En cada país taurino, la tauromaquia suele adoptar los rasgos más característicos de la
cultura nacional y aun los de ciertas localidades de reconocido peso específico. Pero quizá
sea Francia la única nación cuyo ancestral empeño racionalista entendió que todo arte es
universal y en ello reside su mayor riqueza. También el toreo, por supuesto. Y si por un
tiempo largo su dependencia del sistema taurino español se dio por inevitable, prevalecía
entre la gente y el empresariado del país galo la tendencia a acoger con beneplácito a los
toreros de cualquier parte del mundo, ya fuesen mexicanos, portugueses o procedentes
de la América del Sur; como los Gaona, Armilla o Arruza, los hermanos Girón, Manolo dos
Santos, Víctor Mendes y César Rincón, entre otros, encontraron un lugar en las ferias
francesas al lado de las principales figuras hispanas y con ganado de garantías. Tal como
consta en las hemerotecas y almanaques que recogen los avatares del siglo de oro de
toreo.
La Francia taurina. Aunque hay allí toros –a la española y a la landesa—desde mucho
tiempo atrás, fue en 1951 cuando el Congreso de la república dio su anuencia y protección
oficial a la corrida como parte del patrimonio regional del sudeste y el sudoeste del país. Y
esa ley, protectora del universo rural y las culturas locales, continúa en pie, aun cuando el
animalismo globalizado y taurófobo no deje de incordiar, como en todas partes. Pero los
franceses del sur, taurinos o no, de derecha o de izquierda, no se han dejado intimidar, al
contrario de lo que ocurre en países como el nuestro. No solamente mantienen una visión
universalista de la tauromaquia, sino que han sabido acrecentarla con promociones cada
vez más numerosas de espadas nacidos en su propia nación, en tanto permanece en pie
su simpatía por toreros del resto del mundo, incluidos españoles de corte modesto,
postergados por el sistema de un país férreamente cerrado y excluyente.
Mexicanos en Francia.
Desde tiempos de Rodolfo Gaona, la afición francesa aprendió a
degustar los sabores y aromas del toreo mexicano. Fue precisamente por entonces –corría
la primera década del siglo XX—, que se anunció la alternativa de dos desconocidos
mocetones llegados de allende el Atlántico; era el tiempo en que las alternativas francesas
carecían de validez en España, por lo que Carlos Lombardini y Pedro López tuvieron que
refrendar en Barcelona su doble doctorado de Marsella (27.09.1909), paradójicamente
dos ciudades donde ya no se dan toros. Tampoco válidos para los españoles los
doctorados de los también mexicanos Ricardo Balderas Bernal (Bayona, 08.09.46) y Mario
Sevilla Mascareñas (Arles, 21.09.47), con la particularidad de que en ambos casos padrino
y testigo fueron paisanos suyos –Fermín Rivera y Calesero de Balderas, y Antonio
Velázquez y Antonio Toscano de Sevilla, con toros franceses de Rose Sol y Yonet
respectivamente. Ante semejante anomalía, el Sindicato Español del Espectáculo, con el
convenio taurino hispanomexicano nuevamente roto en una especie de reedición del
boicot de 1936, decidió tomar cartas en el asunto: o las empresas francesas abandonaban
esa mexicanización emergente o serían vetadas sus plazas por el stablishment ibero.
Emitido el ultimátum, el consecuente parón a nuestros paisanos toreros se hizo efectivo
en toda Europa.
La historia, que se burla de los convencionalismos y no se cansa de barajar sorpresas,
quiso que el siglo XXI encontrara a la tauromaquia del país galo en auge. Lo de las
alternativas no tomadas en cuenta quedó en el pasado, ya Miguel Báez “Litri” y Paco
Camino habían doctorado en Nimes a sus respectivos vástagos (27.09.87), y tanto Cristina
Sánchez como El Juli fueron investidos matadores de toros en el mismo milenario coliseo,
que andando el tiempos sería la sede oficial de las confirmaciones de alternativa en
territorio francés. Si Andrés Roca Rey fue precisamente en Nimes donde obtuvo el grado
de matador (19.09.15), para entonces ya habían tomado la alternativa en Francia
numerosos espadas aztecas. La lista la inauguró Joselito Adame (08.09.2007, en Arles, de
manos de El Juli) y se le fueron sumando Juan Pablo Sánchez (18.09.10, Nimes, Enrique
Ponce), Sergio Flores (02.09.12, Bayona, El Juli), Brandon Campos (23.08.14, Mimizan,
Joselito Adame), Luis David Adame (18.09.16, Nimes, Alejandro Talavante) e Isaac Fonseca
(11.08.22, Dax, José María Manzanares).
