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Otro genio del cine que se marcha: Sean Connery el mejor intérprete del Agente 007

El actor escocés Sean Connery, considerado por muchos el mejor James Bond, falleció a los 90 años, reportó la BBC.

En su cuenta de Twitter, la franquicia de las películas James Bond confirmó el fallecimiento y recordó que el actor fue el primero en interpretar al personaje en 1962.

Nacido como Thomas Sean Connery en Edimburgo, Escocia, el 25 de agosto de 1930, en el seno de una familia humilde, con padre católico y madre protestante, pensó en ser jugador de fútbol pero desistió cuando a los 18 años llegaba a la altura de un metro noventa y no sabía hasta cuándo iba a seguir creciendo.

Se alistó en la Marina Real Británica, de la que fue licenciado por problemas de salud, volvió a sus orígenes y desempeñó varias tareas de supervivencia.

Por su físico escultural fue modelo en una escuela de arte.

Participó como secundario en una puesta del musical “South Pacific”, primero en Edimburgo y luego en una gira por las islas británicas.

Hacia 1954 accedió al cine en pequeños papeles.

Hasta que tres años después el director Cy Enfield, que lo había visto en el escenario, se obsesionó con él y lo incluyó en su película “Hell Drivers”, en la que por primera vez tuvo un papel de cierta relevancia.

Antes de llegar a “El satánico Dr. No”, que es lo que interesa, hizo muchos trabajos para la TV británica y ya en Estados Unidos actuó en “La gran aventura de Tarzán” (1959), con Gordon Scott como el “hombre mono”.

Formó parte del multitudinario elenco de “El día más largo del siglo” (1962), con varios directores férreamente controlados por el productor Darryl F. Zanuck.

Curiosamente, “Dr. No” (1962), de Terence Young, en la que Connery se metió en la piel del agente James Bond por primera vez.

No tuvo de entrada el éxito esperado.

Se habló más de la música de Monty Norman y de la impactante Ursula Andress en bikini que de la película en sí.

Que sin embargo comenzó a ser valorada en sus reposiciones y por la explosión que se produjo al año siguiente con “De Rusia con amor”, también de Young.

La serie Bond prosiguió con “Goldfinger” (1964) -en la Argentina “Dedos de oro”-, de Guy Hamilton, “Operación Trueno” (1965), de Young, “Solo se vive dos veces” (1967), de Lewis Gilbert.

“Los diamantes son eternos” (1971), de Hamilton, y “Nunca digas nunca jamás” (1983), de Irvin Keshner, su despedida del personaje luego de 12 años.

Muchas de esas películas podrían contener situaciones comprometidas en los tiempos actuales, porque las compañeras de Bond -“Bond, James Bond”, se presentaba- eran mujeres de físicos monumentales que siempre caían en brazos del héroe, aun las más avispadas.

En el caso de Pussy Galore, el personaje de Honor Blackman en “Goldfinger”, de la que se deslizaba su identidad lésbica en un alarde desacostumbrado para la época.

Se supo que Connery llegó a hartarse del personaje de Bond.

Luego interpretado por George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y el actual Daniel Craig.

Por eso mechó otras interpretaciones entre los títulos del espía «con licencia para matar”.


Y logró que el público aceptara otros personajes con su rostro, a través de “La colina de la deshonra” (1965), “El gran golpe” (1971), “Hasta los dioses se equivocan” (1972) y “Crimen en el Expreso de Oriente” (1974), de Sidney Lumet.

“Marnie” (1964), de Alfred Hitchcock, “Sublime locura” (1966), de Kershner, “Shalako” (1968), de Edward Dmytryk, con Brigitte Bardot.

La lista de esas incursiones extra Bond es muy larga y abarca títulos memorables

Como “La tienda roja” (1969), del soviético Mikhail Kalatozov, “Odio en las entrañas” (1970), de Martin Ritt, “Zardoz” (1974), de John Boorman, “El hombre que sería rey” (1975), de John Huston.

“El viento y el león” (1975), de John Milius, “Robin y Marian” (1976), de Richard Lester, con la exquisita Audrey Hepburn, “Un puente demasiado lejos” (1976), de Richard Attenborough.

También, “Highlander, el último inmortal” (1986) y “Highlander II” (1991), de Russell Mulcahy.

“El nombre de la rosa” (1986), de Jean-Jacques, “Los intocables” (1987), de Brian De Palma, “Indiana Jones y la última cruzada” (1989), de Steven Spielberg.

Es que Connery es un intérprete mayor y como tal fue reconocido con un Oscar como actor secundario por “Los intocables”, un David di Donatello en 1977, un premio Cecil B. de Mille en los Bafta 1996, además de numerosas nominaciones y premios de otras entidades del cine.

Ha muerto el escritor Javier Reverte quien reflexionó lucidamente sobre la tauromaquia

Javier Martínez Reverte (1944 –  2020), escritor reconocido por sus libros de viajes realizados en todo el mundo, ha fallecido hoy en Madrid.

Reverte fue pregonero del Carnaval del Toro 2010, con un pregón en el que ensalzó el toro bravo desde la perspectiva vivida y la que pudo ver de primera mano en sus viajes, como en la literatura y escritores reconocidos.

