Emilio de Justo, el torero que inspira por su arte puro es hoy mas flamenco que nunca con «Catafalco y oro»
El flamenco y el toreo están ligados por esa espiritualidad de dos artes antiguos, misteriosos, llenos de CADENCIAS, DE RITMOS, DE COMPÁS, DE QUEJÍO, de lamentos, de llanto, de emociones que son ráfagas de viento fresco… Que lo digan Camaron de la Isla, PACO DE LUCÍA, Joselito, Curro Romero, y Emilio de Justo…
Emilio es un torero extremeño a quien vimos en la ignara provincia colombiana hace un par de años mostrar su exquisito arte ante pisanos de ruana y sombrero.
En plazas ignotas cuando la sequia lo azotaba en su natal España y Colombia le brindó el cariño, lo arropó y Francia le dio la grandeza que supo catar España y hoy es una de las presencias invaluables en las plazas.
De manera que un artista como Emilio es capaz de desatar la inspiración de compositores del flamenco que loan ese toreo de honduras del extremeño.
EMILIO INSPIRA… Y LE DEDICAN «CATAFALCO Y ORO«
El guitarrista Javi Santiago con la compañía de «Potito» compuso esta pieza flamenca en honor a nuestro Emilio que por cierto se lleva «a todas partes» a su amigo Guerrita Chico uno de los colegas del torero de Extremadura que siempre creyó en él.
Por eso se le ve en los CALLEJONES COMO GUARDIÁN Y VIGÍA.
Dicha letra de «¡Catafalco y Oro!» va dedicada al torero de Torrejoncillo, reconocido amante del flamenco y enamorado de las melodías más puras de todos los tiempos.
EL DIA QUE TRIUNFÓ CON LOS VICTORINOS EN MADRID ESTABA VESTIDO JUSTAMENTE DE CATAFALCO Y ORO
Fue en mayo de 2019…
Una faena repleta de torería y mucha clase de Emilio de Justo al sexto, premiada con una oreja, fue lo más intenso y verdadero del buen tributo que rindió hoy Victorino Martín a su encaste, «albaserrada», por San Isidro, con una corrida muy interesante y con varios toros más que aptos para el triunfo.
El extremeño fue, sin duda, el que marcó diferencias con ese último toro, uno de los buenos que lidió del afamado hierro de la «A Coronada», y con el que hizo una exhibición de toreo auténtico tanto con el capote como con la muleta.
Las verónicas del recibo todavía duran, igual que de los pases que firmó sobre ambas manos, algunos de ellos sublimes por la cadencia y el relajo que mostró.