Nos acaba de dejar un maestro de periodistas, un escritor de pulida pluma, cronista de toros en El Colombiano, conversador inteligente.
El maestro Jorge Vega ha muerto a los 93 años.
Estaba retirado en el Oriente antioqueño este arquitecto que delineó inolvidable páginas taurinas.
Se va un hombre honesto, un amante de la fiesta y un escritor que enalteció con su pluma este travieso y siempre bello mundo de la tauromaquia.
ESCRIBIO SOBRE LOS TOROS EN EL OCCIDENTE DE COLOMBIA. Y A PROPOSITO DE CALI, BUENO ES RECORDAR ESTE ARTICULO DEL MAESTRO VEGA
Autor: Vega Bustamante, Jorge
Recién iniciada la conquista, los españoles trajeron a América la fiesta brava; a sólo 17 años de la llegada de Colón, se dieron corridas. Pensando que las emociones podrían ser más variadas si se sacrificaban indios, se les dio a éstos la oportunidad de que ayudaran poniéndoles a tomar parte en las fiestas. Así, por muchas referencias, se sabe que el indígena se aficionó mucho; siguiendo el concepto romano de pan y circo, los hispanos, le entretuvieron con tabaco, licor y toros.
De los siglos XVII y XVIII hay referencias de fiestas de toros al estilo de Santafé en muchas poblaciones del Cauca (todo sur-occidente). Se daban en especial para conmemorar la llegada de un soberano al trono, o al advenimiento de un nuevo virrey. Se celebraban las fiestas en varios días consecutivos para facilitar la presencia del indio el colono, que debían recorrer muchas lenguas para llegar al poblado. El sistema de las ferias actuales en seguidilla tiene, pues, lejano ancestro colonial.
Al circuncribirnos al siglo XIX en el occidente colombiano, es preciso recordar el origen caballeresco de la corrida en España (en plena Edad Media) y que luego tuvieron en las plazas mayores de los pueblos su escenario natural. Los circos modernos tomaron la forma circular de los romanos. Desde el barroco e incluso el rococó hasta el neoclásico, se han edificado cosos neo-mudéjar, de hormigón y modernos combinados.
Santiago de Cali
Sólo a fines del siglo XVIII comienza a criarse en España el ganado bravo en ganaderías con nombres de abolengo. Esto en Colombia sólo ocurre a partir de la tercera década del actual siglo. No obstante, en la segunda mitad del siglo XIX se construyen los primeros circos en ciudades como Cali y Medellín. Se dan muchas fiestas con toros criollos y tigreros traídos de los llanos. Tras la independencia, se instituyó la costumbre de celebrar el 20 de Julio con corridas en plaza mayor. La de Lima había dado el ejemplo y se dice que el propio Simón Bolívar asistió a una corrida en esa capital, que posee la plaza más antigua de América (Acho) construida en 1765.
Toda villa que se preciara de cierta importancia en la región andina continuó con esta costumbre de las «corridas patrióticas» durante el siglo pasado. El historiador caleño «Machaquito» nos cuenta que todas las programaciones para celebrar fiestas de plaza incluían -fuera de riñas de gallos, cabalgatas y otros jolgorios- las famosas corridas de toros, cumplidas entonces en cosos tan improvisados como las mismas cuadrillas. En 1892 llegó a Cali procendente del Perú la primera cuadrilla de toreros de verdad: Tomás Parrondo «Manchao» (matador) y los banderilleros Manuel Vera «Mazzantinito» y Wenceslao Carrillo «Minuto». Se constituyó sociedad bajo la denominación Empresa Circo de Toros, liderada por Ulpiano Lloreda; se abre la Plaza de Armas el 25 de septiembre, siendo esta fecha la primera en que veían hombre luciendo coleta los caleños. Estos se emocionaron hasta el delirio con su labor. Acostumbrados a las encerronas populares de las plazas de la Constitución -hoy de Ca-ycedo- y San Nicolás, resultaba sorprendente la lidia ordenada y los trajes de luces implantados por «Manchao» y los suyos. Se vieron toda clase de suertes: salto de la garrocha, banderillas a porta gayola y lances al alimón.
