La teoría del Zancudo y los huevos

La teoría del Zancudo y los huevos

La teoría del Zancudo y los huevos. La industria animalista que mueve millones de dólares para financiar campañas como la del zancudo y los huevos ha llegado a extremos de lo insólito con afirmaciones como la de que matar un zancudo es como matar una vaca o un humano.

La Industria Animalista no solo quiere acabar con nuestra cultura, también con la avicultura, la ganadería… El animalismo supone acabar con el mundo rural y la naturaleza.

La campaña «anima a los usuarios a ponerse en la piel de una gallina y expresar en un folio, por escrito o con imágenes, lo que significa para ellos vivir encerrado»

Observen las tres imágenes y saquen señores (as) lectores (as) sus conclusiones.

EL INTENTO PROHIBICIONISTA DE 1813 Y LA RESPUESTA DEL DIPUTADO CAPMANY QUE TIENE HOY VIGENCIA

Hubo un intento de prohibición de las corridas en 1813 y el diputado Antonio Capmany responía así :

«Lo que atrae principalmente a los espectadores es el bullicio del concurso, el jolgorio de la gente y la grandeza del espectáculo, que ciertamente lo es, pues, fuera de los de la antigüedad, no hay en los tiempos y pueblos modernos una reunión más vistosa, más alegre y popular que se puede llamar nacional, donde se respira el aire libre debajo de la gran bóveda del cielo».

El diputado catalán agregaba entonces :

 «Cada nación tiene sus diversiones adaptadas al clima, a las costumbres del pueblo y al género de las producciones naturales del país.

Los ingleses corren caballos desbocados, los septentrionales corren patines sobre hielo, los napolitanos asaltan cucañas, en otras ciudades se celebran naumaquias: funciones públicas llenas de peligros y siempre señaladas con algún fin desastrado… El pueblo español merecería el nombre de bárbaro si bajase a la arena a arrostrar las fieras.

Este arrojo lo reserva a ciertos hombres que lo abrazan como profesión. Los españoles son aficionados a este espectáculo, no porque no conozcan los riesgos a que se exponen los lidiadores, sino porque están acostumbrados a verlos vencer y aun burlarse de ellos; pues la inquietud y zozobra del espectador descansa en la destreza, convertida en arte, de estos lidiadores de oficio.

Si cada corrida ofreciera heridas o muertes de toreros, ni el gobierno las hubiera permitido de dos siglos a esta parte ni el público concurriría, ni pagando, ni pagado».

Por todo ello, concluía:

«… Si en vez de salir toreros de oficio, se presentaran hombres inexpertos, o reos condenados a luchar con fieras, no asistiría a presenciar la muerte entonces infalible de aquellas víctimas.

Tras el alegato del diputado catalán se aprobó la celebración de las corridas de toros solicitadas por el gobierno, quedando sin efecto la propuesta del obispo Simón López.

Poco después falleció Capmany que, tras ser honrado por sus compañeros diputados y por el pueblo de Cádiz, fue enterrado bajo la siguiente lápida: «Aquí yace el filólogo D. Antonio Capmany y Montpalau, diputado por Cataluña en las Cortes Generales y Extraordinarias.

Sus obras literarias y sus esfuerzos por la independencia y gloria de la Nación perpetuarán su memoria».

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