Día: 6 de julio de 2020

San Fermín pensado para el 2021… «Lo viviremos»

Pamplona ha superado el mediodía de este 6 de julio de manera inusual, sin el chupinazo con el que deberían haber comenzado el San fermín de 2020, que han sido suspendidos por la pandemia de Covid-19.

No ha habido ni chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento, ni masificación en las calles, ni almuerzos en la vía pública. Nos relata «Noticias de Navarra».

Sí se han congregado en la Plaza Consistorial 400 personas, el aforo máximo permitido por la Policía Municipal de Pamplona, para asistir al momento en el que debería haberse lanzado el chupinazo.

Así, a las 12 horas, algunos de los asistentes en la plaza, con pañuelos rojo en el aire han gritado ‘San Fermín, San Fermín’.

Además, un ciudadano ha gritado las tradicionales palabras que se pronuncian desde el balcón de la plaza Consistorial el día 6:

Pamplonesas, pamploneses, ¡Viva San Fermín! Gora San Fermín!.

Y en distintos puntos de la ciudad se han escuchado varios ‘chupinazos’ lanzados por ciudadanos.

Al mismo tiempo, el Ayuntamiento ha desplegado a las 12 horas en el balcón de la Casa Consistorial una pancarta con forma de pañuelo en la que se leía ‘#LosViviremos‘, animando a disfrutar las fiestas de 2021.

La pancarta contenía también el mensaje en euskera, francés e inglés.

La Policía Municipal de Pamplona ha cortado el acceso a la plaza, minutos antes de las 12 horas, una vez completado el aforo máximo de 400 personas.

El Ayuntamiento de Pamplona no ha organizado ningún acto festivo y ha remitido a la ciudadanía a esperar a los Sanfermines de 2021, para poder disfrutar de las fiestas.

La peñas de Pamplona tampoco han organizado actos y permanecerán cerradas al público.

Así, la imagen en la ciudad no es la propia de un 6 de julio, aunque numerosos ciudadanos sí se han vestidos de blanco y rojo y ha habido quedadas de cuadrillas.

Así como bares y terrazas sirviendo almuerzos en calles como la Estafeta o San Nicolás, y en la plaza del Castillo.

La Policía Municipal ha realizado un amplio despliegue por distintas calles del centro de la ciudad para controlar aforos y evitar que se produzcan aglomeraciones.

En concreto, se han instalado controles de aforo en seis zonas del Casco Antiguo que cuentan con un mayor número de establecimientos de hostelería, así como en la plaza Consistorial y en la plaza del Castillo.

Se habilitan 14 puntos de controles en las entradas y salidas de las calles Jarauta (entre San Saturnino y el inicio de la calle Descalzos), San Nicolás, Pozoblanco-Comedias, Estafeta-Espoz y Mina, Calderería y la zona de la plaza de la Navarrería.

En cada una de ellas se ha calculado un aforo permitido en la calle, teniendo en cuenta la superficie de la vía y las medidas de distanciamiento social existentes.

Además, desde Policía Municipal se controla que se cumplan los niveles de aforo de cada establecimiento hostelero.

Se hace un llamamiento a los propios establecimientos para que, en el caso de que no puedan controlar el cumplimiento de esas normas (aforo, distanciamiento, uso de mascarillas, etc.).

Procedan a apagar la música, encender la luz, dejar de servir y avisar a Policía Municipal a través del 092, que «acudirá inmediatamente para reestablecer la situación».

Se recuerda, además, que no se podrá superar el 75% del aforo máximo permitido en el interior del local o los 2,25 metros cuadrados por persona usuaria, en su caso, de las zonas autorizadas para uso público.

Las terrazas al aire libre podrán ser ocupadas al 100% del aforo de las mesas permitidas en la licencia municipal.

En el Casco Antiguo y entorno no se han autorizado almuerzos y comidas en la vía pública. Por lo tanto, queda prohibido sacar mesas para almuerzos durante estos días.

Quedan especialmente prohibidos los altavoces en fachadas, en exteriores o en ventanas y puertas orientados hacia el exterior.

Atendiendo a la responsabilidad de cada establecimiento, el Ayuntamiento solicita y recomienda no emitir los días 6 y 7 de julio música sanferminera.

Los horarios de los establecimientos

Los horarios de los establecimientos, así como la emisión de música, se corresponderán con lo permitido por la normativa reguladora habitual.

Se deberá cumplir la medida de mantenimiento de la distancia de seguridad interpersonal

Que será de al menos 1,5 metros o, en su defecto, medidas alternativas de protección física con uso de mascarilla.

