María del Carmen García Cobaleda, mujer de Santiago Martín ‘El Viti’, ha fallecido este viernes 1 de julio.
El torero y su mujer se casaron en 1968 y desde entonces han compartido una vida en los ruedos y fuera de ellos marcada por los éxitos del espada salmantino. El matrimonio tiene tres hijos en común Guadalupe, María Luisa y Francisco Martín García y cuatro nietos: Carmen, Marina, Sofía y Jacobo.
El velatorio está instalado en el Tanatorio San Carlos de Salamanca en la sala 6 y el funeral se oficiará en la capilla del Tanatorio éste 2 de julio a las 4:30 horas de Colombia.
Además, se oficiará una misa por su eterno descanso el domingo 3 de julio a la 1 de la tarde hora colombiana en la Iglesia Padres Carmelitas Descalzos (calle Zamora).
Antes de las siete de la mañana Orlando Cadavid Correa llegaba en su Fiat 147 color crema, a la sede de Colprensa en la Diagonal 34 No. 5-63 del barrio La Merced en Bogotá. José, el portero, le entregaba ejemplares de El Tiempo, El Espectador, La República, El Siglo, un manojo de cartas y su primer tinto.
Ascendía a toda velocidad hasta el tercer piso donde tenía su oficina, que era un pequeño cubículo desde donde divisaba la sala de redacción de la Agencia Colombiana de Prensa, Colprensa, una iniciativa empresarial de Promec Televisión y 8 periódicos regionales, pero que desde finales de 1980 se había convertido en una verdadera empresa de redacción de noticias.
A su lado estaba la oficina de Ángel Romero Bertel, el jefe de redacción, quien llegaba un poco más allá de las once de la mañana. Al fondo dos escritores traspasaban las cuartillas a largas cintas amarillas que luego se transportarían a través del 45153, el télex más moderno de Colombia.
Orlando revisaba cada una de las páginas de los diarios, hasta los clasificados, mientras fumaba tal vez su segundo o tercer cigarrillo y agotaba otra taza de café negro.
A las ocho de la mañana llegaba el grueso de redactores y de inmediato se armaba el Consejo de Redacción. Cada uno de los periodistas iba dando su informe: “Hoy nos dieron primera en El Colombiano”, decía uno, “A mí me destacaron en Occidente”, comentaba otro. “Muy buena nota en El Heraldo” y así sucesivamente. Después de este “relajo” venían las instrucciones de Orlando Cadavid. “Hoy aprueban Ley de Presupuesto, Núñez”, le decía al redactor económico. “No se olvide pasar por el ministerio de la Defensa y ver qué pasa con el caso Betterman”, le manifestaba a César Vallejo, encargado de las notas judiciales. “Arturo, fájate una crónica sobre Pelé que vendrá a Colombia”, le recordaba a Jaimes, el dueño de la sección deportiva. Y así sucesivamente impartía las instrucciones a Giraldo Gaitán, Hernando Salazar, José Yepes Lema, Óscar Domínguez, José Vicente Arizmendi y a este servidor. A otro le decía, “hay que confirmar esa información”, “busque la contraparte”, “eso no es así”.
Quince minutos después concluía la reunión: “Bueno, a la tarea” y todos en coro respondíamos: “listo”.
Era un ejército de redactores que sólo tenían en la mente las palabras “noticia”, “chiva”, “primicia”, “primera página”, “entrevista”, “reportaje”, “informe”, “crónica”.
A las diez de la mañana comenzaban los télex y telefotos a sonar con sus ruidos característicos que le daban vida a la agencia, mientras en la sala de redacción las máquinas Remington eran aceitadas y, si era necesario, se les cambiaban las cintas para que las notas quedaran nítidas.
La sinfonía de tecleado, en su mayor esplendor era hacia las 4 de la tarde cuando todas soltaban notas sin parar. “Chuzógrafos” o mecanotaquígrafos les sacaban chispas a teclas y rodillo y emergían cuartillas en papel periódico a todo dar.
Aura Rosa García, la secretaria de la redacción repartía la correspondencia o daba las razones. Ella llegaba a las 8 de la mañana y salía a las 6 de la tarde. Nunca llegó ni más temprano ni tampoco salió después del crepúsculo. Aunque tenía un trabajo abrumador, jamás tuvo un papel encima del escritorio. Era la señora de la perfección y los regaños.