“El toro de lidia, no sólo acompaña un buen puñado de fiestas en casi todos los rincones de  la geografía española, sino que es fiel camarada de un buen puñado de nuestros intelectuales y artistas. Goya y Picasso han pintado este juego de arte que transcurre entre la vida y la muerte. Y no pocos poetas han celebrado con rimas el misterio hondo del toro. Cito a algunos tan sólo, porque la lista entera se haría casi interminable: José Bergamín, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda., Manuel Altolaguirre, Gustavo Adolfo Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Fernando Villalón, Jorge Guillén. Alberti, Lorca… Y no puedo dejar de citar dos espléndidas novelas que tratan del mundo del toreo: “Juan Belmonte, matador de toros”, del periodista y novelista sevillano Manuel Chaves Nogales, y “Sangrefría”, del poeta y novelista Antonio Hernández.”

UN ESCRITOR VALORADO POR LA CRITICA

Javier Martínez Reverte, que firmaba sus obras como Javier Reverte, estudió filosofía y periodismo, profesión que ejerció durante casi 30 años, trabajando como corresponsal de prensa en Londres, París y Lisboa y como enviado especial en numerosos países.

También trabajó como articulista, cronista político, entrevistador, editorialista, redactor-jefe de mesa, reportero del programa ‘En Portada’ de TVE y subdirector del diario ‘Pueblo’.

Reverte cosechó un gran éxito de ventas con sus libros de viajes con especial mención para su ‘Trilogía de África’, formada por ‘El sueño de África’, ‘Vagabundo en África’ y ‘Los caminos perdidos de África’.

Esta trilogía permitió a Javier Reverte lograr su vieja aspiración de dedicarse por completo a la literatura, y reservó sus escritos periodísticos a colaboraciones puntuales con diversos medios de comunicación.

Reverte también ha publicado la ‘Trilogía de Centroamérica’, formado por tres novelas que transcurren en Nicaragua, Guatemala y Honduras. Ha escrito más de veinte libros basados en viajes, más de diez novelas, cuatro memorias y biografías y otros tantos poemas.

Javier Reverte

Obras como Un verano chinoCanta IrlandaNew York New YorkLa aventura de viajarLa canción de MbamaUn otoño romanoAsturias, Trilogía de Centroamérica, MadridEl médico de Ifni, Corazón de Ulises… Una extensa obra que ofrece una visión del mundo, sus gentes, sus particularidades, narradas de forma que el lector está presente en ese viaje.

REFLEXION SOBRE LA TAUROMAQUIA

No es que uno sea un loco aficionado a los toros -suelo ir dos o tres veces al año-, pero sí que estoy seguro de que el día en que desaparezcan lo lamentaré. Decir esto no resulta políticamente correcto en nuestros días y, para mí, no se trata de un problema de crueldad, que es el argumento en donde se sustenta el rechazo a la llamada Fiesta Nacional.

Sé de gente que está en contra de los toros en forma radical y que, sin embargo, aprueban la pena de muerte. El asunto, en mi opinión, es casi una cuestión cultural.

He visto plazas de toros en los lugares más insólitos que el lector pueda imaginar. Por ejemplo, en Maputo, capital de Mozambique, país que fue colonia portuguesa y en donde torearon, en los tiempos coloniales, no pocos diestros españoles. Es un espléndido coso que ahora sirve de mercadillo dominical y en cuyas dependencias hay talleres mecánicos e incluso, en los antiguos toriles, las oficinas de una secta religiosa. No sé qué es peor, si un toro salvaje o una sede evangelista.

Hay otra bonita plaza en Orán, ciudad argelina en donde hubo una importante colonia española durante siglos. Sólidamente alzada en piedra, el ruedo es utilizado hoy por los chiquillos para jugar al fútbol. Debe de ser el único campo de fútbol redondo del mundo.

Hace veinte años, recorriendo las calles viejas de Zanzíbar, di con una tienda en la que se vendían fotos antiguas de la ciudad, casi todas de los años 50 del siglo pasado. Y me quedé pasmado al ver que, en una de ellas, un zanzibarí capeaba toscamente, con una suerte de trapo, a un toro cebú, uno de esos enormes vacunos chepudos que da miedo mirar, en una plaza pública de la Ciudad de Piedra.

Tanto Zanzíbar como Pemba, una isla vecina, fueron colonias portuguesas entre 1505 y 1629. De ahí les venía la práctica del toreo, que había sobrevivido al paso del tiempo tres siglos y medio después de irse los lusos.

No sé si quedarán más plazas por África, en los lugares en donde hubo colonias portuguesas o españolas. Pero produce cierta lástima ver esos espacios en los que, como en los circos romanos, la piedra es ya silencio, en los que las voces de júbilo o pavor de los espectadores se han callado para siempre.

La Historia vuela y ese hecho ineludible produce cierto vértigo. Son como los viejos templos de religiones muertas, de los que los dioses han escapado en busca de su propia eternidad. Que les den.

Imaginen, dentro de doscientos años, qué entenderán los niños cuando alguien les diga, por ejemplo, «no hay que mirar los toros desde la barrera«. O expresiones como «pinchar en hueso» o «coger al toro por los cuernos«. ¿Y desaparecerán del diccionario esos bonitos nombres del pelaje taurino como jabonero o negro zaíno o cárdeno o negro bragado?

