Día: 12 de octubre de 2020

Gusto y sabor con Morante y Ortega que eternizan el toreo en Córdoba

«Seminarista», toro de finas hechuras, serio, armado de pitones, abrió la esperada tarde la hispanidad en Córdoba con un Morante queriendo siempre y partió sin cortar apéndices.

Pero dejando un sabor exquisito y la confirmación de que con Juan Ortega estamos ante un torero de mucha calidad y clase, de clásico estilo y acusada personalidad.

Tampoco saboreó el paseo de los apéndices pero sí del agradecimiento del público que llenó la plaza en las condiciones que impusieron las autoridades por la pandemia.

Mano a mano con el maestro de La Puebla.

El primero, sosote, deslucido, no le dio opciones y solo en una tanda al final se pudo apreciar la dimensión del de La Puebla en apenas destellos. Como suele decirse en Colombia, «todo era pinta (en el toro) y nada mas… La espada hizo guardia y luego puso punto y final con el descabello.

Juan Ortega lidia a «Programador » también de Jandilla como el primero que sale suelto,.

Bonita la media para dejar colocado al toro en su segundo encuentro con la cabalgadura… Y Morante puso su sello con dos verónicas y una media en el quite, media antológica.

Y ortega replica: Otra media de ensueño.

Brindis de elegancia, compañerismo en el marco de la rivalidad del mano a mano, de Ortega a Morante.

El toro tiene tendencia a los adentros y escarba. Ortega lo saca más allá de la segunda raya. Y en esa zona, más cerca de los medios, el toro embiste mejor.

Dos derechazos estéticos y encajados y una trinchera de esas de cartel de Diego Ramos.

El toro vuelve al lugar donde se encuentra más cómodo: los adentros y ahí Ortega «pintó» el toreo con majeza que salpicó con el forzado.

Es mejor el pitón derecho por donde se ha acomodado el sevillano que ha toreado con temple , naturalidad y verdad. Y ese detalle de cómo coge el palillo que sostiene la muleta , con la yema de los dedos, y suavecito.

La faena no ha tenido, digamos, la continuidad que tuvo aquella de Finito al toro de García Jiménez en Antequera pero la colocación, cómo se lo pasa de cerca, como se ciñe y el gran gusto de Ortega el torero » sensación».

Espada baja. Ovación.

Ortega expresó: No ha habido ligazón pero el toro tuvo buen son, galope y dejaba mecerse con él. El toro cogía los vuelos por abajo y por eso he disfrutado. Me gusta la rivalidad y que ésta se justifique mas allá de mi respeto por el maestro Morante, señaló Ortega a David Casas .

«Siete Gatos», el segundo de Morante. (Jandilla)

Mas detalles de Morante al dejar el toro en la jurisdicción de su picador Cristóbal Cruz en Córdoba.

Brinda a la parlamentaria Cayetana Alvarez de Toledo.

Queriendo, imponiéndose a las condiciones del toro con arte y valor, Morante ha mostrado esa faceta de querer y poder en series en las que le ha podido al toro que jamás ha estado metido en la muleta. Y dos ayudados por alto con sabor antiguo. De categoría. Y no hubo continuidad en el trasteo de Morante por cómo se lo planteó el toro.

Pinchazo rebotado y entera.

Sale «Japonés» con la divisa de Vegahermosa para Ortega.

El toro con violencia en sus acometidas. Y en mas de una ocasión ha puesto en aprietos a Ortega al punto que lo desarmó en una de ellas.

Toro que «reponía» y se guardaba aquello que decía el maestro Antoñete «se hace el haripendi»… Pegaba el típico arreón del manso y no la clara embestida.

Poco más, un macheteo suave y a coger «la espada de verdad».

Vuelve Jandilla con «Sarao» para el cierre de Morante en ese mano a mano en la plaza «Los Califas».

Dos grandes puyazos de Aurelio Cruz que es ovacionado y un quite por chicuelinas de mano baja de Morante. Responde Ortega de la misma guisa. Ovación.

Torea con esa personalidad única el de La Puebla. Muletazos por abajo, tanda por la derecha y con el de pecho mientras suena «Suspiros de España» del jienense Antonio Álvarez Alonso, creador del silgo XIX. .

