El toro al matadero, la otra tragedia de la fiesta

El toro al matadero, la otra tragedia de la fiesta

El toro al matadero, la otra tragedia de la fiesta. La mala nueva la revela a Manolo Molés don Salvador Cebada con esa rigurosidad de una noticia luctuosa:

He mandado al matadero 80 toros que tenía listos para la temporada el 2020.

Noticia desoladora de lo que significa para el campo bravo a uno y otro lado del Atlántico la parálisis de una fiesta que se truncó por la pandemia que nos azota inmisericorde.

La mitad de la camada e Domingo Hernández, igual y uno podría seguir contando historias dolorosas para el campo bravo.

Formó esta ganadería de Cebada Gago en 1935 don Leopoldo Sainz de la Maza y Gutiérrez Solana, Conde de la Maza, con reses de don Juan Belmonte.

En 1938 se la cedió a su hija doña Cristina de la Maza y Falcó. En 1940 se aumentó con un lote de vacas de Gallardo y dos sementales de Juan Belmonte, siendo vendida en 1960 a don José Cebada Gago, y por fallecimiento de éste, en 1964, pasa a anunciarse a nombre de sus herederos.

Se eliminó todo lo procedente de doña Cristina de la Maza y se formó la ganadería con reses de don Carlos Núñez y “Jandilla”.

LA CRISIS ES PROFUNDA: VICTORINO MARTIN

Le pregunta Antonio Lorca al connotado ganadero :

—¿Está diciendo que desaparecerían ganaderías?

—“Por supuesto. De hecho, ya hay ganaderos que están mandando toros y vacas al matadero”.

Victorino Martín cuenta que su camada para este año es de 100 toros, y si no lidia “habrá una parte de esos animales que se perderá, tendría que reducir los gastos de explotación [la plantilla de la empresa la forman 18 personas] y pedir financiación externa; los toros que tienen cinco años no se podrían lidiar el año próximo y habría que buscarles otra salida”.

—¿Se refiere al matadero?

—“Es una de ellas, y, en función del peso, el precio medio de un toro bravo para el matadero es de 700 euros”.

La crianza de un animal para la lidia —el dato lo aporta el ganadero— supera los 5.000 euros a lo largo de su vida; y un toro adulto consume siete kilos de pienso diarios, lo que supone casi tres euros.

“Solo en alimentación”, aclara Victorino Martín, “sin incluir mano de obra ni cuidados sanitarios”.

EL MATADERO, DESTINO FINAL DEL TORO BRAVO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

«Llevamos casi un año sin ingresos de ningún tipo, y esta situación, en ciertos casos, se hará insoportable». expresa condolido Victorino Martin.

«Nosotros llevamos el último trimestre del 2019 y todos estos meses de 2020 sin ingresos, y tenemos que seguir dando de comer a los toros todos los días, además de pagar a los trabajadores a final de mes», reconoce.

«¿Qué industria o actividad es capaz de soportar sin ingresos y con gastos?».

Se pregunta el ganadero, que tenía preparadas para este año unas 16 corridas, o, lo que es lo mismo, un stock de 102 toros, la gran mayoría cinqueños, que todavía siguen en el campo a la espera de acontecimientos.

«Sé que muchos compañeros están tomando ya medidas drásticas y sacrificando animales; pero yo voy a esperar, no quiero volverme loco, pues, insisto, tengo esperanza de que la situación pueda aliviarse durante el verano», remarca.

EL TORO, EL GRAN OLVIDADO

El toro de lidia, a su vez, es una singularísima especie con una amplísima variedad genética, mucho mayor que la del águila imperial (Aquila adalberti) o el lince ibérico (Lynx pardinus)(Mieria Casas-Marce et all. “Patiotemporal dynamis of genetic variation in the Iberian lynx alongs its path to extinction reconstructed with Ancient DNA”, Molecular Biology and Evolution, 2017).

Particularmente, el toro de lidia, es decir, la subespecie Bos primigenius taurus, dentro de la especie Bos primigenius, presenta una variedad genética del 20%, frente al 7% de las razas bovinas europeas o al 5% de las otras razas autóctonas de la península ibérica, como el ganado retinto, la vaca avileña o la morucha (Javier Cañón et all. “Distribución de la variabilidad genética en la raza de lidia”, Archivos de Zootecnia, 2007).

Esa variedad genética es obra de la intervención humana, como resultado de la búsqueda deliberada -a través de la selección de vacas de vientre y sementales- de unos rasgos morfológicos y de unas pautas de comportamiento orientadas a la celebración de espectáculos taurinos.

Paralelamente, el toro de lidia se cría a partir de unos patrones armónicos con el mantenimiento de las dehesas, más que otras razas bovinas destinadas a la producción de carne o de leche.

En efecto, y en primer lugar, las ganaderías de bravo requieren una gran amplitud media por animal para que el toro campee, es decir, para favorecer su movilidad y musculación.

Esto hace que las densidades poblacionales por superficie sean mucho menores, lo que facilita la regeneración de la dehesa.

Fácil para la convivencia

En segundo lugar, las pautas alimenticias del toro de lidia, favorecidas por esa menor densidad poblacional por hectárea, son menos agresivas con las encinas o el matorral y menos proclives a la práctica del ramoneo.

Una vaca retinta, por ejemplo, orientada a la producción de carne, puede alcanzar un tamaño que le permita el ramoneo en grandes encinas, centenarias, a las que puede dañar más fácilmente que los toros de lidia, que normalmente no alcanzan grandes dimensiones.

Y en tercer lugar, el toro de lidia convive mucho más fácilmente con otras especies, tanto animales como vegetales.

Además del cerdo ibérico, que comparte espacios en régimen de ganadería extensiva, son habituales en las dehesas de bravo especies como jabalíes, ciervos o gamos. 

También abunda la avifauna: buitres, águila imperial, águila perdicera, águila culebrera… así como un suelo enriquecido con insectos, hongos y microorganismos. El toro al matadero.

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