Cristopher Plummer, («Sonrisas y lágrimas») aficionado a los toros que partió a los 91 años

Cristopher Plummer, («Sonrisas y lágrimas») aficionado a los toros que partió a los 91 años

Esta semana se nos ha ido otro grande del cine que estuvo cercano a la tauromaquia, Cristopher Plummer.

Vivió un par de años en Madrid en la céntrica calle Jorge Juan y recordaba en una entrevista esos tiempos felices en los que aprendió a querer a España y a la tauromaquia.

«Me gustaban los toros», dijo en 2014 en sus recuerdos el genial actor canadiense que murió en los Estados Unidos.

Cristopher Plummer abarca una carrera de 75 años, en las que trabajó en casi 200 películas y series de televisión, además de ser un actor de teatro amante de las obras de Shakespeare.

En la que solo al final logró el reconocimiento de la Academia de Hollywood: su primera candidatura al Oscar la obtuvo en 2010, al encarnar a Tolstói en La última estación, la estatuilla la ganó con 82 años gracias a Beginners y aún fue candidato en una tercera ocasión, con 88 años, por Todo el dinero del mundo, de Ridley Scott, en la que encarnó a John Paul Getty en un papel que había interpretado Kevin Spacey, a quien la productora reemplazó tras las acusaciones a Spacey de acoso sexual.

 Algunas secuencias fueron rodadas de nuevo y en otras insertaron a Plummer digitalmente. 

En 2019 el fallecimiento de su personaje articulaba la acción de Puñales por la espalda, el thriller de Rian Johnson.

Y llegó Sonrisas y lágrimas, en 1965, adaptación del musical de Rodgers y Hammerstein sobre la vida de la familia Von Trapp, con el que Plummer logró la fama.

El canadiense, hombre de teatro, primero rechazó la oferta y después le dolió que doblaran su voz en las canciones. Años después, en el diario The Guardian, confesó que había aceptado “aquel maldito proyecto solo por hacer un musical en el cine”.

Tardó muchos años en aplacar su furia. Al final, en el siglo XXI, recordaba con agrado a Robert Wise, el director, y que el musical supuso el inicio de su larga amistad con su compañera de reparto, Julie Andrews.

Así llegaron algunas de las mejores películas de su carrera: La noche de los generales (1967), La batalla de Inglaterra (1969), La caza real del Sol (1969) —con Robert Shaw como Pizarro y Plummer como Atahualpa—, Culpable sin rostro (1975), El hombre que pudo reinar (1975) —en la que daba vida a Rudyard Kipling—, Ases del cielo (1976) y fue Sherlock Holmes, junto a James Mason como Watson, en Asesinato por decreto (1979).

Ese mismo año apareció en La calle del adiós y sus trabajos fílmicos empezaron a decaer, aunque mantuvo sus apariciones en televisión, como en El pájaro espino, y sus triunfos en el teatro.

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