Además, se limpiará y desinfectará el equipamiento, en particular mesas, sillas, barra, así como cualquier otra superficie de contacto, de forma frecuente.

Asimismo, se deberá proceder a la limpieza y desinfección del local por lo menos una vez al día.

Los elementos auxiliares del servicio, como la vajilla, cristalería, juegos de cubiertos o mantelería, entre otros; se almacenarán en recintos cerrados.

Y si esto no fuera posible, lejos de zonas de paso de clientes y personas trabajadoras.

Demandas constitucionales, penales y laborales por el Acuerdo 013 del Concejo de Bogotá

Imagen de El Gino, cortesía de El Universal de Cartagena

Demandas constitucionales, penales y laborales por el Acuerdo 013 del Concejo de Bogotá, Se preparan los alegatos jurídicos para impedir este atropello.

Colombia, pese a sus avatares políticos, a sus disensos ideológicos, a la confrontación partidista ha logrado con sus mas y sus menos sostener ese trípode de las democracias.

Ya saben que en El Espíritu de las Leyes, Montesquieu dejó sentadas esas bases que tienen hoy toda su vigencia.

Poder ejecutivo

En ciencia política y derecho, el poder ejecutivo es una de las tres facultades y funciones primordiales del Estado.

Se distingue así del poder legislativo, que aprueba o deroga leyes, y del poder judicial, que las interpreta, hace respetar o invalida.

Dicho lo cual, el Concejo de Bogotá cruzó peligrosamente las líneas rojas que limitan su acción como órgano de control político del gobierno de Bogotá y hacedor de Acuerdos.

El presidente de la Unión de Toreros de Colombia, Hernán Ruiz anunció a este portal que sabedores del Acuerdo y que tarde o temprano la alcaldesa iba a firmarlo (y así lo hizo la semana pasada).

Se prepararon los alegatos jurídicos para impedir este atropello del gobierno de la capital y del Concejo, pues una cosa es legislar y otra invadir terrenos que no le corresponden al cabildo bogotano, que abusivamente (y por eso prevaricaron los concejales), ya que deben saber que el toreo que es legal en Colombia y que no está clasificado en el capítulo del maltrato animal.

Así que son tres demandas que están en curso:

Demostrar que el Concejo no puede imponer tributos discriminatorios al incrementar al 20 por ciento el llamado tributo a pobres, ni decidir el curso de la corrida que ya está reglado por la Ley 916.

Pues en uno de los artículos del malhadado Acuerdo se prohíbe el uso de la vara, las banderillas y el estoque, deformando el espíritu del ritual taurino.

Los concejales dicen que es para desincentivar las corridas en Bogotá pero es una prohibición en toda regla.

En lo laboral, el perjuicio para toreros, banderilleros, picadores, mozos de espada que derivan su sustento de sus profesiones.

Y en lo penal, pues el Concejo al extralimitarse con ese Acuerdo A SABIENDAS Y CON PLENA CONCIENCIA DE LOS VOTANTES, incurrieron en delito.

«Esto apenas empieza», dijo el presidente de la UNDETOC, Hernán Ruiz y vamos a demostrar con la ley en el mano que nos asiste la razón.

A la alcaldesa se le pidió que no firmara el Acuerdo pero ella hizo caso omiso y también responderá ante los tribunales.

Y con los dramas que tenemos con el coronavirus. Pero, claro, el problema somos los taurinos. Nada mas alejado de la realidad.

La de Joselito en Madrid, el 3 de julio de 1914. Alcalino – Tauromaquia.

La de Joselito en Madrid, el 3 de julio de 1914, fue un hecho insólito. Pues no ha vuelto a ocurrir que un mozo de 19 años se encierre con una corrida entera, con la plaza de Madrid llena hasta el tejado.

No lo movía el deseo de llamar la atención, o reclamar contratos, que ambas cosas las tenía ya de sobra, sino la mera constatación de una supremacía que ya pocos ponían en duda.

En apenas año y medio de matador, José Gómez Ortega «Gallito» había cumplido su promesa de retirar a Ricardo Torres «Bombita» –gran opositor de su hermano Rafael–, y protagonizado un meteórico ascenso hasta la cima del toreo.

Joselito

Así, de manera casi natural, se urdió la idea de la encerrona, mitad iniciativa de la empresa madrileña y mitad sugerencia directa de Gallito –en lo sucesivo Joselito -, decidido reescribir de su puño y letra –con capote, banderillas, muleta y estoque–

La historia de la Fiesta de toros, a la que desde niño dedicó por entero vida y afanes.

