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Prohibir nos empobrece : Director de «Forbes» que advierte que los toros están mal explicados

En la tauromaquia me atrapó la fe del converso. No pisé Las Ventas hasta mis 26, a ver una corrida me refiero, a conciertos mucho antes, muy a pesar de haber correteado sus calles, de haber ido al colegio bien cerca y de haber espiado a Joaquín Vidal escribir en la garita del Garaje Roma.

No me di cuenta tampoco de cómo aquella primera corrida iniciática de Miuras habría de cambiar mi vida. Hoy siento que aquellas tardes eternas, cuando el tiempo transcurría lento, con mi abuela Encarna viendo corridas frente a la televisión dejaron poso en mí. No olvidaré nunca tampoco la primera vez que vi una televisión a color en la planta de electrodomésticos de El Corte Inglés de Goya con una corrida en pantalla. ¡Cómo brillaba aquel traje de luces!

El periódico de toros y toreros Minotauro, editado por la Peña Antoñete a la que pertenezco, ha publicado en su número 18 un Manifiesto en portada con 10 puntos en defensa de la tauromaquia. Basado en su argumentario, me sumo a continuación con mis pequeñas razones, que son íntimas, muy íntimas y con las que no pretendo nada más que contagiar mi compromiso con la fiesta al hilo del pensamiento de Joaquín Sabina (74 años): “lo bueno de los antitaurinos es que tienen razón”.

1.-Vivo la tauromaquia como un arte transgresor. Y así lo vieron muchos artistas e intelectuales de izquierdas en los noventa, cuando el pensamiento progresista llenaba las plazas. No andamos sobrados de transgresión en esta sociedad pacata, encogida por el tribunal popular de las redes sociales. Los toros son incómodos y salir de nuestra zona de confort nos hace mejores.

2.- Me apasionan las reglas escritas que rigen desde hace cientos de años la tauromaquia. A pesar de mi afición, aún no conozco todos los pases, ni todas las reglas, ni tampoco todos los pelajes. Me los estudio cada primavera y se me escurren cada otoño. En mi biblioteca reposa el Cossio completo, y también el de bolsillo, y lo frecuento con gozo, sin vergüenza.

3.-Nunca he sentido los toros como una matanza. Creo que solo tiene derecho a matar al toro el que arriesga su vida, pero debe matarlo con arte porque si no lo que le espera es el deshonor. Los toros escandalizan a muchos porque reivindican la liturgia y el rito en una sociedad que nunca como ahora fue tan pagana. Desgraciadamente el rito se considera ahora territorio del pensamiento conservador y los toros se politizan hacia la derecha cuando la fiesta es del pueblo, es de todos. De todos los que quieran participar en la fiesta. Sin obligación alguna de hacerlo. A nadie se le ocurriría organizar las fiestas de su pueblo solo para los que piensan de una manera. La tauromaquia es fruto de una cultura ancestral cuando la derecha o la izquierda ni siquiera habían nacido.

4.-Sufro cuando veo al toro morir. No soy insensible a su sufrimiento. El protagonista de la fiesta es el toro. Sin él no hay fiesta. Por muchas corridas que vea sigo impresionado por eso. Que se trata de una raza única que desaparecería si no existiese la tauromaquia, y de lo que afectaría a la sostenibilidad de las dehesas, se ha hablado hasta la saciedad.

5.-Cuando voy a la plaza veo que allí se exhibe todo lo que somos: el éxito, el drama, la muerte, la gloria, el poder, el sexo, la ambición, la historia… por dar solo algunas pinceladas. No existe en el mundo un rito tan exigente y extremo, por eso el que ve sólo un espectáculo sangriento, en mi opinión, se queda en la espuma. No es posible entender la fiesta si solo vas una vez a la plaza. Podría suceder que te pellizcase la emoción, pero para entenderla hay que estudiar. Como le pasa al flamenco. Si el que se acerca profundiza observará rigor, estética, autocontrol…

6.-Crecí con el punk, con la Movida, con la música y las artes como arietes de la contracultura. Crecí cuestionando el sistema, con la objeción de conciencia, con el no a la OTAN, que hoy parece sí mayúsculo. Hoy los toros son más contracultura que cultura. Hace años que les toca ir en contra de la cultura establecida por eso hay que defenderlos. Me encanta ver cómo vuelven los chavales a las plazas, como lo hicieron los de la Movida para arrebatarle la fiesta a los del régimen. Pronto a la tauromaquia la abrazarán las nuevas generaciones, que necesitan descubrir y hacer suya la fiesta, como siempre pasó. Anhelo con esperanza que alguno de mis hijos se aficione. Ya los llevé a los San Fermines, y entre La Chica Ye Ye y los pases del torero se comieron el bocata, y fue uno de los días más felices.

7.-Siento que los toros están muy mal explicados y, como mi oficio es el periodismo, me entran ganas de contarlos. Hemos perdido la buena tradición de periodismo taurino -algunos buenos hay, claro, pero pocos- y de revistas y de cronistas.

¡Qué gran oportunidad tenemos en la tauromaquia los que nos dedicamos a contar historias! ¿Se han fijado en cómo muchos medios hacen luz de gas a la fiesta y sin embargo promueven conductas sociales aberrantes, con programas indignos y divulgando basura a raudales?

Conviene no confundir lo arcaico del negocio de toreo con el arte de torear. Necesitamos urgente una revitalización de todo lo que rodea a la tauromaquia. Igual que es urgente despolitizarla. El PSOE debería abrazar la tauromaquia como lo hizo en los ochenta y los noventa. Haber renunciado a los toros por miedo a perder votos, en defensa de un animalismo esclerótico, le aleja de la sociedad, y por tanto de sus votantes. Lo saben pero no se atreven a cambiarlo. Es muy parecido a lo que sucede con la bandera de España, si es una representación de todos ¿por qué dejamos que solo la usen algunos?

8.-Cuando voy a la Plaza es lo más cerca que estoy de la muerte en el día a día. La muerte es el centro de gravedad de la tauromaquia. Empeñados como estamos en sacar la muerte de la vida, de la que no se habla y que se destierra lo más pronto posible cuando aparece, la muerte en los toros parece el último reducto a arrinconar. La defensa de la tauromaquia en Francia, siempre tan hábil para apropiarse de la cultura, para los franceses Picasso era francés y a Almodóvar poco le falta, debería hacernos pensar sobre nuestros complejos. Los toros son en el siglo XXI un anti valor y eso nos empuja a una sociedad más plural.