¿Y qué decir del arte? ¿Comprenderán las futuras generaciones las pinturas de Francisco de Goya, Pablo Picasso o Joan Miró? Y tantos versos escritos por tantos poetas para la fiesta taurina. Aquello de… «sobre un caballo alazano, cubierto de galas y oro, demanda licencia urbano, para alancear un toro, un caballero cristiano«. O aquello otro de… «como el toro, he nacido para el luto«.

¿Y qué harán en Cataluña con el gran poema de Salvador Espriú La pell del brau?, ¿cambiarle el título?, ¿prohibir su lectura?

Este otoño último asistí a una corrida en Madrid una tarde luminosa de sol. A plaza llena, los colores del albero y de los vestidos toreros alegraban el aire del otoño. Salieron unos toros asesinos y los matadores se jugaron la vida ante ellos. Los espectadores mantuvimos un nudo en la garganta durante las dos horas que duró el festejo.

Y entre la tragedia que se presentía y la belleza plástica de algunas suertes de capote, banderillas y muleta, yo sentí que se revolvía algo muy primitivo en mi interior, como si mis lejanos ancestros clamaran desde algún lugar remoto de mi alma.

He llevado a mis hijos a los toros y les dejan fríos. Mi mujer los detesta y le parecen un espectáculo que raya la barbarie. Lo intentaré con mis nietos en un descuido de sus padres. Y siento pena, la verdad, de que muera algo tan humanamente primitivo, tan bello y tan salvaje al mismo tiempo. ¡Cuán hermosa es la palabra salvaje!

Pablo Lozano «La muleta de Castilla», partió a los 90 años. «Si no existieran los toros para qué viviría uno», sentenció. Rincón: «Desolado, me quedé helado con la noticia»

Sentado, rodeado de quienes formó o fue consejero, Manolo Caballero, El Cordobés, César Rincón, Espartaco y su hijo Fernando

Se ha marchado «La muleta de Castilla», torero, apoderado, criador de reses bravas y un sabio en estos campos del toreo tan elusivos para los mortales.

Don Pablo estuvo muy ligado con sus hermanos Eduardo y José Luis a Colombia pues «La CASA LOZANO» dirigió los destinos de La Santamaría en un largo trecho de la rica historia del coso bogotano.

Estuvo vinculado a la carrera de Palomo Linares y desde que tomaron las riendas del manejo del maestro Rincón, Don Pablo lo acompañó hasta esa corrida maravillosa en BARCELONA CON José Tomás y Serafín en la que salió de la monumental en hombros en la que se constituyó la última corrida en Europa del maestro bogotano.

Don Pablo que era una biblia en tauromaquia, tiene sin fin de anécdotas. Una de ellas: en un tentadero, ni el torero ni los «capas» podían con una becerra, exasperado, don Pablo gritó : Que pase uno que sepa.

En otra ocasión en la que un torero «bordaba» a su manera al toro sin «decir» nada :, el viejo torero dijo a sotto voce: Este (refiriéndose al coleta), tiene UN AMIGUETE y ni siquiera así puede «

Don César no sale de la sorpresa : «Qué palo tan grande. Ufff. Cuánto lo siento. Qué tristeza. Qué nostalgia me da esta vaina. Cuando llegué de niño a España en 1981 fue a la primera persona que tuve contacto del mundo del toro. El que me marcó un camino, mi punto de referencia.

Todo era como él decía que era». Y entre sollozos recuerda: «Viajábamos juntos por entonces a Alcurrucén, en aquel año era la única finca que tenían.

Delante conducía don Pablo con su señora y detrás viajábamos Luisma, Fernando y yo. Hace poco organicé un tentadero en El Torreón sólo para verle, para que torease Ureña. Me quedé helado».

PABLO Lozano «La muleta de Castilla», PRIMERO A LA IZQUIERDA, CON PALOMO AL EXTREMO Y EN EL MEDIO EL TAURINO «El Pato»

Los compañeros de Patrimonio Taurino conversaron con don Pablo «La muleta de Castilla», hace muy poco :

Seguimos con nuestra serie de “Leyendas en el confinamiento” hablando con Don Pablo Lozano, La Muleta de Castilla. Un torero que dejó impronta de figura en sus años en activo y con la enorme capacidad de crecer en el toro alcanzando el grado de figura como apoderado, empresario y ganadero. Con él repasamos la situación del toreo actual y una vida entregada al toro.

¿Cómo lleva el confinamiento?

Viendo a ver qué pasa con el virus. Yo aquí estoy muy bien, es un encierro muy especial en medio del campo. 

Hablamos de los toros a puerta cerrada y La Muleta de Castilla nos relata una práctica muy habitual en su casa.

Es algo que nosotros hemos usado mucho con los toreros de la casa. Empezamos nosotros porque nos permitía corregir muchas cosas a los toreros de la casa que luego en la plaza no podíamos, allí son ellos los que deben resolver por sí mismo. 

