Mondoñedo, reservorio de grandeza, dice Hernán Arciniegas en homenaje de la Barra5 a la más antigua divisa de bravo de Colombia
Cien años atrás, un caballero llamado Don Ignacio Sanz de Santamaría, contagiado por ese hermoso bichito de afición a la fiesta brava, decide crear una ganadería de reses bravas a la que inicialmente bautizo con el nombre de Sanz de Santamaría. A mediados de 1920, Don Ignacio, quien se encontraba en Europa cumpliendo con una misión diplomática, sufrió una grave enfermedad y se fue a pasar su convalecencia en un pequeño pueblo situado en España en la comunidad autónoma de Galicia llamado Mondoñedo; allí los Mindonienses se esmeraron en cuidar y brindar afecto al hombre enfermo por lo que el futuro ganadero, en agradecimiento a estas gentes humildes pero extremadamente bondadosas, decidió que su ganadería llevara el nombre de Mondoñedo, palabra que procede del termino preindeuropeo MUND que significa “monte”, más la forma celta ONNA que significa “fuente” o “rio”.
Así nació un hierro que ha pasado por diferentes etapas a lo largo de este siglo que es la razón por la cual nos encontramos reunidos hoy con el ánimo de destacar también la labor desarrollada por el nieto del ilustre fundador de la ganadería, su nombre es Don Fermín Sanz de Santamaría y la afición tuvo la suerte de que el abuelo le transmitiera el bichito que lo ataco sin compasión hasta el punto de liderar la construcción de la también bella y señorial Plaza de Toros de Manizales; dirigir la ganadería de Mondoñedo por muchos anos consolidando el encaste Contreras; colaborar en el desarrollo de varias ganaderías de lidia a lo largo y ancho de nuestro territorio; fundar la Asociación de Ganaderos de Lidia y como si todo esto fuera poco, en sus ratos libres disfrutaba jugando polo, tenis o squash o leyendo un buen libro. Pero Don Fermín, como le decíamos con mucho respeto y aprecio, además de ser un excelente aficionado a la fiesta brava, era una mejor persona, siempre tuvo una frase amable, aun en momentos en los que los Mondoñedo no colmaban sus expectativas, fue un grande que siempre se preocupó porque sus toros embistieran en bravo; así vivió y gozo su vida, cosechando triunfos en diferentes plazas colombianas y extranjeras hasta aquel 18 de octubre de 2016 cuando hizo el paseíllo, desmonterado, en el albero celestial dejando un gran vacío en su familia tanto de sangre como taurina.
Desde ese santo palco continúa guiando a la persona que actualmente y desde hace varios años cuando se sentaba al lado de Don Fermín a dirigir las tientas, está encargado de seguir cumpliendo con el sueño del abuelo de criar toros bravos con trapío y que transmitan emoción y porque no decirlo, peligro. Ese hombre es Don Gonzalo Sanz de Santamaría quien también desde muy joven se contagió con la afición por el toro bravo y que al igual que su padre y abuelo, es un caballero a carta cabal además de ser un profundo conocedor del toro bravo, siempre está atento al comportamiento de sus ejemplares para mejorar lo bueno y corregir lo no tan bueno. Don Gonzalo es un acérrimo defensor de la fiesta brava; el creo la Corporación Libertad Cultural y es su presidente habiendo logrado con su equipo de trabajo frenar varios proyectos de ley en contra de la tauromaquia. Por esa grata familiaridad que le brinda a los aficionados y con el mismo respeto que le profesábamos a Don Fermín, le decimos Gonzalo, con aprecio. A Gonzalo lo vemos bien sea en La Holanda o en Puente Piedra, Manizales, Bogotá, Cali o donde lidie Mondoñedo, acompañado de Cayetano, Gregorio, Paloma o Cristóbal pues en alguno de ellos, o quizás en todos ellos, tenemos el futuro de esta gran ganadería, por supuesto que también contamos con la complacencia y apoyo de Doña Virginia para esta difícil labor que en algún momento los chavales asumirán.
La trayectoria de los Mondoñedo es demasiado extensa para el poco tiempo que tengo para hablar de tantos toros que han dejado en alto el nombre de su dehesa, solo voy a mencionar algunos de ellos y comienzo con Liguero; Civilero; Canastillo y Malavista, el cuarteto que Don Ignacio trajo a Colombia para cruzarlos con las vacas cuneras y llaneras; Rosquetero, al que Manolete en una tarde memorable le corto las dos orejas. Avanzando en el tiempo, llegamos a algunos que han sido merecedores, por su trapío y destacado comportamiento, del Trofeo Barra Cinco al mejor toro de lidia ordinaria, temporada 1992-1993 Morito, número 115 con 514 kilos; temporada 1999-2000 Displicente con 474 kilos lidiado por Nelson Segura. Me voy a permitir citar el siguiente párrafo, tomado de nuestro libro Barra Taurina Cinco de Bogotá 50 años, publicado en el 2003 “como los taurinos también arrastramos con los años algunos remordimientos, quisiéramos hacer confesión de uno que nos permitirá hacer justicia a una ganadería y quedar en paz con nuestra conciencia. Nos referimos al toro Displicente perteneciente a la ganadería de Mondoñedo, lidiado en la temporada bogotana 2000-2001 por el matador español José Pacheco “El Califa”. Fue un toro bravo, recio y fiero que transmitió la emoción que hemos exigido y que por la premura con que se debió proceder a su juzgamiento, no se le otorgo el trofeo que bien merecía, a Don Fermín Sanz de Santamaría y a su hijo Gonzalo, propietarios de la dehesa, van nuestras excusas y nuestro extemporáneo pero sincero reconocimiento”. En la temporada de 2017 el toro Tocayito, número 329 con 457 kilos fue lidiado e indultado por el matador español José Garrido. Cavador mereció los honores de la vuelta al ruedo en Cañaveralejo en diciembre de 2007 y fue galardonado con el trofeo al toro más bravo de esa temporada en Cali.
Seguramente he dejado por fuera muchos que fueron muy importantes, ya el ganadero nos refrescara la memoria, memoria en la que aún están frescos los recuerdos de otro Rosquetero, sí señor, el primero de la tarde en Puente Piedra el pasado 25 de marzo. Ahí lo dejo.
Señores ganaderos, familia Sanz de Santamaría, gracias infinitas por brindarle a la afición taurina tantas tardes de emoción producto de la dedicación y trabajo incansable para que todos los toros que, desde aquel lejano 23 de febrero de 1931, inauguración de la Plaza de toros de Santamaría y que marco la antigüedad del hierro de Mondoñedo, salten al ruedo llevando con orgullo y señorío los colores azul, verde y plata. Ruego porque el Altísimo y la Virgen Macarena nos permitan continuar disfrutando de esta legendaria ganadería por otros cien años y Ole!!!!