Buen toro, a secas sin mayor explosión en sus embestidas. Se deja mucho. Naturales de factura girando los talones y el forzado. Magistral, barriendo los lomos del toro para rematar las series.

Un Morante en estado de gracia, de disposición, de vocación, de responsabilidad en una corrida que justifica el mano a mano en Córdoba.

Es quizás el mejor de los tres para Morante con una variedad de toreo, cómo se salió con el toro a los medios, las verónicas, las chicuelinas, las medias, los forzados, el de pecho, los naturales, las trincherillas, los ayudados por alto y por bajo…

Y como no podía ser menos en la tierra de Manolete, pues tres manoletinas con el sello morantiano y un público puesto en pie. Tres ayudados por alto y abaniqueo por la cara.

Pinchazo hondo en buen sitio y media. Aviso y el toro dobla. Ovacionado en la vuelta al ruedo.

«Ha sido una tarde especial, el público está disfrutando y ha seguido la corrida con respeto e interés y yo me expresado con lo mejor disposición y si bien el conjunto ha sido bueno, con la espada, he estado poco acertado pro eso sí «arrebujao en todo momento», le dijo Morante al Canal Movistar.

«Osorio», de Jandilla , serio, cuajado, el único castaño del encierro para cerrar plaza en Córdoba con Ortega.

La verónicas han tenido majeza, al final el toro sale desentendido y él le da esa media como queriendo decir «ahí queda eso».

Fue lo mejor pues luego el toro a menos, muy deslucido, abrevia y espada baja y desprendida. Arreón y huida del toro en Córdoba.

Los toros de ida y vuelta. Los mexicanos lidian en España.

A través del tiempo, han cruzado el Atlántico tres hatos de toros mexicanos para ser lidiados en plazas españolas: cuatro de Piedras Negras fueron a San Sebastián (1929), seis de San Miguel de Mimiahuápam a Madrid (1971) y más de una veintena, procedentes de San Mateo San Marcos –divisas hermanas–, los adquirió el ganadero-empresario José Luis Pereda en 1986.

Los seis primeros sanmateínos se corrieron en Huelva el sábado 11 de octubre de dicho año, corrida de la hispanidad cuyo cartel encabezaba José Ortega Cano (rosa y oro: vuelta y silencio), con el mexicano David Silveti como segundo espada (azul y oro: ovación tras aviso y una oreja) y cerrando terna el andaluz de Gerena Tomás Campuzano (grana y oro: oreja y dos orejas).

Campuzano le brindó a Silveti su segundo toro, el mejor del encierro.

Y, reveladoramente, la prensa fue unánime al reconocer la buena casta del ganado mexicano y la del tercer miembro en línea de sucesión de la dinastía Silveti, que impresionó por su finura de estilo pero, sobre todo, por su denuedo y valentía para sobreponerse al estilo picoso de sus toros, al grado de hacerse acreedor a dos de los tres trofeos en disputa: el reservado a la mejor faena de la tarde (Carabela «La Pinta») y el correspondiente a la mejor estocada (Carabela «La Niña»).

El de triunfador de la tarde (Carabela «La Santa María») se lo llevó Tomás Campuzano, favorecido por el mejor lote de una corrida que llamó la atención por su enrazada y correosa condición.

Conviene sopesar con cuidado lo que escribieron dos de los cronistas hispanos más connotados de la época  para tener una idea aproximada del impacto causado tanto por los toros de 

San Mateo como por David Silveti, seis años después de su última incursión por cosos hispanos.

Crónica de Rafael Moreno (ABC)

«Cuando el último toro mexicano lidiado ayer en la plaza de Huelva cayó a los pies de su matador Tomás Campuzano todos respiramos tranquilos…

Nadie, absolutamente nadie, se había aburrido en la plaza: los toros mexicanos nos habían mantenido a todos con la tensión a flor de piel.

Ni siquiera era posible hablar con el vecino. Lo que ocurría en el ruedo exigió toda nuestra atención. 

Aquellos toros, mejor toritos, si los juzgamos por su tamaño, había obrado el milagro de mantenernos con el alma en vilo durante todo el festejo.

La fiesta recuperó de pronto todo su sentido emotivo. El miedo llegaba a los tendidos.

El peligro se veía desde lejos, y también el mérito de los toreros que fueron capaces de hacerle frente… aquellos toritos, que difícilmente habrían dado por buenos la mayoría de los veterinarios españoles, demostraron que el volumen es lo de menos, lo que necesita el toro es fiereza.

