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!!Atropello!! La subcomisión senatorial viola la Ley 5a, se niegan a ir a las regiones y el proyecto prohibicionista se fija para la semana entrante

El rampante antitaurinismo no para en los atropellos y pretenden » a la torera » pasar por encima de normas e incumpliendo el mandato de la plenaria del senado para que la subcomisión designada fuera a las regiones para escuchar antes de votar el proyecto de una senadora animalista que aceptó a regañadientes la integración de esa comisión.

Oh, sorpresa !!! Para los de la foto que abre esta nota basta la reunión de » yo con yo» y no viajan, no escucharán a nadie distinto que a ellos mismos y que con ese encuentro de hoy es suficiente.

La subcomisión designada en la plenaria este miércoles se reunió hoy, decidió que no irá a las regiones a escuchar el sentir de esa otra Colombia y sus voceros dijeron que con la reunión de hoy basta y fijarán en la agenda de la plenaria del senado el proyecto de prohibición de las corridas para la próxima semana.

Así que solo queda que se abra un espacio , se declare sesión informal, y se escuche al sector taurino: no se sabe desde luego si el presidente del Congreso y los senadores lo admitan o si no, pasará el prohibicionismo como una aplanadora violando todas las normas y recursos a que tenemos derecho.

!!Gracias María Fernanda Cabal, Paloma Valencia Alirio Barrera !!!!!!

Fue una noche en el senado pleno de debate abierto, a veces acalorado, angustioso, con expresiones , eso sí, desobligantes de los antitaurinos que surcan sus arengas con medias verdades, lenguaje inapropiado y recursos de retorica que no corresponde al actuar de los taurinos que somos un sector , mal que les pese a ellos, respetable y que tenemos derechos y merecemos garantías como todos los ciudadanos .

A os senadores y senadoras que nos acompañaron para que al final se aceptara la comisión accidental para escucharnos en las regiones , mil gracias de corazón. Más allá de nuestro deseo legítimo de seguir haciendo parte de esta sociedad de hombres y mujeres libres que escogen profesión y oficio ( derechos garantizados en la Constitución ) y manera y modos de relacionarnos con el toro al que respetamos y tratamos con dignidad, quien esto escribe agradece el gesto de la senadora Padilla de haber aceptado la constitución de la comisión aunque emborronó ese detalle que valoro al decir que qué para qué escuchar a la gente, que eso no tiene importancia y hablar de que se estaba dilatando su proyecto prohibicionista . El presidente del Congreso, don Roy Barrera, le dijo que no se preocupara que tenía dos años para sacarlo adelante si así lo quiere el Congreso.. Senadora Padilla : Ud representa un sector de la sociedad , se debe a ellos y a todos nosotros porque ud no es solo senadora del animalismo ( respetable, por cierto ) sino de todos los colombianos y colombianas para quienes debe legislar,.

Hoy debemos conocer el camino que adopte la comisión para ir a las regiones, determinar ciudades y fechas porque este país es mucho más allá de Bogotá, Cali o Medellín. Y que de viva voz de esos ciudadanos y ciudadanas conozcan ese otro país que no es el del animalismo mal entendido. Una cosa es estar cerca de ellos y otros querer convertirlos en humanos

Gracias senadoras Valencia , Cabal, senador Barrera por su espíritu liberal ( en el más amplio sentido filosófico ). No olvidamos su gesto de defender las libertades, las culturas, otras manera de ver el mundo distintas a las de los animalistas y veganos

La comisión accidental de la Cámara fue asaltada en su buena fe por el autor y ponente del proyecto prohibicionista de las corridas

El abuso del prohibicionista autor y ponente del proyecto que cursa en la Cámara para eliminar las corridas de toros no tiene limites.

Anunció unas fechas que nunca concertó con la sub comisión extralimitándose en sus nunca concedidas atribuciones y por lo tanto se espera el anuncio oficial de las zonas que visitarán los legisladores que la integran y las fechas, horas y recintos para que podamos expresar nuestras razones en favor de la tauromaquia se conocerán oportunamente,.

El hace parte de la comisión pero es apenas 1 y no la comisión en sí que fue el mandato de la Cámara plena.

Así que el 1, 6 y 7 de octubre como pretendía el ponente no están fijados aun para que la subcomisión cumpla el encargo de la plenaria de la Cámara de Representantes.

Este » documento» suscrito por el prohibicionista no tiene, de momento, ninguna validez.

El intento de un fundamentalista que busca prohibir las corridas y otras practicas taurinas ( rejoneo, corralejas, novilladas, tentaderos ) es sometido a socialización con la comunidad.

Este individuo ( autor y ponente ) que ya perdió una vez su curul cree que de lo que se trata es de indemnizar » a unas 200 personas » que se verán perjudicadas con ese atentado del prohibicionismo. Si solo fuera uno, le dijo un congresista en la sesión de Cámara plena, ya sería importante velar por la seguridad laboral de esa persona «. El proyecto será controvertido en estas audiencias.

El colectivo taurino se presentará unido para exponer sus razones.

TAUROMAQUIA. Alcalino.- Galería de antitaurinos: Los medios

Se puede contribuir a una causa por acción o por omisión. En México, el posicionamiento de la fiesta de toros en la escena pública le debía mucho a su difusión mediática, que obedeció sin duda a la constante demanda de lectores y anunciantes ávidos de noticias y debates sobre el mundo del toro. Para satisfacer ese interés se fue desarrollando en prensa, radio y televisión un variopinto elenco de especialistas –cronistas, comentaristas, locutores, fotógrafos, camarógrafos, publicistas– cada vez más nutrido y mejor dotado de conocimientos, calidad y capacidad creativa. Eso, que palpaban hasta los no aficionados, servía para ir sumando adictos a la fiesta e infiltraba con los pormenores del acontecer taurino a la sociedad en su conjunto. Un dinamismo que abarcó la casi totalidad del siglo XX, pero se fue desvaneciendo hasta derivar en la situación actual, con la fiesta recluida en un coto cada vez más cerrado, y prácticamente ausente de la escena pública del país.

