Luis del Val desgrana el toreo como buen comunicador
Luis del Val es un maestro de la radio, así como excelente escritor y periodista. Ha trabajado con los grandes maestros del medio radiofónico.
Actualmente realiza un comentario diario en el programa “Herrera en Cope”, y publica un artículo semanal en ABC. En esta entrevistas Luis del Val, nos desvela algunas claves de su pasión taurina, pues es un gran aficionado.
José R. Palomar
- ¿De cuándo data su afición a los toros?
- Siendo niño y luego adolescente, me acercaba a las fiestas patronales de Ateca, a 14km. de donde vivía, bajo la frivolidad y el divertimento. Empecé contemplando los toros desde la distancia, y me fui
- acercando al espectáculo a través de la literatura. He sido aficionado con vocación tardía.
Cuando ya me dedicaba al periodismo, siendo redactor jefe de deportes en una revista, teníamos una contraportada dedicada a los toros.
Escribí sobre Fermín Murillo, con quien trabé una buena amistad, quien a su vez me transmitió el legado de Nicanor Villalta.
-Tendrá pues, sus escritores predilectos que tratan lo taurino…
-Sin ir más lejos: Lorca, Borges, y sobre todo Hemingway, del que recuerdo esta hermosa metáfora: “El cielo era la plaza de Pamplona, donde había una corrida de toros.
Yo estaba en el anillo del coso, y por delante de la barrera, había un río truchero y pescaban truchas”. Más cercano en el
tiempo, he disfrutado de los artículos de Pérez Reverte defendiendo la Fiesta. Y no olvidemos al recién galardonado con el Premio Cervantes
2020 de Literatura: Francisco Brines.
-Muchos auguran la desaparición de la Fiesta.
- Yo creo que, más que por la campaña en contra de Unidas-Podemos y demás partidos, la hacen peligrar el descenso acusado de espectadores, y que cada vez asistan menos jóvenes a los festejos.
- En un año tan difícil- por la pandemia- hemos tenido la Gira de la Reconstrucción
¿Le parece una buena iniciativa?
- Excelente, porque de no ser por ella estaríamos- quizá- asistiendo a las exequias de la Fiesta. Y por cierto, quiero resaltar el esmero que se ha
- tenido en la presentación de las reses.
- -¿Ha tenido la oportunidad- y voluntad- de ponerse delante de una becerra en el campo, o en un tentadero?
- -¡Jamás!. Fui una vez con Manolo Molés a ver desde el callejón una desencajonada en Valencia. Y tras contemplar de cerca a un toro que levanta la testuz, te mira, y luego la emprende contra las tablas, ¡se te quitan todas las ganas! (ja, ja, ja)
-¿Tiene predilección por alguna plaza?
- Sin duda la Maestranza de Sevilla. Cada vez, por el contrario, me gusta menos ir a las Ventas, por ese público gritón e inoportuno, carente de
respeto que no guarda silencio en las faenas, y a veces ni tan siquiera en el último tercio. Antiguamente ir a las Ventas representaba “un cierto estatus”, mientras que hoy la asistencia a la plaza requiere de muchas propaganda. - -Y “su plaza” de Zaragoza…
- ¡La conozco bien claro!, es mi tierra. Cuando era delegado en Aragón del diario Pueblo tuve que cubrir, entre otras vicisitudes, graves orna-
- das que se dieron en el coso de la Misericordia.
Al ser una feria de final de temporada, puede que los toreros tengan un cierto relajamiento, piensen en la campaña de América, y llegan
esas cornadas tremendas vividas ahí.
- ¿Prefiere los toreros de arte, o los que atesoran valor?
- No soy nostálgico, ni mitificador. Admiro a los diestros
valientes que saben dominar un toro, antes que a las figuras consagradas que aprovechan una res de carril. Y me fijo mucho en el tercio de
varas (tan apreciado en Francia) mientras que en nuestro país, es muchas veces objeto de protesta.
-Me han dicho que sigue las corridas televisadas. ¿Tiene alguna crítica que hacer a las retransmisiones de Canal Toros Movistar?
-Sí: en primer lugar que no se empecinen en las repeticiones, porque te rompen “el tempo”. Y luego, que no se obsesionen con el entretenimiento (como si fuéramos tontos), contando anécdotas de cuando hicieron la primera comunión, etcétera. Y finalmente, que sean más espartanos en el comentario.
- ¿Es lector asiduo de algún crítico taurino?
- En general, leo los cronistas del ABC. Me gustaba mucho Joaquín Vidal, persona maravillosa y amigo, que introdujo el sentido del humor en las crónicas. También leo con atención lo que escriben los buenos cronistas del Sur (sin citar nombres), porque tienen sentimiento literario, y les aflora la metáfora. Es como si tuvieran la pluma en un invernadero, donde es fácil que germine la flor. No he seguido tanto a los de radio, aunque fui compañero de Molés en Pueblo, y me gusta el programa de Sixto Naranjo en la Cope. De todas formas, yo asocio más lo taurino a lo audiovisual.
- ¿Está debidamente tratada la Fiesta en la prensa escrita?
-No, pero no sólo los toros, sino la cultura en general, que actualmente es “la María de las secciones”. Ahora se les da muy poco espacio, y es más fácil que entren en la sección de sucesos (por una cornada) que en la estricta crónica taurina…
- Y no olvide a los antitaurinos…
- Sus argumentos provienen de la inmensa osadía, que nacen de la supina ignorancia. Si me dieran a elegir entre ser un pollo o ser un toro, elegiría sin duda al toro. Es un animal cuidado al máximo durante cuatro o cinco años, que no es nada al lado de esos 15 o 20 minutos en la plaza. No niego que experimenten dolor, pero no
- tiene nada que ver con el dolor físico de los humanos, que lo etroracionalizan, añadiendo el componente psíquico.
- Hace unos meses, se especuló con el “antitaurinismo” de Goya, a raíz de las declaraciones de un cuidador del Museo del Prado…
- Lo niego: Goya era un liberal y eso le ocasionó problemas. Además, uno no pinta lo que odia.
- ¿Alguna faena ha quedado grabada en su retina?
- Más que una faena, creo que el momento más sublime es cuando el tiempo se detiene, y el toreo parece una reproducción a cámara lenta.
- Destacan de usted la elegancia, su pajarita…
¿Es esa virtud consustancial a los toreros?- Sin duda. Nunca he visto a un torero con chanclas…Y en el trato con ellos, a través de las entrevistas, me he dado cuenta de la profundidad
de sus palabras. Provienen de la superstición (cosa lógica) y de su visión de la vida, con la presencia constante de la muerte.
Luis del Val ha desarrollado una prolífica carrera en el campo de la
literatura, el periodismo y la radio.
Ha escrito libros como “La transición perpetua” y Mi querida España (ambos del 2015).
Recibió el premio Ateneo de Sevilla por su obra “Las amigas imperfectas”.
Escribió en Pueblo, Diario 16, Interviú, Tiempo, y actualmente ABC.
En el medio radiofónico, su voz ha sonado en las ondas de Radiocadena
Española (de la que fue director), la cadena SER y Cope (en la actualidad).
Tiene en su haber dos premios Ondas, el segundo por su “Carta abierta”
del espacio “Hoy por hoy”.
“A las retransmisiones taurinas les pediría eliminar las repeticiones, y un sentido más espartano del comentario”.