Los toros mexicanos no fueron bravos en el sentido que hoy dan al calificativo los taurinos españoles. O, por lo menos, no fueron nobles.

Pero sí tuvieron casta, genio y movilidad. ¿Y saben ustedes qué pasó? Pues que a todos les dieron en varas más que a una estera, a todos les llegó la sangre hasta la pezuña como para haberse muerto cuatro veces y,  a pesar de ello, ninguno llegó a doblar las manos ni una sola vez.

¡Ni una! Y el caballo era el mismo de siempre, y el peto también. Todo era igual menos una cosa: el toro…

Mucho más chico de constitución pero eso sí –atención al detalle– mucho más alto de agujas. Hasta zancudo, si ustedes quieren. Sus patas y sus manos eran más que suficientes para mantener el resto de su anatomía.

No eran esos toros bonitos que aquí hemos llegado a criar, con las manos justitas para mantenerse en pie, pero a todas luces insuficientes para sostener las moles que llevan encima…

Otra cosa fue su comportamiento. A ninguno de esos toros se les pudo hacer ese toreo de cristal que parece que se quiere imponer aquí… en primer lugar porque eran toros que embestían con genio y sin entregarse… sin parar un momento.

Cuando decían ahí voy hacía falta un torero con los pulmones cargados de aire para no desfallecer. Y no iban detrás de la muleta como perritos ¡qué va!, la seguían intentando descubrir siempre al que la manejaba.

Por eso todos andábamos con tensión en los tendidos, temiendo y saboreando el peligro, entendiendo el riesgo de los toreros, valorando sus gestos y hasta perdonando sus dudas…  imagínense ustedes la que pasarían los toreros… Casta… genio… emoción… riesgo… Todo menos aburrimiento.

David Silveti estuvo hecho un león.

Así de claro. Sin dejarse arrugar, con los dientes bien apretados y dispuesto a jugarse la vida para triunfar.

Nos sorprendió el mexicano, aunque bien mirado no tendría por qué haber sido así: un hombre que ha sido capaz de superar todas las adversidades que él ha superado para vestirse de torero no podía tirarlo todo por la borda, ahora que por fin se veía en España con dos toros de su tierra. Dos toros que no le dieron ninguna facilidad.

Su primero tuvo genio para dar y regalar. David le pudo porque le llevó siempre la muleta muy baja. El toro de pronto, se dio cuenta de que no asustaba al torero y se fue buscando las tablas.

El puntillero lo levantó varias veces… Con su segundo, David se jugó la vida. El de San Mateo se lo quería comer, pero él fue capaz de ganarle la partida… Creo que lo de león le viene de familia. Y también hecho un tío estuvo Tomás Campuzano. 

Su primero le dio algunas facilidades, y con su segundo, puso la plaza del revés. El genio del toro lo utilizó Tomás para triunfar. Ni siquiera lo arrugó una tremenda voltereta… Ortega Cano pudo con su primero, que tenía genio por el lado derecho y ni un muletazo por el izquierdo.

Debió darle más importancia a lo que hizo. Su segundo fue un regalito imposible y no hubo manera de echarle mano… Hizo Ortega un esfuerzo grande para no darse por vencido…

¡Arriba San Mateo!

Ayer en Huelva vivimos una dimensión de la tauromaquia casi olvidada. Los saltillos que volvieron a su tierra de origen para morir nos trasladaron a otra época, no sabemos si definitivamente superada, pero desde luego altamente emotiva…

Tras una larga epopeya, estos toros descendientes de aquellas doce vacas y dos sementales que el legendario Antonio Llaguno, en combinación con su amigo Ricardo Torres «Bombita», le compró al marqués de Saltillo, y que en tiempos de la revolución mexicana tuvo que esconder en el sótano de su casa… nos han hecho ver la necesidad que tenemos de la fiereza y de la fuerza para que el animal tenga movilidad y no se caiga, que es la peor imagen que puede dar un toro de lidia». (ABC, Domingo 12-10-86).

Crónica de Filiberto Mira (Aplausos)

«Sr. D. Juan Silveti (exmatador de toros); Guanajuato, México/ Querido Juan: Antes que nada, quiero decirte que México ha obtenido hoy un gran triunfo en la plaza onubense de La Merced.

