Por qué se envía a la plaza un toro que los libros indican que su genética es un semental ? Misterio sin resolver. A propósito de » Bastonito «
Sin duda es un milagro que salga un toro bravo y en Madrid y que la afición y los profesionales lo valoren. Y que el torero logre catar esa grandeza de la genética y se encumbre como aquella tarde del lejano 1991 cuando un joven torero americano, César Rincón interpretó la sinfonía del toreo teniendo como compañero de viaje a un Bastonito.
Este domingo ocurrió ese buen suceso que lamentablemente Francisco de Manuel con raíces colombianas por parte de su abuelo, de padre torero en uso de buen retiro ,de Venezuela ,y espada nacido en España, no pudo aquilatar al gran Bastonito si bien al comienzo de faena hubo ese » ohhhhh» que se desvaneció con el curso de la lidia pues el peregrinaje fue equivocado y se le fue un gran triunfo que hubiera representado una giro en su carrera. No sé si el aprendizaje, si ese toreo moderno que no acude a doblarse con el toro, a darle las distancias, a » poderle» como se decía antaño, a domeñar la bravura.
No voy a cargar las tintas al torero pero no pudo ser. Se quedó a mitad de camino y el viaje era más .largo. No llegó el toreo de Francisco de Manuel a buen puerto.
EL MAESTRO RINCON DE 1991 EN ESE LUMINOSO 21 DE MAYO
Mundotoro escribió entonces del maestro Rincón : No se recuerda después una eclosión tan estruendosa, de tanto impacto, como la del torero bogotano en esos albores de los años 90. A pesar de haber toreado en Europa como novillero en 1982 y de haber sumado también algún festejo como matador de alternativa en campañas sucesivas, no fue hasta el primer año de la década de los 90 cuando, de la mano de Luis Álvarez, consiguió meter la cabeza en algunas ferias del circuito, principalmente a raíz de su exitosa presentación en la Feria de Julio de Valencia.
Por qué un toro con esa calidad, con esa historia, con los libros gritando : no me lleven, me quiero quedar aquí para padrear para seguir procreando bravura y se envía a la plaza sabiendo que indultar en Madrid es empresa quimérica.
El mayoral Domingo Gonzalez apunta sobre el valor que tuvo el toro en la plaza : Tuvo una virtud que para mí es fundamental y en la que fue excepcional: la humillación. Generalmente, es una ganadería que se caracteriza por ello, pero “Bastonito” fue espectacular. Un toro bravo, con humillación y siempre con nobleza. Fue un toro bastante completo’, sostiene.
Un recuerdo para un día histórico, el día que la gloria unió a César Rincón y Bastonito en 1991
«Bastonito» nº25 de Baltasar Ibán, negro de capa, con 501 kilogramos y nacido en agosto de 1989. Su lidia y muerte correspondió al torero César Rincón, cortando una oreja y el toro premiado con la vuelta al ruedo. Sin duda, una de las batallas más épicas que se recuerdan entre un toro y torero. «Bastonito» representa y es uno de los máximos exponentes de lo que debe de ser el toro bravo y como dijo Joaquín Vidal en su crónica de El País, ”Bastonito fue el resultado que todo ganadero debe buscar en la crianza del toro de lidia: un animal que venda cara su vida”.
Al día siguiente , el maestro JOaquín Vidal reseñó en El País lo ocurrido ese 7 de junio, un día como hoy
Salió un toro de casta brava a eso de las siete y media de la tarde, y eran las tantas de la madrugada cuando aún discutía la afición si mereció la vuelta al ruedo que le dieron las mulillas con todos los honores, bajo una cerrada ovación del público puesto en pie. A ese toro, César Rincón le había cortado una oreja, cuyos merecimientos asimismo se discutían de madrugada, aunque el toro le pegó previamente un volteretón al torero en justa correspondencia, dejándolo herido, maltrecho y sin posibilidad de continuar la lidia. Un toro de casta brava: ¡menudo acontecimiento! Un toro de casta brava como el que saltó al ruedo venteño a eso de las siete y media de la tarde, es la sensación, el acabose, un valor del que apenas quedaba memoria, un tesoro recuperado de lo recóndito, un vendaval de sensaciones llegado de la noche de los tiempos. Embestir el toro de casta brava tan pronto plantó su pezuña en el redondel, y ya vibraba la plaza entera, reviviendo aquel estremecimiento singular y aquella emoción intensa que conformaban el ambiente habitual de las corridas de toros en todas las épocas, creando una afición numerosa, fiel y apasionada por esta fiesta exclusiva llamada del arte y del valor.
El toro de casta necesitaba, naturalmente, un torero en plaza, y lo hubo en la corrida ferial. Fue César Rincón, que le presentó pelea con el ardor y la entrega propios de un novillero principiante. Tiene mérito: quien ha cimentado fama y fortuna y está catalogado figura indiscutible del toreo, peleando corajudo con el toro de casta indómita, afanándose en la cercanía de sus pitones, intentando embarcarlo en la muleta del arte con serio riesgo de cogida, trastabillando cuando la fiera codicia del toro desbordaba el arte, la muleta y hasta el artista muletero.