José fue el hijo menor de Fernando Gómez «El Gallo», un torero de la cuerda del arte que habría resonado más de no coincidir en el tiempo con Rafael Molina «Lagartijo», primero, y Rafael Guerra «Guerrita» más tarde, los dos colosos cordobeses que cerraron con gloria la tauromaquia del XIX. 

Fernando «El Gallo» 

Crió tres hijos toreros, de los que el segundo Fernando, perjudicado por su obesidad, se quedó en subalterno y principal receptor de las teorías paternas sobre el toreo de capa, que tuvo en el viejo Gallo.

Un brillante innovador–a él se debe la invención del cambio de rodillas–.

Casado con una bailaora de tronío –la Señá Gabriela Ortega–, alguno de sus vástagos tenía que heredar la vena gitana de la madre y ése fue Rafael.

El primogénito, prematuramente calvo, famoso lo mismo por sus espantadas que por su alado estilo, pletórico de sal andaluza y giros inesperados.

Rafael «El Gallo» 

Le daría la alternativa a su hermano chico en la Maestranza de Sevilla el 28 de septiembre de 1912, cuando Joselito contaba apenas 16 años, cuatro meses y 20 días, pues había nacido en Gelves el 8 de mayo de 1895.

Desbordante de toreo pero también de ambición, este prodigio adolescente no tardaría en convertirse en amo absoluto del tinglado.

Arrebatado por las empresas y mimado por los ganaderos punteros, que tras abrirle las puertas de sus fincas y cerrados, acabaron sometidos a su arbitrio.

Orientado a la obtención de un toro. Hecho más para la fijeza y el arte, que para la pelea sin cuartel, que había sido hasta entonces la corrida. 

Juan Belmonteel verdadero precursor de la nueva escuela, parco e irónico, prefirió acogerse a los buenos oficios y la capacidad negociadora de su amigo José, con el que iba a cubrir seis de las siete temporadas –entre 1914 y la primavera de 1920– que pasarían a la historia como la edad de oro de la Fiesta española.

La elección del ganado

Concertada la encerrona madrileña para el viernes 3 de julio de 1914, Joselito se dispuso a seleccionar personalmente un encierro a su entera satisfacción y gusto.

Pocos días antes de la fecha señalada condujo su Hispano-Suizo por la sierra de Madrid hasta la ganadería de Vicente Martínez, para escoger los más apropiados del hato que el acreditado criador de Colmenar Viejo le había apartado para la ocasión.

Los toros

De la tierra tenían fama de duros, pero Gallito no había dejado de advertir un interesante cambio en su estilo hacia una mayor suavidad y fijeza, inducidas por un nuevo semental, el célebre «Diano», de Ibarra. 

De modo que, priorizando las buenas hechuras y la nota de tienta, eligió José un encierro poco aparatoso pero tan fino que pasó sin problemas la temible aduana de los veterinarios madrileños.

Por orden de lidia irían apareciendo los llamados «Comedido», «Descarado», «Barrabás», «Coralino», «Nevadito», «Presumido» y «Mulato», cuatro zainos y dos berrendos en negro.

Formaban un lote precioso, muy parejo –promediaron unos 480 kilos en pie y que, sin ninguno especialmente destacado, le permitió desplegar a Gallito sus amplios talentos, recursos y capacidades.

La plaza estaba llena y el boletaje agotado cuando los clarines convocaron al orgulloso y juvenil espada sevillano, enfundado en un terno celeste y oro;

lo escoltó en el paseíllo el sobresaliente Remigio Frutos «Algeteño» –sobrino de Saturnino Frutos «Ojitos», el mentor de Rodolfo Gaona–, seguidos por los subalternos de a pie y de a caballo.

Cuadrillas

Independientemente de lo numeroso del séquito que partió plaza esa tarde.

Joselito prácticamente limitó como ayudas en la lidia a sus peones y picadores habituales; todo mundo conocía las cualidades para la brega y el tercio de banderillas de El Cuco y El Almendro.

Ambos de nombre Enrique Ortega y parientes de los Gómez Ortega, y sabía de la formidable técnica capotera de Enrique Belenguer «Blanquet»

En quien Gallito depositaba tanta confianza que, al sexto de la tarde, decidió lidiarlo con solamente este excelso peón valenciano en el ruedo:

una especie de homenaje al citado Blanquet a quien, tras prender él mismo dos colosales pares de banderillas, invitó a colocar el tercero.