En cuanto a emitirlo…

Televisar sin nadie es algo que veo muy soso, aunque el torero pegue pases muy buenos aquello no tiene color. Sin el ole, sin el ambiente que solo te da la plaza no es lo mismo. Hacer corridas de toros a puerta cerrada es algo que veo muy triste.

Para mí televisar a puerta cerrada es tirar la fiesta por los suelos, tenemos que aguantar lo que nos ha venido. En la fiesta debe haber vida, colorido, que la gente aplaude, comenta, chille… El toreo como una cosa muda no lo veo. 

Es partidario, por lo que dice, de aguantar.

Sí, la cosa ha venido así y hay que aguantarlo. El año que viene Dios dirá.

En estas circunstancias muchos ganaderos mandan reses al matadero, ¿ha mandado usted a alguno?

No, no he matado ninguno. Si acaso se lo regalamos a un torero, que lo mate y le sirva de algo. Para mí mandar un toro bravo al matadero es un crimen. El toro bravo debe ser para lo que es, hay que torearlo. Tú piensa que a un muchacho, sobre todo si está empezando, le sirve mucho torear a un toro.

¿Cómo ve el futuro de la fiesta?

No lo sé, es algo que no sabe nadie. No hay afición, sobre todo entre los profesionales. Hay uno que viene con dinero, coge toreros y monta corridas pero no hay afición alguna. Sin afición eso no vale para nada.

No es su caso.

Yo si veo a un chaval torear, en el campo o en la plaza, y me gusta intento ayudarle. Si puedo enseñarle a torear lo hago, es nuestra vida. La fiesta está un poco muerta y hay que resucitarla. Eso se logra echando un toro bravo y un torero muy bueno, en eso se basa. Si eso se une la gente va a la plaza.

Don Pablo nos habla de cómo usó esa fórmula en Madrid.

Mira, nosotros nos basábamos en esto (toro bravo y torero bueno) y nos fue de maravilla. Hasta ahora la mejor época de la plaza de toros de Madrid fue la nuestra. Venían de América y de todo el mundo pidiendo entradas y costaba encontrarlas. 

Nosotros teníamos muchos compromisos y, tras acabar el papel, teníamos que buscar nosotros el papel en la reventa para cumplir con ellos. Ahora sobran entradas en todos los lados.

Dicho esto, es una fiesta grande de verdad pero el éxito se logra con afición del empresario, afición del torero y del ganadero. Sin esa afición no lo vives.

Pero todo llevará su tiempo.

Sí, esto ha sido una desgracia de la que el torero necesitará mucho tiempo para recuperarse. Para mí el centro del toreo está en Madrid y si allí se hacen las cosas bien el toreo va para arriba. El francés llegó, puso mucho dinero y ha hecho lo que ha hecho, no ha podido hacer más.

Si esto se quiere ser como era todos deben colaborar, también la Comunidad, y poner cada uno su granito de arena.

¿No le gustaría volver a Madrid?

Tengo tres hijos a los que les gusta esto mucho. Si a mis hijos les gustara a mí también pero con los 90 años que tengo no tengo edad para ser empresario en ningún lado (risas). Bueno, si fueran, iría yo también, seguro que estaríamos de arriba para abajo (risas)

Como hace en la ganadería. La entrevista se concertó mientras el maestro vigilaba su ganado.

Por supuesto, si no existieran los toros para qué va a vivir uno. Desde que tengo uso de razón mi vida han sido los toros. Desde que me puse delante de un becerrito no me he separado del toro y no lo haré hasta que Dios quiera que ya no siga aquí.

Repasamos ahora una carrera corta para lo que se entiende hoy pero que dejó la impronta de una figura, La Muleta de Castilla.

Mi carrera no fue corta, duró lo que duró. Me pegaron mucho los toros, una cornada muy grande en Figueras que me dejó un año sin torear. Luego me dieron unas fiebres tifoideas que me dejaron otro año en blanco, todo eso merma. Esto te va quitando el valor, las ganas de querer ser. 

Lo que no pude hacer lo he suplido con los toreros que he apoderado, he disfrutado de la vida del torero. Hemos llevado toreros muy buenos, gracias a Dios, y hemos podido vivir el toreo bien de verdad.

Su época sería corta, durísima en compañeros, pero el nombre ha quedado.

Tuve unos inicios muy buenos, también de novillero. El cartel de Ordóñez, Manolo Vázquez y yo se repitió mucho. Con Litri y Ordóñez no pude torear porque Camará no me dejaba torear con ellos. 

Con Aparicio toree una vez en Albacete porque me llamó el empresario ya que Litri se puso malo. Tuvo que poner guardias porque Camará no quería que entrara yo. Fue la única vez que toree con él pero con Ordóñez y Manolo Vázquez, como te decía, sí y se dio muy bien. La pena es lo que me mermaron la cornada y la fiebre.

En su faceta de apoderado llegó arriba.

A nosotros nos gusta mucho el toreo, hemos sido torero y es nuestra pasión, eso influye. Coger a un chaval, enseñarle a torear y verle que llega a figura del toreo es una alegría muy grande y con nosotros se ha repetido varias veces. Es una satisfacción enorme.

Figura de los empresarios.

Volvemos a lo mismo, la afición. Estar tantos años en Madrid y dejar el recuerdo tan bueno es una satisfacción enorme, batiendo récords. 