Abandono mediático. No cuesta ningún esfuerzo comprobarlo: para los medios en general la tauromaquia no existe. O sí, pero sólo si se trata de airear manifestaciones en su contra, así no pasen de docena y media los protestantes, armados con sus consignas consabidas y sus pancartas de costumbre. Tampoco tienen inconveniente en conceder sin restricciones tiempo y espacio para hacerles complacientes entrevistas a los antis, a diferencia del poco o nulo que se nos dispensa a quienes defendemos lo nuestro.

Si uno intenta saber los porqués de ese trato tramposamente parcial, la respuesta, cuando llega, no rebasa la cantinela del “son políticas editoriales”. Y a falta de explicaciones convincentes, los aludidos suelen colgarse del tema económico: los toros no dan sino restan clientela; los posibles patrocinadores nada quieren saber ya del tema. Esto último debe ser verdad, pero inducido por lo primero que nunca probaron. Porque lo que impera entre los millonarios propietarios de medios tradicionales en nuestro país es el miedo a “quemarse”. Recalentado en las redes por la oposición y abandonado el espacio mediático por los taurinos, el miedo es tan contagioso como cualquier epidemia que se respete.

Se me dirá que tenemos a nuestra disposición buenos portales taurinos en internet y permanente acceso a las redes sociales. Y sí, se trata de un recurso que el aficionado no desdeña, pero que nos confina aún más en un gueto al que sólo se accede por interés individual, alejando aún más los toros de toda esa masa social que antes, queriéndolo o no, vivía inmersa en una atmósfera donde nunca faltaba la temática taurina, esa “pasión nacional” que reconocía como tal hasta Carlos Monsiváis, antitaurino nato donde los haya, y, por lo mismo, en lucha de antemano perdida contra la corriente mayoritaria. Hasta sus íntimos Cuevas y García Márquez, Salvador Elizondo, Alberto Gironella, Fernando Gamboa y Alí Chumacero, taurófilos todos, le llevaban la contraria. Y por supuesto, más pronto que tarde tuvo que recluir su taurofobia en el clóset.

Añoranzas. Tengo para mí que el público de la Plaza México, el que en aquellas décadas del 60 y del 70 me enseñó a ver toros –de consuno, claro, con familiares y amigos para mí inolvidables–, debía buena parte del maduro desarrollo de su sensibilidad taurina y su muy competente criterio a la presencia cotidiana de un elenco de escritores y cronistas a cual más interesante. Y cuando insisto en que poco o nada tienen que ver con aquella competente afición los escasos curiosos que cada tanto “vacían” actualmente la México (“la vaciaban”, dijo el otro, recordando el infausto dictamen de don Jonathan Bass Herrera, juez federal convencido de las bondades de la censura), quizá estoy omitiendo que los villamelones de ahora se mueven a tientas, huérfanos de la variedad y exuberancia  del variado abanico de narradores y comentaristas con los que coincidíamos o nos peleábamos, luego de leer sus crónicas de cada lunes tras no perdernos detalle de aquellas transmisiones que sirvieron de solaz y orientación a tanta gente en todos los rincones del país, pues no había mejor manera de pasar las tardes de domingo que delante del televisor –o el aparato de radio–, con el oído atento a los relatos de Pepe Alameda o Paco Malgesto, habituales no sólo en cosos de la capital sino en las plazas de los estados que engalanaban con corridas de postín sus fechas más señaladas.

Cultura y autoestima. Si es de llamar la atención la progresiva pérdida del espacio mediático que nuestra fiesta tuvo siempre, más debería sorprender la inhibición de taurinos y aficionados ante semejante despojo, y a la forma en que tal anomalía se ha venido normalizando a lo largo de este siglo. Puede que tenga que ver con el abandono masivo de la conversación dialogada que antes nos nutría y, desde luego, con una alergia generalizada a la lectura, reemplazada por el ruido insustancial de las redes y redistas de ahora. Pero denota por lo menos descuido de nuestra parte, en particular de los aficionados que tuvieron la fortuna de vivir la situación anterior.

Por eso, cuando taurófilos amigos hablan de defender la fiesta de la violencia extrema de sus globalizados  impugnadores y su ingente legión de fans donde compiten a odiarnos lo mismo el ingenuo que el taimado, lo único que se me ocurre sugerir es el cultivo de la cultura taurina, tan vasta y querida como olvidada. Habría que utilizarla para ejercitar una taurofilia beligerante, resueltamente opuesta al silencio vergonzante de algunos o la alharaca repetitiva que brota aquí o allá como recurso desesperado.  Bastante hemos cedido ya en el marco concreto de la corrida, soportando sin rechistar la degradación representada por el bofo, soso y mocho post toro de lidia mexicano, y el escandaloso entreguismo empresarial a figurines foráneos, paralelo a su estúpido desdén por los toreros nacionales, condenados a servir de comparsas de aquellos y a no poder pasar de eternos proyectos de figura.