Decenas de “chivas” –verdaderas primicias se dieron en aquella época en Colprensa–, cientos de informaciones, un sinnúmero de entrevistas con noticias, reportajes, crónicas quedaban impresas en primeras planas.
Ninguna de las noticias se emitía, sin el visto bueno de Orlando Cadavid Correa, quien todo el día estaba al lado de los redactores, los llamaba a su oficina, les pedía una y otra cosa y tenía en mente cada uno de los acontecimientos del día, desde palabras del presidente, el entorno internacional, los precios del dólar y el café, los resultados del fútbol y hasta los ganadores en el hipódromo de Los Andes.
A las doce del día se sintonizaban cuatro o cinco radios que sonaban al tiempo. Se sintonizaba Caracol, RCN, Todelar, Súper y hasta el Grupo Radial Colombiano. Orlando se detenía por segundos en cada una de las emisiones y comentaba: “ya lo dijimos”.
No se le pasaba una coma, una tilde o un punto. Corregía con bolígrafo de tinta roja y hacía un círculo donde había detectado un error.
Mis cuartillas, casi siempre, podían llevar entre 50 ó 60 ruedas. Gilberto Rodríguez, el transcriptor del télex me decía: “hermano, no le cabe un redondel más, esto parece ya un jeroglífico”.
¡Cuántos dolores de cabeza le produjimos a don Orlando! Mil excusas.
Creaba “El reportaje de la semana”, “La investigación del mes”, “La entrevista de Colprensa” y la columna “Pantallazos” o “El informe económico”.
Periodismo, periodismo, periodismo, del puro.
Conocía mil historias de los políticos de turno, si alguna vez hubiera querido montar una discoteca hubiera tenido un éxito impresionante porque sabía de tango, boleros, salsa, baladas, vallenatos –de los buenos–, bambucos, rancheras y hasta de grupos como El Empastre.
Para él, ese grupo cómico musical catalán era el que mejor había interpretado el pasodoble Feria de Manizales.
Se gozaba a quienes no teníamos idea de música y entonces se deleitaba con sus preguntas.
–A ver Romero, ¿Cuál es la versión más espléndida de “Colombia mía” de Luis Uribe Bueno?
–Ni idea, don Orlando, le respondíamos retraídamente.
–¿Si ven? Estos jóvenes qué van a saber de música, si sólo escuchan baladas de Raphael. Aprenda: la hizo “El coro Cantares de Colombia”.
Esos eran los pocos átimos de solaz que tenía Orlando Cadavid Correa en aquellos tiempos que el M-19 daba la guerra robándose espadas, asesinando líderes sindicales o gringos, robando armas, secuestrando, asaltaba camiones de leche y palacios de justicia, mientras que Félix Correa se llevaba una millonada tumbando a los ricos del país, comenzaba el auge del maldito narcotráfico y Claudia de Colombia era la estrella en el mundo de la canción.
Eran las nueve de la noche y la sala de redacción se quedaba en silencio y a esa hora Orlando procedía a dar la última revisión a las notas y a dejar apuntes para el día siguiente. Una hora después llamaba al 2454545 y preguntaba al redactor de turno: “¿qué ha pasado?
Y los sábados, aunque salía al medio día, retornaba por la redacción a las siete de la noche para mirar las recientes notas.
Era incansable. Jamás fue a un coctel, aunque podía recibir 5 ó 6 invitaciones al día. Nunca aceptó una invitación a un almuerzo. Los viernes no rebajaba la bandeja paisa donde el señor Mendoza, donde departía con Roberto Pombo, hoy director de El Tiempo y en aquellas estaciones era redactor político de la agencia o con parte de la redacción.
Hace poco, en una clase de redacción impartida a jóvenes de Comunicación Social de la Universidad Sergio Arboleda, con el magistral narrador Ramiro Dueñas, una estudiante –después de la explicación sobre la función de informar por parte de Orlando Cadavid Correa—preguntó tímidamente: “¿alguna vez lo vio llorar?”.
–Si. Cuando asesinaron vilmente a don Guillermo Cano.
Y los muchachos comprendieron cómo era el ejercicio del periodismo.
Rafael Morante Mijes era trabajador de Arrocerías Herba
Ha fallecido en Sevilla Rafael Morante Mijes, padre del matador de toros José Antonio Morante, Morante de la Puebla. Trabajador de Arrocerías Herba de profesión, tenía 74 años y padecía achaques de salud desde hacía tiempo. El velatorio de los restos mortales de Rafael Morante se celebró en el tanatorio La Concepción, en La Puebla del Río, informa el Diario de Sevilla
Rafael Morante estaba casado con Josefa Camacho Rocha y tenía dos hijos: José Antonio y María de las Nieves Morante Camacho.
