Día: 8 de noviembre de 2020

TAUROMAQUIA Historia de un cartel – Alcalino.

TAUROMAQUIA Historia de un cartel – Alcalino. Si Jorge Aguilar no fue lo que se dice un mandón absoluto, sí se erigió triunfador máximo de una de las temporadas capitalinas mejor armadas durante la larga gestión de Alfonso Gaona al frente de la Plaza México.

Como ninguna feria española o sudamericana se atrevió nunca a hacer, en ese invierno mexicano reunió un elenco extraordinario.

Lo mejor de la torería de ambos continentes, desde Silverio Pérez, Carlos Arruza y Luis Miguel Dominguín Dominguín hasta Manolo dos Santos y César Girón.

Constó de veinte corridas en las que se cortaron 34 orejas y cuatro rabos, pero la faena cumbre llegó apenas en el segundo festejo, al que la gente acudió en tropel luego que el de inauguración, siete días antes, había revelado el ímpetu de dos jóvenes toreros mexicanos, anunciados al lado de una figura española, Manolo González, que en el invierno anterior dejara en Insurgentes muy alto su cartel.

Esta vez, sin embargo, el sevillano no se mostró a igual nivel pese a cortar una oreja.

En cambio, Manuel Capetillo bordó un faenón memorable con “Fistol”, el quinto de una bravísima corrida de Zotoluca, y Jorge Aguilar, el modesto de la terna, sorprendió al cortarles una oreja a “Dinamito” y dos al cierraplaza “Fundador” para salir en hombros al lado de Capetillo, de los tres Mosqueteros del 48 el que más tiempo tardó en cuajar.

Pero cuando lo hizo fue para colocarse en un sitio envidiable.

Gran ambiente y logros escasos

Así las cosas, para la segunda corrida de la temporada Gaona urdió una combinación de cuatro toreros y ocho toros, cuatro de San Mateo y cuatro de La Laguna.

Repetían los triunfadores González y Aguilar y se presentaban el portugués Dos Santos y Juanito Silveti, cachorro del Meco y reciente triunfador de Madrid con los del Conde la Corte en la famosa corrida del Montepío de Toreros (12.10.52).

A Manolo González, más inseguro y movido que el año anterior, le protestaron la oreja del sanmateíno “Pasajero”, segundo suyo, tras un trasteo más efectista que profundo.

Y peor lo pasó Dos Santos, perdido en el zarzal de varias cornadas graves el sitio que alguna vez tuvo:

si apuntó su toreo de reposada finura con “Azucarillo” de San Mateo y hasta lo llamaron a dar la vuelta al ruedo, mucho decepcionó su impotencia ante el espléndido “Urraco”, un lagunero de clase superior a cuya altura jamás consiguió ponerse.

Quedaba la tarde en manos de dos jóvenes mexicanos doctorados en el mismo ruedo de Insurgentes, primero Silveti (15.01.50) y al año siguiente Aguilar (28.01.51).

Juanito veroniqueó superiormente al primero que le soltaron –“Motorista” de La Laguna–, un burel suavote pero que llegó apurado de facultades a la muleta; de cualquier manera, el capitalino, nervioso por la cálida bienvenida que el público le había dispensado luego de dos temporadas ausente, no consiguió asentarse con él:

de cualquier manera, en la vuelta al ruedo se hizo acompañar de su padre, con puro y mechón el viejo.

Más tarde andaría desconfiado y torpe con “Brujito”, de don Antonio Llaguno, cuyo buen pitón izquierdo le pasó de noche.

Quedaba, como depositario de las esperanzas de disfrutar de una buena tarde, el recio “Ranchero” tlaxcalteca, triunfador de la corrida anterior. Pero de entrada se desdibujó completamente ante su primero.

De modo que cuando los clarines anunciaron la salida del último de la larga y tediosa corrida, el sentir dominante estaba más cerca de la resignación que del entusiasmo inicial.

Sobre la pizarra del toril, ya en sombras, estaba escrito un nombre –“Montero”—y un peso –475 kilos–.

El famoso “Montero” de San Mateo. El de la faena que haría botar en el tendido al ilustre Maestro de Saltillo.

Así lo vio El Tío Carlos

Jorge Aguilar se ha consagrado como un apasionado y apasionante artista del toreo mexicano y como un nuevo maestro de la mano izquierda…

Al lado de todas las faenas inmarcesibles que por naturales se hayan cuajado en el ruedo de la Plaza México, ésta de Jorge Aguilar ha conquistado un puesto de igual rango a los naturales de Armillita a “Nacarillo” de Piedras Negras,

a los naturales de Manolete a “Manzanito” de Pastejé, porque tal es el sitial de los veinte naturales de Jorge Aguilar a “Montero” de San Mateo.

Y mientras exista memoria en el arte de torear, las lenguas de fuego de esta faena tlaxcalteca seguirán lamiendo los muros del imborrable recuerdo…

Tosco, le dijeron el día de su presentación. ¡Pues que vivan hoy y siempre los toreros toscos porque su corazón encierra las más exquisitas esencias del arte…! Tosca es la encina en cuyo torno mueren todas las enredaderas, tosco es el hierro, y en el fuego se vuelve rosa y arabesco;

tosca a es la cera y el calor la transforma en la gracia transparente de la miel, tosca es la plata en las vetas de la tierra madre y sin embargo en ella está la materia prima de delicados artificios.

