Aquella tarde de «Finito» en Antequera
Aquella tarde de «Finito» en Antequera. Hay momentos que nos dejan recuerdos (de los maravillosos porque los que dan pena en estas horas de pandemia para qué referirnos a ellos), instantes emocionantes que nos conmueven las mas intimas fibras.
La primera salida del maestro Rincón aquella tarde de mayo en Las Ventas tras desorejar a «Santanerito» de Baltasar Ibán , un recorte «gallista » de Morante en Latacunga, un cambio de mano exquisito de Ponce, esos regalos del temple de Manzanares (los dos, padre e hijo).
La lidia de poder a poder a poder de Rafaelillo, esas cacerinas del maestro Pepe (¿hace falta decir que José Eslava Cáceres ?), una vara en todo lo alto y recargando el toro en el peto, con la cara abajo, con casta, con clase, del «viejo» Anderson Murillo o ese electrizante par de Montoliú en su última visita a Cali , o ver un toro embistiendo de Achury, de Barbero, del maestro Rincón, de Gutiérrez, de Salento, de Guachicono, de Ambaló , de Ernesto Gonzalez, o de Vistahermosa… O ese olé de Arciniegas, potente, sonoro desde «La Barra5» en el momento justo, oportuno.
Me he ido por los cerros de Ubeda. De esas remembranzas que da gusto volver a ellas, la faena de Finito al toro «Doctor» de Zalduendo en Antequera, modélica, templada, repleta de detalles toreros, mágica por momentos ( el toreo es efímero pero se eterniza en la memoria, en el corazón). Así la recuerda el propio torero en «Avance Taurino» :
Cuentan y no hablan de Antequera…
La tarde de Antequera fue emotiva. Me hizo sentirme muy feliz. El toro Dorado de Zalduendo me hizo vivir sensaciones muy bonitas. En un año tan extraño como este, tan atípico para nosotros y con tantas desgracias que están pasado en el mundo, fue como una bocanada de aire fresco.
Aquella tarde de «Finito» en Antequera
Y qué curioso que el toro se llamase precisamente Doctor. Por eso, aquello va por todos los médicos y toda la gente de la medicina y la sanidad que se están todos están entregando, sufriendo y padeciendo por sus semejantes todos estos meses.
Un toro de gran clase…
Lo cierto es que con el capote el toro no me gustó, hizo cosas extrañas de salida. Pero luego mi banderillero Lipi le dio una buena lidia. El toro, a pesar de su deficiente salida, tuvo de entrada dos virtudes, ya que humillaba y obedecía mucho.
Luego, el toro escarbó, pero no como defecto sino, por así decirlo, para coger velocidad para embestir con más entrega. Porque tuvo ritmo, se atemperaba mucho en el embroque, colocaba bien la cara, tenía flexibilidad en el cuello, y bondad en la mirada.
Fue un gran toro y el indulto lo pidieron todos los espectadores, aquella tarde de «Finito» en Antequera
El tema de los indultos no deja de generar polémicas.
Yo soy consciente que los indultos están levantando debates, pero pienso que la fiesta gana con cosas como ésta. El toro ya está en casa y
se está curando bien. En todos los indultos, a los ganaderos les corresponde aceptarlos, pero esta vez también lo pidieron todos los espectadores.
Y todos salimos ganando.
Dicen que la mirada del toro dice mucho.
A mí me impresiona más la mirada de un toro que el trapío, que los pitones. Por encima de todo, es lo primero en lo que me fijo en un astado. Qué es lo que en realidad me asusta y me puede llegar a agobiar.
El trapío es relativo. El volumen y los pitones no me imponen tanto. No me da miedo el tamaño o las puntas de un toro, sino que le temo a su mirada y a sus ideas. Y es que a mí me gusta comunicarme con él, estudiar e intuir sus reacciones. En 33 años que llevo en la procesión, esto me ha ayudado a estudiar sus reacciones, a corregir y a mejorar”.
Sigo creyendo que gracias a momentos tan sublimes como ese (lo vimos por televisión, gracias a Dios), es que podemos aliviar las penas de una fiesta en mínimos en estos tiempos oscuros.