“Mi padre siempre estuvo ahí conmigo en los inicios, fue quien, prácticamente, empezó a luchar conmigo. Se puede decir que fue el primer morantista”
Tendido7 expresa al torero , a su familia y allegados la voz de condolencia desde Colombia
El matador de toros villalpandino, Andrés Vázquez Mazariegos, fallecía este viernes 17 de junio en el Hospital Comarcal de Benavente, a causa de un fallo multiorgánico a los 89 años de edad.
De estilo sobrio y corte clásico, el toreo de Andrés Vázquez abrió en una decena de ocasiones la Puerta Grande de la Plaza de Las Ventas de Madrid y fue un nombre fijo en los carteles entre aquellos espadas que construyeron la llamada Edad de Plata en la década de los sesenta como Diego Puerta o Santiago Martín “El Viti” . Precisamente, fue un jurado presidido por el torero de Ciudad Rodrigo el que le otorgaba a Andrés Vázquez el Premio Tauromaquia Castilla y León 2020, “por su brillante e impecable trayectoria profesional al toro como defensor a ultranza de la integridad del toro y de la lidia, procurando darle su sitio como protagonista principal del espectáculo”
Día triste para la afición zamorana a causa del fallecimiento del «nono», que se ha producido el mismo día en el que se cumplen 5 años de la muerte en el coso de Mont de Marsan de Iván Fandiño.
Mensajes de condolencia en las redes sociales
“Se fue para siempre un torero bravo y hombre bueno, el Maestro Andrés Vázquez. Llevaba tiempo peleando con la salud pero mantuvo su carácter hasta el final. Andrés ha sido torero de Madrid y de aficionados. En su Zamora le dimos la penúltima ovación. Le recordaremos siempre.
Con este sentido texto ha querido despedirse publicamente la voz de «Los Toros» en la Cadena SER, Manolo Molés, que ha acompañado el mensaje de un vídeo de la presentación de la feria taurina de San Pedro 2018 en cuya presentación se le rindió homenaje al diestro zamorano.
Vázquez, que contaba 89 años de edad, era uno de los nombres más reconocibles del toreo de finales de los 60 y los difíciles años 70. Había nacido en la localidad zamorana de Villalpando en 1932 y pertenece a aquella generación perdida de las capeas castellanas en las que llegó a labrarse cierta fama bajo el apodo de El Nono. En su caso, logró escapar de ese agujero para saltar a los festejos formales a una edad en la que otros ya andaban el camino de vuelta o habían dejado su juventud y sus ilusiones entre las talanqueras.
De hecho tomó la alternativa en 1962, en plena feria de San Isidro y a punto de cumplir tres décadas de vida. Su padrino fue Gregorio Sánchez que le cedió un toro de Benítez Cubero en presencia de Mondeño. Fue su primera puerta grande en el Foro. Desde entonces su trayectoria fue inseparable del ruedo de Madrid –llegó a salir a hombros en diez ocasiones- y de los caminos que estaba a punto de trazar la afición venteña, especialmente en la década de los 70 en coincidencia con la eclosión de la ganadería de Victorino Martín, convertida en talismán de los sectores más exigentes de esa afición madrileña y en un hierro inseparable de la carrera de Andrés Vázquez. Su primer gran triunfo con reses del llamado ‘Paleto’ de Galapagar se produjo el 10 de agosto de 1969 tras desorejar al célebre ejemplar llamado ‘Baratero’ siendo además, el primer matador de toros que afrontó la gesta de encerrarse con seis toros del mítico hierro
Andrés Vázquez llegaría a prolongar su carrera más allá de lo aconsejable en unas idas y venidas que nada añadieron a su particular gloria. Hay que subrayar que tendría arrestos para matar su última res brava, un utrero de Urcola propiedad de Victorino Martín, en un festival celebrado en Zamora el 25 de julio de 2012 para homenajearle. Tenía 80 años. El pasado año recibió el premio ‘Tauromaquia’ que concede la Junta de Castilla y León. Andrés Vázquez personificaba la leyenda menuda de los ‘capas’ de Castilla. En su caso, que no abundó, saliendo de aquel margen sórdido para ocupar sitio en los carteles de las ferias. Descanse en paz.