Atributo del toreo tosco que nunca podrá tener el toreo bonito es su capacidad de transfiguración… esa imponente belleza de tempestad en que se acrece la figura ruda es patrimonio de Jorge Aguilar, que no es ningún adonis…  Y como esa transfiguración se cumple en el centro de un ruedo, ante la embestida de una fiera y bajo las miradas de una muchedumbre;

como es fruto de una magia interior y milagro de un sentimiento, el torero tosco poseedor del don del arte será siempre más genuino y más perdurable.

Pues lo que vale en él no es la epidermis sino la llama del espíritu.” (El Universal, 10 de noviembre de 1952).

Así lo sintió Juan Pellicer

“Desde ayer y para siempre el nombre de Jorge Aguilar será recordado como el de uno de los autores concepcionales del toreo.

La belleza llevada al colmo.

La clásica realización del arte de torear, valedera en cualquier época y en cualquier lugar, brotó ayer de la muleta de este torero, que al encumbrarse ha encumbrado a la tauromaquia mexicana.

El grito formidable ¡Torero! ¡Torero! saludó la hazaña histórica, y esas voces iban cargadas de la emoción con que se sitúa, haciéndolo imperecedero, un hecho magno.” (La Prensa, ídem).

Así lo calificó Alfonso de Icaza “Ojo”

“Después del raro y emotivo pase cambiado vinieron unos magníficos pases naturales, rematados con el pase de pecho para volver a empezar en la misma forma …

¿Qué cuántos fueron los naturales de maravilla con que nos obsequió Aguilar? ¡Cualquiera los cuenta en esos momentos de locura colectiva!

Pero sepa el lector que no haya presenciado tamaña cátedra taurina que ligó muchos, dos docenas quizás, todos en un palmo de terreno y tan bueno el primero como el último…

En una de las sinfonías por naturales más extensas y mejor ejecutadas que hayamos visto en nuestra vida.” (El Redondel, 9 de noviembre de 1952).

Y así lo describió “Josene”

“Pocas veces se torea como en este trasteo, cumbre de principio a fin.

Desde aquella dosantina que encendió el ambiente adormecido de la plaza hasta el relámpago de la arrucina final, pasando por cada uno de los veintitantos naturales de tan enorme faena.

Tras la dosantina se abrió la amplitud generosa de tres soberbios naturales. Y el relámpago inicial dio paso a una tormenta de ovaciones.

Luego otra dosantina y cinco naturales inenarrables, lentos, templados, largos a toda la extensión del brazo poderoso y suave, y como remate un estupendísimo pase de pecho izquierdista.

La plaza era un manicomio… Otros cuatro naturales, aún más grandes si esto fuera posible, y otro de pecho con la zurda.

Los tendidos rugían.

Y todavía más naturales: uno, dos, tres, hasta seis, perfectamente ligados, cada uno iniciado en el punto mismo donde terminaba el anterior, cada uno curvándose tersamente para entregar al siguiente el rendido homenaje de las astas vencidas, prendidas a la muleta genial.

Cuando esta serie interminable fue rubricada con el pase de pecho colosal, la plaza trepidaba con un solo clamor: ¡Torero, Torero! …

Dio Aguilar un pinchazo, bordó un doblón de oro, otro más, un rotundo firmazo, una preciosa arrucina y, como remate, la flor roja de la estocada final.

Y alzado en hombros, levantó en sus manos victoriosas las orejas y el rabo de “Montero”. (El Universal Gráfico, ídem).         

A lo que Josene vio como dosantina –cambiado por la espalda prendiendo la embestida en redondo para rematarla como pase de pecho, lance bello y meritorio sin duda– pronto se le denominaría ranchera, atendiendo a la innovación de Jorge Aguilar al prolongar en curva el remate para generar el primero de una tanda de naturales, previo cambio de la muleta de la mano derecha a la zurda sin solución de continuidad.

Una belleza de pase.

Como bella, conmocionante y arrebatadora debió ser la faena por naturales de Jorge a “Montero”, a tono con los hermosos y muy ilustrativos textos que inspiró. 

En Estepona, corrida sin historia

Un buen toro el segundo en Estepona en la feria de la reconstrucción en el mano a mano Luque-Fortes con encierro de Montalvo que tuvo muchos pliegues, con ese peligro sordo que quizás los aficionados en el tendido no advierten.

El ganadero admitió que el segundo fue el mejor pero el primero, sin empuje, noble que se vino abajo, el tercero, noble pero violento y el cuarto se desarmó.

El año que viene es una incógnita y otro año como éste «no lo aguanto y lo tengo decidido, lo dejo pues son muchos gastos y sin ingresos, vamos a la ruina», dijo Ignacio Pérez Tabernero.

