Pablo Lozano «La muleta de Castilla», partió a los 90 años. «Si no existieran los toros para qué viviría uno», sentenció. Rincón: «Desolado, me quedé helado con la noticia»
Se ha marchado «La muleta de Castilla», torero, apoderado, criador de reses bravas y un sabio en estos campos del toreo tan elusivos para los mortales.
Don Pablo estuvo muy ligado con sus hermanos Eduardo y José Luis a Colombia pues «La CASA LOZANO» dirigió los destinos de La Santamaría en un largo trecho de la rica historia del coso bogotano.
Estuvo vinculado a la carrera de Palomo Linares y desde que tomaron las riendas del manejo del maestro Rincón, Don Pablo lo acompañó hasta esa corrida maravillosa en BARCELONA CON José Tomás y Serafín en la que salió de la monumental en hombros en la que se constituyó la última corrida en Europa del maestro bogotano.
Don Pablo que era una biblia en tauromaquia, tiene sin fin de anécdotas. Una de ellas: en un tentadero, ni el torero ni los «capas» podían con una becerra, exasperado, don Pablo gritó : Que pase uno que sepa.
En otra ocasión en la que un torero «bordaba» a su manera al toro sin «decir» nada :, el viejo torero dijo a sotto voce: Este (refiriéndose al coleta), tiene UN AMIGUETE y ni siquiera así puede «
Don César no sale de la sorpresa : «Qué palo tan grande. Ufff. Cuánto lo siento. Qué tristeza. Qué nostalgia me da esta vaina. Cuando llegué de niño a España en 1981 fue a la primera persona que tuve contacto del mundo del toro. El que me marcó un camino, mi punto de referencia.
Todo era como él decía que era». Y entre sollozos recuerda: «Viajábamos juntos por entonces a Alcurrucén, en aquel año era la única finca que tenían.
Delante conducía don Pablo con su señora y detrás viajábamos Luisma, Fernando y yo. Hace poco organicé un tentadero en El Torreón sólo para verle, para que torease Ureña. Me quedé helado».
Los compañeros de Patrimonio Taurino conversaron con don Pablo «La muleta de Castilla», hace muy poco :
Seguimos con nuestra serie de “Leyendas en el confinamiento” hablando con Don Pablo Lozano, La Muleta de Castilla. Un torero que dejó impronta de figura en sus años en activo y con la enorme capacidad de crecer en el toro alcanzando el grado de figura como apoderado, empresario y ganadero. Con él repasamos la situación del toreo actual y una vida entregada al toro.
¿Cómo lleva el confinamiento?
Viendo a ver qué pasa con el virus. Yo aquí estoy muy bien, es un encierro muy especial en medio del campo.
Hablamos de los toros a puerta cerrada y La Muleta de Castilla nos relata una práctica muy habitual en su casa.
Es algo que nosotros hemos usado mucho con los toreros de la casa. Empezamos nosotros porque nos permitía corregir muchas cosas a los toreros de la casa que luego en la plaza no podíamos, allí son ellos los que deben resolver por sí mismo.
En cuanto a emitirlo…
Televisar sin nadie es algo que veo muy soso, aunque el torero pegue pases muy buenos aquello no tiene color. Sin el ole, sin el ambiente que solo te da la plaza no es lo mismo. Hacer corridas de toros a puerta cerrada es algo que veo muy triste.
Para mí televisar a puerta cerrada es tirar la fiesta por los suelos, tenemos que aguantar lo que nos ha venido. En la fiesta debe haber vida, colorido, que la gente aplaude, comenta, chille… El toreo como una cosa muda no lo veo.
Es partidario, por lo que dice, de aguantar.
Sí, la cosa ha venido así y hay que aguantarlo. El año que viene Dios dirá.
En estas circunstancias muchos ganaderos mandan reses al matadero, ¿ha mandado usted a alguno?
No, no he matado ninguno. Si acaso se lo regalamos a un torero, que lo mate y le sirva de algo. Para mí mandar un toro bravo al matadero es un crimen. El toro bravo debe ser para lo que es, hay que torearlo. Tú piensa que a un muchacho, sobre todo si está empezando, le sirve mucho torear a un toro.
¿Cómo ve el futuro de la fiesta?