Este titular de Mundotoro refleja el tempramento , el valor, su compromiso con la tauromaquia del maestro de Villalpando :
El mundo del toro ha perdido en los últimos días a dos miembros de nuestra familia taurina. El picador , ya retirado, Manuel Munévar y Jaime, hijo de don Paco García, fundador de Vista Hermosa . Jaime, el mayor, hermano de don Antonio que llevó la dehesa santacolomeña en Mosquera y en Zipacón .
Jaime, el mayor de los 9 en sus èpocas juveniles fue novillero. Me dice mi amigo Alberto Lopera que Jaime alternò en Medellìn con el ecuatoriano Armando Conde en el debut de Amina Asis como rejoneadora. Fue el 4 de octubre del 59 y cortò las orejas. Se lidiaron novillos de su padre, don Francisco Garcìa, de Vista Hermosa. Ya en los 60″s deja el traje de luces y se dedica a sus actividades profesionales como ejecutivo de ventas de Olivetti en el ramo de equipos de oficina,.
Eran 9 los hijos de don Paco que se vino muy joven desde Puebla del Río y en nuestro país a mas de la ganadería y parte fundamental en la creación de Mondoñedo, fundó una gran familia.
Jaime, el mayor de los hijos de don Francisco sufrió hace un par de días una caída y fue atendido en la clínica. No sobrevivió. De los 9 sobreviven 4
A los hermanos, hijos, nietos, sobrinos , tendido7 traslada las condolencias a las dos familias por la partida de Manuel y Jaime
Roberto Espinosa ha fallecido a los 84 años en la localidad castellonense de Vinaroz, víctima de una enfermedad agravada en los últimos meses, según han informado a El Mundo fuentes familiares. Fue novillero en su primigenia andadura en el mundo del toro, empresario plazas de primer orden y apoderado de toreros con cartel.
Nacido en Barcelona en 1938, Roberto Espinosa Cantó era hijo de un popular novillero de los años 20 que fue quien le inculcó la afición que le llevó a debutar en público, con solo 14 años, en un festival celebrado en Mataró.
Al no tener aún cumplidos los 16 años exigidos para actuar de manera profesional, vivió y toreó durante dos temporadas en el sur de Francia, hasta que por fin logró actuar en la madrileña plaza de Vistalegre en 1954.
Roberto Espinosa basó su carrera fundamentalmente en los abundantes festejos que se celebraban entonces en toda Cataluña, en plazas como las gerundeses de Figueras, Lloret de Mar, San Feliú de Guixols, Olot y la propia capital, además de las de Tarragona y Tortosa y las dos que se alternaban en Barcelona, la Monumental y la de Las Arenas, donde tuvo especial cartel por su toreo de calidad.
Sin llegar a tomar la alternativa, Espinosa se retiró pronto del toreo activo para dedicarse a labores de apoderamiento, empezando con su paisano Enrique Patón, que luego, junto al también torero francés Simón Casas, sería su socio en grandes proyectos empresariales en las plazas de toros de Valencia, Castellón o Nimes.
La lista de toreros apoderados por Espinosa, al que siempre se tuvo en consideración como un buen y honesto gestor, continuó con Curro Caro, Emilio Muñoz, Manuel Montoliú, Dámaso González, Luis Francisco Esplá, Juan Carlos Vera, Dávila Miura, Luis Bolívar con quienes compartimos en Santoña una de las corridas de la feria en ese bellísimo pueblo cuya plaza de toros levantada en piedra esplendida y, nunca mejor dicho se encuentra «a las puertas » del mar y, más recientemente Rafaelillo, Rubén Pinar o López Chaves, época en la que además trabajó en el anterior equipo que gestionaba la plaza de Las Ventas.
Concha Spínola, madre de Miguel Báez Spínola ‘El Litri’ y esposa de Miguel Báez Espuny ‘El Litri’, falleció en Madrid como consecuancia de un infarto, apenas dos semanas después que su marido, informó XL Semanal. Los restos mortales de Concha Spínola serán trasladados hasta el Tanatorio de San Isidro de Madrid, donde tendrá lugar la capilla ardiente antes de su último adiós. Hasta allí fueron trasladados también los de su marido, que falleció el 18 de mayo, apenas unos días después de la boda de su hijo con Casilda Ybarra.
