Fabio Niño se ha ido tan silenciosamente, tan modestamente, tan humildemente como vivió. Su pasión era narrar con imagenes lo que admiraba y le veía siempre acomodado en el callejón de nuestra plaza De Santamaría los días de corrida con su cámara fotográfica o de video para estampar su firma en la historia, pues cada corrida es una historia irrepetible y única, cada trazo del torero, cada instante de un lance o un pase, o una vara, o la suerte de banderillas.

Solo el Covid ( no digo una palabra gruesa ante la ausencia de Fabio pero el » bendito » Covid 19 que ya cobra casi 100 mil vidas nuestras se lo ha llevado arteramente) .

Nos priva la pandemia de un cultor de la imagen, de un hombre bueno. Me bastaba con decirle antes de la corrida : Buenas tardes, Fabio y él apenas si me susurraba algo que creo era el mismo deseo : Suerte.

No sé si habrá vida después de la muerte pero la certeza es obvia, sí hay vida antes de la muerte y Fabio la vivió con intensidad y pausa , con temple y despacito, a su manera.

Dscanse en paz querido amigo

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