9.-Mi formación cultural aumenta y mejora con los toros. Los toros son cultura y nadie en una sociedad libre debería decir lo que es cultura y lo que no. Por supuesto que no voy a la plaza a ver sufrir al animal sino a ver a un hombre enfrentarse a su destino y resolverlo de manera artística. Me siento aficionado, pertenezco a “la Afición”, porque formo parte de la comunidad que asiste al ritual taurino. Los aficionados somos muy diferentes entre si, no comulgo con muchos de los gritos que se escuchan en Las Ventas, ni fumo puros, ni tengo un loden, pero nos une la pasión por el toro.

10.-No me siento inhumano por ser aficionado. No soy una persona violenta ¿Los intentos repetidos de prohibir la tauromaquia responden a la idea de potenciar nuestra humanidad o más bien a la resistencia de asumir nuestra existencia trágica?

11.-Entiendo que los toros escandalizan a muchos porque ponen la muerte del animal en primer plano, pero no de manera gratuita, sino exigiéndole al torero un compromiso y la entrega de su vida cada tarde. Escandalizar ha sido siempre uno de los mecanismos de agitación en la sociedad, y por supuesto, en el arte.

12.-Creo que el toro, como protagonista principal de la fiesta, tiene derechos. Me indigna cuando no se le respeta. Me enfada y protesto. Estoy absolutamente de acuerdo con la abolición del maltrato del toro fuera de la plaza. El toro tiene el derecho a ser respetado en la plaza, sin el maltrato de la cuadrilla con comportamientos degradantes al animal si la faena se salta las reglas.

13.-Todo mi respeto ante los toreros que deciden enfrentarse a dos tipos de muerte: la real, física, y la de su vergüenza torera. La segunda es en ocasiones mucho peor porque entierra al hombre en vida. El honor como valor ha sido arrinconado por nuestra sociedad digital. El torero es un hombre de honor y eso nos choca en estos tiempos de fama efímera. El torero, dijo el pintor Ramón Gaya, “torea por todos nosotros” y yo cuando voy a la plaza lo siento así, también cuando fracasa.

14.-No me siento activista yendo a los toros. Voy de fiesta. A aprender. Me dejo llevar por la vida. Entiendo que los toros se han desenganchado de la sociedad, pero también encuentro en ir a la plaza otro enganche, con mis mayores, con otros que no son como yo. Con gente de la que aprendo escuchándoles en el tendido del 10 o en Los Timbales después de la corrida.

15.-Cuando voy a los toros siento que el tiempo se detiene y que nuestra obsesión por consumir más, producir más, ganar más dinero, o vivir a toda prisa se vuelve ridícula. Me incomodan los abolicionistas porque creo que prohibir nos empobrece, pero los respeto.

¿Quién decide lo que conviene y lo que no? ¿Y con qué objetivos?

Por último, ante un artículo que podría ser infinito, recomiendo algunas lecturas que me han ayudado a entender, un poco, porque cuanto más leo menos sé la tauromaquia. Algunas son acérrimas contrarias a la fiesta: Antitauromaquia de Manuel Vicent y El Roto (Random House); El fin de la fiesta: Por qué la tauromaquia es un escándalo… y hay que salvarla (Debate), de Rubén Amón; Los Toros, de José María Cossio, edición abreviada (Espasa); Crónicas Taurinas, de Joaquín Vidal (Aguilar); La pierna del Tato, de William Lyon (Ediciones El País); Juncal, de Jaime de Armiñán (Fulgencio Pimentel); Taurinismo y Antitaurinismo. Un debate histórico, de Beatriz Badorrey (Cátedra). «Ya nadie dice la verdad». Diálogos íntimos del toreo: Diálogos íntimos del toreo”, de Vicente Zabala y José Ayma (El Paseillo); Diálogo con Navegante, Mario Vargas Llosa. Y tantos otros.

La incisiva mirada de Antonio Lorca sobre el estado de la fiesta…La afición a los toros está como noqueada, sonámbula, desorientada… (y todos saben por qué)

Hoy por hoy, es muy recomendable vivir la afición a los toros en soledad; mejor así. En cuanto compartes sensaciones con algún vecino de localidad, te asalta el desánimo, cuando no el pesimismo.

Sin duda alguna, el sorprendente cierre de Canal Toros ha dejado a todos con la boca abierta y el corazón encogido. A los aficionados se les ha cambiado el semblante cuando, de la noche a la mañana, han perdido la oportunidad de contemplar las ferias más importantes desde el salón de casa, y la opción de Mundotoro TV sigue siendo una nebulosa que no acaba de ofrecer una programación ilusionante.MÁS INFORMACIÓN

Pero no es solo eso. Es el ambiente que se respira tras conocerse los carteles de la Feria de Abril, la de San Isidro y el balance de las recientes Fallas. Más de lo mismo, combinaciones de hace 10 o 20 años, las ganaderías de siempre, tardes de medias entradas valencianas, y solo un nombre, Roca Rey, —un torero heroico, con un mérito extraordinario— que atrae la atención y sobre cuyos hombros ha caído el peso inhumano de mantener el interés de este espectáculo.

Ha influido, también, la polémica decisión de la empresa de Las Ventas de subir abusivamente los precios de las entradas sueltas para que solo pueda acudir el público muy adinerado y no aquellos aficionados que alquilaban un autobús en un pueblo lejano y pasaban el fin de semana en Madrid para matar el gusanillo de su incurable enfermedad taurina.

¿Qué papel le ha asignado la tauromaquia moderna al toro, protagonista indiscutible de la fiesta?

Ha influido que esta fiesta se ha tornado muy previsible, los toreros y los toros que se anuncian están muy vistos, han desaparecido las gestas, y todos —empresario y toreros— prefieren su zona de confort.

Ha influido la extraña situación de los equipos presidenciales; la laxitud de muchos palcos, el vasto desconocimiento de otros, el triunfalismo o el apego al poder de los demás y el variado desatino reglamentario que los desconcierta a todos.

