El campo y el tentadero, refugio en la pandemia. El fino, entipado, serio, castaño, ojalado, bocinero, armado, de manos cortas con el reluciente 535 parece interrogarnos desde Albán donde se encuentra la ganadería de «Las Ventas»: la ausencia de festejos me llevará al matadero sin poderme defender o podré demostrar mi valía en el ruedo en esa épica batalla.
Nadie lo sabe pues el curso del virus no nos da tregua y pocos atinan a decir cuando volveremos a una relativa normalidad.
Siempre bajo la premisa de la defensa de la vida con todas las medidas de bioseguridad para los ciudadanos, se reabran las plazas y la provincia pueda dar los festejos.
La situación para los ganaderos es extremadamente delicada y el Estado debe aportar lo suyo para evitar la tragedia de la extinción del campo bravo.
LOS TENTADEROS
En esta gráfica, Arturo Sierra tienta en Las Ventas.
Es uno de los tres jóvenes colombianos (Felipe Miguel Negret y Santiago Fresneda) que irán a la CART a partir del 15 de marzo (Centro de alto rendimiento taurino en Jalisco patrocinado por Casa Toreros).
El cartagenero tuvo el privilegio de que el maestro César Rincón le «pegara toques»:
«colócate, no le adelantes la muleta, ella tiene su distancia, llévala suave».
Y por arte de vivir lo que el animal cambia, le embistió y el chico aprendió otra lección que de mucho le servirá.
Tener a un pedagogo de estos quilates es un regalo enorme para quien empieza con los naturales fallos y carencias propios de su formación.
El campo nos da respuestas en los silencios, en el sonido de los pájaros, en el lenguaje de los toros (los mugidos) arriba en los riscos de las faldas de la finca, en el viento que mece las muletas y los capotes.
PASA MANUEL LIBARDO
Manuel Libardo está para vestirse de luces. Su toreo se refina, se paladea, se degusta.
Con su padrino de alternativa en Cartagena, un 4 de enero del 2003, el ganadero César Rincón, dialogan sobre el comportamiento de la vaca, a veces utilizan la palabra, escueta, elocuente o el lenguaje de signos.
Sus señales son idénticas y es fácil entenderse: bien Manuel, remata….
El joven Sierra mira de reojo y cuando le toca «repasar» pide permiso para torear de hinojos. «Haz lo que sientas», le dice el maestro bogotano desde la gatera del criador.
Aprieta el frío, la neblina va cubriendo la hermosa plaza de tientas , y al fondo, el valle del Magdalena apenas se intuye, y otra vez el silencio sagrado del campo que solo se rompe para evaluar el tentadero y mirar de soslayo al toro 535 que aun no sabe si lo van a lidiar o al matadero.
La pandemia tiene la palabra.