Dedicarán su vida a la cría del cerdo ibérico y al ganado manso de seguir esta situación tan dramática para el campo bravo por la pandemia.

Luque puso en evidencia que con Finito, y Emilio de Justo sale muy valorado por el buen momento que atraviesa.

El primero para un firme Daniel Luque, toro escaso de bravura, sin celo, sin terminar de «ir p’alante», se mantuvo en ese término medio de los astados de hoy, «ni fu ni fa».

En la primera tanda fue con alegría y luego se fue apagando con inciertas embestidas «uno no sabe si va al cuerpo o al engaño y por eso las alturas son imprescindibles», señaló el de Gerena. Silencio en el arrastre al toro y ovación a Luque.

En su reencuentro con su gente malagueña, Fortes ha dibujado buenos lances y se va doblando con torería para «hacerse al toro» que decía el maestro Rafael Ortega con un astado, fino de hechuras, noble, que humilla y es un dato alentador por la profundidad con la que toma los engaños. Vino una armónica tanda por el derecho y por bajo.

Pero ese ritmo se perdió y la faena ha transcurrido entre dudas y aciertos sin que tomara vuelo. No se terminó de redondear.

A medias. Bonito el remate de los ayudados por alto y la estocada. Rodó sin puntilla. Oreja.

Ha comenzado Luque con el tercero con esa volcamiento del cuerpo sobre ambas piernas para doblarse con el estado que marca el rumbo de la faena. Insisto «hacerse con el toro» para abrir faena.

El toro se quiere ir y como recurso le deja la muleta (no se la quita), gira la cintura, los talones, la muleta bien colocada. !Qué momento el de Luque tan emotivo y torero!.

Estas faenas son en las que uno puede decir que el torero manda en el toro que ha estado varias veces camino a rajarse y solo el manejo de los engaños por parte del torero lo ha impedido. El toro en los mínimos, sin humillar, a su aire pero, eso sí, con movilidad. Experiencia, oficio y madurez a raudales.

¡Estoconazo! Mejor el intento que la colocación de la espada, y acierta en el segundo descabello. Oreja

LAS BARRERAS DE LA PLAZA DE ESTEPONA PRECIOSAMENTE DECORADAS CON SIGNIFICATIVOS MENSAJES

Este toro es el mejor hecho de la corrida, cuajado, rematado. Embiste con ímpetu pero al tercer muletazo se queda corto.

Va bien al primer toque y al segundo muletazo se frena, cortito y «se mete por dentro» como se refieren los banderilleros a este comportamiento de un toro.

Es incierto, se frena intempestivamente y por fortuna no tiene esa miajita de agresividad porque sino se lleva por delante a Fortes. Toro distraído, sin celo y Fortes abrevia. Perpendicular y delantera.

Así que un buen toro el segundo y Luque y Fortes, al final en Estepona, se repartieron una y dos orejas.

Ricardo Sarmiento ratificado en la presidencia de UNDETOC SUBALTERNOS

El picador Ricardo Sarmiento ratificado en la presidencia de la UNDETOC subalternos, en una larga asamblea.

Que puso de manifiesto la preocupación de banderilleros y varilargueros por la situación que atraviesa el toreo al punto que acordaron «apretarse el cinturón» para impedir que se extinga el sindicato.

Entró a la fiscalía Jaime Devia para sustituir a Clovis Velásquez; el secretario de actas «El Pino» , y Rainierio Bulla, tesorero.

La situación que aún no se define es la de la UNDETOC matadores que tendrán que convocar otra asamblea.

Se marchó Roberto Reyes ,el actor que murió dos veces en el quirófano

Ha muerto Roberto Reyes, guionista, actor y director de televisión a los 71 años tras complicaciones de salud que no superó. Para paliar esas fatigas del cuerpo se refugió en su casita de Silvania un clima benigno y una zona tranquila.

Ya había sido intervenido a corazón abierto el año pasado cuando le cambiaron la válvula mitral.

«Usted se nos fue dos veces, usted murió en dos ocasiones, lo tuvimos que revivir», le dijo uno de los médicos del equipo de galenos que lo atendió.

Roberto, un rostro conocido por un gran número de roles en su carrera a través de la pantalla chica, el teatro y el llamado stand comedy, se casó en 1980 con la actriz y cantante Mariluz.

«Ella ha SIDO MI SOPORTE», dijo tras pasar un mal rato en una de las 4 veces que debió llegar al hospital por los problemas coronarios.

Era muy buen aficionado y le vi muchas veces en La Santamaría en su tendido de sombra. En muchos momentos estuvo acompañado de nuestro director de fotografía Farley Betancourt.

Dirigió la serie Padre e Hijos durante una década, Musidramas y pero qué familia!.

El director de televisión Roberto Reyes y la actriz Mariluz se casaron en 1980. Eran una de las parejas más estables y reconocidas del país.

Nacido en Bucaramanga, en 1949 y será recordado por sus participaciones en seriados clásicos de la televisión como:

Don Chinche, El cuento del domingo, Guajira, Todos quieren con Marilyn y El comandante.

En los últimos años estuvo cercano al Festival de Cine de Santander .


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