Y no desmerecían Rafael Saco «Cantimplas» Francisco González «Chiquilín», cordobeses. Los hombres de a caballo estaban igual de compenetrados con su maestro.

La plantilla titular la constituían Manuel Aguilar «Carriles», Juan Pinto y Antonio Chaves «Camero», que militaba en las filas del mexicano Gaona cuando Joselito lo llamó un día para convencerlo, dicen, con éstas o parecidas palabras: 

«Antonio, deja al indio ése y vente conmigo, que no vas a tener mejor patrón que mi menda en toda tu vida».

Por cierto, un incidente afeó la participación del piquero de Camas –que tenía el brazo particularmente pesado–.

Cuando se le fue la garrocha muy abajo y casi mata al segundo toro del puyazo, provocando una bronca tan fuerte que Joselito, en castigo, le prohibió salir al ruedo en los turnos siguientes.

Pero cuando iba a lidiarse el sobrero, que Joselito solicitó en un alarde encaminado a redondear su apoteosis.

Volvió a llamarlo

En ese entonces los picadores esperaban en la arena la salida de los astados, y para darle oportunidad de reivindicarse ordenó que solamente él picara al correoso sobrero de Martínez

Camero se portó a la altura y al abandonar el ruedo tuvo que saludar las aclamaciones con el castoreño en alto.

Una tarde consagratoria

La encerrona gallista cumplió plenamente su función de jubileo del torero que el alambicado José de la Loma «Don Modesto» iba a coronar nuevo Papa –el anterior fue Ricardo Torres «Bombita» –en su crónica de El Imparcial.

¿Cómo era el toreo de Joselito? ¿Qué y cuántas maravillas lo constituían?

En una época en que el primer tercio era el más largo, y movido de la lidia.

Con sus caballos despanzurrados y la consiguiente abundancia de intervenciones de diestros y cuadrillas, la crítica le contó, a lo largo de la tarde.

159 lances de capa, repartidos entre los de recibo, la brega y 26 variados quites.

Casi cuatro por toro, nueve asombrosos pares de banderillas y solamente 83 muletazos, así como cinco pinchazos, seis estocadas y un golpe de descabello.

Esta enumeración no es ociosa.

Revela con exactitud lo que eran aquellas corridas del cambio de siglo, centradas en laboriosos primeros tercios que, en medio de su dureza, los toreros procuraban animar con exuberancia de quites y ampulosos remates, en lo que Gallito fue un as.

Torero completísimo, era también un rehiletero formidable, que solamente cedía ante la templada elegancia de Gaona, ya que José, infalible en medir terrenos y embestidas y colocar los rehiletes en lo alto, hacía todo esto con cierto apresuramiento.

También con la muleta, urgido en dominar a los toros con pocos pases, castigando mucho y yendo siempre hacia adelante,

para evidenciar cuanto antes su superioridad desplantándose, en la propia cara de las sometidas reses.

Ya tocándoles los pitones, o la oreja, e incluso la jeta,

que a los más aplomados solía enjugarle, con el pañuelo que extraían tranquilamente de la casaquilla.

Faenas, en suma, de neto dominio, cuya brevedad se consideraba prenda de poderío.

Con el tiempo, iría alargándolas y llegó a invadir los territorios del arte, producto de su frecuente contacto con Juan Belmonte –verdadero mensajero del futuro–.

Pero esa no fue aún la tónica, aquella tarde crucial del 3 de julio de 1914.

En la que de todos modos se justificó, como el prodigio de la época. Y les cortó una oreja a «Coralino» y «Presumido», cuarto y sexto de la memorable corrida.

A la muerte del complicado séptimo, el gentío invadió el ruedo, rodeo al héroe y llevándolo en peso.

Protagonizó con él un conato de salida en hombros, que tampoco se usaban tal como ahora las conocemos. Palmarés y vanguardia.

En la madrileña plaza de la carretera de Aragón José Gómez Ortega totalizó, en las siete temporadas que duró su magistratura –trágicamente rota por «Bailaor»-.

81 paseíllos, de los cuales éste del 3 de julio de 1914 era el número 24.

Y cortó 19 orejas, cifra entonces desusada.

Sin poseer la fuerza innovadora de Belmonte, marcó una diferencia clara con las figuras que le antecedieron, no solamente por su clarividencialidiadora y el poder demoledor de su muleta;

sino porque su porte novedosamente jovial, esbelto y ágil rompía con la robustez más bien adusta de la gente del XIX.

En el ruedo, los únicos antecedentes habían sido los juncales Antonio Fuentes y Rodolfo Gaona, y el sonriente Ricardo Torres «Bombita»–, y anunciaba la entrada a un mundo nuevo y distinto.