Ha influido este sector taurino, rancio, inmovilista, egoísta y cobarde… Desde las grandes empresas de Madrid y Sevilla, que debieran ser referentes, rompedoras, líderes de una revolución, y que se limitan a hacer lo de siempre, a sabiendas de que los resultados no serán diferentes. Y lo que es peor: saben que su gestión no garantiza el futuro.

Desde los influyentes gestores a los banderilleros, picadores y mozos de espada, dispuestos antes a perder el trabajo que a aceptar cambios que les garantice el porvenir. Pocos colectivos más inmovilistas que el de los subalternos, asidos a un convenio colectivo que es una amenaza más que una tabla salvadora porque la realidad exige cambios sustanciales —las cuentas no salen— a los que ellos se niegan, y que, al final, son imprescindible para que muchos festejos se puedan celebrar.

El toro fundido con la sevillana Plaza del Cabildo, una de las imágenes publicitarias de la Feria de Abril.
El toro fundido con la sevillana Plaza del Cabildo, una de las imágenes publicitarias de la Feria de Abril.TOROMEDIA

De los subalternos a las figuras, inamovibles en su pedestal, abrigadas la mayoría al calor de casas influyentes, que les diseñan cómodas hojas de ruta —ferias, toros, compañeros, fechas y horas— que no tienen otro objetivo que su bolsillo, y transitan al margen del interés de la minoritaria afición que queda.

Porque todos ellos —el sector en pleno— son uno de los grandes responsables de que los aficionados de verdad quepan en un autobús, cansados de que se gestione al margen de sus gustos y necesidades; y que prevalezca en quienes viven del toro el afán preferente de recoger las migajas de un espectáculo que, se quiera ver o no, está en decadencia.

Y lo está —alguna vez habrá que quitarse definitivamente la venda de los ojos— no solo porque los tiempos cambian a velocidad de vértigo, sino porque la tauromaquia en pleno se ha mostrado siempre incapaz de contrarrestar las embestidas de los variados y peligrosos enemigos y adaptarse a la modernidad, que no es otra que acometer una revolución basada en la pureza, la ortodoxia y el respeto a la integridad del toro.

¡El toro…! ¿Qué papel le han asignado los taurinos actuales al protagonista indiscutible de la fiesta? Hoy podría afirmarse sin temor a error que el animal poderoso, altivo, fiero, armonioso y vibrante que ha debido ser siempre el toro de lidia, no existe. Lo que suele aparecer por chiqueros es otra historia, un sucedáneo, y, a veces, una caricatura.

La afición a los toros, como el amor, hay que avivarla cada día; y son los taurinos los llamados a ofrecer motivos constantes para la esperanza.

El pasado día 25, Telemadrid retransmitió una corrida benéfica desde Navalcarnero. ¿Alguien se planteó si ese espectáculo, taurinamente indigno, merecía ocupar la pequeña pantalla?

El pasado 16 de marzo, con motivo de la quinta corrida de Fallas —Castella, Manzanares y Talavante en el cartel—, Vicente Sobrino escribía lo siguiente: “Llegaron las figuras y llegó el medio toro, tanto de forma como de fondo. Toros diseñados para el toreo moderno, que no molestan, que colaboran sin poner condiciones, que tienen resuello muy justo. Que son, en definitiva, amigos para siempre”.

Y en el desánimo del aficionado moderno influye también, cómo no, una clase periodística generalmente paniaguada, al servicio vergonzoso del sistema, que vela más por los intereses de ganaderos, empresarios y toreros que por la grandeza de la fiesta; que sueña con ser taurina antes que defensora de la integridad del espectáculo, y que oculta las miserias del sector como una forma cobarde y errónea de contribuir a su permanencia.

Todos, taurinos, aficionados y público accidental, son conscientes de esta realidad, pero pocos son quienes levantan su voz con energía para defender la tauromaquia y trabajar por su futuro.

Por eso, a nadie extraña que quienes, a pesar de todo, pasan por taquilla se sientan cansados, desilusionados y hartos de tanto desafuero.

La afición a los toros, como el amor, hay que avivarla cada día; son los taurinos los llamados a ofrecer motivos constantes para la ilusión, para exigir al poder que respete la ley y trabajar para que la emoción no desaparezca de las plazas de toros.

Pero la fiesta deambula sola, sin un rumbo concreto, y ese es un mal camino.

Que nadie se extrañe, en fin, de que la temporada 2023 comience sin el semblante risueño que merece un espectáculo que nació para ser grandioso.

La mirada femenina. Beatriz , sobrina del médico Efraín Leal analiza el frustrado mano a mano Bolívar/ Castilla en Marruecos

De los 100 años de Mondoñedo y de la corrida a la que asistimos el sábado 25 de marzo podría haber mucho que decir o poco. La crónica taurina ha relatado desde los diferentes puntos de vista lo que sucedió.

 Los olès que se nos quedaron atragantados a unos, la incapacidad o no de un joven torero frente a lo que creo es lo más difícil a lo que se ha enfrentado. Posiblemente a la retina y conocimientos  de los aficionados más veteranos esos fieros toros habrían podido ser mejor, lidiados, toreados, picados, etc etc,  por otros y sobre esto no cabe discusión alguna. 

Mi reflexión en este momento más allá de lo taurino es humano. Los jóvenes aficionados que asistieron fueron testigos de un sexteto muestras de Valor, resiliencia, resistencia y valor de la palabra; sin duda los matadores de toros están hechos de otra pasta en sus cuerpos y de una férrea voluntad en sus mentes y espíritus. 

Ya echando la película para atrás Juan de Castilla dió una gran lección. 6 eternos retos, que querían arrancarle la vida a cada instante, una soledad enorme pues sólo su mozo de espadas estaba en el callejón dándole aliento, y una inexperiencia que lo llevo a acudir a su intuición. Apresar del miedo natural y humano, y una mente que por momentos flaqueaba, Juan cumplió. Lo de menos las orejas, los avisos y el toro devuelto. Lo de más es que a pesar de querer salir corriendo, no lo hizo. Se esforzó, y sobre todo se sobrepuso  a la adversidad.