No lo sé, es algo que no sabe nadie. No hay afición, sobre todo entre los profesionales. Hay uno que viene con dinero, coge toreros y monta corridas pero no hay afición alguna. Sin afición eso no vale para nada.
No es su caso.
Yo si veo a un chaval torear, en el campo o en la plaza, y me gusta intento ayudarle. Si puedo enseñarle a torear lo hago, es nuestra vida. La fiesta está un poco muerta y hay que resucitarla. Eso se logra echando un toro bravo y un torero muy bueno, en eso se basa. Si eso se une la gente va a la plaza.
Don Pablo nos habla de cómo usó esa fórmula en Madrid.
Mira, nosotros nos basábamos en esto (toro bravo y torero bueno) y nos fue de maravilla. Hasta ahora la mejor época de la plaza de toros de Madrid fue la nuestra. Venían de América y de todo el mundo pidiendo entradas y costaba encontrarlas.
Nosotros teníamos muchos compromisos y, tras acabar el papel, teníamos que buscar nosotros el papel en la reventa para cumplir con ellos. Ahora sobran entradas en todos los lados.
Dicho esto, es una fiesta grande de verdad pero el éxito se logra con afición del empresario, afición del torero y del ganadero. Sin esa afición no lo vives.
Pero todo llevará su tiempo.
Sí, esto ha sido una desgracia de la que el torero necesitará mucho tiempo para recuperarse. Para mí el centro del toreo está en Madrid y si allí se hacen las cosas bien el toreo va para arriba. El francés llegó, puso mucho dinero y ha hecho lo que ha hecho, no ha podido hacer más.
Si esto se quiere ser como era todos deben colaborar, también la Comunidad, y poner cada uno su granito de arena.
¿No le gustaría volver a Madrid?
Tengo tres hijos a los que les gusta esto mucho. Si a mis hijos les gustara a mí también pero con los 90 años que tengo no tengo edad para ser empresario en ningún lado (risas). Bueno, si fueran, iría yo también, seguro que estaríamos de arriba para abajo (risas)
Como hace en la ganadería. La entrevista se concertó mientras el maestro vigilaba su ganado.
Por supuesto, si no existieran los toros para qué va a vivir uno. Desde que tengo uso de razón mi vida han sido los toros. Desde que me puse delante de un becerrito no me he separado del toro y no lo haré hasta que Dios quiera que ya no siga aquí.
Repasamos ahora una carrera corta para lo que se entiende hoy pero que dejó la impronta de una figura, La Muleta de Castilla.
Mi carrera no fue corta, duró lo que duró. Me pegaron mucho los toros, una cornada muy grande en Figueras que me dejó un año sin torear. Luego me dieron unas fiebres tifoideas que me dejaron otro año en blanco, todo eso merma. Esto te va quitando el valor, las ganas de querer ser.
Lo que no pude hacer lo he suplido con los toreros que he apoderado, he disfrutado de la vida del torero. Hemos llevado toreros muy buenos, gracias a Dios, y hemos podido vivir el toreo bien de verdad.
Su época sería corta, durísima en compañeros, pero el nombre ha quedado.
Tuve unos inicios muy buenos, también de novillero. El cartel de Ordóñez, Manolo Vázquez y yo se repitió mucho. Con Litri y Ordóñez no pude torear porque Camará no me dejaba torear con ellos.
Con Aparicio toree una vez en Albacete porque me llamó el empresario ya que Litri se puso malo. Tuvo que poner guardias porque Camará no quería que entrara yo. Fue la única vez que toree con él pero con Ordóñez y Manolo Vázquez, como te decía, sí y se dio muy bien. La pena es lo que me mermaron la cornada y la fiebre.
En su faceta de apoderado llegó arriba.
A nosotros nos gusta mucho el toreo, hemos sido torero y es nuestra pasión, eso influye. Coger a un chaval, enseñarle a torear y verle que llega a figura del toreo es una alegría muy grande y con nosotros se ha repetido varias veces. Es una satisfacción enorme.
Figura de los empresarios.
Volvemos a lo mismo, la afición. Estar tantos años en Madrid y dejar el recuerdo tan bueno es una satisfacción enorme, batiendo récords.
Y de los ganaderos.
Hacemos lo que podemos (risas). Mi vida es el toro y no sé cómo hubiera sido mi vida o ni si hubiera vivido, lo que sé es que sería una vida muy triste. Mi vida es el toro.
