Uno de esos grandes del toreo, elegante, sobrio, casi majestuoso en sus andares, refinado, nacido en el castizo barrio madrileño de Embajadores se nos acaba de ir. Ha partido don Ángel Teruel Peñalver. Le conocí en Manizales, Medellín , Cali y Bogotá en nuestra ferias en tiempos de libertad y cuando los toreros eran considerados ( lo son , sin duda ) unos caballeros dentro y fuera de la plaza que con esos aires y dones merecen nuestros respetos y consideraciones.
Recuerdo a don Ramón Ospina, otro gigante de la narración taurina, en «Los Recuerdos» ,en Medellín, cuando lo investía de paisa con su carriel montañero , el zurriago y el sombrero y él aceptaba los agasajos con paciencia y cariño. Y claro faenas memorables en Manizales y y ejemplo de dandismo en el segundo tercio donde brillaba sin necesidad de romper las reglas del cite, el embroque y la salida por el pitón contrario.
Su querido hermano Pepe , otro fenómeno del toreo, que fue apoderado de El Cali se fue hace poco y eso tocó profundamente al maestro Ángel pues estaban muy unidos.
El colega Vicente Zabala dice en El Mundo :
Ángel Teruel, dandi del toreo, la gran figura olvidada de Madrid, ha muerto a los 71 años de edad (Madrid, 1950) cumpliendo con aquella frase que fue titular de una inolvidable entrevista, hace cuatro años ya: «En este país no te reconocen hasta que no la riegas «.Teruel rememoraba esa forma de ser de la plaza de toros de Madrid, que al final es espejo de España. «Me acuerdo de la despedida de Julio Aparicio, padre, claro. El cartel lo componíamos Aparicio, Camino y Teruel. No le dejaron ni quitarse la castañeta. ¡Ni cortarse la coleta! Eso me demostró que lo que hacían conmigo era un juicio de faltas en proporción a lo que hacían con toreros consagrados». El pasado miércoles sufrió un fallo cardiaco en su finca de la sierra de Guadalupe donde rumiaba glorias marchitas y falleció este viernes en un hospital de Cáceres, donde la familia ha decidido centrar la exequias y su despedida definitiva.
Teruel, nacido en el castizo barrio de Embajadores, su padre regentaba como negocio familiar un tiovivo al principio de la calle Ferraz, a los pies de lo que fue el Cuartel de la Montaña. Irrumpió en el toreo con la precocidad de los niños superdotados, dotado con una inteligencia luminosa. No sumaba 20 novilladas, y apenas 17 años, cuando Santiago Martín El Viti le dio la bienvenida a la cima como matador de toros en Burgos (30-06-1967). La apoteosis de tres orejas y rabo retransmitida por TVE afianzó en la cúspide al recién alternativado sin haber debutado en Sevilla y Madrid.
En aquella época de Benítez y Palomo, Camino y Ordóñez, Diego Puerta entraba en los patios de cuadrillas ejerciendo de Robert Duvall en Apocalypse Now: «Me gusta el olor a éter». Y aquel chaval de 17 años miraba como si fuese a desembarcar en las playas del río Mekong. El poder, la elegancia y la facilidad ante el toro fueron sus armas. Una capacidad de seducción tan asumida que se permitió ser Guadiana, desaparecer en el 73 para volver a lo más alto con las ideas ordenadas. De Madrid, Madrid, pocos toreros en la historia habrán alcanzado el estatus de figura como Teruel.