 Ojalá estas generaciones de cristal, de las disculpas, de las que no tienen tolerancia a la frustración, a las que hay que darle todo sin esfuerzo alguno, hubiesen visto batallar a este joven torero con cada uno de los 6 problemas que superó. Hoy hago la analogía frente a mi vida y mis problemas que no cornean, que no matan  me preguntó si Juan de Castilla pudo, yo porque no?
si hay algo de lo que se ha suprimido para  estás generaciones es la transmisión de valores reales y humanos.
BEATRIZ EMILIA LEAL MELO

El Vito deja el que se convierte en su último artículo y la cita que no pudo cumplir con el maestro Roberto Domínguez en Mérida

Hoy tenía que haberme reunido con el maestro Roberto Domínguez. Lo había citado en Mérida, para una entrevista; pero como le informé a Rubén Darío Villafraz los imponderables que nos acompañan impidieron me trasladara a la Ciudad de los Caballeros. 

Aunque la reunión sigue pendiente, reunirme con el torero de Valladolid es una meta inmediata, porque en la experiencia de Roberto Domínguez como torero de alto rango, de profesional de la Arquitectura y de su formación humanista, lo que le distingue como creador dentro de la tauromaquia atesora nuevas respuestas para viejos problemas. 

El motivo de reunirnos en Mérida fue el aprovechar la presencia del poderdante del joven Andrés Roca Rey en la Feria del Sol de Mérida. Es el peruano el líder indiscutible de la torería universal. Como lo ha sido, es y debe ser Julián López “El Juli”. Otro adelantado, que por más de 20 temporadas se ha mantenido en la cima de la fiesta. Es lo que hoy ocurre con Roca Rey; ambos con brillantes e históricas carreras en las que el maestro de Valladolid, Roberto Domínguez, tiene mucho que ver. 

Recordarán nuestros lectores que hace poco, pocos días apenas nos referimos a la resurrección del beisbol en Venezuela, gracias al esfuerzo de la inauguración de dos impresionantes escenarios deportivos: el Estadio de Macuto y el Monumental de La Rinconada, teatros de la Serie del Caribe torneo y competencia que se convirtió en avivador de un aletargado espectáculo. Históricamente, había ocurrido; cuando el Estadio de San Agustín, primero, los estadios de la Universidad más tarde, sentaron las bases para el desarrollo de nuestras mejores épocas.

En los toros está la evolución que se vivió en Caracas, primero con el Metropolitano, más tarde el Nuevo Circo en su época de mayor brillantez o en su expansión territorial con la Maestranza de Maracay, plazas monumentales de Pueblo Nuevo, Mérida, La Chinita y Valencia, escenarios que a la vez se convirtieron en rectorías, imponiendo sus escuelas, hasta que hace poco la detención del progreso por intervención del islamismo de conductores revolucionarios enemigo acérrimo y contradictorios de la Fiesta de los Toros en Venezuela.

Fernando Domínguez. Un adelantado, un autodidacta, un genio que le arrancó a Pepe Alameda la expresión “Fernando Domínguez descubre a Belmonte, antes de ver a Juan Belmonte”; y, más adelante provocaría explicaciones, para diferenciarse de Manolo Escudero con aquello de: “ …con la verónica Escudero se entierra, mientras que Domínguez levita”.

El 26 de septiembre de 1937, en un mano a mano entre Victoriano de la Serna y Fernando Domínguez, el de Valladolid cortó cuatro orejas y dos rabos. En los años 1938, 1939, 1940 y 1941 siguió toreando, aunque en estas dos últimas temporadas toreaba poco. 

Tuvimos la suerte disfrutar la amistad de Manolo Escudero, admirador del maestro Fernando a quien conocimos gracias a Manolo Lozano y al torero de Embajadores, con ellos Pepe Teruel, hermano del maestro Ángel Teruel, gracias a quienes pudimos comprender la vitalidad de la escuela taurina promotora a su vez de épocas en el toreo. 

El maestro vino a Caracas y en plena temporada venezolana tuvo que regresar a España de manera inesperada. Fue por la muerte de uno de sus hijos, en Valladolid; cuando esperaba en el puerto de La Guaira para embarcar hacia España una pareja de franciscanos se acercaron para serenar sus penas y rezar juntos.

Antes de partir le entregaron un medallón de plata de la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte”. El citado medallón pudimos comprobar que su sobrino Roberto lo llevaba en su cuello cuando lo visitamos para conversar con él en el hotel Tibisay de Mérida, era la época que llevaba a “El Juli“. Y es que su tío Fernando fue inmortalizado en un cuadro por el pintor español Sánchez Felipe que residía en CaracasUn cuadro que los invasores al Nuevo Circo destrozaron, como acabaron con las placas de bronce y las estatuas, como la de Girón que fue robada por facinerosos revolucionarios, fundida, sin autoridad alguna, irrespetado la voluntad del pueblo taurino de Caracas… 

Hay que recordar que mencionada Cofradía es una de las que componen la Semana Santa de Valladolid, y que recibe culto en la Iglesia de la Santa Vera Cruz. En lo que se refiere al medallón, fue en 1937 cuando Fernando Domínguez toreó su última corrida en el Nuevo Circo. Aquel torero gitano y el negro poeta, sobre Fernando Domínguez y Angel Escobar “Bola de Nieve” mozo de espadas de los diestros venezolanos hermanos Girón. Y es que César, el mayor de los Girón, se interesaba por los toreros españoles cuando estaban de tertulias e interpelaba a “Bola de Nieve” que era un conocedor del mundo taurino de España. 

Y sobre Fernando Domínguez le decía Bola de Nieve a César Girón: “Este de Valladolid era un figurón del toreo. ¡El mejor que han visto estos ojos torear con el capote! Y remataba “Bola de Nieve”, que hablaba en verso sobre Fernando: “cuando los otros toreros se ahogan, a este el agua le llega a los tobillos. 

Lamento no acompañar al maestro de Valladolid en Mérida, lo lamento tanto como no poder admirar al gran Andrés Roca Rey, primera figura en España y adalid del toreo en América que conduce con profundidad profesional mi admirado amigo Roberto Domínguez…’

José Luis Benlloch ,director de «Aplausos» elogia la toreria de Ritter en Utiel y dice que el colombiano pide sitio en el toreo

José Luis Benlloch, director de Aplausos reseña la corrida de Utiel donde salió en hombros el colombiano Sebastián Ritter de quien dice es un espada a recuperar, que pide sitio en el toreo. Y en uno de sus partes, señala : De los espadas lo mejor corrió a cargo del colombiano Sebastian Ritter, torero a recuperar, lidió asentado, con sentido del temple, ambicioso, sus lances al primero fueron un primor por su despaciosidad y su disposición la propia de quien pide sitio en el toreo.

