Murió José Samuel Pereira Lupi, un grande del rejoneo portugués
En El Correo web hay una historia que merece ser reiterada
Cuentan que el famoso apelativo del número del caballito lo acuñó el mordaz crítico César Jalón, el célebre Clarito. Eran otros tiempos. La presencia de un jinete en el prólogo de un festejo no era rara desde la década de los años 30 pero los espectáculos exclusivos de rejoneadores tendrían que esperar algunas décadas para ver la luz. En este trabajo, precisamente, nos vamos a ocupar exclusivamente de esos festejos de la especialidad y de algunas corridas mixtas, dejando aparte las corridas ordinarias a pie abiertas por un caballero.
La de 1969 pudo ser la primera, no solo de Sevilla, sino de todo el orbe taurino, ideada por Diodoro Canorea y el apogeo de los hermanos Peralta, pioneros de la definitiva profesionalización del toreo a caballo. El hilo ya se iba a interrumpir. En 1970 se reedita el espectáculo exclusivamente ecuestre –el 4 de octubre– presentando un cartel que iba a llenar muchas ferias y la propia memoria sentimental de la época: hablamos de los Peralta, unidos a Álvaro Domecq Romero y José Manuel Lupi para conformar el llamado cartel de los Jinetes de la Apoteosis. Puro 70. Son los mismos que repiten al año siguiente debutando en los farolillos abrileños en una tarde en la que Ángel Peralta –que acaba de cumplir sus Bodas de Diamante– cortó un rabo.
Los Jinetes de la Apoteosis vuelven en 1972. En 1973 debuta Manuel Vidrié desplazando a Lupi, que retoma su sitio en el 74. La corrida de rejones ya es un hecho consolidado y el genio de Diodoro Canorea se los lleva a la mañana del Domingo de Farolillos en la Feria de Abril de 1975. Ese mismo año se celebraría una segunda corrida ecuestre –el 29 de junio y organizada por la SER– que acarteló a Álvaro Domecq, Mestre Batista y Vidrié. De 1975 a 2015, esa matiné equina se convierte en uno de los pasajes inamovibles del ciclo abrileño, combinado con corridas mixtas como las que acartelan al propio Alvarito Domecq y Joao Moura con El Coriano, José Antonio Campuzano y Curro Camacho el 3 de octubre de 1976. A la lista habitual de rejoneadores se suma el de Antonio Ignacio Vargas, uno de los nombre más habituales en los siguientes lustros.
Cambiamos de década: con los 80 se mantiene inalterado el tirón de un cartel en el que se mantiene intacta la primacía de los Peralta, Domecq y Vargas. Aparece el niño Moura y, en 1981, se anuncia Luis Valdenebro, que ya había abierto cartel a los de a pie en algún festejo anterior. El festejo mantiene, año a año, una nómina en la que hay escasísimas variaciones, mantiendo la fórmula de seis toros, cuatro rejoneadores y dos colleras. Eso sí, en 1984 hay doble pase: A la corrida ferial hay que sumar la del día de la Virgen. Los Peralta y Vargas repiten en ambas y Moura sustituye a Valdenebro en el festejo veraniego. Hay que esperar hasta 1986 para encontrar un refrescamiento del cartel. Javier Buendía, que pronto se convertiría en un clásico además de triunfador reincidente, debuta el 20 de abril de ese año en la Feria. Era el estreno del cartel coral de seis rejoneadores que se mantuvo inalterado hasta la supresión del festejo matinal. En el 88 se incorporan Curro Bedoya y Fermín Bohórquez sin cambiar demasiado el argumento de un espectáculo que empieza a demandar aire nuevo con la llegada de los 90 aunque la nómina de rejoneadores sigue sin experimentar demasiadas variaciones más allá de la incorporación del jinete gitano Antonio Correas en 1990 o el explosivo debut del malogrado jinete levatino Ginés Cartagena en el 91.
El definitivo cambio de época llegaría en el 92. Rafael Peralta, Vargas y Buendía permanecen inasequibles al desaliento pero debutan los hermanos Luis y Antonio Domecq y su primo Fermín Bohórquez. Los Domecq, precisamente, actuaron en una mixta con Curro Romero y Espartaco en la corrida de la Cruz Roja de ese año. Bedoya, Moura y Cartagena se anuncian en terna y por la tarde en los farolillos del 93. No faltaría la corrida matinal y un tercer festejo, celebrado en octubre, que sirve de despedida a Ángel Peralta en una corrida de largo metraje que se televisó en directo.
En el 94 hay doble pase y nueva mixta: Luis y Antonio Domecq alternan esta vez con Cepeda y Pedrito de Portugal en la tarde del 12 de octubre y el 30 de abril de 1995, aparece por primera vez el nombre de un desconocido jinete navarro: Pablo Hermoso de Mendoza. La doble sesión –terna vespertina y coral matutina– se mantiene en los siguientes años. Se mezclan jóvenes y viejos y hasta la fulgurante aparición de Paco Ojeda en la faceta de rejoneador en 1997. A la doble sesión del 98 hay que unirle otra mixta el 12 de octubre que une los nombres de Javier Buendía y Leonardo Hernández a los de Domingo Valderrama, Vicente Bejarano y Luis Mariscal
Ojo, el auténtico acontecimiento llegaría en 1999. Hermoso de Mendoza marcó la diferencia cortando un rabo que abría un nuevo tiempo en el rejoneo. Al año siguiente –con tres corridas– ya aparece el nombre de Diego Ventura aunque tendría que esperar hasta 2003 para abrir la Puerta del Príncipe por primera vez. Repetiría la hazaña nueve veces más, la última de ellas en 2015. Pero en estos últimos años hay que consignar otros hitos, como la retirada de Antonio Domecq en 2011. El resto es historia muy reciente.