Y de los ganaderos.

Hacemos lo que podemos (risas). Mi vida es el toro y no sé cómo hubiera sido mi vida o ni si hubiera vivido, lo que sé es que sería una vida muy triste. Mi vida es el toro.

¿Por qué Núñez?

En nuestra época de toreros era lo mejor que había. Teníamos la ilusión de tenerlo y lo tenemos. De vez en cuando sale alguno que dice “aquí estoy yo” (risas). En Madrid han salido toros muy buenos. Es una ganadería un poco difícil de llevar porque hay que exigirle mucho y si hace alguna cosa rara no debes tener sentimiento para quitarlo del medio. Estamos muy satisfechos con la ganadería, es el toro que queríamos desde toreros.

¿Por qué es tan difícil de llevar?

Ser ganadero es difícil y más si somos tres. Lo que está claro es que si exiges sale la recompensa pero debes ser muy duro con el ganado.

En estas facetas empresariales siempre de la mano de sus hermanos, ¿cómo lograr no discutir tras tantos años juntos?

Discutir hemos discutido muchas veces pero sin llegar la sangre al río (risas). Cada uno lo hemos visto de diferente manera pero llegábamos a acuerdos. Con los años que nos quedan, creo que aguantaremos juntos (risas).

La muleta de Castilla nos habla del torero perfecto.

Para mí el torero perfecto no existe, sale de lo mejor de 10-12 figuras del toreo que puedas coger. He convivido y toreado con toreros extraordinarios pero cada uno destacaba en una cosa.

Había mucho pique.

Sí, muchísimo. Las figuras del toreo no podían estar más de 4-5 años porque salían muchos toreros muy buenos apretando que pedían su paso. El que durase un torero más de 5-6 años era algo excepcional porque te apretaban, te apretaban y no durabas más. Esto de 20-25 años en las carreras es la desgracia del toreo porque no salen nuevos.

¿Por qué no salen?

Porque está esto muy mal. Tú ahora llegas a una empresa con un muchachito nuevo y le echan un corridón de toros. Eso no puede ser, si está empezando tienes que echarle el novillo que le corresponde en tamaño y, si es posible, bueno. Eso hará que el torero vaya creciendo, que se confíe y cuando se quiera dar cuentas está matando toros en las ferias más importantes y es un figurón del toreo. Nosotros hemos hecho eso con 4-5 toreros y nos ha salido muy bien.

Ahora con Álvaro Lorenzo.

Tiene todo para ser figura del toreo, todo está en que él se sacrifique o no. Tiene cuerpo, tiene arte, tiene todo pero yo que sé, el ser figura es ser un elegido de Dios. Torea muy bien y nos llaman para decírnoslo.

El día que tuvo suerte en Madrid no lo aprovecharon porque le metieron luego dos corridas en las que no pudo hacer nada porque no fueron buenas. Todavía no es tarde, es un torero al que le tengo mucha fe.

En un acto de descubrimiento de un azulejo en Las Ventas para honrar a la ganadería de Alcurrucén.. José Luis a la izquierda, al centro Eduardo y don Pablo Lozano el primero por la derecha

ESPARTACO, TRISTE Y ACONGOJADO CON LA NOTICIA

«Fue todo para mí. No tengo palabras. Soy lo que soy por él. Espartaco no hubiera sido Espartaco. Ni siquiera torero. Ni hubiera ocupado el puesto que ocupe en el toreo. Junto a mi padre fue la clave de mi carrera.

Me enseñó a sobreponerme personalmente a las adversidades, a los miedos, a las incertidumbres del toro».

Y concluye: «Probablemente más tarde vengan otras palabras más justas y generosas para con quien me dio todo.

Hasta hace nada me llamaba todos los días para preguntarme por mi padre, que anda luchando también contra una enfermedad. Fue siempre de una grandeza humana fuera de lo normal».

UNA PINCELADA DE SU RICA VIDA

Pablo Lozano «La Muleta de Castilla», tomó la alternativa en 1951 en la plaza de Barcelona, con toros de Samuel Flores, con Manolo González y Martorell como padrino y testigo. «Tirano», número 137, se llamó el toro de la ceremonia. Un año más tarde, el 18 de mayo, confirmó en Madrid de manos de Antonio Bienvenida y en presencia de Paco Muñoz, con toros de Ignacio Vázquez de Pablo.

Su gran éxito llegó en la corrida del Montepío de julio de 1957, cuando se encerró con seis toros de Barcial y cortó cuatro orejas.

Le apodaron «la muleta de Castilla» por su sobriedad y sentido del temple. Temple en los ruedos y en todas las facetas de la vida.

El maestro con su hija María y don Pablo Lozano

La copla de luto. Murió Dolores Abril viuda de Juanito Valderrama

Dolores Abril, viuda de Juanito Valderrama y una de las artistas más queridas de nuestro país, falleció este domingo 25 de octubre en su domicilio de Espartinas, Sevilla, a los 85 años.

Alejada del foco mediático desde hace varios años, la folclórica luchaba contra una larga enfermedad que, desgraciadamente no ha podido superar.

