Decepcionantes Miuras en Zaragoza con un Colombo en sazón que dejó una tarde de firmeza y saldos ganaderos impropios de esa feria

Decepcionantes Miuras en Zaragoza con un Colombo en sazón que dejó una tarde de firmeza y saldos ganaderos impropios de esa feria

 Enel ruedo, un 12 de octubre en La Misericordia se presentó un saldo indefinible de Miura de cuyos cinco animales anunciados de salida terminaron siendo arrastrados solo tres. El 3º y el 5º fueron devueltos por inválidos. Dice Carmelo Moya que el sexto también fue protestadísimo y el presidente Ezquerra solo tuvo dos opciones: mantenerlo en la esperanza de que el toro se aguantara o devolverlo y con ello dar por finalizada la función pues esta empresa tan rumbosa no quiso enchiquerar un tercer sobrero.

La falta de seriedad volvió a ser el plato principal en una tarde muy esperada para los aficionados toristas. Miura para cerrar una feria descafeinada en La Misericordia. El día grande, la goyesca, se convirtió en un desafío ganadero en la que intervinieron cuatro hierros diferentes: Miura, Concha y Sierra, Peñajara y Salvador Gavira. Limpieza de corrales y hasta el año que viene.

De Miura, el toro más interesante fue el primero de Manuel Escribano. Astifino complicado, con casta pero noble en la muleta. El diestro estuvo entregado, pero sus muletazos  no consiguieron conectar con el público. Con su segundo, Escribano tuvo menos suerte. Muletazos meritorios a media altura a un toro que fue a menos. Correcta tanda con la mano izquierda con naturales profundos a un animal que no estaba por la labor de interactuar con el sevillano.

Esaú Fernández volvió a demostrar sus capacidades tan limitadas; sin cruzarse, fuera de sitio y toreando desde Calatayud. Volvió a demostrar que la falta de estética también tiene hueco en el mundo del toreo. Con su primero, de Concha y Sierra, pudo haberle sacado mucho más a un toro que repetía con algo de alegría, aunque le faltaba un poco de casta. 

El destino quiso que el diestro sevillano no le tocara un Miura ante sus ojos. Salió el sobrero, de Salvador Gavira. Un animal soso en la muleta y con falta de fuerza. Trallazos a media altura  y sin ningún temple. «Ni uno has dado», gritó un aficionado.

La alegría de Escribano se reflejó en Colombo. El diestro venezolano comenzó con un amplio repertorio con el capote que abrió el apetito del tendido ante un manso toro de Peñajara. No se acopló y tardó demasiado en acortar la faena.

Un miura de 699 kilos fue el toro más esperado. Al final resultó ser un inválido de manual, tras masacrarlo en el caballo, y Colombo hizo hasta lo imposible sin éxito.

Los miuras tuvieron un comportamiento noblón en el caballo. Empujaron poco con los riñones y salían huyendo del peto. Los aficionados se quedaron sin ver un interesante tercio de varas ante esos bichos.

Escribano y Colombo banderillearon a sus toros.

A pesar de que fue una tarde plomiza y que no cumplió con la expectación de los aficionados, honor y respeto a aquellos toreros que se ponen delante de toros tan complicados.

Ficha de la corrida:

Tres cuartos de plaza

Manuel Escribano (berenjena y azabache): contraria y tres descabellos (ovación) // pinchazo (aviso) y estocada (ovación)

Esaú Fernández: (azul celeste e hilo blanco): desprendida y descabello (ovación con división de opiniones // Media estocada y descabello (ovación con división de opiniones)

J.E Colombo (de rosa palo e hilo negro): estocada (silencio) // baja (división de opiniones)

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