En 1904 se contruyó el segundo coso en la calle 12 con carrera 3a, que era apenas un remedo de circo. A partir de 1906 aparecen los nombres de «Piedra», «Relámpago», el antioqueño Luciano Jaramillo y el infortunado caleño Ignacio Sánchez «Salerito», quien murió por cornada. Continúa la lista de diestros con «Almanseño», «Moyano de Triana», el picador «MeIlaíto», así como las toreras Josefa Mola «Pepita» y «Finita», quienes propiciaron la fundación del Club Guerrita, reuniendo la primera comunidad de aficionados de la talla de Alfonso Lenis, Tulio Concha, Guillermo Bótanos, Ernesto Rengifo y otros. La peña se extingue en 1919, cuando Bienvenida se marchó del país.
Pepe Castoreño en su historia nos lleva al primer circo de cierta estabilidad de Cali: la Plaza Belmente. Ordenaron su construcción Tulio Concha, Severo Guerrero y José María Martínez en lote de los señores Buenaventura, donde luego se levantaría el Edificio Belmente, en la Avenida Uribe con calle 25. Se inauguró el 23 de diciembre de 1927 con Ezequiel Rodríguez «Morenito» y Antonio Villa «Villita»; allí surgió luego Diego Ramos «Ramitos», afincado en el Valle y puntal de la fiesta. Pasaron por este circo de guadua y madera los que venían a «hacer la América», hasta el propio «Papa Negro», Manuel Bienvenida. El Circo Estrella se estrenó en 1928, con la colaboración de Campitos y el banderillero Miura, lo mismo que del aficionado local Jorge Caicedo Isaacs, como becerrista.
Así llegamos a la Plaza Granada, construida por Jorge Garcés, inaugurada en noviembre de 1929, por «Alcalareño» y Padilla, y cuya portada se conserva en el lote situado en la avenida 4a. con 6a. Esta plaza, además de corridas, presentaba al público toda clase de espectáculos: cómicos, boxeo y artistas de circo. Apunta Gustavo Lotero «Plumitas» sobre Leónidas Naranjo «Lenaranjo», empresario no caracterizado propiamente por la calidad, a quien el repentista Daniel Gil Lemos se refirió con ocasión de una reprimenda: Cuando me riñen mis tías porque vivo reunido con gentes muy poco pías, yo les respondo al oído: Lenaranjo ha enriquecido con las malas compañías.
En 1936, en las fiestas organizadas para el cuarto centenario de Cali, se presentaron Alfredo Corrochano y Juanita Cruz. Luego, con reses ecuatorianas de El Pedregal, debutó el zamorano Félix Rodríguez. La corrida fue presidida por el poeta Guillermo Valencia, llegado de Popayán. Luego, el debut de Rafael García «Caleñito», Manuel Rengifo «Manolete» (otro caleño) y Miguel López, primer colombiano de alternativa. Se cierran los recuerdos del Granada con nombres postineros como Pepe Gallardo y Joaquín Rodríguez «Cagancho», quienes alternaron en marzo de 1941 con toros de El Tablón, propiedad del vallecaucano José María Estela. Y, finalmente, la única presentación de la cuadrilla infantil de los hermanos Dominguín (Domingo, Pepe y Luis Miguel).
Por escritura pública del 30 de junio de 1955 se constituyó la Sociedad Plaza de Toros de Cali S.A. Fueron accionistas el departamento del Valle y el municipio de Cali, amén de muchas personas de la sociedad caleña y ganaderos de la talla de Ernesto González Piedrahita, Abraham Domínguez y Pepe Estela. Con planos del afamado ingeniero Guillermo González Zuleta se iniciaron los trabajos en 1956 y se concluyeron a finales de 1957. Cañaveralejo es la plaza con mayor capacidad del país: 17.000 personas. Su temporada inaugural se realizó en diciembre del 57 y enero del 58, con este elenco: Joselillo de Colombia, Manolo Zúñiga y, por España, Joaquín Bemadó, Gregorio Sánchez, Antonio Borrero «Chamaco» y Juan Antonio Romero. El 28 de diciembre fue la primera corrida con toros de Venecia para Joselillo, Gregorio Sánchez y Bernadó. Desde entonces se ha venido dando todos los años la Feria de Caña de Azúcar, la que congrega más público en Colombia.