Viajó de Ecuador a México para dar 2 muletazos

Viajó de Ecuador a México para dar 2 muletazos


EDUARDO LOZANO GARCÍA

El calor parecía haber amainado y la corrida navegaba en el sopor de la nula casta de los bureles. Alejandro Adame acaparaba todas las miradas brindando la muerte del sexto de la tarde mientras de la tapia brincó un torero con cara de niño sujetando una muleta gastada. No calzó el goyesco como lo requerían las formalidades. Vestía con la simpleza de unos jeans y una camisa blanca. Los taurinos dando tumbos, intentaron apartarlo del ruedo al invitado no deseado, como si en sus ganas de querer ser torero se concentrara el peor enemigo de la fiesta brava. Esquivó a unos cuantos y se dirigió sin pensarlo al castaño —que era un tío—para hincar sus rodillas y pasarlo al hilo de las tablas con un muletazo por alto; salieron ambos de la primera suerte como se sale del amor, y para la segunda jurisdicción, inverosímilmente, le cambio el viaje por la espalda de rodillas: sus vidas no serían las mismas, el burel, estaría muerto a los minutos y Luis sería otro en el autobús de regreso a Ciudad de México. El muletazo dibujado no fue como el popular cambiado por la espalda hincado, en donde el torero —convertido a recortador— camina de rodillas para librar la embestida. No. Este tuvo valor y verdad. Quizás inocencia, sitio inhóspito de donde emana la pureza. Fue un cambiado estático de rodillas con todas las desventajas del terreno. Fue sin más, el muletazo de la tarde.

Se habló mucho y se criticó más. Afortunadamente el toro es el único dentro de este tinglado que no discrimina y embiste sin distinción de raza, sexo, estatus o género; eso sí, embiste aquel que está dispuesto a jugarse la vida. Se les olvidó a esos absurdos pseudo puristas (valientes, que solamente levantan la voz ante el más débil y nunca ante su igual o ante el poderoso) que la historia de la tauromaquia está llena de espontáneos que con la barriga vacía terminaron siendo figuras del toreo: Manuel Benítez el Cordobés, Palomo Linares e incluso un torero de la tierra que los años le están dando la etiqueta de torero culto, Rodolfo Rodríguez el Pana.

Luis Paguay es un joven que un día amaneció en su natal Ecuador con un sentimiento casi supremo. Ser torero. Cogió su lio y como millones de personas puso camino para el norte; siguió el rumbo de sus paisanos con el sueño americano, pero él, no siguió el verde de los billetes y se quedó en México porque su hambre era espiritual. Embobaba a todos los mojados contándoles que él no iba para el gabacho, que él quería ser torero, ¿pero cómo, todavía hay gente que quiere serlo? Incluso, muchos le apoyaron económicamente porque quizás haya mayor grandeza en la gente con las pretensiones justas de su realidad que en nosotros los cómodos individualistas. Estuvo dos meses en el camino hacia México. Hambre, frío, trenes y ampollas de tanto caminar.

Uno de sus primeros contactos en México fue Guillermo Rondero. Murió esa misma madrugada y fue el detonante para que se tirase de espontáneo. A Luis le cuesta hablar. Es tímido. No está acostumbrado a las entrevistas y en la conversación telefónica menciona mucho la palabra Dios. Llega de trabajar. Es ayudante de meseros. Lo hace por las tardes después de entrenar para sufragar sus gastos. Pienso que no hay que estar muy cuerdo para dejarlo todo y entregárselo a un imposible. Lo más seguro es que yo esté mal. Dicen que, para ser torero, hay que estar dispuesto a entregar tu vida completa, ¿qué no ha hecho ya lo suficiente Luis Paguay para tener una digna oportunidad?

PREGUNTA: ¿Qué te orilló a saltarte de espontáneo en la corrida de la prensa de Tlaxcala?

RESPUESTA: Mis ganas de querer ser torero y también buscar una oportunidad para hacerme un espacio en la fiesta brava de México. Además fueron importantes los sentimientos que estaba pasando por la muerte del matador Rondero al que siempre estaré agradecido por recibirme acá y que mejor que haya sido en la plaza de toros del maestro Rodolfo Rodriguez el Pana. Un torero de inspiración y que se tiró de espontáneo en muchas plazas.

P: ¿Qué pensaste antes de brincar al ruedo?

R: No pensé mucho. Solamente tenía algo, o mejor dicho me hacía falta expresarme. Quería sentirme torero sin ninguna mala intención o causar algún problema.

P: ¿Tenías claro que te ibas a cambiar al toro por la espalda o simplemente surgió?

R: No lo tenía claro. Solamente estuve observando al toro y todo se acomodó. Lo que sí tenía muy claro en la cabeza es que tenía que valer la pena. Mostrar de qué estoy hecho.

P: ¿Recuerdas lo que te dijeron los profesionales cuando te sacaron del ruedo?

R: Había muchos gritos y yo poco entendía. Estaba satisfecho por lo hecho. Solamente recuerdo que el matador Diego San Román me tranquilizaba y me dijo que la próxima semana me iba a llevar a tentar al campo. Ojalá que así sea. Le estaré muy agradecido por la oportunidad.

P: Tienes algún mensaje para la industria taurina mexicana y para los aficionados mexicanos?

R: Principalmente quiero pedir disculpas al matador Alejandro Adame por haberme brincado a su toro… y también a los matadores que torearon la corrida de la prensa. También me disculpo con los empresarios y los ganaderos y los aficionados. No quería faltares al respeto (escucho sollozos y la voz rota). A la afición taurina de Apizaco y de todo México y del mundo, muchas gracias por fijarse en mí y por el apoyo brindado. Muchas gracias.

P: ¿Quién es Luis Paguay y cuál es su intención viniendo a México?

R: Soy un chavo entusiasta y alegre que sueña con ser torero. Y mi objetivo al venirme acá a México es buscar oportunidades. Estoy intentando abrir mi camino para poder realizar mi sueño que es servir al Dios del toreo. 


Fotografías cortesía del maestro Jaime Oaxaca

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