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Los toreros alzan su voz y piden al Estado la protección que se merecen como profesionales y claman » basta de persecución»

Los abajo firmantes, ciudadanos colombianos, profesionales de oficio Toreros, profesión reconocida mediante la Ley 916 de 2004 por medio de la cual se establece el Reglamento Nacional Taurino; ahora adultos, mayores de 60 años, quienes dedicamos toda nuestra vida a ejercer de manera libre la profesión que forma parte de nuestra cultura, arte y tradición la “Tauromaquia”, y quienes formamos parte de la agremiación sindical registrada como “Unión de Toreros de Colombia – UNDETOC”, fundada en 1948, con Personería Jurídica 0112 de 1956 y con NIT: 860.026.529-7, supuestamente amparados por la Constitución Nacional.

El origen de la Tauromaquia se encuentra precisamente en la Prehistoria, cuando llegaba el momento de la caza del “URUS”. Algo que estaría unido a la figura del toro que se representaba en la pintura rupestre, con un significado de valor material y que suponía una representación poética sobre la lucha entre el hombre y la bestia. Sin embargo, la influencia más directa parece venir del Imperio Romano, más concretamente de su circo.

De primeras, no es difícil encontrar parecidos entre una actual Plaza de Toros y el Coliseo Romano: con una planta circular, es un espacio destinado a ver la lucha del hombre contra la bestia. Plazas en donde no sólo muere el Toro; en Colombia por ejemplo uno de los Toreros emblemáticos, PEPE CÁCERES, murió en la Plaza de Toros de Sogamoso y así otros muchos otros a lo largo de su historia en los distintos ruedos del mundo taurino. Esta lucha la hemos entendido muchos jóvenes colombianos, mexicanos, venezolanos, ecuatorianos y peruanos como lo que es, una expresión artística, llena de colorido, sentimiento y valores importantes para una sana convivencia en sociedad. Hoy nos encontramos en el más absoluto desamparo por parte de los entes gubernamentales, pues no reconocen nuestra trayectoria profesional como trabajadores del espectáculo, ni como artistas ni como deportistas de alto rendimiento; por el contrario nos persiguen de manera despiadada cerrando paulatinamente nuestros centros de trabajo (Plazas de Toros) e impidiendo la celebración de grandes Ferias Taurinas en el país con el apoyo soterrado de grupos políticos que nos tienen haciendo el “paseillo” hacia los ancianatos, asilos y muchas veces por el desespero de no poder ayudar a nuestras familias “al suicidio” (caso Andrés de los Ríos en Manizales, Diego Salcedo en Cali), no creemos que ello sea justo. Francia por no decir España, son países que ha entendido y respetado la historia del Espectáculo y se respeta la idiosincrasia de los profesionales y los aficionados, recibiendo dichos profesionales los derechos que la Constitución entrega a todo ciudadano. En Colombia la Tauromaquia ha sido en época de mayor desarrollo (años 50 a los 2.000) parte de una economía importante para varios sectores, entre ellos, los trabajadores del campo que han mantenido viva la raza del Toro Bravo, y otra industria importante, la economía turística que es incalculable. A los años mencionados anteriormente hemos estado vinculados cientos de jóvenes del pueblo, con la ilusión de ser figuras y conseguir apoyar a nuestras familias a salir adelante. Pocos como el Maestro CESAR RINCÓN pudimos mantener un status a través del tiempo.

Muchos de nosotros ya en edad adulta hemos terminado desafortunadamente, lejos de los aplausos y de llenar las Plazas de Aficionados, pero si cercanos a terminar en asilos y los que no en difíciles situaciones de salud, aparte de no poder tener una seguridad social que atienda nuestros últimos días. Por tanto, queremos sentar nuestro reclamo y dejar un precedente, solicitando de manera respetuosa el apoyo de la afición en general, de las organizaciones del mundo taurino y por supuesto del Gobierno Nacional (Ministerio del Trabajo, Ministerio de la Igualdad, Ministerio de Cultura, de la OIT, etc.), exigiendo se nos reconozca la trayectoria y el aporte que a través de nuestra carrera profesional hemos hecho al Arte, la Cultura y a la defensa de nuestras Tradiciones. Con signos de respeto y admiración, Enrique Calvo “El Cali”, Jaime González “El Puno”, Jairo Antonio Castro, Jorge Herrera, Manolo Zúñiga, Pedrín Castañeda, Leónidas Manrique, José Porras Santiago Cortez, Pepe Ruíz, Paco Romero, Héctor Jiménez, Nicolás Nossa, Cristóbal Pardo, Carlos Fuentes, Alberto Ruíz, Fernando Rozo, Alberto Meza, Álvaro Torel, Jaime Rocca, Paco Mena, Emerson Murillo entre otros. A los anteriores “maestros” del arte de Torear se unen una serie importante de novilleros que entregaron su vida y por diversas circunstancias no colmaron sus sueños. Toreros de Plata que se encuentran en la misma situación de los Profesionales de la Fiesta. Son cerca de un centenar que igualmente entregaron a su vida al ARTE DE TOREAR.


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