Sería bueno convencernos de una vez por todas de que no hay mejor defensa de la tauromaquia que ella misma en cuanto tradición y patrimonio, arte, rito y espectáculo. Y que para restituir nuestra autoestima de aficionados no hay mejor camino que reaprender su historia, justipreciar sus valores y devolverla a su legítimo lugar, que es la escena pública con su aliento democrático de mejores tiempos, no el gueto elitista donde unos cuantos resistimos como podemos la avalancha antitaurina que se nos viene encima.

Como el tema mediático da para más, continuaremos abordándolo.

Pamplona y los nuestros. Leo en el Diario de Navarra que el espada mexicano con mayor participación en los sanfermines –10 corridas toreadas–, fue Fermín Espinosa “Armillita”, tocayo del santo pamplonica. Y me extrañó que, esta vez, la Casa de la Misericordia incluyera en su cartelería a tres mexicanos: Isaac Fonseca, Joselito Adame y Leo Valadés. No era lo usual. Faltó en cambio Luis David, el último que por allá tocó pelo (13.07.19).

Isaac se alzó con la mayor cosecha del ciclo, nada menos que cuatro orejas en la novillada inaugural en otra demostración de su contagiosa alegría, seco valor y poderoso torerismo. Lo pusieron al lado de dos chicos que habían triunfado en San Isidro –Jorge Martínez y Álvaro Alarcón—pero ni sombra le hicieron al moreliano, que cuajó memorablemente al novillo “Soñador”, de Ganadería de Pintxa. La salida en hombros fue clamorosa.

También Leo Valadez abrió la puerta grande. Ese día –domingo 10—, con una gran corrida de La Palmosilla y público muy a favor compartieron la apoteosis Rafaelillo (tres orejas), Manuel Escribano (dos orejas y vuelta) y el propio Leo (doble trofeo en su primero). Fue el hidrocálido el mismo torero fogoso y templado que tan buen sabor dejó por mayo en Madrid. Y era apenas su segunda corrida del año en plazas europeas.

Lo de Joselito Adame merece analizarse. En el año lleva toreados por allá cinco festejos, y tanto en Burgos como en Soria se llevó los trofeos al triunfador de la feria. Su gesta de San Isidro todavía se recuerda. Y se trata del espada mexicano más cuajado, completo y responsable de la época. ¿Por qué, entonces, los empresarios españoles, tras una década de triunfos incontestables en aquellas plazas, le reservan los carteles más fulastres de cada ciclo, con alternantes de tercer o cuarto nivel y encierros para desesperados?

En el caso concreto de Pamplona no sé quién le habrá firmado esa única corrida con toros de José Escolar y dos compañeros de terna para saber de los cuales hay que ponerse a bucear en las profundidades del escalafón. Naturalmente, los escolares salieron a cazar toreros. Naturalmente, Joselito se mantuvo en su sitio, maduro y sereno ante la adversidad, pudiendo con ellos. Pero, naturalmente, no hubo triunfo ni nada que se le parezca. “Silencio en ambos”, reza la ficha, haciendo poca justicia a la valentía sin alardes del hidrocálido. Pero menos justicia se hace a sí mismo José aceptando semejante trato. Sin excluir su parte de culpa, habrá que palpar de pies a cabeza a quién o quiénes lo están haciendo tragar paquete por aquellas tierras, mientras en la nuestra aceptamos como buenos y les alfombramos el piso hasta a notorios segundones. Nada más hay que revisar, para no ir lejos, la cartelería de cualquier feria de Aguascalientes a lo largo de este siglo.        

Por lo demás, Roca Rey sigue arrollando para desesperación del chauvinismo rampante, el estado de gracia de Morante no requiere del toro de la ilusión ni la venia de los feriantes, El Juli permanece en su sitio y los presidentes siguen maltratando a Daniel Luque. Y primó el triunfalismo, lo que bajo las circunstancias actuales no tiene por qué tomarse a mal.

TAUROMAQUIA. Alcalino.- Galería de antitaurinos : El “ecologista”

El orquestado embate contra las corridas, tan preocupante como alucinante en cuanto a los argumentos esgrimidos por los antis, que brotan como hongos en tiempo de aguas, aconseja irlos identificándolos uno a uno, no porque no existan quienes quepan cómodamente en dos o más cajones de la clasificación a desplegar, sino por la utilidad e interés que tiene ir descubriendo sus móviles y características, que como sabemos van desde el animalista ingenuo al taimado politiquero, o del horrorizado taurfóbico al supremacista moral de turno.

Precisamente, abre nuestra nutrida galería de adversarios el taurofóbico sin más. Y con gusto lo presentamos a ustedes.

1: El Taurofóbico. Aunque el movimiento contra las corridas de toros se ha denominado antitaurino, animalista, incluso ecologista, compasivo o civilizatorio, sus características corresponden punto por punto a una reacción fóbica, entendiéndose “fobia” por “aversión obsesiva a alguien o a algo” o, mejor aún, “temor irracional compulsivo”, definiciones ambas al alcance de cualquier diccionario de la lengua. Tales definiciones se corresponden con el comportamiento –efectivamente compulsivo e irracional—de un buen número de adherentes a la moda persecutoria de todo lo que huela a tauromaquia. Algo que, por lo demás, están muy lejos de entender, entre otras razones porque ni siquiera se preocuparían por intentarlo.