La reseña del prestigioso periodista valenciano

Hay citas taurinas ineludibles y la de Utiel, por la Virgen del Remedio, es una de ellas. Ayer fue muy especial, dos años después, una pandemia de por medio y un pleito pendiente de resolver entre Ayuntamiento y propiedad, la Utielana volvía a abrir sus puertas. Como si no hubiese pasado el tiempo, los aficionados se volvieron a reunir a la vera del olmo del patio de cuadrillas y a la hora en punto la Unión Musical, gran banda, atacaba las notas del obligado Pan y Toros; Rafa Pons, torilero por derecho de herencia y copropietario del coso, aceitaba los goznes del portón, todo estaba listo. Las reinas de las fiestas hollaron la arena entre aplausos, los “40 Pavos” respiraban ansiosa torería desde incluso antes de la copiosa comida en el Vegano, “A los toros, a los toros” era el ánimo general; el equipo médico del doctor Carbonell en su sitio, ¡que no tengan ustedes que trabajar! era en su caso el deseo más repetido de cuantos pasaban junto a ellos. La solera de Utiel de nuevo en ebullición y hasta Carlos Puertas sacaba su mejor bajío empresarial para que el mano a mano de Pablo Romero y Cebada Gago, principal atractivo del cartel de la reapertura diese nivel y juego. Y lo dio, lo dio, desde las vísperas había corrido como la pólvora por todo el llano de Utiel el estropicio que los pabloromeros ¡ese veinte es un tío con carácter! habían hecho con las puertas de los corrales y chiqueros -faena para los carpinteros y más leyenda para la divisa- y al burraco de Cebada que abrió la lidia de a pie lo recibieron con una ovación por guapo.

De los espadas lo mejor corrió a cargo del colombiano Sebastian Ritter, torero a recuperar, lidió asentado, con sentido del temple, ambicioso, sus lances al primero fueron un primor por su despaciosidad y su disposición la propia de quien pide sitio en el toreo. En sus tres toros braceó apasionadamente en busca de la orilla del éxito que alcanzó con soltura, diría que hasta sobrado. El otro gran triunfador de la tarde fue Leonardo Hernández que salió toreando con un caballo albino, Giraldillo se llama, y todo seguido con el azabache Calimocho a dos pistas, y con Xarope lo bordó. Dos orejas.

Ritter cortó la oreja a su primero, la debió cortar otra a pesar de matar mal a su pabloromero pero se la negó el palco y finalmente desorejó por partida doble a su segundo cebadagago. Rafael Cerro estuvo voluntarioso, mostró buenas maneras aunque sin acabar de redondear. Se retiró Antonio Puchol que banderilleó con gran lucimiento y hay que dejar claro que los pabloromeros de Partido de Resina, presentados con arrobas y mucha plaza, tuvieron nobleza y se dejaron dar fiesta: y lo mismo cabría decir de los cebadas a excepción del segundo de lidia ordinaria que manoseó en exceso. Acabado el festejo los utielanos se fueron satisfechos y en paz con la historia, por la patrona habían vueltos los toros.Utiel

Un mito: 86 años de El Cordobés, un genio

Conferencia sobre «El Cordobés» por Ladislao Rodríguez «LADIS»  
En la carpa su familia y detrás una nutrida representación de matadores de toros de todas las épocas, subalternos, apoderados, empresarios, y aficionados. Una vez en el escenario «El Cordobés» tuvo que saludar varias veces a un público enfervorizado que le ovacionaba sin cesar.Tras varias intervenciones glosando la trayectoria profesional y humana de Manuel Benítez, la alcaldesa de Córdoba, en medio de una atronadora ovación, impuso a Manuel Benítez Pérez, el Medallón conmemorativo del Califato.
MANUEL BENÍTEZ «EL CORDOBÉS»: 86 AÑOS DE UN MITO
Córdoba, 12 de Mayo de 2022El Ciclo «Los Patios del Taurino», organizado por el Excmo. Ayuntamiento de Córdoba, se ha abierto con la conferencia ilustrada (más de trescientas fotografías) del decano de los fotoperiodistas cordobeses Ladislao Rodríguez Galán «Ladis» para hablar de Manuel Benítez «El Cordobés» en el 20 aniversario (2-junio-2002) de su retirada del toreo y también veinte aniversario (29-10-2002) de su proclamación como V Califa del Toreo.
Ladis comenzó diciendo que estas dos efemérides  bien merecen que esta noche todos le mandemos un abrazo sincero lleno de admiración y respeto.Y enseguida fue desgranando los acontecimientos más importantes de la trayectoria profesional y humana del torero de Palma del Río indicando que resumir la vida y obra del torero más grande, en menos de una hora aproximadamente, es una barbaridad. Por eso, dijo, me he limitado a recoger los retazos más importantes de su carrera haciendo hincapié, como no, en sus principios en Córdoba y Palma del Río y en sus últimos festejos. Sin olvidar capítulos interesantes de su trayectoria profesional y su vida personal.
Tenemos que recordar que la plaza de toros de Córdoba «Los Califas» la  inauguró el gran torero acompañado de José Mª Montilla y Zurito

Y a los 37 años de aquella tarde de inauguración, cuando Manuel cuenta con 66 años, fija la fecha del 2 de Junio de 2002 para cortarse la coleta y retirarse definitivamente del toreo activo.
Y por fin llega la fecha señalada del 2 de Junio de 2002 para cortarse definitivamente la coleta y nada mejor que hacerlo  dando la alternativa a Enrique Reyes Mendoza, un torero paisano.El balance de esta corrida de despedida  fue triunfal para Manuel Benítez, ya que   cortó una oreja a su primero y logró las dos orejas y el rabo en el cuarto.A este toro que atendía por «Potrero», marcado con el número 71, negro burraco y de 475 kilos le realizó «El Cordobés» una completísima faena desde que lo recibió con el capote. Fueron series largas por ambos pitones con temple y mando y la plaza entregada sin condiciones. La personalidad de Benítez estuvo presente en toda la faena donde no faltó el salto de la rana, realizado hasta en tres ocasiones. 

