El viacrucis de Juan David Manjarrés que tocó el umbral de la muerte y hoy, con los pies en la tierra, sueña con ser un grande en el toreo
Juan David Manjarrés, sin exageraciones, salió del túnel, creyó que se moría, padeció lo indecible, persistió, se tomó los medicamentos, se hizo ver de varios médicos, se sometió a varias endoscopias hasta que al analizar la helicobacter pylori le dio positivo.
Helicobacter Pylori es una bacteria que coloniza el estómago, y es la culpable en un gran porcentaje de las úlceras pépticas.
Alrededor de un 50% de la población mundial lo padece y puede estar subdiagnosticado.
A la fecha no se conoce el mecanismo exacto a través del cual el Helicobacter genera un proceso infeccioso.
Lo que sí se sabe es que esta indeseable y peligrosa bacteria puede transmitirse entre una persona y otra por contacto directo con saliva, vómito o materia fecal.
También el H. Pylori puede transmitirse a través de alimentos o agua contaminada.
Juan David Manjarrés pensó que el tratamiento sería algo sencillo y se encontró con una muralla, pues en 10 días debía ingerir 140 pastillas… Un calvario.
Quien me relata este viacrucis es el joven novillero vallecaucano Juan David Manjarrés, postrado en una cama, noches sin dormir, llorando, pidiéndole a Dios que mejor se acordara de él para que cesara ese sufrimiento.
El Dios en que este aspirante a torero cree le dio el alivio… HACE UNAS HORAS ha vuelto a la vida, ha conciliado el sueño, tiene nuevas ilusiones y prefiere volver a Colombia para pasar una temporada.
Aliviar las angustias, quitarse ese peso de encima, que son los dolores del cuerpo y del alma, reanimarse en este país que le vio nacer y crecer para retornar a España el próximo año y cumplir el sueño que de niño fue amasando como se acarician todos los sueños a esa edad: ser matador de toros, en su caso.
«Retornaré a España y al toreo a lo grande, quiero ir a Las Ventas y decir con capote, muleta y espada quién soy pues tengo mucha fe en mis posibilidades».
Según me han dicho mis mentores aquí, en España, don Luis Alvarez y ese forjador de disciplina el gran Currito Alvarez, modelo de disciplina y saber pues el toreo es arete pero también físico, disciplina, fervor, sacrificio y humildad y esos atributos los atesora este joven novillero colombiano que volvió del frío.