Quien padece fobia a los espacios cerrados (claustrofobia) responde ante la situación objeto de su aversión con el impulso ciego de evadirla, sin ninguna posibilidad ni deseo de razonar su pánico. Sin embargo, lo usual es reconocer tal reacción compulsiva como problema propio, y ni se le ocurriría a quien la sufre culpar a los arquitectos que diseñan el tipo de espacios que lo enferma. Arreglados estaríamos si las personas con fobia a la sangre –hay quienes se desmayan al ver una gota del líquido regeneradoramente vital que circula por sus cuerpos– decidieran encabezar un movimiento contra los cirujanos, acusándolos de “atormentar” a sus pacientes por puro sadismo. Que es, más o menos, lo que los taurófobos nos reclaman a los taurófilos.

Otra manera de enfocar el fenómeno “fobia” sería como un exceso de sensibilidad ante un estímulo específico. Porque la sensibilidad, atributo humano si los hay, es susceptible de jugarnos malas pasadas cuando se exacerba al grado de escapar de un control mental más o menos razonable. La persona que, aterrorizada por la presencia de minúsculo ratoncito es capaz de lanzarse por la ventana de un tercer piso puede ilustrar un caso extremo en este sentido. Y si este ejemplo pudiera parecer caricaturesco, piénsese en todo el daño que puede llegar a causar una aversión compulsiva cuando, enfocada contra otros seres humanos, emprende los tortuosos atajos de los racismos o las homofobias.

¿De quién es el problema?   Tras este preámbulo creo que está a la vista la enorme y aberrante diferencia entre los taurófobos al uso y quien es consciente de padecer cualquier otra fobia y, por lo mismo, procura no colocarse en una situación que la desate: mientras éste procede como persona inteligente, nuestros adversarios intentan remediar su congoja arremetiendo en forma irracional y violenta contra quienes simplemente no la compartimos. Lo hacen, además, amparándose en una supuesta superioridad moral que, según su credo de tintes supremacistas, los autorizaría a cargar contra el culpable –el torero, el taurino, usted, yo, quienquiera que se aproxime al toreo con ánimo de disfrute espiritual o lúdico–  utilizando como arma la diatriba y permitiéndose la comisión de actos de evidente vandalismo y ruindad. El mismo impulso destructor que alienta las innumerables guerras y conflictos humanos mal canalizados.

No es de extrañar, en estas condiciones, que la taurofobia se resista de entrada a reconocerle dignidad humana al enemigo a vencer, y que se niegue tajantemente a dialogar con él, puesto que lo ha condenado de antemano y sólo le queda volcarle un arsenal completo de denuestos y censuras –la prohibición de las corridas es, se quiera o no, un típico caso de censura–. Según tan enrevesada lógica, su furor sólo podrá encontrar paz una vez consumada la destrucción total del enemigo. Por eso lo único que se le ocurre es clamar por la abolición de las corridas de toros, y acusar de sadismo y crueldad –sin pruebas– a quienes las posibilitan y disfrutan.

Ficción contra realidad. Es cierto que un movimiento tan próspero y difundido como el que nos ocupa no habría alcanzado tales dimensiones sin un argumentario más o menos coherente en qué sustentarse. El amor por los animales y la consecuente negativa a provocarles dolor está en su base, pero visto que toda forma de cultura –imitando en esto a la naturaleza—implica poner cierta fauna al servicio de las sociedades humanas a fin de poder satisfacer diversas necesidades, y considerado el inevitable sacrificio de animales tanto para nuestra alimentación como en incontables experimentos de carácter científico, por no mencionar los daños y desaparición de especies provocados por actividades comerciales y de urbanización a gran escala, es claro que las razones puramente humanitarias constituyen un caso de evidente hipocresía.

Se requieren, por tanto, razones más elevadas, y es por eso que los taurófobos añaden, con ahorro de pruebas, que gozar con las prácticas taurinas atrofia la sensibilidad humana, fomenta la crueldad y siembra especialmente en niños y jóvenes semillas de violencia y de futuros desarreglos psicológicos, contrarios a la buena convivencia y al progreso de la sensibilidad social.

Otra cara del pensamiento único. Un observador medianamente avispado advertirá que este tipo de patrañas tuvo su origen en culturas del todo ajenas al fenómeno taurino, que fueron creando en su seno núcleos con una clara orientación fóbica hacia lo que, en su desconocimiento e ignorancia, tomaron equivocadamente por actos de barbarie y primitivismo, en todo caso motivos ideales para justificar un intervencionismo  presuntamente redentor.

La taurofobia es, pues, uno de tantos prejuicios etnocéntricos, propios de las ideologías de dominación política y económica que, precisamente, están en la raíz del raído imperialismo anglosajón que hoy pugna por defender su dominio… y el del mercado único y libérrimo que proclama la llamada globalización. Muy mal tiene que estar nuestra sociedad y completamente a la deriva la cultura en México para hacerle el juego al pensamiento único en este y en otros temas, en vez de orientar energía y creatividad real y humanamente liberadoras, ante las cuales –y la lista es inteminable—los antitaurinos suelen guardar piadoso silencio.

Urge alianza internacional para defender fiesta en América, dice el político y taurino Pedro Haces

Pedro Haces, sindicalista, senador, promotor taurino mexicano, hace una reflexión muy valedera en estos momentos por su país y Colombia ( la monumental por orden de un juez está vedada para dar corridas ) y en nuestra nación la llegada a la presidencia de un reconocido opositor a los estos taurinos pone en riesgo este ceremonial. A mas de esto, la Santamaría de Bogotá o puede dar festejos con normalidad pues el Concejo dela ciudad aprobó un NO LA SUERTE DE VARAS, BANDERILLAS Y SUERTE SUPREMA.

“Si alguien cree que la prohibición en CDMX o en Colombia no les afecta, está en un error», expresa el señor Haces.

