«Reyecito» (de noble estirpe) de Gutierrez, indultado por un mágico Cristóbal Pardo. Los dos nos hicieron soñar el toreo
«Reyecito» (de noble estirpe) de Gutierrez, indultado por un mágico Cristóbal Pardo. En la primera corrida virtual en Manizales nos hemos devuelto en el tiempo, constatamos la grandeza de una fiesta que se fundamenta en el toro y estos escultores de los efímero y lo eterno que son los toreros y como por la pandemia no fue posible, nos faltó el aliento del público a quien está dirigido este ceremonial, afición que se congregó en varios países , en tertulias, en sus casas, aprovechando la red social gratuita de Cormanizales.
La magnificencia de un toro de noble estirpe,»Reyecito», que viene de la vaca Baronesa de Murube y que es de una familia encopetada por la historia.
El misterio de porqué embiste un toro lo explicó un inspirado Cristóbal Pardo que como mago con sombrero de copa fue sacando muletazos mágicos, series por ambos pitones (¡¡¡ qué pitón izquierdo !!!), con un «rey» que embestió por abajo, que se rebosaba en la muleta, arrastrada y empujaba con el hocico con nobleza, bravura y emoción.
El torero nos dejaba a cada instante pellizcos de arte, toreo de fondo, lances y pases de factura cósmica porque el toreo es de otra dimensión como arte exquisito.
El toro empujó en el caballo y luego en la muleta tuvo el don de embestir con fondo.
López Ayala lo proclama: «Anda el rey en esto en derredor callado, parece que es un toro alado».
Cristóbal Pardo, nacido en Caldas, macerado en Colombia y Perú.
Alumbró el toreo y «Reyecito» tuvo suerte de que fuera su compañero de viaje.
También es verdad que se requiere colocación, tiempos, compases, melodía, música celestial para ese UNO que son toro y torero se conjuguen para crear belleza.
Fue una faena embrujada, larga, al compás, al ralenti, con temple, con gusto, con delicadeza, con juegos, arabescos y cintillos de oro labrados por un un elixir embriagador del joven torero
Con gallardía, Juan Bernardo Caicedo se acercó al palco de los Gutierrez para proclamar la grandeza del toro del colega y el «chico» Martin, educadamente le dijo a don Miguel: solo comparable con «Rotolando».
El presidente, el viejo zorro, don Luis Bernardo Gómez y su asesor, el Dr Molina acertaron con el indulto (el público, ausente no jugó ese papel de presión; no hacía falta, el toro merece prolongar la especie de noble estirpe y procrear príncipes para seguir honrando al toro como rey de esta especie única e ireemplazable.
A esta ganadería le han indultado unos 66 toros pero éste sobresale, este es valedero, este justifica ese acto magnánimo de que , en otro contexto, como «Cobradiezmos» de Victorino, «Reyecito» retorne a los pies del Nevado del Ruiz para que sea reproductor.
Era la primera vez que Cristóbal lidiaba un toro de la casa Gutierrez (los conocía de lejos y alguna vez en festivales como novillo-toro) pero no en corrida formal.
EL PRIMERO QUE SE MALOGRÓ Y EL CUARTO
Cristóbal abrió con un serio mozo de Carlos Barbero, con tremendos pitones y hechuras pero antes del tercer par que era innecesario, el toro giró y se partió la mano izquierda.
De inmediato se devolvió y salió «Reyecito» a quien hemos descrito.
EL CUARTO
«Gracioso», un toro bien hecho de don Juan Bernardo, muy en Núñez (con ese pasito de mas).
Aquí surge el toreo pleno, el toreo eficaz y técnico de Cristóbal que entendió que había que engancharlo «alante», dejarle la muleta en la cara y el toro repetía con una alegría desbordante.
Que viera siempre muleta, Cómo metía la cara, cómo paneaba este ejemplar.
Al principio el toro gustaba de las tablas pero el torero lo lleva pacientemente a los medios y ahí desarrolla todo lo que llevaba de bueno adentro.
Y se produce ese milagro de la ligazón con un toro que galopa maravillosamente. Va sometido, embebido en los engaños. ¡¡¡Un gran toro!!!.
Acierta y oreja.