Nacida en Hellín (Albacete, España), hija de un carabinero de origen andaluz, y la menor de ocho hermanos, su verdadero nombre es Dolores Caballero Abril.

Por los sucesivos cambios de destino de su padre, residió en varias ciudades, en las que realizó hasta el cuarto curso de bachillerato. Fue alumna en Madrid de Luisa Pericet y Regla Ortega.

Carrera Artística

Especializada en el género de la copla. Estuvo unida sentimental y profesionalmente al cantaor Juanito Valderrama desde 1954.

Juntos editaron numerosos discos, entre los que destacan sus Peleas en broma y recorrieron España con diversos espectáculos como Voces de España (1962), Mano a mano (1963), Su Majestad la alegría (1967) o Revolera en el Price (1968).

Entre su discografía en solitario, puede destacarse los singles Al primer derrote (1959), Tú te casaste (1961), Gloria a Chicuelo II (1962), Miguel de la Cruz Romero (1963) y Qué bonita está la Reina (1963).

Al comienzo de los años 70, en pleno esplendor del género andaluz, con un despliegue de grandes figuras al frente de una cartelera popular, Valderrama y Dolores compiten sin bajar la guardia, situándose entre los mejores.

El triunfo lleva aparejado el discográfico, donde se publican las canciones del repertorio de ambos, especialmente la copla de vanguardia, ‘Pelea en broma’, que es arrolladora, sin que puedan olvidarse los números que ha popularizado Juanito en la radio, y entre ellos, como referente imprescindible, ‘El emigrante’, con una difusión extraordinaria y una venta espectacular.

Accidente

La buena racha la frena el destino, cuando la pareja, en octubre del 81, sufre un gravísimo accidente de tráfico, en un choque frontal del coche en que viajaban con otro vehículo.

Dolores padece una luxación cervical y lesiones en ambas piernas que exigen seis intervenciones quirúrgicas cuyas secuelas todavía le afectan. Juanito Valderrama resulta con daños en el tórax y en el esternón.

Es un parón artístico que soportan con la ilusión de reanudar el trabajo de inmediato, pero la convalecencia se prolonga y en el caso de Dolores se acentúa por la inmovilidad.

La historia reciente nos deja a la pareja, después de una intensa convivencia artística y sentimental, con apariciones en la televisión.

Quedan atrás siete películas con Juan como protagonista y otras compartidas con Dolores.

‘El rey de la carretera’, ‘Gitana’ ‘La niña del patio’ y ‘El Padre Coplillas’ entre ellas. La muerte de Juan en Espartinas, en abril del 2004, es un desenlace que afecta profundamente a Dolores, que pierde a su gran amor. ‘

La muerte de Valderrama enmudece el mundo de la copla’, titula la prensa. Tenía 87 años cuando un infarto se lo llevó por delante. Nos queda su leyenda y la historia de su amor con la estrella hellinera de la copla, Dolores Abril.

Junto a él, Abril interpretó también su primera película, El emigrante (1959, Sebastián Almeida), y luego rodó Gitana (1965), cinta a la que seguirían otras como El Padre Coplillas (1968), de Ramón Comas.

Entre otros discos grabó con Valderrama Un chaval o Fandangos de Despedida. Abril y Valderrama fueron padres de tres hijos: Juan, María y José María.

PARTIÓ CON SU EMISORA PORTÁTIL, SU AMOR POR LA FAMILIA Y LA TAUROMAQUIA EL PADRE DE NUESTRO AMIGO JUAN GUILLERMO PALACIO

Partió con su emisora portátil, su amor por la familia y la tauromaquia. El padre de nuestro amigo Juan Guillermo Palacio.

«Les comparto que mi padre, el que me llevó a los toros cuando yo tenía cinco años, está en este momento con su mayor ídolo, con Dios.

Él me enseñó mi fiesta y por ella conocí a varios de ustedes. Estamos plenos por su vida y porque fuimos la mejor cuadrilla en su corrida más importante. Cada día ustedes son más importantes para mí.

El maestro abrió la puerta grande. Entró en la cuadrilla de su Maestro. Adiós mi eterno super héroe».

Partió con su emisora portátil, su amor por la familia y la tauromaquia.

Ligia Henao de Betancourt, madre de nuestro compañero de tareas, Farley, ha partido al encuentro de la gloria eterna.

La madre de nuestro querido compañero de viaje en esta aventura de la información taurina, director de fotografía y vídeo, Farley Betancourt, ha partido al encuentro con el altísimo tras dejar un amoroso paso por la tierra.

La tristeza invade este portal.

Doña Ligia Henao de Betancourt miró la vida esperanzada.

Llenó de amor y ternura su hogar en una casa donde el trabajo, la disciplina y la pasión por Colombia son las señas de identidad.

Siempre abrigamos la esperanza de que esos seres de luz nos acompañen «toda la vida» pero las fatigas del cuerpo van minando no el alma pero sí el motor que nos permite estar en este mundo.

La muerte es la única certeza; no sabemos cuándo ni cómo pero ese tránsito es riguroso y debemos admitir humildemente su «presencia» mientras peregrinamos aquí esperando la llegada de la gloria eterna cuando seamos apenas polvo y cenizas.