En conversación con el colea de Mundotoro Carlos Ruiz Villasuso, el mexicano apuntó :

La prohibición de Barcelona ¿afecto al toreo de México? Pues claro que sí. Afectó en lo moral, en el mensaje de que es posible acabar con el toreo en una ciudad y una plaza histórica, sirve de ejemplo de prohibición, sirve como guiñan de prohibición. Sin mencionar que resta corrida, resta presencia, resta mercado. No darse cuenta de esto es un error muy grave. Pongo otro ejemplo. ¿La prohibición, que espero no llegue a consumarse, del toreo en CDMX, afecta a España? Pues hombre, claro, por las mismas razones. Por eso hablo de igualdad de trato, porque los problemas son recíprocos, porque los éxitos son recíprocos, porque los intereses son recíprocos. Hemos de ser aliados. Somos aliados, y, por tanto, vanos a acto usar y a comportarnos como aliados’.

MT.- Por tanto, la prohibición de los toros sea en el lugar mas alejado a uno, afecta a este lugar que aun no tiene ese problema.

P H.- ‘Por supuesto que afecta. Es una pregunta que, si hemos de hacerla, es que no hemos aprendido nada. Eliminar del toreo a través de la prohibición en Colombia, en Venezuela, en donde sea, es un desastre para la tauromaquia en España, en Francia, En Portugal… en donde sea.’

Se pregunta el maestro Alcalino : ¿A qué extrañarnos de que el fuego de emergentes fanatismos condene hoy a los toros a su hoguera particular?»

Pocas semanas antes de que se declarara la pandemia de Covid-19 tuve, en un museo del norte del país, esta aleccionadora experiencia: la instalación de la que hablo consistía en la superposición de piezas de música clásica que, a través de unos audífonos, el visitante podía escuchar. 


Empezaba, digamos, por el adaggio de Albinoni o el canon de Pachelbel, a los pocos segundos ya sonaban simultáneamente alguno de los conciertos de Brandenburgo de Bach, los acordes iniciales de la quinta sinfonía de Bethoveen y, sobre todo lo anterior, ya indistinguibles en medio del absorbente remolino, el bolero de Ravel, Vivaldi, Mozart, Malher… antes de un minuto, el oyente se había arrancado los audífonos de los oídos, incapaz de soportar el chirrido infernal de un cúmulo de obras geniales convertidas en puro ruido por tan atroz combinatoria.


La experiencia descrita me pareció una metáfora idónea del siglo XXI, inundado por un caos atronador que dificulta como nunca el procesamiento de la realidad, con el inconveniente añadido de que, en vez de hacerlo con obras maestras, la mayor parte de la gente está condenada a experimentar lo mismo a partir del reggaeton y la música grupera, las redes sociales y las fake news. 


Y ya enganchados, y sin posibilidades de arrojar lejos unos audífonos que no son tales sino el torbellino de despropósitos que minuto a minuto nos acosa, los afectados se dedican a opinar de cualquier cosa, con superficialidad y desenfado copiados de sus influencers favoritos, y con la suficiencia de la «filósofa» que acabo de escuchar en YuoTube afirmando que Goya pintó corridas con talante admonitorio –es decir, para censurarlas–, y que cualquier bailarín o trapecista tiene mayor relación con el arte y el riesgo que esos seres sanguinarios y primitivos que son los toreros, a tono con el sadismo elemental de sus estupidizados seguidores. Es decir, de quienes gustamos de la tauromaquia en tanto rito, espectáculo, arte, drama, eventual tragedia y, en definitiva, fuente de sensaciones únicas, análisis racionales, sentimientos íntimos y experiencias comunitarias que, lejos de degradarnos, nos humanizan. 


Digo lo anterior porque la fiesta brava atraviesa en nuestro país por una coyuntura crucial para su ser o no ser futuro. Estamos en manos no de las hordas globalizadoras que sincronizadamente agitan, alborotan y vociferan en nuestra contra –y que ante los tribunales claman por el castigo moral y la censura–, sino de jueces y magistrados cuya obligación será, esperemos, un análisis y una decisión cuidadosos, y no sólo basados en los tres o cuatro artículos de la ley que hablan del maltrato animal y unas extensiones y repercusiones sociales de la ecología que no figuran en ningún tratado sobre medio ambiente. Ya hubo un juez federal que cayó en el garlito, el mismo que dictó «suspensión definitiva por tiempo indefinido» de corridas en la Plaza México.


Ya la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) –a propósito de un amparo presentando en Nayarit– declaró ilegal cualquier declaración de la fiesta de toros como Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) por parte de congresos u otras instancias locales, si bien, al final de su argumentario, aclara que tales conclusiones no implican una prohibición, sembrando la duda de una posible contradicción con lo resuelto por el juez del amparo prohibicionista en la capital del país. 


Como es muy probable que la SCJN se haga cargo de dicha contradicción, y atraiga en breve a su jurisdicción el tema tauromaquia con vistas a un análisis y un fallo definitivos, lo que nos queda a taurinos y taurófilos es solicitar a los altos magistrados tomen en cuenta las consideraciones que, trascendiendo la superficialidad del furor abolicionista y las lagunas legales acerca del patrimonio real de nuestra cultura –no el inducido por la globalización anglosajona–, se aboquen a un estudio cuidadoso, completo e imparcial de la materia. Y hemos de hacerlo no con la solicitud condolida del reo, sino facilitándoles elementos de juicio demostrativos de que la tauromaquia no es la fantasía sádica y retrógrada que tergiversaciones interesadas pretenden imponernos a los mexicanos, sino un singularísimo elemento de nuestro patrimonio cultural con cinco siglos de presencia en el país. 