Un éxito también para José Luis Pereda, que si bien como empresario no ha visto lleno ni mucho menos el coso, tendrá la alegría de haber aportado algo a la hermosa tarea del hermanamiento hispanomexicano…

Aquí, al lado de donde partieron las tres carabelas en 1492… Extraordinario el triunfo de tu hijo David. 

Triunfo también para las glorias ganaderas de San Mateo, por obra y gracia del interesantísimo juego de los toros sanmateínos de IgnacioGarcía Villaseñor. Ha sido esta de las corridas que dejan huella y recuerdo…
Inició 

David su éxito con un excelente capotear al codicioso toro segundo, un burel con furia al que picó muy bien Curro Reyes, colocándole Luis Mariscal un muy ceñido par de banderillas.

Este toro tuvo la particularidad de embestir con genio en la primera fase de la faena pero se rajó pronto, aunque sin perder la elevada dosis de su ardiente casta.

Valerosa y con clase fue la faena de David. 

Causó impresión como muletero y todos lamentamos que tras un metisaca tuviera que descabellar media docena de veces.

Clamores levantó David al torear de capa al veleto y salpicado quinto, un toro que fue a más en el primer tercio y llegó al último pidiendo guerra. Toro violento, de ésos que a los que sólo son capaces de conquistar la oreja los toreros de raza y temperamento.

Te diré que con la muleta, tu hijo estuvo tan valiente como me han contado que era su abuelo, «El Tigre de Guanajuato».

En una serie de derechazos muy emocionantes al hilo de las tablas me recordó tu hijo, aquellos muletazos de tanta clase que lograste en la Maestranza sevillana en el Corpus del año de 1954, cuando saliste en hombros por la Puerta del Príncipe.

Ha sido la de David una faena de doble vertiente, pues por valiente recordó a su abuelo, y por pases tan llenos de clase fue digno hijo tuyo.

Gallardía y emoción, en un trasteo culminado de estocada certera que le valió merecidísima oreja. Espero que los empresario españoles se enteren de que David Silveti es un torero con categoría para que su nombre figure en carteles de lujo.

Encantaron los toros de San Mateo. A todos los que los vieron (una lástima que no hubiera más aficionados en la bonita plaza de La Merced) les han encantado los toros mexicanos de San Mateo. 

Te puedo decir que les gustaron mucho a Eduardo Miura, Juan Guardiola, José Luis Buendía y a Litri, por no citarte más ganaderos españoles que felicitaron a tu compatriota Ignacio Villaseñor.

El más contento de todos era Alonso Moreno, por ser el que tiene en España los mejores Saltillos. 

Los sanmateos, más que por bravos (tampoco fueron mansos) han gustado por su fortaleza (ni uno dobló las manos), por su movilidad y por su temperamento de muy encastados… Vista con los ojos del alma, allá en el palco de la eternidad estaría gozoso don Antonio Llaguno, creador de los asaltillados toros de San Mateo, por el muy interesante y variado juego que dieron los seis que por primera vez se lidiaron en una plaza española.

También jubiloso tu padre en el cielo, por tener un nieto tan buen torero, que tan valiente como él era, triunfó rotundamente en un coso andaluz, junto con su enorme compañero de terna Tomás Campuzano, un torero poderoso de los de cuerda larga.

Al sexto, un toro que comunicó mucho, lo ha toreado Tomás con ese estilo hondo y profundo que a ti tanto te entusiasma…». (Aplausos, semanario taurino. 15 de octubre de 1986).

Colofón

Las palabras de Rafael Moreno y Filiberto Mira no dejan lugar a dudas y sólo hubo que lamentar que la corrida se haya celebrado muy al final de temporada, cuando ni la atención de medios y aficionados es ya la misma que en abril o mayo, ni los triunfos habidos reditúan contratos para diestros ni ganaderías.

No obstante, aún pudo participar David en una corrida celebrada en Ávila el día 15 y desorejar a un saltillo de Victorino Martín.

Al año siguiente, confirmaría alternativa en Madrid (24-05-87), en cartel flojo y corrida sin historia en la que se corrieron cuatro astados mexicanos (San Mateo y San Marcos, dos y dos), y dos portugueses (de Samuel Lupi). 

