Paco Ojeda ,el que hacía embestir a los caballos

Paco Ojeda ,el que hacía embestir a los caballos

El maestro Paco Ojeda uno de los referentes modernos del toreo , tuvo su época de oro hace 40 años, le contó a El Mundo cómo hacía para hacer embestir a los caballos que le dio la clave para que surgiera ese toreo de cercanías con el toro.

Y con su habitual honradez, sentencia : “Si piensas en que el toro te puede matar, lo que matas es el sentimiento”

¿Es cierto que hacía embestir a los caballos?

Esa fue la llave, la clave. Mi contacto con los animales. Lo mío con el toro no consistía en la idea clásica del torero que le pega pases y un espadazo. Yo establecía una comunicación, un entendimiento, un conocimiento. ¿Por qué no podía hacer un toro de un caballo? Suena un poquito raro, de loco. Pero mis locuras son esas. Y lo conseguí. Hacía una faena con él como con una vaca. Y, no conforme con eso, enseñé a otro caballo. Así que me hice con dos caballos bravos y podía entrenar cada vez que quería. En aquellos momentos los tentaderos se daban a las figuras. Para un secundario no había vacas.Y las buscaba en la marisma… Practicaba con vacas viejas, de seis o siete años, lo ensayado con los caballos. De noche, en la impresionante noche del campo, rastreaba por las tierras de Alventus, donde 1.000 vacas sin destino me esperaban. No hacía daño a nadie porque la ganadería de Núñez Guerra no lidiaba. Implicaba muchos peligros. Pero era adicto al toreo. Aullaba cuando salía la luna. Como un hombre lobo. Las orejas del caballo señalaban dónde se encontraban las vacas. Descubrí todo lo que se podía hacer al toro, y dudé si reproducirlo en la plaza. Algo tan personal, tan íntimo y cultivado… Pensaba que exponerlo lo adulteraría. Como mercantilizarlo o algo así. Cuando lo expuse en los ruedos, los públicos se electrificaban.Su ligazón máxima, la quietud plantada donde caen las babas de los toros, su empaque rondeño, desencadenaba terremotos.No se trataba de quedarse quieto, sino del conocimiento. Quietos se han quedado muchos; como yo, ninguno. Acumulé tanta experiencia que habría sido capaz de quitarle la muleta a un toro y que hubiera salido caminando detrás de mí. Hasta llevármelo a chiqueros. Me decía: «Si sale esto, no toreo más». A punto estuve de hacerlo con un toro en Madrid. Hubiera sido el final de mi carrera.

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