Doña Ligia, modélica dama, jamás se quejó de las fatigas de esta nación, de las lógicas perturbaciones en este camino terrenal y procuró con su ejemplo que los suyos disfrutaran de un pasar digno, que fueran personas justas y educadas en su quehacer cotidiano que se constituye en don preciado.

La mañana de este domingo la despidieron en Bogotá en la funeraria «La Candelaria» de El Chicó.

Las exequias a las dos de la tarde en la iglesia Santa María Goretti, en La Castellana y el sepelio en Jardínes del Recuerdo, en la Autopista Norte con calle 205.

Farley sabe que escribir estas líneas es doloroso para quienes gozamos de su talante y de su amistad pues conocemos la profunda tristeza que lo invade.

A él, a sus hermanos Aleida, Jairo, Doris, Jorge; al padre, don Heliodoro, las condolencias y el ruego al creador que les dé paz y serenidad en estas horas.

El ejemplo que deja en ese hogar doña Ligia que sea el consuelo para seguir en este tránsito efímero en la tierra.

Doña Ligia no morirá mientras haya un ser que la recuerde. “Dios nos dio memoria para nunca olvidar a quien amamos”, reza un proverbio árabe.

En Jardines del Recuerdo oficio de difuntos y cremación de Luis Galindo

En Jardines del Recuerdo oficio de difuntos y cremación de Luis Galindo. La misa de difuntos por el eterno descanso de don Luis Galindo, será hoy a la 1 y 30 de la tarde, en la capilla de Jardines del recuerdo en la autopista norte con 207. Luego el acto de cremación.

Ha partido en su último viaje don Luis Galindo, el entrañable «Guerrita» de mis tertulias taurinas.

A la derecha, con su infaltable sombrero » el gran Guerrita «, don Luis Galindo. A su lado el torero Leonidas Manrique

Luis Galindo, que ha partido esta mañana de sábado tras soportar con dignidad los males del cuerpo pues tuvo una alma generosa, amó el toreo e hizo honor a su condición de padre, abuelo.

Recuerde el alma dormida, / avive el seso y
despierte / contemplando, / cómo se pasa la
vida / como se viene la muerte / tan callando.
Coplas I, Jorge Manrique

Esta copla del poeta castellano Jorge Manrique es apenas un pequeño pero sentido homenaje a un amigo «de toda la vida».

Desde que nos saludamos la primera vez nació una amistad que se rompe ahora con su partida, que no por previsible dado el agravamiento de su condición de salud me deja una honda herida.

Pues en estos tiempos revueltos nos hará falta su consejo, su oportuna admonición, su alegría, su sentido del temple en la vida.

Porque aunque quienes no aman este ceremonial y no lo entiendan o no quieren entenderlo, el toreo que es temple nos da ese valor agregado en la vida cotidiana de la templanza para enfrentar los bruscos tiempos de tempestades de esta sociedad.

Su conocimiento de los entresijos de nuestra fiesta y su indeclinable esperanza de que más allá de las torpezas de los promotores de su fin, este ritual en sus variadas formas prevalecerá porque está íntimamente ligado al pueblo, a la cultura y esas raíces envejecerán pero no fenecerán.

Viajó Luis a España, estuvo con varios toreros acompañándolos como su consejero y en Colombia la figura de Nelsón Segura está unida a don Luis Galindo.

Este tipo de seres como «Guerrita» (él me llamaba muy temprano en las mañanas con ese apelativo y yo igual).

Comentábamos las noticias con las que amanecía este país maravilloso rodeado de tantos precipicios sociales y económicos, el devenir de la fiesta, sus quejumbres y esperanzas.

Nos alegraba saber de los triunfos de los nuestros y gozábamos con la aparición de un novillerete en el campo, o aquel torerillo «de finas maneras» que apuntaba cierto aire de figurita.

Los taurinos tenemos eso: siempre estamos del lado de lo bueno que vendrá, de las semillas que se plantan, de las flores que surjen de tiempo como el caso insólito de Rincón, el hijo de Gonzalo que una tarde de mayo de 1991 se encumbró a los altares del toreo.

Luis era un taurino forjado en lo clásico, vestía impecablemente, nunca le faltó su gorra, o su boina (tráigame una 58 pero de las que venden la plaza Mayor de Madrid, me advertía), y un día me pidió que le trajera un sombrero a estilo vienes pues Luis gustaba de portar prendas elegantes.

«El toreo me ha enseñado ese gusto porque me tocó ver a Antonio Ordoñez, a los Bienvenida, al maestro Luis Miguel, a nuestro referente del toreo en el siglo XX, Pepe Cáceres y ellos eran modelo del bien hacer en la calle o en el ruedo»,

me decía Don Luis.
Y le echaré de menos en los tentaderos, en Mondoñedo, en Vista Hermosa, en una Umbria donde gozábamos a mares viendo las embestidas de las vacas.

Nos tocó el placer de ver en un tentadero en casa de los Sanz de Santamaría a José Tomas y quedamos extasiados por la calidad de torero campero que es el de Galapagar.

Nuestros viajes a Lenguazaque a UNE, a Choachi, a Duitama, a Puente Piedra, Sogamoso para degustar el toreo en la provincia , madre de las grandes ferias y de la formación de los toreros colombianos.