Y con una historia que lo evidencia como un arte en continua evolución técnica y estética, que responde además a los requerimientos de toda tradición genuina: un mito o relato esencial de inequívoco contenido ético, enlazado a un programa ritual que actualiza los valores del rito en forma de símbolos, fundido con la necesidad de crear y recrearse bajo un riesgo de muerte asumido con un estoicismo muy singular.


Habrá, adicionalmente, que desmontar la aberración ésa de que eliminar las corridas elevaría la calidad de vida de la población y mejoraría la relación medio ambiente-sociedad, lo cual no será difícil si los juzgadores aceptan con ánimo imparcial las prestaciones ecológicas que proporciona a su hábitat la ganadería brava. Y también si el gobierno federal asume, en cumplimiento de los tratados internacionales que firmó, la protección del toro de lidia mexicano en tanto portador de un genoma exclusivo y endémico, de acuerdo con las investigaciones que la doctora en biología Paulina García Eusebi llevó a cabo por encargo de la SAGARPA, hacia el año 2015.


¿Más pruebas a nuestro favor?
Bastaría con sopesar la calidad de la abundante literatura taurina producida en México, especialmente en el siglo pasado. Y no me refiero tanto a textos de escritores laureados y reconocidos –de Amado Nervo y Alfonso Reyes Martín Luis Guzmán y Carlos Fuentes–, como a numerosos cronistas y comentaristas taurinos que enriquecieron las páginas de diarios y revistas, así como espacios radiales y televisivos, con la excelencia de sus análisis y la fecundidad de sus escritos y alocuciones. Si se compara ese corpus literario con los zafios productos de casi toda la crónica y la crítica deportivas disponibles, me temo que éstas saldrían muy mal paradas.


Otras aportaciones
Reproduzco algunos conceptos que el amable lector de este espacio no desconoce, tanto propios como debidos a mejores plumas. El propósito es, reitero, reforzar nuestro argumentario y evitar elucubraciones y dictámenes apresurados y sustentados en deliberaciones superficiales, interpretaciones torcidas y meros prejuicios.


Francis Wolff
De la memorable carta abierta que el filósofo francés dirigió a la alcaldesa de Puebla Claudia Rivera el 29 de noviembre de 2020, previa al fracasado intento de prohibirnos la fiesta desde el ayuntamiento presidido por esta dama, entresaco los siguientes conceptos:

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«Prohibir la fiesta de los toros, una de las creaciones más particulares de la cultura latina, y portadora a la vez de los valores humanos más universales (coraje, grandeza, vergüenza, lealtad, ritualidad, dominio de la animalidad dentro y fuera de sí mismo, creación de belleza a partir de un riesgo cierto de muerte), significaría sucumbir a un conformismo que tiene en el mejor de los casos la apariencia de la universalidad, porque se trata de una universalidad sin sabor, como McDonalds o Coca-Cola. Tal prohibición significaría un nuevo revés a nuestra cultura latina. La corrida ha dejado de ser la Fiesta Nacional de España, y con eso ha ganado mucho. Ahora forma parte integral del patrimonio latino mundial, y es una de las fuentes de resistencia a la civilización anglosajona dominante y uniformadora. 
Tal prohibición sería una pérdida ética para el humanismo. Yo entiendo que, para alguien ajeno a la cultura taurina, acabar con la tauromaquia pudiera parecer un «progreso» moral. Esto es una mera apariencia. El animalismo no es una extensión de los valores humanistas, sino su negación: porque, al intentar elevar a los animales al nivel con el que debemos tratar a los hombres, inevitablemente estaríamos rebajando a los hombres al nivel con el que tratamos a los animales. De hecho, los humanos no somos como los demás animales, porque podemos actuar obedeciendo normas y valores y no sólo impulsos; por eso, tenemos deberes absolutos y recíprocos hacia todos los seres humanos. Esta es la base del humanismo».


Los toros a la hoguera
Cierro la presente columna retomando un texto del que escribe, aparecido en este espacio por esos mismos días de incertidumbre, como incierto es el presente y el futuro de nuestra fiesta:
«Animal simbólico por antonomasia, el hombre ha volcado su furor destructivo contra el libro, quizá por tratarse del objeto que mejor representa al perseguido, al diferente, cuyos textos reflejan y significan sus intolerables creencias, costumbres, genio creador. Una forma atenuada de este acto miserable consiste en negarle toda entidad a ese intruso indeseable mediante la prohibición y la censura, extendida del objeto literario a otras expresiones artísticas. 


Por esa vía se condenan películas, se clausuran exposiciones, se dictan fatwas contra autores sacrílegos. Y siendo el libro la mejor síntesis de una cultura –tanto más misterioso y abominable cuanto menos se le conoce y lee–, arrojar masivamente a la hoguera ediciones completas de los ejemplares anatematizados se convirtió en un rito crucial de negación del otro y de lo otro. 


La muerte por delegación del símbolo perfecto de lo que debe ser odiado y maldecido para que la ortodoxia permanezca a salvo y la comunidad preserve su pureza.  Así se perdieron, por obra del fanatismo de Cirilo y sus incendiarios seguidores, los saberes ancestrales que guardaba la mítica biblioteca de Alejandría, y así consumió miríadas de volúmenes el odio nazi, o, en la vertiente ingenua del mismo procedimiento, el cura del pueblo y demás allegados de don Alonso Quijano, que afligidos por su desatada locura redujeron a cenizas docenas de libros de caballerías, mientras su señor Don Quijote dormía y soñaba con gigantes, filtros mágicos y doncellas. (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Primera parte, Cap. VI).


