Día: 28 de octubre de 2020

21 años de la muerte del poeta gaditano Rafael Alberti

Alberti cita al toro imaginario, él que fue banderillero por unas horas de Ignacio Sanchez Mejías

21 años de la muerte del poeta gaditano Alberti. Tal día como hoy se cumple el vigésimo primer aniversario del fallecimiento del artista del Puerto de Santa María.

El profesor de literatura de la UCH-CEU y doctor en Periodismo, Santiago Celestino Pérez; el poeta Carlos Marzal y el torero Luis Francisco Esplá analizaron la obra literaria y su trascendencia en el mundo del toro.

“Ser torero me parece algo maravilloso, casi mágico”, dijo el escritor gaditano a su esposa María Asunción Mateo en la biografía “De lo vivo y lejano” que publicó en Espasa. 

Rafael Alberti ejerció la poesía más allá incluso de la tarea práctica de escribirla: se vistió de torero para hacer el paseíllo en Pontevedra y ejercitarse en la mítica imaginación taurina que luego plasmó en sus sonetos gracias a Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito El Gallo y mecenas de la Generación del 27.

El poeta del Puerto de Santa María, Rafael Alberti, escribió uno de los más bellos y vibrantes poemas dedicados al genial Joselito “El Gallo”, que a continuación reproducimos.

Las anécdotas en torno a como se escribió este emocionante poema, vale la pena conocerlas.

La historia ha sido recogida del libro “Joselito El Gallo o la exactitud emocionada del toreo”, escrito por Daniel Pineda Novo, y publicado en 1995 por el Ayuntamiento de Gelves (Sevilla), con motivo del 75 aniversario de la tragedia de Joselito en Talavera.

Rafael Alberti, amigo del torero Ignacio Sánchez Mejías, llorado por García Lorca, dedicó a Joselito uno de los mejores poemas de nuestra poesía taurina.

Es en el libro “La arboleda perdida” donde cuenta Alberti como se gestó este poema “Joselito en su gloria”, que fue escrito en Sevilla a incitación de Ignacio Sánchez Mejías. Con motivo del centenario de Góngora, en 1927, el torero sevillano Sánchez Mejías, invitó a varios amigos poetas a la ciudad de la Giralda.

Así lo cuenta el propio Alberti: “Poco antes de la fecha del centenario, me llamó a Sevilla.

Se celebraba el séptimo aniversario de la trágica muerte de Joselito. Del tren, me trasladó a un cuarto del Hotel Magdalena, encerrándome con llave, mientras me advertía: No comerás ni beberás hasta que escribas un poema dedicado a José.

La Velada en su honor es esta misma noche. En el Teatro Cervantes. Unas horas más tarde recuperaba yo mi libertad, leyéndole a Ignacio “Joselito en su gloria”, cuartetas muy sencillas que repetí en la fiesta, entre los oles y ovaciones de un frenético público compuesto de gitanos y gentes de la torería devotas del espada…”

Pecó de modesto Alberti (nos cuenta Daniel Pineda Novo), porque el poema es uno de los más elocuentes de nuestra poesía taurina. Hasta La Macarena vistió de luto, por su muerte llorada:

JOSELITO EN SU GLORIA , a Ignacio Sánchez Mejías

Llora, Giraldilla mora,
Lágrimas en tu pañuelo.
Mira cómo sube al cielo
La gracia toreadora
Niño de amaranto y oro,
Cómo llora tu cuadrilla
Y cómo llora Sevilla,
Despidiéndote del toro.
Tu río, de tanta pena,
Deshoja sus olivares
Y riega los azahares
De su frente, por la arena.
Dile adiós, torero mío,
Dile adiós a mis veleros
Y adiós a mis marineros
Que ya no quiero ser río.
Cuatro ángeles bajaban
Y, abriendo surcos de flores,
Al rey de los matadores
En hombros se lo llevaban.
Virgen de la Macarena,
Mírame tú, cómo vengo,
Tan sin sangre, que ya tengo
Blanca mi color morena.
Ciérrame con tus collares
Lo cóncavo de esta herida,
¡Qué se me escapa la vida
Por entre los alamares!
¡Virgen del Amor, clavada,
Igual que un toro, en el seno!
Pon a tu espadita bueno
Y dale otra vez su espada.
Que pueda, Virgen, que pueda
Volver con sangre a Sevilla
y al frente de mi cuadrilla
Lucirme por la Alameda.

Recuerdos de un maestro. «Torero de toreros». José María Manzanares a 6 años de su partida

Recuerdos de un maestro. «Torero de toreros». José María Manzanares a 6 años de su partida. Se fue, en silencio, sin ruidos innecesarios con la grandeza con la que vivió.

José María Dolls Abellán, alicantino, conocido en el mundo del bello arte de torear como José María Manzanares uno de los grandes estilistas, esos que dejan historia, huella, pedagogía y que como dice Ignacio Lloret merecen ese titulo de MAESTRO.

Por encima de triunfos o fracasos ser y sentirse torero es algo grande, no al alcance de cualquiera, que exige un rigor, disciplina y sacrificio al alcance de muy pocos, y, tratándose de un arte, ser torero es ser y sentirse artista, aquel ser capaz de separar al ser humano con todos sus defectos y miserias para transformarse en creador e intérprete de la obra y llenar el escenario del ruedo con toda su grandeza. 

Decir todo esto es decir Manzanares. Por eso será recordado con toda justicia como ‘el Maestro’.

Es, porque esas enseñanzas están ahí «torero de toreros» que en la traducción de Barquerito significa espejo en que mirarse los demás.

Privilegio de quienes supieron representar la torería mejor que nadie. Torero «en la calle y en la plaza», reza uno de los cánones más exigentes del oficio.

Torería natural: la figura misma, la elegancia congénita, la manera de hablar y conducirse, y la de estar en la plaza.

Todas esas cualidades, que fueron virtudes precoces, no habrían tenido el peso y el sentido logrados si Manzanares no hubiera sido un torero muy singular dentro del estilo clásico.

«El toreo de siempre», suele decirse como elogio indiscutible.

Nos hacen mucha falta sus consejos y su manera de entender el toreo.

Aquí, en esta Colombia que acarició su toreo se le quiere a mares y son muchos sus recuerdos gratos entre otras cosas porque fue el testigo de la alternativa del maestro Rincón en Bogotá.

Con los toros de Vistahermosa y teniendo como padrino a esa cima del toreo que ES (no creo que se haya muerto y debe estar fumando por ahí en un rinconcito) Antonio Chenel.

Manzanares (Alicante, 1953) fue uno de los grandes toreros de la época de los 70, 80 y 90, hijo del banderillero Pepe Manzanares y padre del actual matador de toros que lleva su nombre y del rejoneador Manuel Manzanares.

Debutó de luces en la plaza jiennense de Andújar en 1969, vistiendo un traje blanco y plata que había sido de Palomo Linares, y pronto comenzó un rápido ascenso que le situó como figura de los novilleros, junto al gaditano José Luis Galloso, y que culminó con su salida a hombros en su presentación en Las Ventas, el 6 de junio de 1971.

Se retiró definitivamente el 1 de mayo de 2006 en la Maestranza de Sevilla, donde su hijo del mismo nombre, hoy también matador de toros, le cortó la coleta.


  Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia en nuestro sitio web. Al seguir navegando, aceptas el uso de cookies. Más información en nuestra política de privacidad.    Más información
Privacidad