Reciente mente, la revista Mujer HOY publicó que Conchita Spínola (Madrid, 1948) y Miguel Báez, formaron una pareja peculiar en el mundo del toreo, donde se reproducen los estándares tradicionales que destinan lo doméstico y sentimental a las mujeres y lo patrimonial y laboral a los hombres. Sin embargo, desde muy pronto en su matrimonio la joven Spínola tomó las riendas de la gestión económica de la pareja, encargándose de las cuentas de resultados y las inversiones familiares, mientras el torero se concentraba en el buen discurrir de fincas y ganadería. Dicen que casarse con Conchita fue la mejor faena de El Litri, quien no anduvo precisamente corto de triunfos. La conoció cuando solo tenía 15 años, en la playa. Accidentalmente, él le destrozó un castillo de arena a ella, que se le encaró: «Que tú seas El Litri no te da derecho a destrozarme el castillo», le dijo. El torero no solo la ayudó a reconstruir su arquitectura de arena. Tres años más tarde se casó con ella, justo a los 18.
Cristóbal Balenciaga vino directamente de su taller de París para vestir a la novia, que dijo sí quiero al torero, 20 años mayor, en el monasterio de la Virgen de Guadalupe. Los credenciales familiares de María Concepción Spínola y González-Cocho eran irreprochables: forma parte de una de las familias con más solera de Extremadura y Madrid. Además, ella aterrizaba en España desde un internado suizo, prácticamente sin solución de continuidad. Sin embargo, la joven tenía las cosas muy claras: puso como condición a Miguel Báez Litri que se cortara la coleta, cosa que aceptó. «Lo mejor de mi vida es la esposa que tengo», sostuvo él a lo largo de su vida, en infinidad de ocasiones. Tuvieron rápidamente tres niños, Miguel, Rocío y Myriam, y antes de los 30 ella se hizo cargo de los números.
Vinculación con Extremadura
La familia Báez Spínola siempre ha tenido una estrecha relación con Extremadura, muy acentuada desde que ‘El Litri’ hijo decidiera fijar su residencia en la finca ‘Los Guateles’ en el término municipal de Aliseda (Cáceres). En la finca ‘Los Guateles’, de una extensión de 1.400 hectáreas, ‘El Litri’ contrajo matrimonio con su primera mujer, Carolina Adriana Herrera en 2004, y fueron también bautizados sus tres hijos.
En 2014 ‘El Litri’ vendió ‘Los Guateles’ al magnate mexicano Alberto Bailleres, reciente mente fallecido, que acababa de adquirir la ganadería de Zalduendo, cuyas reses acabó trasladando a ‘Los Guateles’.
La esposa y compañera del torero Manolo Zambrano nos deja y tendido7 solo atina a expresar a los suyos que la tierra le sea leve y que los deudos puedan sobrellevar la pena.
Miguel Báez Espuny ‘El Litri’ ha fallecido en Madrid a los 91 años. Con él se cierra un capítulo más de la gran dinastía torera de Huelva, que trascendió más allá de la Fiesta Nacional y le convirtió en uno de los grandes hijos ilustres de la provincia onubense, a pesar de no haber nacido en ella, dice Huelva información.
Litri nació en Gandía (Valencia) el 5 de octubre de 1930. Su abuelo, su padre y su hermano fueron toreros, aunque su fama superó a la de todos ellos, convirtiéndose en uno de los nombres más populares en los carteles de los años 50 y 60.
En 1967 completó su última temporada en los ruedos, aunque tuvo apariciones esporádicas que culminaron, en 1987, en Nimes (Francia) con la alternativa que dio a su hijo, Miguel Báez Spínola, continuador de la saga. El último Litri hasta el momento.
No han trascendido aún las circunstancias de su muerte, que le ha llegado en Madrid, donde residía con su esposa, Conchita Spínola, aquejado ya de algunos problemas de salud. Hace sólo unos días, el sábado pasado, su hijo Miguel contrajo matrimonio en su finca de Sanlúcar la Mayor (Sevilla).
Traslado a Huelva
Fuentes cercanas a la familia han indicado a esta redacción que hoy se celebrará el sepelio en Madrid y el viernes será trasladado a Huelva, donde se instalará la capilla ardiente en el Ayuntamiento de Huelva sobre las 16:00, según deseo expreso de la familia.
Ya el sábado se celebrará el sepelio en la capital onubense, antes de que sus restos reciban sepultura en el cementerio de La Soledad, en el panteón familiar.