Fue su padrino Nimeño II y alternó con ellos Tomás Campuzano.

En cuanto al resto de los toros de Ignacio García Villaseñor, se fueron lidiando a duras penas y solamente en plazas controladas por José Luis Pereda. 

Precedidos por esa fama de duros que les dio la corrida de Huelva y, naturalmente, con flagrante ausencia de figuras en los carteles, que fueron los siguientes: Huelva, 26-03-88: cinco de San Mateo y uno de San Marcos:Ruiz Miguel (oreja y silencio), Tomás Campuzano (silencio en su lote) y Víctor Mendes (silencio en su lote).

Zalamea la Real, 10-04-88: cinco de San Marcos y uno de José Luis Pereda para José Luis Galloso (oreja y silencio), Manuel Ruiz «Manili» (oreja y dos orejas) y Tomás Campuzano (dos orejas y oreja).

Es decir, que entre 1986 y 1988 se lidiaron en España 21 toros con la sangre Llaguno (13 de San Mateo y 8 de San Marcos), y se les cortaron en total doce orejas.

Habrá que preguntarse dónde habrá quedado todo ese caudal de raza y fortaleza que admiraron los españoles en los toros de García Villaseñor, hoy que impera penosamente en nuestros ruedos el post toro de lidia mexicano.

HORACIO REIBA “ALCALINO

Ligia Henao de Betancourt, madre de nuestro compañero de tareas, Farley, ha partido al encuentro de la gloria eterna.

La madre de nuestro querido compañero de viaje en esta aventura de la información taurina, director de fotografía y vídeo, Farley Betancourt, ha partido al encuentro con el altísimo tras dejar un amoroso paso por la tierra.

La tristeza invade este portal.

Doña Ligia Henao de Betancourt miró la vida esperanzada.

Llenó de amor y ternura su hogar en una casa donde el trabajo, la disciplina y la pasión por Colombia son las señas de identidad.

Siempre abrigamos la esperanza de que esos seres de luz nos acompañen «toda la vida» pero las fatigas del cuerpo van minando no el alma pero sí el motor que nos permite estar en este mundo.

La muerte es la única certeza; no sabemos cuándo ni cómo pero ese tránsito es riguroso y debemos admitir humildemente su «presencia» mientras peregrinamos aquí esperando la llegada de la gloria eterna cuando seamos apenas polvo y cenizas.

Doña Ligia, modélica dama, jamás se quejó de las fatigas de esta nación, de las lógicas perturbaciones en este camino terrenal y procuró con su ejemplo que los suyos disfrutaran de un pasar digno, que fueran personas justas y educadas en su quehacer cotidiano que se constituye en don preciado.

La mañana de este domingo la despidieron en Bogotá en la funeraria «La Candelaria» de El Chicó.

Las exequias a las dos de la tarde en la iglesia Santa María Goretti, en La Castellana y el sepelio en Jardínes del Recuerdo, en la Autopista Norte con calle 205.

Farley sabe que escribir estas líneas es doloroso para quienes gozamos de su talante y de su amistad pues conocemos la profunda tristeza que lo invade.

A él, a sus hermanos Aleida, Jairo, Doris, Jorge; al padre, don Heliodoro, las condolencias y el ruego al creador que les dé paz y serenidad en estas horas.

El ejemplo que deja en ese hogar doña Ligia que sea el consuelo para seguir en este tránsito efímero en la tierra.

Doña Ligia no morirá mientras haya un ser que la recuerde. “Dios nos dio memoria para nunca olvidar a quien amamos”, reza un proverbio árabe.

Broche de oro en el cierre de «Toros y Ciudad». C. Pardo, la única oreja, un gran toro, el cuarto y la prístina belleza del toreo de D. MARTÍNEZ y Libardo

La plasticidad del toreo puro de Manuel Libardo

Broche de oro en el cierre de «Toros y Ciudad». Una corrida de Ernesto Gutierrez, variada, en tipo «de la casa», algunos con la complejidad de la bravura que debe ser resuelta, el último se paró, y un par de toros con muchas opciones.

El primero y el quinto, toreros con ganas, belleza en los trazos de Libardo y Martinez, oficio a raudales de «Perla» y esa regularidad de Cristóbal Pardo que cortó la única oreja de la tarde.

