Ha muerto » el cura» torero de Coria
Murió a los 43 años un párroco singular, amante de la tauromaquia , a quien no le importaba torear en el campo con sotana pero que no pudo cumplir el sueño de torear un festival.
Su cuerpo fue encontrado sin vida en su casa de habitación tras la sorpresa de los feligreses de que no acudió a su cita dominical en la parroquia.
Los compañeros de la Cope relataron así la vida y milagros de este simpático » cura » que ha partido a la casa del señor.
Luis Fernando Valiente (Coria, 1978) es el párroco de los municipios cacereños de Aliseda y Herreruela un cura “torero” al que no le importa enfrentarse vestido de sotana a un añojo y en cuya primera vez con la muleta la vaquilla le cogió cuatro veces.
Junto con una treintena de alumnos, Luis Fernando participó hace unos días en una clase de toreo práctico en la ganadería de Partido de Resina (antes Pablo Romero), cercana a pocos minutos de la ermita de la Virgen del Rocío.
Se trababa de un curso de Aficionados Prácticos Taurinos organizado por el torero Eduardo Dávila Miura, con la participación de madrileños, andaluces, catalanes, navarros, gallegos, vascos y este sacerdote extremeño de 42 años y con sotana desde unos cuatro años después de ser ordenado en 2003.
“Uno compagina su sacerdocio con sus aficiones, a unos les gusta la fotografía, el pádel, a otros a correr o escribir, mis compañeros comprenden que yo soy de Coria, les habrá chocado un poquitín, pero comparten que la Iglesia debe estar en ambientes diversos dando una palabra, los del mundo del toreo también son hijos de Dios”, expone Luis Fernando en una entrevista a COPE.
Para él su paso por Doñana significó salir tras el confinamiento y vivir algo “tan nuestro” y rezar a la Virgen por el fin de la pandemia, “que ella nos cuide y como siempre interceda por nosotros”.
Es posible que para ser sacerdote, como para ser cristiano, sea necesario tener algo de marinero, bombero y torero a la vez. Luis Fernando Valiente es seguro que cumple con una de estas disposiciones. De hecho salió a hombros del ruedo.
La explicación viene de los tres enemigos del alma (el mundo, la carne y el demonio), pues estos se combaten, con la gracia divina, ya sea surcando contracorriente las olas del pensamiento mundano, apagando los fuegos de la carne o lidiando con el padre de la mentira, también conocido como Satanás.
Y es que “lidiar” se considera burlar al toro esquivando sus acometidas según las reglas de la tauromaquia hasta darle muerte, según la primera acepción del diccionario de la RAE, que incluye una segunda relacionada con “batallar” o, dicho de otro modo, “combatir”, que es lo propio del cristiano, y así también del sacerdote.
Todo le viene a Luis Fernando de su localidad natal, Coria, una ciudad pegada al río Alagón donde la afición por los toros se ve cada año en los encierros populares de los “Sanjuanes”.
“Me aficioné a todo ese ambiente de correr los toros en los Sanjuanes. La belleza de los animales, de la fiesta de todos, de la alegría que había y de las peculiaridades también por todo lo que pasaba ahí, era una explosión de gozo y de luz para un niño pequeño”, expone el párroco actual de Aliseda.
Este año debido al coronavirus los caurienses no pudieron disfrutar de su fiesta tradicional, en la que cientos de ellos se echan a las calles próximas a la Catedral corriendo delante del toro en una de las “fiestas populares más importantes de Extremadura”, según su paisano.
Este curso práctico de toreo era para Luis Fernando la tercera vez que cogía el capote, la primera, cerca de Herreruela, en un tentadero con los alumnos del maestro Luis Reina de la Escuela Taurina de Badajoz, donde le cogió la vaca cuatro veces.
“Quiero hacerlo con lo que soy, sacerdote, por eso visto de sotana. Estoy acostumbrado a moverme con ella, los volúmenes son distintos, y creo que toreo mejor con la sotana puesta”, bromea.
Y es que para Luis Fernando, la convivencia entre los sacerdotes y el mundo del toro se vive con “ilusión”, pues “les da confianza” a los toreros saber que cuentan con el clero, a los que, a su juicio, “a la persona” tratan muy bien