Roca se queda a las puertas del triunfo en Madrid

Roca se queda a las puertas del triunfo en Madrid

Roca Rey ha protagonizado lo más destacado de la tarde de este miércoles en la Plaza de Toros de Las Ventas. Quinta cita de ‘No hay billetes’ del ciclo en un cartel de máxima expectación junto a Diego Urdiales y Ginés Marín y toros de Fuente Ymbro. 

El peruano, que ya había escuchado ovación con el primero de su lote, se adueñó de la tarde con la faena al quinto. Costó encontrar los terrenos para iniciar la faena, pero cuando lo logró encadenó tandas poderosas de derechazos, con mano baja. En la tercera tanda el toro terminó por irse a tablas, y ahí Roca ligó al natural. Los cambiados por la espalda al final de las últimas series o las ajustadas bernadinas de cierre hicieron vibrar al coso venteño. Los dos pinchazos dejaron su premio en saludos desde el tercio.

Silenciado en su lote sin opción de triunfo Ginés Marín, que regresaba a Las Ventas diez después de su grave cornada. Tampoco fue la tarde para Diego Urdiales, que afrontará el viernes su segunda comparecencia en el ciclo. 

ESPECTADORES: 22.964



Miércoles, 25 de mayo: Diego Urdiales, Roca Rey y Ginés Marín (Fuente Ymbro)

GANADERIA DE FUENTE YMBRO

ENCASTE

El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes. Domecq y Núñez de Villavicencio debutó con una novillada en 1931 en la plaza de Cádiz. La primera ocasión que lidia en Las Ventas fue precisamente en la corrida de inauguración. Pero la historia de este encaste circula por buen camino desde el principio, Juan Pedro hace caso de las recomendaciones que Ramón Mora Figueroa le dio con buen tino, por lo que adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales: Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero y dos puntas de vacas entre 1930 y 1931. Tras el fallecimiento en 1937 de Juan Pedro Domecq se encarga de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez. Tanto sus compañeros ganaderos como analistas y toreros han declarado que creó un encaste propio, depurando y mejorando el concepto bravura. Dio paso a una nueva definición de bravura, desde que sale el toro de toriles hasta que muere, lo que él denominó “bravura integral”. Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras son buenas, tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y la papada no es muy desarrollada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños, tostados; los jaboneros y ensabanados aparecen por la influencia de la casta Vazqueña, algo que en el último lustro podemos ver con más asiduidad. Entre las particularidades complementarias está el listón, chorreado, jirón, salpicado, burraco, gargantillo, ojo de perdiz, bociblanco y albardado, entre otros. En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando con alegría y fijeza en los trastos de torear. Dado que el legado de Juan Pedro Domecq y Díez terminó en 1975, algunos de los ganaderos que le compraron ganado han conseguido desarrollar un tipo de toro con características físicas y de comportamiento diferentes según la personalidad de cada criador.

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