º y 4º, nobles. 5º, parado. 6º, bueno.
Miguel Ángel Perera: Ovación y Vuelta al ruedo. Paco Ureña: Silencio y Silencio. Fernando Adrián: Oreja y Dos Orejas.
Al colorado tercero le recetó Fernando Adrián un quite entonado a la verónica. En varas, el de Virgen María manseó, pero se movió con más ímpetu y fuerza que sus hermanos. Salió a por todas con la muleta el torero madrileño que ligó desde la primera tanda las embestidas de su colaborador enemigo dejando momentos intensos con la mano derecha y conectando rápido con los tendidos. Por el pitón izquierdo, la faena bajó porque el animal no metió la cara con tanta verdad. Volvió el torero al pitón derecho donde exprimió el fondo del toro, pasándose el toro cerca. Remató con una tanda de manoletinas muy entregada y sentida. Pinchó al primer intento y dejó media estocada tendida y trasera en la segunda entrada a matar. El toro dobló desencadenando la petición de trofeo. Se le concedió una oreja.
Muy armado y serio fue el sexto que acudió con alegría al capote de Fernando Adrián, que lo saludó con elegancia. En varas, el toro se arrancó con buen son, mostrando bravura y fijeza. El madrileño brindó la faena al torero y empresario francés Juan Bautista. Se puso de rodillas en los medios en el inicio para sacarse al toro por la espalda, toreando con prestancia por el pitón derecho. Le dio distancia al toro para dejárselo llegar, cuajando derechazos ligados rematados con pases de pecho de cabeza a rabo. Acortó el espacio Adrián, para torear poderosamente. Por el izquierdo, dejó naturales de buen trazo. Se pegó el arrimón en el final de faena, llegándose llegar los pitones a la taleguilla y conmoviendo al respetable. El buen animal de Virgen María fue atronado de estocada entera sin puntilla. Gustó mucho lo realizado por Fernando por lo que su labor fue premiada con dos orejas, reseña El Muletazo
Provocando shock en todo el mundo, esta mañana el Vaticano anunció la muerte del papa Francisco, a las 7.35 de la mañana 12 y 35 de la noche, hora colombiana. “Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro santo Padre Francisco”, anunció el cardenal estadounidense Kevin Farrell, camerlengo de la Santa Sede y el encargado de administrar la sede vacante.
“Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia.Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”, dijo Farrell, que apareció en un video desde la capilla de Casa Santa Marta, acompañado por el secretario de Estado, el cardenal italiano Pietro Parolin y su sustituto, el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra.
El pontífice argentino murió en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano, en un lunes de Pascua signado por el luto para el mundo católico. Tenía 88 años y sus últimos días estuvieron marcados por un progresivo deterioro de su salud, que incluyó dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda en horas recientes, según informó oficialmente el Vaticano.
Francisco el domingo en la Plaza de San Pedro, en su última aparición pública – Créditos: @ANDREAS SOLARO
La Santa Sede detalló que esos episodios fueron provocados por una importante acumulación de mucosidad endobronquial. El cuadro se agravó desde su internación el pasado 14 de febrero, cuando fue hospitalizado con una neumonía bilateral que derivó en crisis respiratorias, insuficiencia renal y una infección polimicrobiana. Durante ese tiempo, recibió transfusiones de sangre por anemia y asistencia respiratoria con oxígeno.
El cardenal Farrell destacó en un comunicado que “toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia” y subrayó su compromiso con los sectores más vulnerables. “Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”, expresó.
Ayer, cuando dio su última vuelta en papamóvil después de impartir la bendición pascual, al Papa no se lo había visto bien. En medio del júbilo de las 35.000 personas presentes, si bien levantaba las manos con dificultad, estaba ausente, como ido. Su rostro era inexpresivo, totalmente distinto del hombre que se había conocido antes de su internación en el hospital Gemelli, donde estuvo hospitalizado 38 días y donde estuvo al borde de la muerte por una neumonía.
Antes, más allá de los achaques, intentaba conectar con su mirada con alguien. Ayer, en cambio, se lo veía en otra dimensión. De hecho esta cronista cuando vio pasar el papamóvil por el principio de la via de la Conciliazione, vio a una argentina que le gritó fuerte “¡padre Jorge!”, pero él no reaccionó, como hubiera hecho previo a su hospitalización, que evidentemente golpeó a su físico de forma irreparable.
El papado de Francisco
Su pontificado había iniciado en marzo de 2013, cuando fue elegido como el primer papa latinoamericano. Su liderazgo estuvo marcado por un impulso de renovación dentro de la Iglesia, con ejes en la inclusión, el diálogo interreligioso, la preocupación por la crisis ambiental y el compromiso con la paz.
El papa Francisco llega tras la misa del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro del Vaticano, el domingo 13 de abril de 2025. (AP Foto/Gregorio Borgia) – Créditos: @Gregorio Borgia
Hasta sus últimos días, Francisco mantuvo ese mensaje. “Pienso en tantos países que están en guerra. Hermanas y hermanos, oremos por la paz. Hagamos todo lo posible por la paz. No olvidemos que la guerra es siempre una derrota. No hemos nacido para matar, sino para hacer crecer a los pueblos. Encontremos caminos de paz”, sostuvo en una de sus últimas intervenciones públicas.
Por otra parte, con su fallecimiento se inicia el período de Sede Vacante, una etapa prevista por el derecho canónico en la que se suspende la autoridad papal y cesan diversas actividades de la Curia Romana. En este lapso, el camerlengo queda a cargo de la administración de los asuntos ordinarios de la Santa Sede, mientras se organiza el cónclave en el que se elegirá a un nuevo papa.