Y rizando el rizo de lo increíble Manuel se tiró a matar sin muleta. Las dos orejas y el rabo fueron a sus manos tras petición unánime de un público que deliraba en el tendido.Dos vueltas al ruedo apabullantes y cuando el festejo concluyó su hijo Manuel le cortó la coleta en medio del ruedo acompañado de toreros de todas las épocas que quisieron arropar al gran torero en este momento histórico.Y, como había sucedido tantas veces, «El Cordobés» salió en olor de multitud por la puerta de Los Califas.

En el ruedo había quedado una leyenda del toreo. El mito se agrandaba. La historia de este hombre que rompió moldes y alcanzó cotas de fama y éxito inimaginables quedaba escrita con letras de oro.
EL CORDOBES NOMBRADO V CALIFA DEL TOREO
Y el segundo acontecimiento cuya conmemoración nos reúne esta noche aquí, es el 20 aniversario del nombramiento de Manuel Benítez como V Califa del Toreo.Un pleno histórico sin precedentes, celebrado el día 23 de Abril de 2002, con un solo punto en el orden del día, nombra V Califa del Toreo a Manuel Benítez «El Cordobés». Posteriormente, para el 29 de Octubre de 2002, se organiza el acto de proclamación de Manuel Benítez «El Cordobés» como V Califa del Toreo.

En una enorme carpa montada en el Alcázar de los Reyes Cristianos, se celebró el solemne acto de proclamación de Manuel Benítez Pérez como V Califa del Toreo.Un título que traducido al lenguaje popular equivale a decir Rey absoluto del Toreo.
Después de Manuel Rodríguez «Manolete» IV Califa, ningún torero había convulsionado la Fiesta de los Toros como lo hizo Manuel Benítez. Para ser nombrado Califa del Toreo hay que mandar en la tauromaquia. Y Manuel Benítez fue dueño absoluto de la Fiesta de los Toros en España, Francia y América.
En la carpa su familia y detrás una nutrida representación de matadores de toros de todas las épocas, subalternos, apoderados, empresarios, y aficionados.Una vez en el escenario «El Cordobés» tuvo que saludar varias veces a un público enfervorizado que le ovacionaba sin cesar.Tras varias intervenciones glosando la trayectoria profesional y humana de Manuel Benítez, la alcaldesa de Córdoba, en medio de una atronadora ovación, impuso a Manuel Benítez Pérez, el Medallón conmemorativo del Califato.
Repartió abrazos para todos y tuvo palabras de agradecimiento a los toreros que le acompañaban. Dedicó este galardón a todos, porque dijo: «Es tan grande que no me cabe en el corazón y quiero compartirlo con vosotros».Muy emocionado y agradecido bajó del escenario y saludó cariñosamente a todos los presentes. Entre los que se encontraban, junto a los toreros, artistas de renombre mundial.
Esta noche se terminó de escribir una página con letras de oro en el libro de la Historia del Toreo con la firma de Manuel Benítez «El Cordobés» V Califa del Toreo.
Y así continuó Ladis comentando otros interesantes y curiosos capítulos de la vida de Manuel Benítez que el pasado día 4 de mayo cumplió 86 años.

30 años …La muerte en el ruedo de Sevilla de Manolo Montoliú

El colega Antonio Lorca hace un bosquejo de la vida y muerte de uno torero y banderillero valenciano que pereció tras una cogida mortal en el ruedo de Sevilla el 1 de mayo de 2002

El 1 de mayo de 1992, hoy se cumplen 30 años, murió en la plaza de toros de La Maestranza de Sevilla el torero Manolo Montoliú al banderillear al primer toro de la tarde, de nombre Cubatisto, de la ganadería de Atanasio Fernández.

El crítico taurino de EL PAÍS, Joaquín Vidal relataba así al día siguiente la cogida: El percance se produjo alrededor de las 18.40. En el momento de ejecutar la suerte, el toro hundió el pitón en un costado del torero, y seguidamente, sin que hubiera llegado a caer al suelo, le estuvo pegando cornadas en el abdomen, el pecho y las axilas. Cuando el toro dejó de cornear y acudió al quite que hacían los diestros y sus cuadrillas, Montoliú cayó al suelo sangrando copiosamente por las heridas y por la boca. El toro le había partido el corazón y los pulmones. Sus compañeros se lo llevaron a la enfermería, y en el ruedo quedó un gran charco de sangre. El infortunado torero llegó al quirófano desangrado y prácticamente muerto”.

El toro estaba marcado con el número 27, era negro y pesaba 598 kilos. “Se trataba de un animal grande, cuajado y serio, de pitones no muy desarrollados, pero vueltos, que blandeó mucho en los primeros capotazos”, contaba Vidal. “A pesar de esta evidente deficiencia física, derribó con facilidad al caballo del picador dos veces, y quedó reservón, sin apenas embestida, perdiendo las manos con frecuencia. Cambiado el tercio, entró a banderillear Montoliú. Lo hizo a su estilo, planteando la suerte en corto, con templanza y ganando la cara por el pitón derecho, que era el de su preferencia. Reunió en la cara, con mucha verdad, y prendió en lo alto los palos, momento en que el toro, que no se había arrancado al cite -pues desarrollaba sentido y estaba a la defensiva- le hundió el pitón”.

Eran las siete menos cuarto de la tarde. Diez minutos después ya se sabía que había muerto, escribía al día siguiente Juan Méndez. Jesús Loscertales, catedrático de cirugía, adelantó la noticia. Salió de la enfermería, adonde llegó para ofrecer sus servicios, con el rostro marcado por la desgracia. “Ha muerto, tiene el corazón partido en dos. No se puede hacer nada”, dijo. La noticia se hizo oficial cuando pasaban cinco minutos de las siete de la tarde.

“Desgraciadamente, Montoliú ha muerto”. Ramón Vila inició así la lectura del parte facultativo que decía lo siguiente: “Herida inciso contusa por asta de toro en base y cara externa del hemitórax derecho, que rompe el diafragma, desgarra arterias suprahepáticas, rompe la base del pulmón derecho y cara superior del pericardio, atravesando ventrículo derecho y aurícula izquierda, rompiendo lóbulo superior del pulmón izquierdo, llegando hasta la base izquierda del cuello. Ingresa sin pulso, sin reflejos, y sin respiración espontánea. Se procede a toraxcotomía, intubación y maniobra de resucitación, sin que se pueda lograr en ningún momento la misma”. Vila comentó que el torero llegó casi sin sangre a la enfermería. “No llegó a reaccionar, estaba desangrado, sólo le quedaba un resto en las venas”.

