Espantosa cogida a Dávila Miura que ha vuelto a nacer en Santander
Ahí va un tío! Sus alumnos deben estar orgullosos del pundonor del maestro. DavilaMiura.( Foto de joserra lozano )
El toro » Medicina», de capa negro con 581 kilos «lo empujó, cayó y le puso el pitón en el vientre.
Celebraba los 25 años de alternativa con El Juli y Roca Rey en el cartel.
Dice Rosario Pérez en ABC :
Perdió pie y fue prendido con suma violencia por el primero de la tarde; regresó a la cara del toro para darle muerte y después de pasear una oreja pasó a la enfermería.
Eduardo Dávila Miura tiene desde hoy nueva fecha de cumpleaños: el 27 de julio de 2022, a las 18.57. Era su reaparición y volvió a nacer. Literalmente. Doblaban ya las campanas de Santander, las de Zahariche, las de la Macarena.
Y El Mundo relata :
Eduardo Dávila Miura volvió a nacer a las 18.57 minutos. Sólo un capote invisible evitó la tragedia cuando perdió pie zancadilleado al vaciar un natural, clavó la rodilla y no se pudo levantar. El toro lo cogió de lleno por el bajo vientre, lo levantó, lo soltó y lo volvió recoger. Como si colgase un fardo. No se sabía ni por dónde viajaban ya los pitones. Si por los intestinos, el cuello, la cara. Cuando las cuadrillas consiguieron quitárselo de encima, quedó en el suelo un hombre desbaratado, aturdido. El rostro bañado en sangre, la taleguilla destrozada, el corbatín fuera de su sitio. Como fuera de sí estaba la gente, aterrorizada. Manos desesperadas escanearon el cuerpo del sevillano que a sus 48 años volvía a ver la luz de la vida. No encontraron el temido boquete mientras el agua bendita lo despejaba por la nuca. Recuperado el aliento perdido y la mirada ida, Dávila Miura agarró la espada y, como si le hubiese estallado una mina bajo los pies, descalzo, hecho jirones el traje, también el ánimo, se dirigió de nuevo al toro, que había sido muy notable. Y lo mató de pinchazo y estocada para celebrar la resurrección con una oreja. La faena se sostuvo en el filo de la dignidad, con el estilo acamperado que siempre lo definió.
Paseada la vuelta al ruedo entre sonrisas, en la enfermería siguieron la exploración y la evaluación de daños. No voy a ser la voz estúpida de la conciencia, pues ya somos todos mayorcitos. Pero hay dos elementos que delatan, antes que el toro, el paso de los años, la inactividad: la taleguilla y la montera. Cuando tras ellas ves al civil, al comentarista, al director de aficionados prácticos, al padre de familia, al hombre amable, bueno, al Teniente Hermano Mayor de la Macarena, y no al torero, aunque sea de una manera puntual, se encienden las alarmas que dicen que ese no es tu sitio. Este miércoles pudimos haber vivido un drama irreparable.