Felipe Negret evoca a Iván Parra en servicio religioso en su honor
Una sencilla, emotiva y concurrida ceremonia religiosa nos permitió despedir a nuestro amigo Iván Parra en la iglesia Sana Clara (media entrada por las rigurosas medidas anti covid).
Ricardo Chaves abrió con el adagio del Concierto de Aranjuez de don Joaquín Rodrigo, un sacerdote del rito oriental desgranó la vida de Iván, y cerró don Felipe Negret quien hizo un paralelismo entre «La gente que me gusta» esa especie de himno de las transmisiones taurinas en Caracol radio que abría las ferias colombianas, y el homenajeado.
Renuevo mi saludo y abrazo mas cariñoso a doña Beatriz, su madre, a Julián, su hermano, a Patricia, su esposa, a Ale, su hija y a Luciana la nieta de sus querencias.
LAS PALABRAS DE DON FELIPE
Me senté a escribir unas palabras de despedida para Iván Parra Díaz, y después de pensar varios minutos me di cuenta que es imposible. Uno de los amigos y de los artistas no se despide. La amistad por Iván perdurará en nuestros corazones.
Allí permanecerá por siempre su hidalguía, su señorío, su don de gentes, su
extensa cultura y su sonrisa cálida y franca.
Y tampoco se les dice adiós a los artistas. Y él lo era.
Iván siempre nos enseñó que la tauromaquia es fuente para diversas expresiones en el mundo del arte.
La pintura, la escultura, la poesía, la dramaturgia, la música han bebido en la fuente del toro bravo como muza de inspiración. Pues eso mismo hizo Iván y con un micrófono en la mano nos regaló el precioso arte de la palabra. Cada descripción que de una faena hacía Iván era una pieza única del manejo del idioma de Cervantes.
El castellano en la voz de Iván sonaba hermoso y universal. Y no soloen materia taurina; para decirle al mundo “Hola Buenos Días” o al invitarnos a “Pase la Tarde” cualquier tema profundo o mundano era la excusa perfecta para que Iván parara, templara y mandará en el difícil arte de comunicar a través de la radio y la televisión.
Como aficionado taurino seguía las transmisiones de Iván. Y debo reconocer que su cultura y su sabiduría me seducían.
El mundo del toro me permitió conocerlo personalmente a finales de 1999, cuando la vida me permitió asumir la gestión de la Plaza de Toros de Santamaría. En la primera entrevista que Iván me hizo me preguntó si alguna vez había imaginado llegar tan alto.
Y parafraseando al ex- presidente Guillermo León Valencia le conteste: No Iván, al contrario, nunca imaginé descender tan bajo, de la 4ª fila del tendido al callejón.
Desde los primeros momentos descubrí que Iván pertenece a “La Gente que me Gusta”, que cuando saluda te aprieta la mano, con fuerza y sin dudas.
Construimos una amistad sin fisura.
Amistad que nunca le impidió criticar la gestión y la labor taurina en Bogotá. Pero lo hizo positivamente, aportando, construyendo, fortaleciendo la fiesta que tanto amó.
Iván Parra como crítico taurino también fue de “La Gente que me gusta”, que cuando te habla te mira a los ojos, te mira de frente, te dice a la cara aquello que siente y nada se calla y no tiene dobleces.
Y así, entre toro y toro, entre faena y faena, entre feria y feria, entre temporada y temporada se fueron sumando momentos tanto inolvidables como entrañables.
Porque para conversar también Iván era de “La Gente que me Gusta”, nos daba las claras del alba, compartiendo madrugadas, palabras, risas y luna. Porque departir con Iván alrededor de una mesa, cualquier vino era un poema, cualquier charla la locura.
Recuerdo, al comentarle la idea de traer a Colombia las obras teatrales de
Salvador Távora “Carmen” y “Don Juan en los Ruedos”, su impulso motivador, su entusiasmo evidente y decidido.
Si, para hablar de ideas nuevas también Iván era de “La Gente que me Gusta”, le encantaba hablar de proyectos, de esos que se lleva el viento y que se olvidan después.
También nos enseñó Iván a enfrentar con dignidad y estoicismo las dificultades que la vida nos plantea paso a paso. Y siempre resaltaba esa energía de lucha permanente para alcanzar las metas por lejanas que ellas parezcan. Iván no fue solo un hombre importante en el mundo del toro.
No, su importancia y su trabajo fueron más allá de las plazas y del campo bravo. Su valor como comunicador social abarcó otros escenarios, otros medios, otras disciplinas en donde la calidad y el triunfo fueron su tarjeta de presentación.
Iván, en la próxima corrida de toros en La Santamaría, que solo se verá el callejón sin tu presencia. Cuando la afición, entonando el himno nacional, desparrame la vista hacia los bajos del tendido de sombra sentirá que allí falta algo, que hay un vacío difícil de llenar.
Al final esa afición mirará hacia el cielo y con la mano en alto gritará un olé en tu memoria.
“La Gente que me Gusta” como Iván Parra Díaz, debería ser eterna como la lluvia y la sed.
Hasta pronto Iván.