Un día como hoy partió Conchita Cintrón

Un día como hoy partió Conchita Cintrón

En su casa de Lisboa murió, un día como hoy, a los 87 años de edad, la rejoneadora de Antofagasta, Chile, Conchita Cintrón.

«La Diosa rubia del Toreo» y madre del Cavalleiro en Plaça portugués Fernando Castello Branco, paseó su gracia torera por diversas plazas del mundo y en Colombia fue un fenómeno mediático gigantesco llegándose a crear una peña que se llamó «Los Conchitos» y de la que eran feligreses don Hernando Santos , Eduardo de Vengoechea, don Guillermo Cano ilustres periodistas tan ligados al mundo del toro.

La rejoneadora distinguida por ser la primera figura mundial Femenina la cual toreo con todos los grandes de su época y marcó mucho en su carrera la cual nunca tomó la alternativa ya que ella misma lo contó que nunca necesitó tenerla, pero con un detalle d esos que tiene la historia del toreo ya que en NÎMES, Francia, concede la Alternativa de Rejoneador a la Francesa María Sara.

Se crió en Perú, donde un caballero portugués de alcurnia y rejoneador, Ruy da Cámara, fue su maestro de equitación y mentor.

Debutó en 1936 en la limeña plaza de Acho, la más antigua tras la de Ronda, y se consagró en México, donde recibió el apodo de Diosa de Oro.

Armando Caicedo cuenta la historia de 1944 en Bogotá que no tiene desperdicio.

En marzo de 1944, la historia del Arte de Cúchares y de Cañero se partió en dos en Colombia.

Una muchacha apenas en la mayoría de edad 21 años bautizada como la Diosa Rubia del Toreo paralizó los corazones de los más enjundiosos expertos en tauromaquia; de los aficionados más tradicionales; de matadores, novilleros, rehileteros, picadores, cuadrilleros, monosabios y hasta taquilleros.

Cayeron rendidos a sus pies todos los que palpitan con la fiesta brava y los que no la entienden incluyendo a los críticos.

Desde el amanecer del viernes 17 de marzo, una inmensa caravana de aficionados, estacionados en el aeródromo de Techo, se declararon en vigilia aguardando el avión de Panagra que traía a Conchita Cintrón.

Ese mismo día, en un aviso robapágina, se anunció la corrida del domingo, advirtiendo: La boletería está agotada.

Los socios del Jockey Club administradores del hipódromo de la 53 humillaron la cabeza en su homenaje, y solicitaron largar en función de matinal las carreras.

El secretario de Gobierno de Bogotá, Gustavo Samper, debió tomar las más serias medidas para controlar la reventa, mientras que los secretos de la Policía fueron regados por la ciudad para evitar falsificaciones.

Sólo 13.553 iluminados tendrían el privilegio de ver en vivo y en directo a la Conchita.

La biografía de Conchita era una suerte de tutti frutti. Nació en agosto de 1922 en Antofagasta (Chile), de padre puertorriqueño y madre estadounidense.

A los cinco años se radicó en Lima, y adquirió la ciudadanía peruana. A los 11 años ingresó a la escuela de equitación, que en Lima sostenía el famoso rejoneador portugués Ruy da Camara. Allí se distinguió como la alumna más aventajada.

En enero de 1936, a los 13 años, debutó en un espectáculo de beneficio, como rejoneadora, lidiando dos vaquillas.

A los 14 años se hizo profesional del toreo.

En Lisboa tomó su alternativa como rejoneadora y en la plaza de Lima, el 28 de julio de 1938, a los 16 años, como matadora. Luego se marchó a México donde recorrió durante cuatro años todas sus plazas.

Cuando ese viernes inolvidable apareció la Conchita en la escalerilla del avión.

Media Bogotá quedó impactada por su belleza: estatura mediana, 45 kilos, cabellos de color miel, ojos azules y la más blanca de las sonrisas.

Y la otra mitad la de los gomosos y expertos lelos con su currículo profesional: llegó con 430 astados toreados, rejoneados y muertos, y 132 trofeos.

Además, exhibía 17 sustos o revolcones y un caballo blanco muerto empitonado en plena faena.

Como quiera que Conchita toreó 48 horas antes en Caracas y que si bien no le tenía miedo a los cornúpetas, le inquietaban los aviones, esa primera mañana descansó en su suite del primer piso del Hotel Granada.

En la tarde le dio un vistazo a la Santamaría. Allí, entrecerrando sus azules ojos sentenció: Este ruedo es de 42 metros de diámetro, un tanto pequeño, lo ideal son 52 a 55 metros.

Los expertos, haciéndose los toches , miraron hacia las banderas.

(Tendido7 agradece a Formafición Toros de México y a El Tiempo sus aportes para esta de recuerdo de Conchita Cintrón tan ligada su vida torera a Colombia)

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