¿A qué extrañarnos de que el fuego de emergentes fanatismos condene hoy a los toros a su hoguera particular?» Volveremos pronto sobre este tema y sus inquietantes concomitancias.

Carta Abierta de Nicolàs Nossa a los candidatos presidenciales en defensa de la libertad y que se mantenga viva la fiesta de los toros

A los candidatos ,Ingeniero Rodolfo Hernandez y Dr. Gustavo Petro

Yo , Nicolás Nossa Hernández, identificado con la cédula de ciudadanía
No19’213.555 como representante de la Fundación para el Desarrollo de la
Cultura y el Toreo – Sol y Sombra y la familia taurina, conformada por aficionados,
toreros, novilleros, subalternos, mozos de espada, trabajadores de plaza,
ganaderos, trabajadores de campo, transportadores, vendedores de comestibles
y de las empresas que fortalecen el trabajo de las instituciones del toreo, para
contribuir desde la fiesta brava al desarrollo regional turístico, artístico e integral,
de las ciudades y los municipios, del territorio nacional a través del fortalecimiento
técnico, educativo, cultural, administrativo y organizativo, encaminado a construir
capital social.


En nuestra condición de ciudadanos que hacemos parte de un país cuyo sistema
es un estado social de Derecho y amparados por la Ley 916 de 2004 que en su
artículo primero establece que “Los espectáculos taurinos son considerados como
una expresión artística del ser humano”, expresión avalada por la Corte
Constitucional y la sentencia C-889 de 2012, la cual aseveró: “Como se observa,
de las decisiones C-1192/05 y C-666/10 se colige que la jurisprudencia
constitucional advierte que concurre una previsión legislativa de reconocimiento
de las corridas de toros, como una expresión tradicional que integra el patrimonio
cultural de la Nación”.


En tal sentido, conforme lo dispone el artículo citado -4 de la Ley 397 de 1997-
todas las representaciones de la cultura son expresión de la nacionalidad
colombiana e integran el patrimonio cultural de la Nación.


A pesar de todo este sustento jurídico, venimos siendo víctimas de los gobiernos
y alcaldías de turno, quienes se han convertido en nuestros verdugos, generando
un ambiente de incertidumbre en cada cambio de gobernantes; quienes en las
últimas administraciones se han enfocado en acabar con la fiesta brava, desde
sus diferentes partidos, utilizando nuestra profesión y el arte del toreo para fines
politiqueros. Este reprochable e incoherente comportamiento controvierte las
leyes que nos amparan y la Constitución de 1991.


Quienes nos desconocen pretenden acabar con nuestra actividad violando
nuestros derechos y excluyéndonos, sin siquiera permitirnos ser escuchados.

Email: [email protected] , [email protected]

Desde el año 2012 hasta el año 2015, la Plaza de Toros de Santamaría fue
cerrada arbitrariamente para las corridas de toros y fue utilizada para otros fines.
Posteriormente la Corte Constitucional ordenó la apertura de la Plaza de Toros de
Santamaría y estableció que esta debía ser utilizada para lo que fue construida.
Hoy nuevamente está imposibilitada para la actividad taurina, por un ilegal e
inconstitucional acuerdo del Concejo de Bogotá,


Hacemos un llamado al próximo presidente de Colombia, para que se respeten y
hagan cumplir los artículos 7, 13, 16, 25, 26, 70, 71, 72 y 121 de nuestra Carta
Política, y de una vez por todas se nos permita LA LIBERTAD de ejercer nuestra
actividad, reconociéndola como parte de nuestra cultura, como fuente de
desarrollo personal, profesional, cultural y como un dinamizador de la economía
en todo el territorio nacional.


En nombre de nuestras familias creemos en un cambio. Un cambio con justicia,
con inclusión y con respeto por las minorías, la pluriculturalidad, con alternativas
de diálogo. No queremos seguir siendo parte de las víctimas de la corrupción, ni
de los intereses personales de algunos políticos en el Congreso, ni de los
gobernantes de turno, que nos sumen en el desempleo y el marginamiento social.
Estamos de acuerdo con el cambio, pero no con el cambio que hasta ahora
hemos vivido; ya que pasamos de ser reconocidos como patrimonio cultural y
artístico, a ser condenados a desaparecer como parte del arte, la cultura y la
tradición, en nombre de una falsa defensa del medio ambiente y de los derechos
de los animales, desconociendo los derechos de los seres humanos.


El cambio para construir un mejor país no se da con la eliminación del adversario,
como hasta ahora se pretende hacer con la tauromaquia. Queremos dejar de ser
víctimas de las políticas impartidas por los gobernantes de turno en los
municipios, quienes desconocen nuestros derechos y la ley que
constitucionalmente nos ampara. Llamamos a la reflexión frente a nuestro
derecho a existir sin que se nos atropelle. Decir lo que se piensa no puede
continuar siendo un suicidio en nuestro país.


Una vez más manifestamos nuestro interés en trabajar, para evitar que nuestras
tradiciones se pierdan. Hoy es la tauromaquia; mañana serán las corralejas, las
riñas de gallos, la pezca, el coleo, las cabalgatas. ¿Qué sigue después? ¿Las
tradiciones gastronómicas y hasta religiosas?

Email: [email protected] , [email protected]

Hacemos un llamado a defender el bello arte del toreo y las tradiciones culturales
de nuestro país. No admitamos que las raíces de este árbol se sequen y se
marchite.


Como bien lo dijo Federico García Lorca: “Los toros es la fiesta más culta del
mundo”.


