Hace 7 años partió don Gabriel García Márquez tan cercano a la tauromaquia

Hace 7 años partió don Gabriel García Márquez tan cercano a la tauromaquia

Gabriel García Márquez. (6 de marzo de 1927, Aracataca, 17 de abril de 2014, México D.F.). Escritor y periodista colombiano.

Don Gabriel es un mundo y resumirlo es empresa inoficiosa y pretenciosa pues es vasta su vida, su obra, su legado.

Sin duda pasa a la historia de las grandes novelas con El Quijote, Guerra y Paz, Los Miserables, Madame Bovary y unas cuantas mas, Cien Años de Soledad. Eso sólo, justifica el Nobel, su grandeza como narrador,.

Como lo muestra la foto que abre esta nota, en un evento promovido por el CPB en Bogotá , el maestro asistió a un festival con ejemplares de Ernesto Gutiérrez, amigo del creador de Macondo y actuaron entre otros Leonidas Manrique con quien aparece dando una vuelta al ruedo en La Santamaría.

Estuvo también en Las Ventas y Joselito Arroyo le brindó un toro.

Su presencia en plazas de toros de diferentes latitudes fue siempre un gran honor y, si se le quiere entender así, un elemento de defensa para nuestra amada Fiesta, ya que tumba de «golpe y porrazo» aquella falacia tan repetida hasta nuestros días por los grupos antitaurinos, sobre que el toreo no es arte y le gusta a los ignorantes.

En la profundidad de su pensamiento, el Premio Nobel de Literatura en 1982 contaba con la sensibilidad de entender y apreciar el toreo… sensibilidad, un término clave para poder darle entidad a lo que sucede en una plaza de toros. Y nadie podría decir que García Márquez era ignorante, verdad de Dios que no.

Y en esta tesitura, recuerdo un soneto de Joaquín Sabina, titulado «Por si no lo sabían», en el que menciona una larga lista de artistas o intelectuales que han sido aficionados a la Fiesta. Entre los más destacados menciona a Francisco de Goya, Picasso, Ernst Hemingway, García Lorca, Ortega y Gasset… y por supuesto, Gabriel García Márquez.

La Fiesta es un espectáculo culto y abierto para todos. Así como los intelectuales o personajes importantes han encontrado gusto y regusto, también el toreo es parte fundamental de las tradiciones de nuestros pueblos y al que históricamente acude el rico y el pobre, el alto y el bajo.

Quizá la última vez que Gabriel García Márquez acudió a una plaza de toros fue el pasado mes de febrero, a «Provincia Juriquilla», Querétaro, en el mano a mano entre El Juli y Joselito Adame. Una tarde de toros, de tantas a las que acudió este genio de nuestros tiempos.

De todo lo que se ha recordado sobre García Márquez (desde sus inicios como periodista y hasta  la cumbre del Premio Nobel, pasando por su obra «Cien Años de Soledad», que de alguna forma le abrió las puertas y fue un parteaguas en su vida literaria), en este espacio hemos querido reconocerle como ese destacado aficionado a la Fiesta que siempre fue, resume un comentario de » Los sabios del toreo»..

Nace y pasa sus primeros años en una zona caribeña del norte de Colombia, que le marca especialmente por su contraste con Bogotá y otras zonas del país en las que vive más tarde. En 1947 empieza a estudiar Derecho, carrera que abandona para dedicarse al periodismo. Sus primeros artículos se publican en El Espectador y en El Heraldo y pasa a integrar el conocido como “Grupo de Barranquilla”, de cuya mano conoce la obra de los autores que más adelante le influenciarán: Faulkner, Virginia Woolf, Hemingway y Kafka, entre otros.

Su primera obra, La hojarasca, se publica en 1955. En esa misma fecha viaja a Europa por primera vez y se queda allí cuatro años, viviendo en Ginebra, Roma y París. Durante su estancia en Francia, donde atraviesa dificultades económicas, escribe El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora (publicadas en 1961 y 1962, respectivamente).

Regresa a América en 1958 y se instala temporalmente en Venezuela, donde compagina una intensa actividad periodística con la escritura de los relatos de Los funerales de la Mamá Grande (1962). Tras pasar unos meses en Cuba, donde acaba de triunfar la revolución, y vivir un tiempo en Nueva York como corresponsal, decide establecerse en México. Allí trabaja en publicidad y escribe su primer guión para el cine, El gallo de oro, en colaboración con Carlos Fuentes.

Unos años después, en 1967, publica la que pronto se convierte en su obra más conocida, y a cuya escritura dedica más de un año de intenso trabajo: Cien años de soledad. El éxito es inmediato, agotándose la primera edición en apenas unos días, y para alejarse de la fama decide ir a Barcelona, donde vive de 1968 a 1974. Allí escribe El otoño del patriarca (publicado en 1975) y cuentos como Isabel viendo llover en Macondo (1968) o Relato de un náufrago (1970).

En los años sucesivos alterna su residencia entre México, Cartagena de Indias, La Habana y París. En 1982 recibe el Premio Nobel de Literatura y más adelante escribe El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989) y Doce cuentos peregrinos (1992). En ese tiempo participa también en la fundación de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba), donde dirige anualmente un taller de guión.

Tras obras como Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1996) publica en 2002 Vivir para contarla, donde narra aspectos biográficos de su infancia y juventud. Sus últimas obras publicadas son Memoria de mis putas tristes (2004) y Yo no vengo a decir un discurso (2010).

Muere en México D.F. el 17 de abril de 2014. Los herederos de Gabriel García Márquez depositaron el 24 de febrero de 2015 en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado del escritor in memoriam.

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