Morante recrea «El salto de la garrocha», registrado en uno de los Aguafuertes de Goya

Morante recrea «El salto de la garrocha», registrado en uno de los Aguafuertes de Goya

"El salto de la garrocha"
Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid

Morante recrea «El salto de la garrocha». Torero que quiere recuperar lances, pases, modos, formas, indumentaria, contenidos que parecían haberse esfumado del toreo pero que están ahí para ponerlos a la vista y contemplación de los nuevos aficionados.

Ya saben que recreó el quite del «Bu» que se ejecutaba a fines del siglo XIX, lo reinventa Joselito y que Morante revive.

Ahora desempolva una suerte que Goya nos deja en sus aguafuertes sobre «La Tauromaquia», «El salto de la garrocha».

Aunque un subalterno de Sánchez Vara también lo realiza incluso en Las Ventas el día que confirmó alternativa Guerrita Chico.

El salto lo hizo en una finca con un ejemplar de tamaño menor, pero puede ser que lo interprete en Sevilla, Madrid, Zaragoza, Jaen, El Puerto o Málaga.

Vaya uno a saber.

El aguafuerte catalogado con el número 20 de la serie de grabados de La Tauromaquia, es la imagen que mejor evidencia la vinculación entre Goya y Calahorra.

Lleva por título Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid  y representa una de las suertes más famosas de la época:

el salto de la garrocha, cuyo protagonista es un calagurritano coetáneo del pintor aragonés.

Juan Apiñani, natural de Calahorra, fue un diestro de mediados del siglo XVIII,  banderillero en las cuadrillas de José Romero y Martincho, y según narra el erudito ilustrado español José de Vargas Ponce en su obra escrita en 1807, Disertación sobre las corridas de toros.

Tuvo un hermano, Manuel el Tuerto, que fue matador de toros; también llamado el Tuertillo o el Navarrito, como afirma José María de Cossío en su célebre tratado Los Toros, era el jefe de cuadrilla a cuyas órdenes, además de Juan, estaban sus otros tres hermanos, los banderilleros Emeterio, Gaspar y Pascual.

Formaron la familia taurina más extensa de su tiempo y frecuentaron como cuadrilla la zona de Navarra y Aragón.

Pamplona y Zaragoza, cuya plaza inauguraron en 1764, fueron escenarios de sus hazañas, así como Madrid donde Juan ya toreaba en la Corte desde 1750 según cuenta Nicolás Fernández de Moratín.

Su renombrado valor y meritoria habilidad, su soltura y agilidad en recortes y saltos fueron los rasgos más distintivos de su valía torera y las cualidades que le dieron fama en su época.

Torea en Madrid hacia mediados de siglo; en Pamplona se presenta en 1752, donde torea los años siguientes.

En 1764 estrenó la plaza de Zaragoza, en la que torea las corridas principales hasta 1770 excepto el año 1767.

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