La corrida charra de Istres. En esta pequeña ciudad de la región francesa Bocas del
Ródano, sede anual de una feria caracterizada por su originalidad, la empresa anunció
para el 16 de junio de 2019 una corrida charra, por lo que en lugar del tradicional terno de
luces los espadas y sus cuadrillas vestirían galas camperas a la usanza mexicana. Como una
rareza más, Luis David Adame iba a compartir cartel con dos figuras consagradas cuando
lo usual era verlo en ternas no demasiado atractivas ni por los espadas anunciados ni por
la procedencia del ganado; pero esta vez hizo el paseo al lado de Julián López “El Juli” y
Sebastián Castella para contender con bureles del muy cotizado hierro de Victoriano del
Río, acorde todo con las exigencias de los que mandan. En la novillada matutina, que la
empresa del coso de L´Palio denominó Camino hacia la México, el aguascalentense Héctor
Gutiérrez superó a sus cinco alternantes –franceses y españoles– y recibiría el trofeo
correspondiente como preámbulo de la corrida charra.
Naturalmente, la Fiesta –que incluyó un prólogo dedicado a las suertes de la charrería–
resplandeció como pocas veces. Y lejos de opacarse, Luis David aprovechó a tope las
excelencias de su lote y cortó tres orejas ganadas a ley, mismos trofeos obtenidos por El
Juli a favor de sendos ejemplares asimismo magníficos, lo que obligó a Castella –cuyos dos
astados desmerecieron del resto—a obsequiar un sobrero de la misma divisa, que
resultaría el mejor del reparto y le permitió, tras larga y lucida faena coronada con un
estoconazo fulminante, pasear el rabo del de Victoriano del Río y compartir la salida en
hombros con sus alternantes. Este toro séptimo, “Comunero” de nombre, mereció la
vuelta póstuma.
No dejó de llamar la atención que la organización del festejo, montado a toda gala, haya
mandado fijar en lugar bien visible –sobre la roja barrera del redondel– sendos letreros,
uno en francés, donde se leía, “L´histoire continue: d´Nimeño a Castella”, y otro en
español con una frase similar: “La historia sigue: de Gaona a Luis David”, en tanto se
trazaba un parangón semejante sobre la línea hispana Manolete-Juli–. Ítem más: el
personal de servicio –alguaciles, monosabios y demás auxiliares— iba ataviado a la usanza
del campo charro. Además de amistoso guiño, una muestra del respeto que sienten los
franceses por la tauromaquia mexicana, como realidad histórica y como portadora de
valores propios.
Lecciones de una tarde insólita. Tres, por lo menos, arrojó la de aquel 16 de junio de
2019: 1) En la Francia taurina existe un espacio de reconocimiento a la importancia y
alcances de la tauromaquia nuestra que contrasta con el histórico ninguneo que, a partir
por lo menos del boicot de 1936, se le tiene en España, donde se ha preferido ignorar la
importancia que tuvo la época de oro del toreo mexicano, sin registro alguno en la
siempre parcial y proteccionista “historia” de las corridas de toros escrita sobre, por y para
españoles; en realidad, es ahora, con la tauromaquia nuestra de capa caída, cuando se
han dignado volver la vista hacia lo que ocurre por tierras del Anáhuac en un intento por
incorporarlo a dicha historia oficial, más para dárselas de inclusivos y globalizados que por
interés genuino en la tauromaquia de México. Desde luego existen agradecibles
excepciones, ciertos críticos y aficionados hispanos preocupados por hacer prevalecer la
realidad de los hechos comprobados, entendiendo que fijarle fronteras artificiales a la
historia del toreo falsea la verdad y conspira contra la universalidad del arte.
2) En la corrida charra de Istres, las tandas de naturales más despaciosas, generosas y
completas las trazó el torero de Aguascalientes, y ahí están los videos para comprobarlo.
Ése es el camino. Recuerde Luis David que todo un Fermín Espinosa “Armillita”,
parecidamente desdeñado por los sabiondos de la crítica de allá, tuvo que picar piedra
durante tres temporadas españolas antes de verse anunciado en Sevilla, y que atravesaba
su momento más bajo cuando, el 5 de junio de 1932, se encontró con “Centello” de Aleas
en la plaza de Madrid, en tarde de mucha lluvia y alternantes segundones. Y que aquella
faena –oreja solicitada por unanimidad después de cuatro pinchazos—pasaría a la historia
como portadora privilegiada de los pases naturales más tersos, completos y bellamente
ligados que hasta entonces se habían visto en la capital de España.
3) Puesto en pie de igualdad con sus colegas con etiqueta de figuras –justo las que casi
nunca puede ver y admirar si no es pagando su boleto de entrada–, Luis David Adame
demostró estar a una altura semejante, en lo profesional y en lo artístico; habría que
suponer qué niveles serían capaces de escalar él y otros como él de permitírseles alternar
con los ases en las ferias de tronío, con lo que eso supone de presencia mediática, acceso
a ganaderías de máxima demanda y evolución personal y estilística.