Muy bien las cuadrillas con un excepcional Ricardo Santana, en varas eficaces y medidos Clovis, Ospina y Cayetano.

Un brindis sentido y merecido de David al dr Juan Carlos Gómez que echó «p’alante» Toros y Ciudad en su vigésima primera edición y de Manotas, Cristóbal y Perla a Manizales, ciudad que hizo las ferias taurinas en Colombia desde 1955.

Notable este toro cuarto…Como embiste con el morro abajo y ese gran pitón izquierdo por donde lo bordó C. Manotas

Un gran toro el cuarto, con diferencia, ese ejemplar con el que MANOTAS BATALLÓ CON HONDURA y «peleó» en sus posibilidades con esa bravura que nos recordó aquello de «que te salga un toro bravo».

Y el gitano replicó: que no salga… Un toro importante con su juego correoso, por «incordiar», por molestar al torero como pedía el maestro Andrés Vazquez que dice.

El toro no está para complacer.

Ese prodigio de mezclar dos encastes, el Murube (clase) y lo picante y bravo del Santa Coloma que va para la tercera generación, se vio en sus distintas facetas en la plaza monumental.

El oficio, la técnica, esa estampa de toreo antiguo, el clásico, el eterno

Destaco el oficio, la sobriedad, los largos años de alternativa de Guillermo Perla Ruiz que con serenidad sorteó lo que el toro le planteaba.

Tuvo que sacar ese oficio y técnica y es de esas faenas para buenos aficionados donde no hay florituras ni concesiones al barroquismo.

Le dieron la vuelta al ruedo al toro.

Me recordaba «Perla» aquello de que cuando un torero deja de torear se muere y él no quiere morir y por eso mantiene la misma ilusión como cuando empezó hace mas de 30 años en la plaza de «El Soldado» a querer ser torero.

Cristóbal PARDO ANDUVO SOLVENTE, con gracia torera en esas trincherillas y el forzado de pecho y en un trasteo que evidenció el respeto por la profesión y como un torero de su trayectoria es capa de honrar el traje de luces.

Un placer admirar esa torería de un joven y maduro espada que la postre le recompensó con la única oreja del festejo.

Manuel Libardo torea preciosamente y es casi redundar en los sabido pero cómo olvidar esas obras efímeras de arte con el capote y luego con la muleta, con la distancia, la colocación.

Esas pequeñas joyas que eternizan una tarde… Tener toreros como Libardo con esa cadencia es un lujo pero la espada «no respondió» y todo quedó en palmas…

Manotas es cartagenero.

Tras la alternativa en Cali lo abandonaron pero él jamás se dejó impresionar por la displicencia de «los otros» y Manizales le ha vuelto a llamar.

Se encontró con un toro importante que tenía como se expresa ahora, «muchas teclas» por tocar porque fue bravo y honró la divisa oro y luto.

Y nos ilusionó esa variada e importante faena con el capote.

NO se arredró con los apuros que pasaron en banderillas Giraldo y Devía y con esas embestidas serias y «temerarias» pero el epílogo no fue el mas acertado.

Claro, la bravura es complicada, claro que sí y el bravío, cartagenero sabrá justipreciar el curso de la lidia con «CATEDRÁTICO» cuando ya despojado del traje de luces vea en repitición su encastado juego.

El toreo es arte y este muletazo es la mejor expresión de la grandeza del toreo como manifestación artística

David MARTÍNEZ ha salido «entonado» desde el capote, lanceando con evidente técnica adosada de belleza, alargando las telas y dejando «sabor» con ese remate de la media.

Metía la cara el toro con clase y disfrutando con lo que hacía en la faena, el torero de Cali de orígenes bogotanos tuvo enormes cotas de calidad, había gracia, donaire y torería en lo que hacía.

Pero «la tizona» no tiene palabra de honor y no pudo abrochar un triunfo que lo tenía en el esportón… Lo bello y bueno no se olvida y yo tampoco.

El menos placeado, El Choni topó con un toro fino de hechuras, armado, cuajado que no terminó.

Nos defraudó su juego por sus hechuras y el chico que poco torea lo intentó sin suerte. Tenemos que esperarlo, goza de crédito aun y con enormes posibilidades con más corridas. A los toreros hay que darles opciones y no arrumarlos.

Broche de oro en el cierre de «Toros y Ciudad».


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