“Lo de César Rincón es como si le hablaras a Dios… ¡Y que Dios te conteste!”.
Frase de Pepe Dominguín, cuando le preguntaron el porqué tanto escándalo
alrededor de lo que había hecho el colombiano en Madrid.

Con toda atención,

C.C. 19.213.555 de Bogotá.
Rep. Legal de la Fundación Sol y Sombra.

Juez decid si ratifica o no suspensión de las corridas en la plaza monumental de México

Un tribunal federal confirmó la suspensión provisional que impide la celebración de corridas de toros en la Plaza México, así como los permisos para estos espectáculos taurinos.

El Vigésimo Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa rechazó el proyecto de la magistrada Iliana Noriega, quien propuso revocar el fallo del juez Primero de Distrito, Jonathan Bass Herrara, porque consideró que se adelantó a su criterio y no actuó con equilibrio al suspender las corridas de toros.

Prohibir las corridas de toros en la CDMX llevaría a la pérdida de 30,000 empleos

En la sesión, la magistrada Rosa González y el secretario de tribunal en funciones de magistrado Fidel Ávalos coincidieron en que fue correcta la suspensión provisional del 27 de mayo.

Este viernes, el juez Jonathan Bass Herrera deberá notificar si concede o niega una suspensión definitiva, la cual impedirá las corridas de toros en la Plaza de México mientras el Poder Judicial resuelve la constitucionalidad de la Ley para Celebración de Espectáculos Públicos en la CDMX y del Reglamento Taurino del Distrito Federal.

El amparo fue promovido por la asociación civil Justicia Justa, la cual argumentó violaciones a dicha ley.

Rechazan por inconstitucional decisión de un Juez de prohibir las corridas y la plaza México pide respeto al toreo

COMUNICADO DE LA PLAZA MEXICO

Ciudad de México a 28 de mayo 2022 El día de ayer la Plaza México recibió noticia de una resolución donde se suspenden de manera provisional los espectáculos taurinos en la Alcaldía Benito Juárez en la Ciudad de México, así como el otorgamiento de permisos para realizar dichos espectáculos.

Con este tipo de decisiones queda clara la voluntad de aquellos que pretenden imponer visiones unilaterales sin tomar en cuenta las implicaciones, sociales, económicas y el derecho humano a la cultura.

La México informa que cumplirá a cabalidad con la suspensión provisional y asimismo, expondrá argumentos válidos, fundamentados y contundentes, conforme avance el juicio para la defensa legal de la actividad. La empresa siempre ha pugnado por un diálogo abierto, alejado de todo fanatismo y cerrazón, siempre respetuoso de las preferencias de cada persona.

Renovamos ese llamado por el bien de una sociedad que, más allá de verse dividida, exige vivir con la certeza de poder ejercer las libertades a las que tiene derecho. S

e mantendrá informada a la comunidad taurina y al público en general, de lo que suceda al respecto.

ATENTAMENTE LA MÉXICO

Jonathan Bass Herrera, juez Primero de Distrito en Materia Administrativa, ordenó suspender los espectáculos taurinos en la Plaza México, ubicada en la Alcaldía Benito Juárez, tras un amparo promovido por la asociación civil Justicia Justa.

De momento no afecta a la plaza pues no hay festejos programados.

Pedro Haces, empresario y político mexicano dijo que la decisión del juez es inconstitucional en declaraciones a Mundotoro:

‘La medida interpuesta por el juez es totalmente inconstitucional y atenta claramente contra la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ya que prohibir la actividad de celebrar y realizar este tipo de espectáculos públicos estaría vulnerando el artículo quinto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos’

Un artículo 5º que establece lo siguiente: “A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo para que le acomode siendo lícitos el ejercicio de esta libertad.  Solo pide velarse por administración judicial cuando se ataquen los derechos a terceros o por resolución gubernativa dictada en los términos que marque la ley cuando se ofendan los derechos de la sociedad nadie puede ser privado del producto de su trabajo sino por resolución judicial”. ‘Es por lo anterior que la suspensión por ningún motivo cancela la fiesta’, especificó el Haces.

Conforme al expediente: 910/2022 en el que se establece que: “Se concede la suspensión provisional, para el efecto de que mientras se dicte la resolución de suspensión definitiva, las autoridades responsables se abstengan de ejecutar los actos impugnados, para lo cual, deberán de suspender de inmediato, los espectáculos taurinos en la Alcaldía Benito Juárez en la Ciudad de México, así como el otorgamiento de permisos para realizar dichos espectáculos”.

Leer Máshttps://762304fe5ee26b957141e18a7187b46d.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

Además, se solicita a las autoridades responsables para que rindan su informe previo, el cual deberán exhibir por duplicado dentro del plazo improrrogable de 48 horas siguientes a que sean notificados.

En dicho informe, de conformidad con el artículo 140 de la Ley de Amparo, “deberán concretarse a expresar si son o no ciertos los actos reclamados que se les atribuyen y podrán expresar las razones que estimen pertinentes sobre la procedencia o improcedencia de la suspensión”.

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De igual manera, “se requiere a las autoridades responsables para que acompañen a su informe previo cualquier documento que estimen necesario para que este juzgador se pronuncie sobre la suspensión definitiva; lo anterior, con fundamento en el artículo 143 de la Ley de Amparo”.

Se espera que el 2 de junio próximo, el juez determine si procede o no la suspensión definitiva. Mientras tanto las autoridades responsables en el amparo podrán impugnar, si así lo determinan, la suspensión provisional ante un tribunal colegiado de circuito.


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