Manolo Montoliú, cuyo nombre real era José Manuel Calvo Bonichón, había nacido el 5 de enero de 1954 en Valencia. Su padre era picador, y él debutó con picadores en 1973, y entre los años 1980 y 1985 formó parte de la cuadrilla de diferentes matadores.

Decidió tomar la alternativa en la plaza de Castellón el 2 de marzo de 1986, en la que Julio Robles actuó como padrino y en presencia de Espartaco, y la confirmó el 11 de mayo. En total, actuó en 9 corridas, y a partir del año siguiente volvió al escalafón de subalternos.

Formó parte entonces de la cuadrillas de distintos matadores, entre ellos en la de José María Manzanares, a cuyas órdenes toreaba la tarde de su muerte en la plaza de Sevilla.

El trágico suceso acaeció diez días después de la inauguración de la Exposición Universal de Sevilla, pero 1992 se convertiría en un año trágico para la tauromaquia. El 13 de septiembre, en plena celebración del gran acontecimiento internacional, la muerte volvió a La Maestranza. El subalterno Ramón Soto Vargas murió al ser corneado por el tercer novillo de la tarde que lo volteó a la salida de un par de banderillas.

La cogida de Ramón Soto Vargas fue una de las muchas que sufren los banderilleros. El novillo, con trapío de toro y 458 kilos de peso, manso como todos sus hermanos, fue muy reservón en el segundo tercio.

Sin apuros, pero sin lucimiento, habían colocado banderillas Soto Vargas y Juan de Triana. Al cerrar el tercio, el primero de ellos fue arrollado tras clavar los garapullos y cayó al suelo junto a la barrera del tendido 7. El novillo hizo por él en un instante. El banderillero se levantó por su propio pie y fue su compañero Juan de Triana quien se percató de que tenía manchado de sangre el forro de la chaquetilla. Trasladado inmediatamente a la enfermería, nada hacía pensar en un fatal desenlace.

Hoy,100 años de la alternativa de Granero en la pluma de Alvaro R del Moral

Foto dedicada por GRANERO AL PADRE del colega Carlos Crivell ( Es la imagen que abre esta nota )

(Álvaro Rodríguez del Moral )

Joselito había muerto en Talavera el 20 de mayo de 1920. El rotundo luto por la desaparición del coloso de Gelves había caído como una losa sobre el mundillo taurino y toda la sociedad de aquella España de comienzos del siglo XX. Había muerto el rey de los toreros pero la vida y el toreo seguían. La función, una vez más, debía continuar y José más que crear escuela había dado un nuevo rumbo al oficio de torear en simbiosis con Juan Belmonte. El toreo había cambiado, sí, y los aficionados más encopetados ya habían señalado a un mocito valenciano –que también despuntaba como violinista- como digno sucesor de José. Se llamaba Manuel Granero y se había currado el oficio en los campos de Salamanca junto a una baraja de aspirantes –el sevillano Chicuelo, el jerezano Juan Luis de la Rosa o el madrileño Eladio Amorós- que también rondaban la gloria. Eso sí: el destino quiso que el definitivo heredero de los postulados gallistas fuera el menudo diestro de la Alameda de Hércules, que sobrevivió taurinamente a todos ellos y se convirtió en caja de cambios del toreo que estaba por llegar.

Granero: Entre ‘Bailaor’ y ‘Pocapena’

Chicuelo, Granero y Juan Luis de la Rosa cuando compartían andanzas novilleriles en los campos de Salamanca.

La carrera de Granero, nacido en Valencia el 4 de abril de 1902, fue tan breve como fulgurante. El 29 de junio de 1919, con diecisiete años cumplidos, ya se había presentado en la vieja plaza de Goya ante la cátedra madrileña confirmando sus cualidades para ocupar la primera fila del toreo. Para entonces, la fiebre taurina ya había ganado la mano a su formación musical. El capote se había impuesto al violín; el destino del jovencísimo lidiador había quedado escrito…

Al año siguiente llegó el debut como novillero en la plaza de la Maestranza. Fue el 5 de septiembre de aquel lejano 1920, anunciado para estoquear una novillada de Carmen de Federico –los actuales ‘murubes’- en unión del primer Andaluz –tío del matador del mismo apodo que hizo fama en los 40- y Joseíto de Málaga. Una semana después volvió a hacer el paseíllo en el coso el Baratillo en medio de Hipólito y Correa Montes. Los novillos pertenecían en esta ocasión al hierro de Santacoloma. Sólo quedaban poco más de dos semanas para su alternativa, preparada para la Feria de San Miguel.

Granero: Entre ‘Bailaor’ y ‘Pocapena’

El nuevo matador recibe los trastos de manos de Rafael El Gallo, de riguroso luto por la muerte de su hermano Joselito.

El doctorado

La Feria de San Miguel de aquel año había vuelto a desdoblarse entre las plazas de la Maestranza y la Monumental. Pero ambos cosos compartían ya la misma empresa gestora después de haber competido en el tiempo y en el espacio hasta el punto de solapar por completo las respectivas programaciones de la temporada de 1919. En esa tesitura se habían llegado a celebrar dos alternativas paralelas, las de los dos compañeros de las primeras andanzas de Granero en Salamanca. Juan Luis de la Rosa se hizo matador en la Monumental el 28 de septiembre de aquel año de manos de Joselito. Media hora más tarde, en la plaza de la Maestranza, fue el turno de Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ que recibió los trastos de manos de Juan Belmonte.