¿Por qué Núñez?
En nuestra época de toreros era lo mejor que había. Teníamos la ilusión de tenerlo y lo tenemos. De vez en cuando sale alguno que dice “aquí estoy yo” (risas). En Madrid han salido toros muy buenos. Es una ganadería un poco difícil de llevar porque hay que exigirle mucho y si hace alguna cosa rara no debes tener sentimiento para quitarlo del medio. Estamos muy satisfechos con la ganadería, es el toro que queríamos desde toreros.
¿Por qué es tan difícil de llevar?
Ser ganadero es difícil y más si somos tres. Lo que está claro es que si exiges sale la recompensa pero debes ser muy duro con el ganado.
En estas facetas empresariales siempre de la mano de sus hermanos, ¿cómo lograr no discutir tras tantos años juntos?
Discutir hemos discutido muchas veces pero sin llegar la sangre al río (risas). Cada uno lo hemos visto de diferente manera pero llegábamos a acuerdos. Con los años que nos quedan, creo que aguantaremos juntos (risas).
La muleta de Castilla nos habla del torero perfecto.
Para mí el torero perfecto no existe, sale de lo mejor de 10-12 figuras del toreo que puedas coger. He convivido y toreado con toreros extraordinarios pero cada uno destacaba en una cosa.
Había mucho pique.
Sí, muchísimo. Las figuras del toreo no podían estar más de 4-5 años porque salían muchos toreros muy buenos apretando que pedían su paso. El que durase un torero más de 5-6 años era algo excepcional porque te apretaban, te apretaban y no durabas más. Esto de 20-25 años en las carreras es la desgracia del toreo porque no salen nuevos.
¿Por qué no salen?
Porque está esto muy mal. Tú ahora llegas a una empresa con un muchachito nuevo y le echan un corridón de toros. Eso no puede ser, si está empezando tienes que echarle el novillo que le corresponde en tamaño y, si es posible, bueno. Eso hará que el torero vaya creciendo, que se confíe y cuando se quiera dar cuentas está matando toros en las ferias más importantes y es un figurón del toreo. Nosotros hemos hecho eso con 4-5 toreros y nos ha salido muy bien.
Ahora con Álvaro Lorenzo.
Tiene todo para ser figura del toreo, todo está en que él se sacrifique o no. Tiene cuerpo, tiene arte, tiene todo pero yo que sé, el ser figura es ser un elegido de Dios. Torea muy bien y nos llaman para decírnoslo.
El día que tuvo suerte en Madrid no lo aprovecharon porque le metieron luego dos corridas en las que no pudo hacer nada porque no fueron buenas. Todavía no es tarde, es un torero al que le tengo mucha fe.
ESPARTACO, TRISTE Y ACONGOJADO CON LA NOTICIA
«Fue todo para mí. No tengo palabras. Soy lo que soy por él. Espartaco no hubiera sido Espartaco. Ni siquiera torero. Ni hubiera ocupado el puesto que ocupe en el toreo. Junto a mi padre fue la clave de mi carrera.
Me enseñó a sobreponerme personalmente a las adversidades, a los miedos, a las incertidumbres del toro».
Y concluye: «Probablemente más tarde vengan otras palabras más justas y generosas para con quien me dio todo.
Hasta hace nada me llamaba todos los días para preguntarme por mi padre, que anda luchando también contra una enfermedad. Fue siempre de una grandeza humana fuera de lo normal».
UNA PINCELADA DE SU RICA VIDA
Pablo Lozano «La Muleta de Castilla», tomó la alternativa en 1951 en la plaza de Barcelona, con toros de Samuel Flores, con Manolo González y Martorell como padrino y testigo. «Tirano», número 137, se llamó el toro de la ceremonia. Un año más tarde, el 18 de mayo, confirmó en Madrid de manos de Antonio Bienvenida y en presencia de Paco Muñoz, con toros de Ignacio Vázquez de Pablo.
Su gran éxito llegó en la corrida del Montepío de julio de 1957, cuando se encerró con seis toros de Barcial y cortó cuatro orejas.
Le apodaron «la muleta de Castilla» por su sobriedad y sentido del temple. Temple en los ruedos y en todas las facetas de la vida.