Una mirada al toreo cómico

Una mirada al toreo cómico

El Terrible Pinilla espera al toro….leyendo un diario

La afición a los toros y perdón por ponerme en primera persona, nos viene del toreo cómico pues nuestros padres nos llevaban a ver El Empastre, El Bombero Torero, a «Cantinflas» que era todo un lujo (torero, ganadero y actor , don Mario Moreno dejó en el toreo cómico una estela imborrable) ; el Chino Torero , y más tarde Kaliman, o Superlandia de los Valencia y esas tandas de risas que nos pegábamos con los enanitos toreros. En La Santamaría íbamos al balcón que, para nosotros, los chicos de la época, era como estar en un trono. Y de ahí pasamos al toreo serio, que digo serio sino hay nada más serio que hacer reír: Pero, bueno, ya fuimos a las novilladas sin caballos, a las picadas y a ver a los grandes toreros que me tocó por generación, hasta hoy.

Lamentablemente muchos consideran al toreo cómico un arte menor y están equivocados. Lo hilarante, lo cómico, lo risible acompaña la fiesta de los toros.

Uno puede datar orígenes de ese toreo en el siglo XX con Rafael Dutrús Zamora, «Llapicera». O Por allá en las épocas de Felipe IV, uno de los últimos Austrias, se representaban las llamadas mojigangas representando escenas del Quijote y de obras de Calderón.

Los espectáculos de Llapicera fueron disfrutados, además de en España, en Francia, Marruecos (cuando fue protectorado español) y América latina. Sus andaduras tuvieron lugar de 1916 a 1959.

Era costumbre habitual presentar su elenco de artistas en Valencia o Castellón, según fueran las fiestas de las Fallas de Valencia o las Fiestas de la Magdalena (Castellón de la Plana).

Sus presentaciones eran un compendio de toreo trágico-cómico, arte musical apoyado por una banda de música tocando en el ruedo cerca del toro y otros artistas a modo de pantomimas imitando unos a personajes célebres, Carmelo Tusquellas (Charlot) o creando personajes propios, el Bombero Torero, Laurelito, Arévalo (el padre del artista cómico Arévalo). De la seriedad de este arte nadie puede dudar, tanto es así que durante una actuación en Bilbao en junio de 1936, un becerro causó la muerte del banderillero Navarrete, componente de la trupe de Llapisera. Habitualmente en sus espectáculos dedicaba una de sus partes al toreo serio, actuando así en sus comienzos, como becerristas, Rafaelillo, Juanito Belmonte y Luis

Miguel Dominguín. De hecho, Manolete se presentó en BRCELONA M UY JOVENCITO EN UN ESPECTÁCULO CÓMICO y en Colombia, Leónidas Manrique con el Chino Torero y el maestro Rincón con Humberto Martínez (el padre de David ) en una tarde con Kailimán.

Rafael Dutrús, como ‘Llapicera’, dio pruebas de su finura y buen hacer como torero.

Llapicera fue inventor de suertes (la chicuelina, la manoletina) y la invasión de terrenos del torero al novillo y tuvo una gran influencia en toreros como El Cordobés con su salto de la rana.

En 1958, Dutrus sufrió una hemiplejía falleciendo el 16 de febrero de 1960.

La música del himno taurino de Colombia la compuso Juan Mari Asín en la enfermería de la plaza de toros La Santamaría quien ha pedido de las autoridades de la ciudad tuvo que encerrarse allí pues estaban los instrumentos del Empastre que por esos días de gira por Colombia hacía estación en la plaza de toros de Bogotá.

Hoy echo en falta » al Pinilla», a los Valencia, y a esos enanitos, infaltables en nuestro imaginario infantil. Claro que sobreviven cómicos con » El gran Tintin» y otros que intentan que ese toreo para niños de 8 a 80 años no desaparezca.

Gabriel Pinilla convertido hoy en un magnífico fotógrafo, fue torero cómico con don Canuto, Don Rodrigo, con Superlandia, me dice que en los setentas y ochentas del siglo pasado llegó a torear al año hasta 90 festejos que se fueron reduciendo. El cambio fue la inclusión en las corridas cómicas de los cantantes por lo que los toreros que hacían reír fueron alejados de las plazas.

Pinilla asegura que en la provincia las plazas se llenaban 4 y 5 tardes. Les tocó con el llamado » criollo » (novillo que no era de casta) y más tarde algunos empresarios inescrupulosos compraban animales toreados que hacía imposible hacer el toreo y menos el juego de los toreros-artistas en el ruedo.

El mejor recuerdo del muy serio Pinilla de esas épocas fue en Supatá, Cundinamarca, porque salió un toro bravo, de esos soñados que van donde se les cite y la tarde fue redonda. En Soratá, cerca de Tunja, salió un cebú bajito, de 250 kilos, bravísimo, de Polo Pinzón. Fue tan bueno que lo conservaron y lo guardaban en un lote cercano a la plaza » La Pradera » de Sogamoso, pero abusaron de él en muchos espectáculos y terminó por «aprender » hasta latín…

Hago votos porque ese toreo cómico, el más serio de todos, no quede en el olvido y los niños y jóvenes puedan asistir a esas inolvidables jornadas para que se rían que tanta falta nos hace hoy, reír…. Hacen un hueco muy grande las ausencias del Gran Kiki, El Toronto, sus monos toreros y sus enanitos forcados, Toros y Claveles, Córdoba Taurina……

El toreo cómico nos ha regalado personajes de la talla de Dutrus, de Pablo Celis, de Don Rodrigo, de los Valencia en Colombia.

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