Respuesta a Ariel Avila

Respuesta a Ariel Avila

Ariel Avila es un comentarista generalmente certero y nos desvela esas heridas de una sociedad que en 200 años no ha querido, no ha podido, no ha tenido el interés y la voluntad políticas de cambiar las estructuras para que no nos sigamos matando por tierras, por propiedades.

Para que nos respetemos en nuestras creencias y singularidades y defendamos el valor supremo de la libertad.

Pero ha tocado el tema taurino y aparece la debilidad del riguroso analista a quien no le gusta la fiesta y denigra de ella sin conocerla.

Ariel Avila Dice: no habrá necesidad de ilegalizarlas, se acabará por sustracción de materia.

Puede ser.

El día que no haya un aficionado, un torero (a) que tenga el valor de enfrentar la bravura, quedará la soledad del campo.

Habrá alguien que coja un trapo y dé un par de pases.

Como seguramente ocurrió según las referencias en el mediterráneo que están plasmadas en las piedras, un hombre alanceando un toro…

Ariel Avila Agrega: Las nuevas generaciones entienden que no es ético comportarse de esa manera con los animales, y que hay muchas formas como nos podemos divertir.

Dos temas:

Usted Ariel Avila, engloba «las nuevas generaciones». Sabe, señor, ¿cuál es el tendido mas exitoso en Manizales? Por citar.

El tendido jóven, chicos universitarios que no son violentos ni mucho menos que siguen sus carreras que van con alegría a ese rito.

Habla usted Ariel Avila de diversión. Se equivoca. Ya lo dijo Machado: la fiesta es una cosa muy seria como para ir a divertirse.

Aunque no lo crea, nosotros vamos a un ceremonial, juzgamos una embestida, una manera de entender el toreo, la vida, y discutimos de cosas esotéricas.

Como si el muletazo se dio adelantado, la pierna contraria o no.

Si las yemas de los dedos cogen suavemente por el centro el palillo que sostiene la muleta.

Y se pregunta: El problema es: ¿cuántos animales tienen que morir hasta que lleguemos a ese punto? Por eso hay que agilizar esos procesos. (supongo prohibir las corridas).

Y Usted que es un gran investigador no se pregunta:

¿Cuántos animales se sacrifican diariamente en los mataderos de Bogotá?(para no habla de los de Popayán, Cereté, Cartagena, en Mitú, etc.).

Usted es hombre culto y le tengo supremo respeto pero como discrepamos en la visión sobre el toreo me permito replicarle.

Déjeme citarle al maestro, Carlos Fuentes que de seguro nos ha conmovido a usted y a mi.

A usted le preocupa la muerte del toro y lo puedo llegar a entender pero precisamente porque muere el toro en la plaza, el toro bravo vive y se prolonga como especie en el campo , además, como guardián del eco sistema.

Fuentes defendió el papel de la fiesta de los toros como un conflicto «entre la naturaleza y la voluntad humana en el que la muerte siempre es vida» y en el que «en el fondo, al final, el que de verdad perece es el torero y el toro siempre sobrevive».

El autor mexicano mencionó a Valle Inclán, recordó la figura del poeta alemán Rilke en sus visitas a Ronda y defendió el «orgullo y naturaleza de la fiesta de los toros desde su doble papel de ofrenda y rito».

Expresa que las élites se apoderaron de la fiesta. No es verdad.

Y entonces los aficionados de mi barrio La Perseverancia, los albañiles de las Cruces, los de los talleres del 7 de agosto, los mecanicos de las ferias, lostenderos, y marchantas de la plaza de mercado, los zapateros remendones del Restrepo, los ebanistas del Quiroga.

Diría mas bien que las élites no van ahora a los toros porque a muchos nos les da réditos políticos (votos).

Y sabe qué los toreros nacieron de la humildad , de la precariedad, de la escasez : Rincón, Cáceres, El Cordobés, El Niño de la palma, Paquirri, Andrés Vásquez…

Se equivoca usted.

Me honraría si desprevenidamente nos acepta una invitación a una ganadería, conózcala, nada le diremos, solo responderemos sus preguntas y que usted se haga una imagen de lo que es el toro bravo

Se equivoca usted flagrantemente al acusarnos de torturadores. No, jamás.

Y le agrego esta razonada explicación del profesor Francis Wolff profesor de Ética de La Sorbona y quizás le de otra visión sobre los animales de compañía y el toro:

Este humanismo también nos implica deberes hacia los animales. Son deberes relativos (y no absolutos) y diferenciados.

Con nuestros animales de compañía mantenemos relaciones afectivas: por lo tanto, es inmoral traicionar este afecto, por ejemplo, abandonando a tu perro para salir de vacaciones.

Con los animales domesticados que son criados por su carne, su lana o su fuerza de trabajo nos liga una especie de contrato: ellos nos ofrecen sus productos y a cambio los alimentamos y gozan de nuestra protección.

Por lo tanto, sería inmoral tratarlos como meros “objetos”, como sucede en las escandalosas formas de ganadería industrial mecanizadas, y sin embargo no es inmoral matarlos puesto que generalmente los hemos criado con esa finalidad.

Por otro lado, están los millones de especies de animales salvajes que pueblan los océanos, montañas y bosques del planeta.

Hacia los cuales tenemos deberes ecológicos, que consisten en respetar sus ecosistemas y la biodiversidad que albergan.

Esas son las bases de una ecología humanista, preocupada con el medio ambiente y la vida de las futuras generaciones.

 El toro de lidia no entra en ninguna de las categorías descritas.

No es un animal de compañía, ni un animal salvaje, puesto que la tauromaquia supone la preservación y moldeado de su instinto natural de hostilidad hacia el hombre, al cual llamamos “bravura”.

Para este animal, una vida conforme a su naturaleza insumisa e indomable debe ser una vida libre y natural, es decir, con la mejor calidad posible, exactamente el tipo de vida del que gozan los toros en las ganaderías de reses bravas ubicadas en el estado de Puebla, como son Reyes Huerta, La Joya, Cervantes Hermanos, El Milagro, El Rocío, José Raul Cervantes, Vicencio o Zacatepec.

La muerte del toro en la tauromaquia debe ser respetuosa de su naturaleza de animal bravo y libre.

Una muerte luchando con bravura para defender en el ruedo la libertad a la que está habituado

¿Es acaso más apropiado para la bravura y la naturaleza del toro vivir como esclavo del hombre y morir en el matadero como bovino para consumo de carne?

Vivir libre durante cuatro años y morir luchando durante unos cuantos minutos, en los cuales puede a su vez causar daño al torero.

Es el destino del toro de lidia, sin duda uno de los más envidiables en cuanto animal vive bajo dominación humana.

Por eso, la prohibición de las corridas de toros, que supondría el fin de una raza y la derrota de un tipo de ganadería extensiva que respeta las exigencias biológicas de los animales, sería también una pérdida para la animalidad. 

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