Pero la memoria de Gallito volvía a planear sobre el doctorado de Granero. José y sólo José podía ser el padrino natural de esa alternativa que acabaría dando, vestido de riguroso luto, su hermano Rafael. El cartel lo completaba su compañero ‘Chicuelo’, que ese mismo día cumplía su primer aniversario de alternativa. Los toros escogidos para la ocasión pertenecían al hierro de Concha y Sierra. El ‘Divino Calvo’ cedió al toricantano un espectacular berrendo y capirote llamado ‘Doradito’ al que, según la reseña telegráfica publicada en ‘La Crónica Meridional’ toreó de capote mejor que manejó la espada. Parece que no fue la tarde del padrino y aunque el testigo sí salvó los muebles. “Rafael El Gallo realizó faenas miedosas y muy distanciado de los toros…dando origen a una bronca descomunal”, señala el mismo medio que resume la actuación de Chicuelo con un lacónico y conciso “deficiente” aunque hay que consignar que al sevillano le llegaron a pedir la oreja del primero.

Granero: Entre ‘Bailaor’ y ‘Pocapena’

Granero pasa de capote al toro ‘Doradito’ el ejemplar de Concha y Sierra con el que tomó la alternativa.

Sin solución de continuidad, Granero actuó al día siguiente en la efímera Monumental, el embudo pionero construido en hormigón armado que había soñado Joselito. Ese 29 de septiembre –ventoso y desapacible- Granero cerraba un cartel de cuatro espadas que completaban Rafael El Gallo, Manolo Belmonte y Chicuelo para despachar ocho ejemplares de Pérez de la Concha. Al día siguiente –día 30 de septiembre de 1920- se había anunciado una novillada más o menos intrascendente en el mismo coso. Maera, Facultades y Joseíto de Málaga hicieron el paseíllo en esa tarde otoñalpara tumbar seis ejemplares de Rincón. Entonces no podían saberlo pero ése iba ser el último festejo que se celebraría en ese recinto, que quedó clausurado para siempre unos meses después.

Granero: Entre ‘Bailaor’ y ‘Pocapena’

El infortunado diestro sevillano Varelito estuvo más de un mes agonizando.

Epílogo trágico

Granero ya era una joven figura en la temporada de 1922. El año anterior, fue un 22 de abril, había confirmado su alternativa de manos de un jovencísimo padrino. No era otro que Chicuelo, con el que alternó en numerosas tardes en esos primeros compases de la era pos gallista. Los sucesivos triunfos en la plaza de Madrid, además, iban a confirmar la ascensión del flamante matador valenciano que logró la absoluta unanimidad del público y la crítica en esa primera -y única- temporada completa como matador. ¿Era Granero el ‘hombre’?

La temporada de 1922 no podía comenzar con mejores augurios. Manolo Granero pasó por Valencia, Barcelona, Castellón… Estaba anunciado tres tardes en la Feria de Abril. En la tercera de ellas, el día 21, hizo el paseíllo en la plaza de la Maestranza junto a Varelito, Chicuelo y Marcial Lalanda para estoquear una corrida de Guadalest. El quinto, llamado ‘Bombito’, alcanzó y persiguió a Varelito, propinándole una tremenda cornada que penetró por el recto. Aquel desgraciado percance se produjo en medio del ambiente enrarecido de una Feria de Abril empobrecida por la ausencia de Belmonte y huérfana de Joselito, que permanecía aún muy presente. Cuando le llevaban a la enfermería exclamó: “¡ya me la pegao, estaréis contentos!”…Estaba herido de muerte pero al infortunado diestro sevillano aún le quedaba una larga agonía…

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Varelito, atormentado por un impresionante sufrimiento, aún vivía el 7 de mayo de 1922. Granero tenía ese día una cita con la plaza de toros de Madrid. El cartel anunciaba toros de dos hierros: tres del duque de Veragua y otros tres del marqués de Albaserrada que tenían que tumbar tres jovencísimos matadores: Juan Luis de la Rosa, Manolo Granero y Marcial Lalanda, que confirmaba su alternativa. El quinto, marcado con el hierro ducal, se llamaba ‘Pocapena’. Era un ejemplar cárdeno y bragado, seguramente burriciego, y de aire manso al que Granero –vestido con un estilizado terno negro y oro de delanteras bordadas- toreó a la verónica delante del tendido 2 del viejo coso de Goya.

Sin cambiar de terrenos se dispuso a entrarle a matar, muy cerca de las tablas. En ese terreno, lógicamente, le apretó el animal, hasta alcanzarle en una tremenda voltereta de la que salió maltrecho y con la ropa rota. Granero había quedado prácticamente sentado, dando la espalda a la barrera. ‘Pocapena’ volvió a cornearle, metiendo el pitón por su ojo derecho y destrozándole el cráneo contra las tablas. Su rostro era una masa sanguinolenta que logró fotografiar Pepito Fernández Aguayo aunque nunca desveló aquellas placas.

Mientras se lo llevaban a puñados a la enfermería –donde sólo se pudo certificar su muerte irremediable- Blanquet, horrorizado, se cubría la cara con las manos. Dos años antes, el gran banderillero valenciano había sido testigo directo de la muerte de Joselito en Talavera. Como entonces, había olido a cera. La misma cera que olería cuatro años después mientras toreaba en la plaza de la Maestranza a las órdenes de Ignacio Sánchez Mejías. No sabía que estaba venteando su propia muerte, que le sorprendió en el tren aquella misma noche, volviendo de sevilla. Dos semanas después de la cogida y muerte de Granero fallecía Varelito. El ocaso del diestro sevillano –como el del propio matador valenciano- formaba parte del impresionante tributo de sangre que pagó aquella maravillosa generación de toreros que protagonizó la fecunda, dura y luminosa Edad de Plata.

Alfonso Santiago resume en el hoy de Rafael de Paula al jerezano

Alfonso Santiago resume en el hoy de Rafael de Paula al jerezano. Le vi más de 20 tardes. Casi todas de broncas. Algunas le vi a la verónica como se sueña torear.

Le vi el de Benavides. Pero nunca fui de Paula. Tantas veces con la miel en los labios. Hoy le he leído en elmundoes. Ya viejo. Nunca olvidado. Y siento nostalgia de aquellas broncas…

Dice este enigmático e imprescindible TORERO:

«Yo le prometí a mi padre, cuando estaba agonizando, que nunca más iba a tener miedo. Pero tengo miedo. Miedo a la muerte. Soy un cobarde».

Rafael de Paula es un torero legendario con un aura de penumbras fastuosas. Uno de los dos grandes mitos vivos de la tauromaquia.

Alfonso Santiago resume en el hoy de Rafael de Paula.


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