El «Consorcio América» abre hoy en Lima una ilusionante temporada en Acho con el mano a mano Roca – Galdós. Orden de lidia

El «Consorcio América» abre hoy en Lima una ilusionante temporada en Acho con el mano a mano Roca – Galdós. Orden de lidia

El consorcio América integrado por empresarios internacionales encabezados por el dr. Felipe Negret, Juan Carlos Gómez y Roca abre hoy la temporada limeña de 4 festejos con el mano a mano de los dos toreros más importantes, Andrés Roca Rey, primerísima figura y el fino Joaquín Galdós.

Las ganaderías peruanas serán las encargadas de este serial pues el gobierno de ese país alegando problemas fitosanitarios impidió la llegada de toros españoles.

Roca Rey, con 58 festejos lidiados, ocupa el primer puesto del escalafón español de matadores; Castella el segundo, con 51 corridas y De Justo el tercero, con 48. Con la presencia de las figuras, el éxito de Acho 2023 ya solo depende del juego de los toros, siempre imprevisible, que serán de los hierros peruanos de Paiján, San Pedro y Santa Rosa de Lima.

Se espera que los ganaderos Aníbal Vásquez, Orlando Sánchez Paredes y Alfredo Galdós puedan lucirse con la edad reglamentaria y el trapío acorde a la categoría de la primera plaza de América. 

En castellano la palabra acho, o mejor hacho, significa «sitio elevado cerca de la costa, desde donde se descubre bien el mar y en el cual solían hacerse señales con fuego».​ En sus primeros años, la plaza fue llamada indistintamente «del Hacho» o «del Acho». El cerro San Cristóbal, a cuyo pie se levanta esta plaza, sería entonces el Hacho de Lima (compárese con el Hacho de Ceuta).

En 1765, Agustín de Landaburu y Ribera, alcalde de Lima, solicitó permiso para construir lo que llamó «una plaza fija para las corridas de toros» que se llevaría a cabo en Lima durante la celebración del Carnaval en la ciudad. Así, la plaza fue construida en los terrenos del Convento de Madres de Las Nazarenas,​ en un sitio que había sido utilizado para varios edificios de toros temporales desde 1754, y cuyas propiedades pasaron luego al reconocido médico y prócer José Hipólito Unanue y Pavón.

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