Nació en Boyacá pero su vida transcurrió en Bogotá donde edificó un dulce hogar donde no faltaron el cariño y el afecto.

Por cierto, era un gran cocinero y se le daban muy bien las paellas y el salmón a la naranja.

La mesa del cafecito de chapinero donde tantas veces compartimos las cuitas estará vacía, un amigo se ha ido y parte de ese árbol de la amistad está sacudido en este otoño de la vida por sus hojas que vuelan como él a quien le llegó el momento de partir con la misma nobleza de su existencia.

A su esposa, a sus hijos, nietos, a sus amigos, mi voz condolida.

Y dejo estos verso de don Antonio Machado:

Cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Murió «el médico» Salcedo, torilero de Cañaveralejo

Ha muerto en Palmira Bernardo Salcedo, el famoso «el médico» que fue torilero de la plaza de toros de Cañaveralejo. El cedió el testigo a su hijo en 1997 tras muchos años de ejercer tan significativa función.

Fue en 1981 cuando estuvo en peligro pues el toro de Ernesto Gutierrez «Piel Canela», se devolvió y entró al toril donde se encontraba el incansable Bernardo.

Dos cornadas de las que se recuperó.

Se van yendo personajes esenciales de una fiesta que es eso, pero también tristeza por la pérdida de saberes, consejos, y una bella historia de vida.

Y eso es lo que nos quieren arrebatar personajillos como el alcalde de Cali.

Pero no lo vamos a permitir hasta donde sea posible… Y en la legalidad, claro.

Le decían el médico, me cuenta mi amigo Rivera, otro sensacional servidor de la plaza, porque cuando estudiaba llevaba a los paseos un botiquín para «lo que se ofrezca» . Y alguien dijo: «ve, llegó el médico» y así se quedó

«Que se ha marchao…» Antonio Carrasco fulminado por un infarto mientras dormía.

Antonio Carrasco fulminado por un infarto mientras dormía. La muerte que para un taurino es parte de la vida, que la asumimos con la cruda realidad que ella es desde que nacemos, representa para nosotros una verdad, y de las pocas certezas que tenemos.

La expresión «Que se ha marchao» es de su esposa a la llamada de un amigo que le solicitaba. El hombre preguntó ¿a dónde a esta hora?. Que ha muerto. El interlocutor prorrumpió en llanto, incrédulo.

Antonio Carrasco acababa de participar en «La media verónica» programa en audio y vídeo dedicado al mundo de los toros con Rodrigo Gonzalez, Néstor Giraldo, Oscar Torres, director, Rodrigo Navia y quien esto escribe.

Habíamos gozado en el programa por los temas, por el ambiente que se crea cada sábado con los colegas y, claro, Antonio Carrasco como decano del grupo.

Bueno, hasta el sábado señores que aquí ya son mas de la 1 de la madrugada, dijo.

Se fue a la cama y el corazón dejó de latir una hora después y murió en su lecho.

Vida efímera, lo sabemos pero queda un ejemplo, la grandeza de un carácter, la afabilidad y la enorme tristeza me nubla para seguir escribiendo sobre un amigo de esos que uno sabe que «son para toda la vida», hasta que la señora muerte arriba intempestivamente.

El de este sábado nos resultó bordado el programa pues hablamos de la corrida magallanica, de los novilleros que están surgiendo con fuerza, de las figuras, de los estragos del Covid19 para la fiesta, de su futuro.

Contó anécdotas de El Cordobés y de su pavor a las inyecciones, de P. P Luis Vargas y sus peripecias para torear en Sevilla y sus temores de que LAS VENTAS no se abra este año por la imposibilidad de dar festejos en una plaza con reducido aforo.

Antonio Carrasco, hombre sabedor de los temas taurinos, colaborador de radio Nacional, Intereconomía y otros medios, expresó su complacencia por estar en el programa radiofónico desde Cali:

«Me siento muy a gusto con vosotros, hemos echado un buen ratito taurino».

Nacido en Horcajo de Santiago, en la provincia de Cuenca, Antonio Carrasco llevaba ejerciendo el periodismo desde finales de los años 70.

Colaboró durante más de 20 años en el programa radiofónico España Taurina que dirigía el célebre Curro Fetén, también fallecido de un infarto durante la feria de Fallas del año 2000.

Hasta hace dos años, Antonio Carrasco alternó su puesto de funcionario en el Ministerio de Trabajo con sus colaboraciones en Radio Intercontinental y posteriormente en Clarín, de Radio Nacional de España, además de estampar su firma en varias crónicas para la Agencia Efe.

Sus últimos trabajos, siempre en secciones taurinas de radio, los realizó en Onda Cero, donde sustituyó a José Antonio Donaire a finales de la pasada década y dirigió unas populares tertulias taurinas durante la feria de San Isidro.

Antonio Carrasco fue un personaje muy apreciado por su bonhomía en los círculos taurinos de Madrid durante los años 80 y 90.

En torno siempre a la muy castiza plaza de Santa Ana, clásico lugar de reunión y mentidero de toreros, banderilleros, ganaderos, apoderados y demás personajes del mundillo.

Que la tierra le sea leve… Nos hará mucho falta Don Antonio Carrasco.


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