Guillermo Alban,dos orejas en Ambato

Guillermo Alban,dos orejas en Ambato

El guayaquileño Guillermo Albán con 23 años de alternativa triunfó ( oreja y oreja ) este domingo en la feria de Ambato compartiendo cartel con su padrino de alternatriva en 1999, Finto de Córdoba que saludó desde el tercio y Emilio de Justo ovacionado con una dispar corrida de tres hierros Mirafuente , Peñas Blancas y Vistahermosa de la que se esperaba mucho más en conjunto aunque sobresalió un toro, el quinto al que se le dio la vuelta al ruedo.

El festejo ambateño se dio con casi lleno en los tendidos, tarde lluviosa y fria.

Finito con su primero, un noble castaño al que le faltó ese aire de casta tan imprescindible para redondear la emoción y eso que el torero dejó gotas de su concepción de pureza del toreo que siempre es de agradecer.Falló con la espada. Su segundo, un toro paradote que buscaba desesperadamente por su mansedumbre el abrigo de las tablas, al que se le ponía la muleta y huía de su sombra. Laborioso , pertinaz, buscando agua en pozo seco, El Fino no pudo superar la falta de bravura y casta del toro de capa negro con 455 kilos de Vistahermosa..Sonaron dos avisos.

Albán estuvo ganoso, entusiasmó a la parroquia, toreó a placer a sus dos ejemplares, se le vio contento y ejecutó por cierto unas cacerinas en su segundo para llevar al toro al caballo que indudablemente nos recordó a nuestro Pepe Cáceres. Toreó de rodillas ejemplarmente, no faltaron las manoletinas y el toreo de fondo por ambos pitones. Una y una para salir en hombros. Disposición ? toda, mucha voluntad y toreo ejemplar en un veterano maestro que escuchó ese grupo del tendido de Ecuador, Ecuador, torero, torero.

Emilio de Justo fue ovacionado. Su toreo con el capote fue modélico del bien hacer en esas verónicas y las medias de sabor añejo. A uno de sus toros que no embestía por el izquierdo con base en la paciencia le dio dos tandas que se las inventó él. Ya con un pie en el domingo de ramos en MADRID EN SOLITARIO CON SEIS HIERROS, Emilio anda por los andes americanos desgranando ese toreo de cercanías que tanto se aprecia. Pero eso sí fino no estuvo con los aceros y apenas mereció el reconocimiento de los ateridos aficionados mientras caía la pertinaz llovizna

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