Entre los rituales inmediatos, se procederá a la destrucción del Anillo del Pescador, el sello papal oficial, para evitar falsificaciones, y se anunciará formalmente el cronograma de velorio y funerales. El cuerpo del papa Francisco será velado durante varios días en la Basílica de San Pedro, donde ya comenzaron los preparativos para recibir a fieles, jefes de Estado y líderes religiosos de todo el mundo.
Aún no se confirmó dónde será sepultado el pontífice argentino. Esa información se conocerá en las próximas horas, cuando se difundan los detalles de su testamento. Entre las posibilidades se baraja la cripta vaticana, donde descansan otros papas, o alguna de las basílicas mayores de Roma.
Muerte del papa Francisco: cómo fue su última aparición con vida
El papa Francisco apareció por última vez con vida el domingo de Pascua, cuando, visiblemente debilitado, se presentó en el balcón central de la Basílica de San Pedro para impartir la bendición “urbi et orbi” ante 35.000 fieles. Fue su última manifestación pública antes de su muerte, confirmada por el Vaticano este lunes.
La reaparición se produjo dos minutos después del mediodía de Roma, al término de la misa de Pascua celebrada por el cardenal Angelo Comastri en su reemplazo. Francisco se presentó en silla de ruedas, acompañado por su enfermero personal, Massimiliano Strappetti, y fue recibido por una multitud que llenaba la Plaza de San Pedro y se extendía hasta la Vía della Conciliazione. Aunque sin cánulas de oxígeno, su aspecto seguía mostrando los efectos de la internación por neumonía que lo había mantenido hospitalizado. La Sala de Prensa del Vaticano confirmó ese mismo día que su salud seguía en estado delicado.
La misa de Pascua fue presidida por otra autoridad eclesiástica, pero la aparición de Francisco, aunque breve y delegando la lectura de su mensaje al ceremoniero monseñor Diego Ravelli, marcó el momento más fuerte de la jornada. “Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!”, saludó el pontífice con voz débil, antes de ceder el micrófono. Luego, escuchó en silencio cómo se pronunciaba su mensaje de Pascua, centrado en el dolor de los pueblos en guerra y en el valor de la esperanza.
El mensaje incluyó una dura crítica a la violencia global, la discriminación y el desprecio hacia los migrantes, mujeres y niños. Francisco expresó su cercanía a los pueblos que sufren, entre ellos los habitantes de Gaza, los cristianos en Palestina e Israel, y las víctimas del antisemitismo. También se refirió al conflicto en Ucrania y pidió con firmeza la liberación de rehenes y la asistencia urgente a las zonas humanitariamente devastadas. “Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz”, clamó.
Al concluir la lectura del mensaje, el cardenal Dominique Mamberti anunció la concesión de la indulgencia plenaria. Francisco, en un gesto de esfuerzo visible, pronunció la fórmula de bendición en latín y extendió sus manos hacia la multitud, que respondió con entusiasmo. Pocos minutos más tarde, sorprendió a los fieles al salir en el papamóvil para saludarlos, recorriendo lentamente la explanada del Vaticano.
La imagen de su despedida quedó sellada con el recorrido en el papamóvil, una escena en la que, debilitado pero sonriente, respondió con gestos a los cánticos y aplausos que lo acompañaron en su última aparición. Fue, según quienes estuvieron allí, un momento de gran carga simbólica, que quedará como uno de los recuerdos más emotivos de su pontificado.
La expectación era máxima y así se lo hizo saber la Maestranza a Morante. La primera ovación de la tarde se la llevaría el torero de la Puebla, mientras sonaba el pasodoble Paco Camino en homenaje al maestro de Camas, desde el inicio del paseíllo. Cuanta sensibilidad tiene el público de Sevilla.
El primer toro de la temporada corrió en suerte a Morante de la Puebla. Campanito sufrió una voltereta en los primeros lances de salida y tuvo que ser devuelto a los corrales tras estar mermado.
MORANTE CREYÓ QUE NO VOLVERIA A TOREAR EN SEVILLA
‘Estoy emocionado, pensaba que nunca más iba a pisar esta plaza vestido de luces’, aseguró Morante de la Puebla a los micrófonos del Carrusel Taurino de Radio Andalucía.‘Me quedo con los naturales al primero y el poder verme vestido de luces y la plaza tan maravillosa’, ha concluido Morante de la Puebla con gesto visiblemente emocionado.
El genio le regala a una fría Maestranza un ramillete de verónicas y naturales bordados en seda; Daniel Luque, colosal toda la tarde, se inventa dos faenas y acaricia, una vez más, la gloria de Sevilla
MADRID EN LAS IMAGENES DE PLAZA1 EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN
LA ESPECTACULAR COGIDA DE JUAN LEAL
Matadores
Toros
BARBERITO, Nº 213, PRIMERO DE LA TARDE DE PALHA
GENOVÉS, Nº 214, SEGUNDO DE LA TARDE DE PALHA
SALTILLO, Nº 217, TERCERO DE LA TARDE DE PALHA
BELO, Nº 288, CUARTO DE LA TARDE DE PALHA
CAMARITO, Nº 448, QUINTO DE LA TARDE DE PALHA
GITANITO, Nº 307, SEXTO DE LA TARDE DE PALHA
La tarde en fotos
Utilizamos cookies propias y de terceros para fines analíticos y para mostrarte publicidad personalizada en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas visitadas). Puedes obtener más información y configurar tus preferencias.
ARLES
Los TRES TOREROS EN HOMBROS TRAAS CORTAR CCADA UNO DOS OREJAS . EMILIO DE JUSTO, ROCA REY Y TOMÁS RUFO
Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia en nuestro sitio web. Al seguir navegando, aceptas el uso de cookies. Más información en nuestra política de privacidad.
Más información