Y al auténtico siglo de oro de la tauromaquia.

Así en la tierra como en el cielo. Ha volado al más allá Ennio Morricone

Ennio Morricone, nos dejó memorables bandas sonoras y una misa guaraní «Así en la tierra como en el cielo» que encabeza esta nota transida de emoción y tristeza pues no estará en el «Canmpoamor» en el príncipe de Asturias este año.

Tenía 91 años y partió. «Il Maestro» llamaba a la música que componía para el séptimo arte «música aplicata». Es ya inmortal pues cada vez que escuchemos su música está entre nosotros.

Y en el toreo se recuerda momentos memorables del maestro Enrique Ponce en cuyas faenas se interpreta música creada por el insigne Morricone.

Autor de gran parte de la Banda Sonora de nuestra vida, también de la tauromaquia. Recuerdo dos, una en el Puerto de Santamaria y otro instante en una plaza francesa.

Es posible que «Morricone» sea lo primero que se viene a la cabeza de cualquier amante del cine que piense en bandas sonoras. Compositor prolífico, ha firmado la banda sonora de más de 500 largometrajes a lo largo de seis décadas de productividad.

Sus épicas caballerescas para Sergio Leone o sus agonizantes sinfonías para Argento y Mario Bava, entre otros, fueron claves para popularizar en todo el mundo dos cosas tan, a priori, locales como el Spaghetti Western o el giallo.

Ennio Morricone

Cuenta Ennio Morricone que cuando era un estudiante de música muchos de sus compañeros le despreciaban porque se había especializado en trompeta, un instrumento considerado vulgar.

Ninguno de aquellos estudiantes consiguió destacar con el tiempo. Morricone en cambio se ha convertido en uno de los músicos de cine más importantes de la historia.

Sus melodías y canciones han trascendido el campo cinematográfico hasta el punto de que se le puede considerar uno de los creadores musicales más grandes del siglo XX. Y lo que le queda del XXI, anota Antonio Martínez en la SER

Si Clint Eastwood y el director Sergio Leone fueron los grandes artífices de la época dorada del spaghetti-western, no menos importante fue el hombre que le dio su sonido característico.

El Western

Ennio Morricone revolucionó la música del western incluyendo nuevos instrumentos como la guitarra eléctrica o el órgano, además de la innovadora presencia de los coros, los efectos de sonido o los silbidos.

Aunque el músico ya había compuesto algunas bandas sonoras anteriormente, fue su asociación con su antiguo compañero de colegio Leone lo que le convirtió en un compositor estrella a nivel internacional gracias a los spaguetti-westerns.

Con él formó un tándem imbatible y compuso, entre otras, las piezas de la trilogía del dólar.

Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. 

El director decía de él que más que su compositor era su guionista. Muchas veces sustituía diálogos por la música ya que ésta expresaba mejor que las palabras lo que quería contar. Play/Pause

Pero el western no acabó encasillando a Morricone. El italiano ha puesto su estilo personal al servicio de prácticamente todos los géneros.

A lo largo de su carrera ha compuesto 36 bandas sonoras de películas del Oeste, más o menos un ocho por ciento del total de su obra ya que Morricone es el compositor más prolífico de la historia, autor de más de 500 bandas sonoras, trabajando durante algunas etapas de su carrera a una media de tres al mes. 

Sus composiciones constituyen la banda sonora de una era del cine, de Cinema Paradiso a Novecento o La misión. Después de estos éxitos, su caché aumentó y en el mercado americano se lo rifaban.

Morricone ha trabajado con casi todos los grandes del cine italiano, Bertolucci, Pasolini, Bellocchio, Pietri… También en el cine francés el compositor ha dejado su huella en numerosos títulos, como El profesional, de Jen Paul-Belmondo.

El cine de gángster es otra de sus especialidades

Los intocables de Eliot Ness, El clan de los sicilianos, Bugsy… y cuando su amigo Sergio Leone quiso rodar su gran película del género, Érase una vez en América, no dudó en acudir a su viejo amigo.

Por su aire nostálgico, a la par que dramático, muchos la consideran a gran obra maestra de Morricone.

El músico creo que la partitura antes de empezar a rodar y el director se valió de ella para motivar a los actores durante la filmación:

«No solo yo, actores como Robert de Niro les gusta que la música se toque en plató porque les facilita meterse en situación. Dicen que eso les hace sentirse dentro, que les ayuda de un modo especial, así que lo hacemos así y después se graba el diálogo», recordaba Leone.


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