La saga de los Litri, encabezada por Miguel Báez Espuny, es una de las señas de identidad más inequívocas de la ciudad de Huelva.
Él mismo contaba en una entrevista concedida a Eduardo J. Sugrañes en Huelva Información hace unos años, que aunque nació en Gandía, con sólo 20 días se instaló en Huelva con su familia, «donde viví, fui al colegio y me hice torero».
Su nombre y su impronta, de hecho, están directamente vinculadas al Barrio de San Sebastián. Fue alumno del colegio Hermanos Maristas, al que hacía su ruta diaria como escolar, primero desde su casa familiar en la calle La Fuente, luego en Isaac Peral, y más tarde en San Andrés, que le hacía pasar por delante de la Tertulia dedicada a Manolito.
Allí, Pepe Ramos, Paco El Fundidor o Mora le enseñaban los triunfos de su hermano. Y confiesa que fue entonces cuando empezó a querer ser torero.
Sus primeros pases toreros
Sus recuerdos están ligados a la antigua calle Montrocal, en su infancia pura tierra por donde pasaba el ganado de Huerta Mena, ante el que jovencísimo Litri no dudaba en portar el baby escolar a modo de muleta para dar unos pases a las vacas lecheras.
No fueron pocas las veces que se escapaba del colegio para acudir furtivamente a capeas en Beas, donde alimentaba su incipiente pasión a escondidas de su madre, lo que le valió más de una reprimenda y castigo que lograba sortear audazmente.
Fue entonces cuando esos pases soñados para el ruedo se trasladaron al Matadero, esa otra segunda casa en la capital, donde arraigó su arte torero para dar forma en su propia Tertulia que esta noche llora con gran sentimiento su pérdida.
Muy joven, en las primeras salidas en busca de capeas con amigos, aprendió a cocinar, lo que evolucionó a, probablemente, su segunda gran afición, y de la que gustaba dar cuenta en el campo, preparando arroces y todo tipo de platos para la familia y sus amistades.
Grandes personalidades
Como gran figura del toreo en los años 50 y 60, se codeó con grandes personalidades de la cultura, del toreo, claro, y de la aristocracia. Su completísimo álbum familiar tiene fotografías con don Juan de Borbón y don Juan Carlos, con los escritores Gabriel García Márquez,José María Pemán, el pintor Joan Miró, el cineasta Orson Welles o, entre otras, las actrices Esther Williams y Rita Hayworth, a quien recibió en su casa de la calle Rico, ante el azulejo que colocó en el patio de la Virgen de la Cinta, a la que profesaba mucha devoción, como a la Virgen del Rocío. Hoy esa casa palacio puede visitarse por el público convertido en un establecimiento de hostelería que lleva el nombre Gilda como guiño al paso de la actriz por la casa.
Miguel Báez Spuny contrajo matrimonio con Conchita Spínola, su compañera hasta el último momento, con la que tuvo dos hijas y un hijo, Miguel Báez Spínola, continuador de la saga torera y por quien volvió a los ruedos el 26 de septiembre de 1987 en la emblemática plaza de Nimes, en el sur de Francia, donde le dio la alternativa.
Antes, después de dejarlo en 1967, aún participó en el cartel que abrió la recordada plaza Monumental en 1968, en los actuales terrenos del Ensanche Sur, y más tarde, en 1984, en la reinauguración del centenario coso de La Merced, rescatado entonces en otro barrio ligado al toreo desde siempre en Huelva.
Tenía la ilusión de que su nieto varón, Miguel Báez, Herrera por parte de madre, del primer matrimonio de Litri hijo, pudiera continuar en algún momento la tradición torera de la familia. Al menos su fallecimiento llega apenas cuatro días después de que Miguel contrajera matrimonio de nuevo en una finca propia en Sevilla con la joven sevillana Casilda Ybarra, sin que trascendieran detalles del enlace y la celebración, siempre discretísimo Miguel con su vida privada.
Miguel Báez Spínola, además, también unos días antes, la misma semana, estuvo en Almonte en la presentación de las nuevas andas de la Virgen del Rocío, de cuya confección ha sido el principal benefactor. Fue su deseo, siguiendo el amor por Huelva heredado por su padre, que el escudo de su ciudad acompañe para siempre a la Blanca Paloma en sus salidas, labrado en plata en una de sus esquinas. Será un guiño también para que Litri padre vaya al lado de la Virgen toda la eternidad.
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