Mi querido Pana a 7 años de tu muerte se te sigue recordando y sobre todo extrañando.
Hoy público una serie de fotos que realice en Tlaxcala con motivo de ir juntando material para su libro, para el cual tengo mucho material, entrevistas, tentaderos, y largas charlas al termino de las comidas.
-Pana cuéntame cómo era la vida del maletilla en tu época y me dijiste tendrás que ir a Tlaxcala y te la cuento-
Caminábamos rumbo alguna ganadería que sabíamos que habría tienta a ver si nos daban las tres, eran caminos y veredas y nuestro paisaje eran los magueyes, pasábamos por algún tinacal y nos parábamos a descansar, pedíamos un taco y no lo bajamos con pulque, de ahí me nació el vicio, ese toro con el que nunca pude.
Hoy mi querido “PANA” te recordamos y todo ese material que fui reuniendo pronto lo meteremos al horno.
Oskar Ruizesparza.
EL BRINDIS DE EL PANA Y OTROS RECUERDOS
Hay muchos brindis populares, como el de un novillero que toreaba en la Condomina y dedicó su faena «a Murcia y a todos los murciélagos» .
Histórico e inmortal es el discurso de Cúchares cuando toreó en París una corrida organizada por la emperatriz Eugenia. Como el espada vio que en tierra francesa a todo el mundo se le llamaba «vous» -que él oía «Bu»-, hizo este brindis al emperador, la emperatriz y el heredero: «A Bu, a la señora de Bu y al Busito chico ».
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Toreaba en Zaragoza Ignacio Sánchez Mejías y dedicó faena a su amigo Pérez de Guzmán de esta guisa: «Te brindo la muerte de este toro y espero que la Virgen, la nuestra, la del Rocío , y no ésta, la del Pilar, me ayude». ¡Menudo revuelo se armó en la plaza! Los maños sentían que había despreciado a la Pilarica.
Pero si hay un brindis que ha dado la vuelta al mundo es el de Rodolfo Rodríguez «El Pana» , que dedicó su última faena en la Monumental de México a las prostitutas. Así se expresó El Brujo: «Quiero brindar este toro, el último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, mesalinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas , a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando El Pana no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. ¡Va por ustedes!»