«Legionario», de Juan Bernardo, toro de época, con Bolívar «en olor de santidad taurina». Manizales, en trance con ese apoteósico quinto
fotos por Farley Betancourt Henao
Sobre las 6 de la tarde , con una luna llena que bañaba ese cielo azul solo posible en Manizales, Luis Bolívar encendió las pasiones con un toreo hondo, desgarrado, emotivo, furioso, arrebatado ,de aromas mestizos en tandas conjuntadas con un toro bravo, de embestidas templadas y humilladas, que arañaba con los pitones la arena de la plaza.
El toreo es de instantes, de momentos únicos , a veces efímeros y por esa contradicción, eternos como eternos fueron esos muletazos de una tanda maravillosa por la pitón izquierdo.
Bolívar citaba de lejos, a la media distancia, con suavidad de terciopelo . Vinieron más naturales, acompañando , qué digo con el cuerpo, con el corazón las enclasadas embestidas de «Legionario». Y en esa embriaguez de toreo, tras el «Gato Montés» irrumpe el «Feria de Manizales » que es el honor del palco al toreo de dimensiones grandiosas de un torero y la plaza se levanta, y vienen los olés mas profundos.
He visto muchos toros buenos de Juanbernardo pero el 179 con 488 kilos es superior. El milagro, la fantasía se han enseñoreado de la tarde y cae el pañuelo, el indulto está en marcha y alguien me podrá decir que al final el toro se fue a los adentros pero cómo embistió , con que celo, con que emotividad fue al caballo. Eso denota casta, fondo , bravura no exenta de nobleza. Misterio de la crianza del toro allá a las puertas de Chingaza a donde volverá tras las curaciones de rigor porque el toreo es el único ritual que nos lega el mediterráneo donde nos importa la vida cuando el toro ha demostrado en esa batalla épica que merece vivir.
Había brindado a Marco Pérez a quien un funcionario de poca monta del ministerio del trabajo le impide torear alegando el rábula parágrafos e incisos mentirosos . Ferrer y Bolívar le brindaron cada uno un toro al salmantino que ya salió por la puerta del príncipe de Sevilla y este miércoles dejó su vestido de luces que ya estrenará en algún país americano o en Europa.
El primero de Bolívar. Lo recibió con dos largas cambiadas. El toro de capa salpicado va con temple al caballo que monta Arandia.
Dos cambios de rodillas. Le falta celo, sale suelto el noblón «Navegante». Intenta dos naturales, y el toro se va, huye.
Estocada efectiva y oreja.
ANTONIO FERRERA
Ha estado barroco » con sus cosas » en el segundo ( entra caminando para la suerte suprema en dos ocasiones, por ejemplo).
Pero en el primero surge el torero profundo. Toro bien criado. Deja en los medios al toro para que vaya al caballo y no permite que estén en el ruedo ni banderilleros ni el llamado picador que guarda la puerta. Hay orden en la lidia.
El toro tiene fijeza y nobleza pero tardea ; surge el Ferrera técnico, macizo, virtuoso, le llega a la cara, tira de él y va conjuntando muletazos de mucha calidad. Por momentos hay carencia de emotividad pero Ferrera le busca las vueltas y va armando una faena sólida,
acompaña la embestida con el cuerpo. Una faena limpia, tersa, con despaciosidad. Es la grandeza de lo bien hecho Se ha jugado la vida a cabalidad, con sentido. Nos ha dado una gran lección.
JOSE ARCILA
Corta la oreja de su primero y palmas con el deslucido jabonero del cierre.
Ese primero galopa , es pronto y sus embestidas son nobles y mete la cara. y con el pitón izquierdo hace el avión, planea.
Tiene gusto el manizaleño y eso se nota.
Tras la suerte suprema, una oreja.
Una loa a Ricardo Santana, a Jaime Devia y a Carlos Rodríguez. Volvieron a estar formidables con los palos y con el capote.
Salimos con la emoción en el cuerpo, nos duele no haber visto vestido de luces a Marco pero contemplar a esa plaza casi llena emocionarse en tarde de tantos aciertos, es la mejor recompensa.
Y la luna ahí en el cielo límpido de Manizales que un día el poeta Guillermo González Ospina vio como «Malba» al crear su ya mítico pasodoble » Feria de Manizales» con música del valenciano Juan Mari Asins… Ay , Manizales de Malva. Cómo te queremos, digo.
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