Andrés Roca Rey pese a su juventud, a que apenas lleva 5 años de alternativa tomada en Nimes, es un toreo de largo recorrido pues muy niño ya lidiaba becerritos en el campo y en esa época no era Andrés sino El Andy.
Como es público y notorio no va más con quien fue en los últimos 8 años su apoderado, amigo, jefe, consejero, José Antonio Campuzano.
La colega Magaly Zapata nos revela detalles de lo que alguna vez conté en este portal y fue el encuentro en Bambamarca del sevillano con el limeño, Andrés Roca Rey, pero la cronista peruana abunda en detalles interesantes:
Llegó aquel 2008 y nos fuimos a Bambamarca a su feria entre sus atractivos estaba el niño torero, Andrés Roca Rey. Nos juntamos en Chiclayo con el ganadero Roberto Puga que venía con el apoderado Campuzano y su torero Ureña.
Recuerdo que la cena fue de amena charla taurina, conociendo mucho la persona y su historia.
Con doña Ena Moyano, a la sazón Presidenta de la Asociación de Peñas de Lima, contándole de nuestro niño torero que estábamos seguras estaba llamado a ser figura del toreo.
Fue así que lo vió torear por primera vez. Muchos años pasaron hasta que lo buscó en el 2011.
El Andi en ese año, toreaba y mucho cada temporada por los pueblos del Perú y el reto, los taurinos lo sabíamos, era migrar y cuajarse allende la Patria, en la meca.
El ganadero Roberto Puga quien a través de su amigo el taurino extremeño don Miguel Moreno Zapata, lo acogió como a un hijo.
Consiguieron el permiso de sus padres para que viajara por primera vez sólo a torear en España durante sus vacaciones del colegio.
Y así fue que lo inscribieron en la escuela taurina de Badajoz en la que dejó gran ambiente.
Tiempos en los que, orientado el maestro Campuzano, lo convenció y lo sacó para irse de campo, y conocer de encastes, incluso lo inscribió en un certamen lisboeta del que terminó con un percance óseo.
El compromiso de Moreno era devolverlo a sus clases y a regañadientes tuvo que devolverse pero ya tenía claro que para ser figura tenía que cuajarse en España.
Es así que su familia programó su vuelta y conversado y pactado en condiciones fue el contrato que firmaron finales del 2012 con el maestro Campuzano, con cláusula de rescisión pedida por él y con un alto costo en varios miles de dólares en cinco cifras anuales por tres años hasta la alternativa por todo concepto.
Monto que fue asumido en gran medida por quien considero ‘su mecenas’, don Guzmán Aguirre Altamirano, que con el correr de los años, apadrinó al nieto del maestro sevillano. Formando todos una gran familia.
Precisamente aquella exposición audiovisual del Perú taurino en Madrid, la abrochamos con El Andi en Huamachuco toreando para miles de niños ‘marcelinos’, niños trabajadores de la calle a quien Guzmán apoya.
Recuerdo que la primera vez que fue, llegamos en la misma avioneta.
Toreó de salón en la noche para ellos en el patio de su colegio. Y al día siguiente se convirtió en idolo en el ruedo.
La cara de alegría que puso al recibir su primer sobre con el estipendio a su entrega en el ruedo como obsequio del señor Aguirre fue de cartel.
Figura del toreo, siendo el numero 1 mundial, volvió el año 2017 porque así se había comprometido, dejando de lado corridas europeas en el mes más nutrido como es agosto.
Vino al Perú para torearles a ‘los marcelinos’ y devolver con un gesto que lo honra.
La generosidad de su mecenas, que lo quería como peruano triunfador fuera de la Patria, porque siempre lo dijo y lo dice ‘Andrés es grande’.
Hizo un viaje de ida y vuelta que implican horas de vuelo y otras tantas de pista entre las montañas andinas.
Toreó para los marcelinos en el único mano a mano con su hermano ya como matador de toros.
Los 50 mil dólares que cobró por su actuación los donó, íntegros para la educación de esos niños que deben trabajar para ayudar a sus familias.
Ya lo dije el otro día. Si contar es pecado, peco. Si opinar es pecado, peco. Porque no hay nada que me rebele más que un decir intencionado. Y aquí acabo.
El diestro conversó su decisión con los apoderados, con tiempo, con respeto, agradecimiento y cariño. Esta decisión, en la que le asiste el derecho legalmente de no renovar un contrato, y que respetó y cumplió hasta el final pactado.
En letra y con sangre, jugándosela cada novillo, cada toro, en todas las plazas.
Ganó y ganaron dinero. Ganó y ganamos los aficionados que con orgullo enarbolamos nuestra bandera en otros ruedos.
RELATO QUE REVELA ESE PROFUNDO SER TAURINO DE ROCA REY:
«Nada, el becerro me levantó por los aires y me agarró al caer. (Me puse en el lugar de una Madre y le dije), ¿te das cuenta que un toro te puede matar?. Con convicción y desparpajo, como quien habla comiendo un helado, contestó: Quiero ser figura del toreo y eso no me importa. Me heló la sangre. Ese era El Andi.