Volver los ojos al toreo cómico
Sin duda, nuestra afición a los toros nació en el toreo cómico que tiene sus antecedentes en las mojigangas del siglo XVIII , y fue Llapicera en los primeros años del siglo XX ( por allá en 1916 ) quien eleva esta expresión maravillosa del arte torero al cenit.
De pequeños, nuestros padres nos llevaban a balcón en La Santamaría en Bogotá para admirar al Bombero Torero, al Empastre, al Chino Torero, al «Terrible Pinilla», un actor y torero de campanillas que hoy es un gran fotógrafo, a los Valencia y su desternillante espectáculo de Superlandia y Kalimán en el que a propósito toreó en una de sus funciones en el Coso de la calle 26 lidiando un becerro en una tarde maravillosa para él , como antes, lo hizo el maestro Manolete en Barcelona en una función de toreo Cómico.
Pues en esas funciones en Bogotá crecimos amando al toro, a los toreros y sus graciosas piruetas.
El también conocido como toreo bufo surgió en el litoral mediterráneo, en Cataluña y Valencia, y enseguida encontró una triunfal acogida en las plazas de toros del resto de España, de Hispanoamérica e incluso del norte de África.
El creador de esta nueva versión cómica del toreo fue el valenciano Rafael Dutrús, apodado ‘Llapisera’ porque se presentó en el ruedo vestido con frac y sombrero de copa, totalmente de negro. Como era un tipo alto y delgado, dijeron que parecía un lapicero, cuya traducción al valenciano le iba a convertir en un personaje enormemente popular.
Su éxito sirvió para que afloraran imitadores, como el catalán Carmelo Tusquellas, apodado ‘Charlot’ por la desternillante versión taurina de la gran estrella del cine mudo, o Jaime Colomer, caracterizado como ‘El Botones’. Pronto se unieron los tres en un espectáculo de enorme éxito, novedoso, divertido y barato, sobre todo barato, que iba a hacerse un hueco en los carteles de feria.
Esas diabluras de los toreros cómicos ( que es por cierto el mas serio del mundo pues se requiere talento, agilidad, destreza y conocimientos taurinos para burlar las embestidas de las vacas y los novillos ) han hecho parte de nuestro ser sentimental y creo que apoyar a los toreros cómicos es pertinente y necesario. Primero, por el público de 8 a 90 años ( los mayores de 90 deben ir con sus padres ) que goza con ese toreo y por los artistas que están pasando fatigas en estos tiempos de crisis.
Un hurra por el toreo cómico !!!!!!