Category Archive : Recuerdos

Decimo aniversario de una sensible pérdida, la del maestro José Mari Manzanares que dejó el aroma de un torero clásico y exquisito

( La imagen es conmovedora. El hijo hecho un mar de lagrimas le corta la coleta a su ilustre progenitor)

Cuando partió hace 10 años no lo podíamos creer. El maestro alicantino José Mari Manzanares había dejado el toreo activo y acompañaba a José María, su vástago preciado. La última vez que le vimos en Colombia fue en Medellín, ya mayor pero más sabio. Tuvimos la fortuna de disfrutar de su toreo exquisito en Colombia y es el mejor recuerdo que uno como aficionado puede atesorar. !!Qué torero!!!

Su familia encontró el cuerpo sin vida del magnífico artista en su finca de Cáceres. Lo había vencido la soledad que acompaña esos días otoñales a los grandes, a los que fueron capaces de emocionarnos, de brillar , de llenar ese vacío que rompe la mediocridad.

UNA TARDE DE GLORIA COMO TANTAS

Se nos fue hace 10 años y su torería nos sigue como un faro luminoso.

28 de Octubre de 2014 – 19:39 CETPor hola.com

El torero José María Manzanares padre ha fallecido a los 61 años «por causas naturales», según un comunicado remitido a Efe por la oficina de prensa de su hijo José María, que expresa, junto al resto de su familia, su enorme tristeza por la «inesperada pérdida» del diestro, al que se sentían «muy unidos». En la nota, sus hijos Ana MaríaYeyesManuel y José María, también torero, comunican que José María Dols Abellán, como se llamaba en realidad el diestro, ha fallecido este martes, 28 de octubre, «en su finca de Extremadura por causas naturales». «Su familia recuerda en estos momentos al maestro, que forma parte ya de la historia más grande de la tauromaquia, pero sobre todo al padre cariñoso y cercano que fue», añade el comunicado.

El cuerpo del diestro ha sido encontrado a primera hora del día en su finca de Cáceres, donde residía, y aún se desconocen las causas de la defunción. Su hijo, José María Manzanares, acababa de llegar a México cuando se ha producido el fatal desenlace y ha tomado un avión de regreso.

A la espera de conocer cómo gestionarán los cuatro hijos del diestro su último adiós, el cuerpo sin vida de Manzanares ha abandonado la finca de Cáceres, sin que haya trascendido su lugar de destino. El médico forense ha ordenado el levantamiento del cadáver del torero alicantino, cuyo cuerpo sin vida ha sido introducido en un vehículo del tanatorio «Virgen de Guadalupe», de Miajadas (Cáceres). Al no apreciar indicios de criminalidad, el médico forense ha ordenado el levantamiento del cadáver, el cual fue hallado esta mañana en una habitación de la finca «Ronda Ganadera», propiedad del diestro y donde residía habitualmente desde hace casi veinte años.

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También se conoce que el concejal de Asuntos Taurinos del Ayuntamiento de Alicante, Andrés Llorens, ha explicado que el consistorio pondrá a disposición de sus familiares la plaza de toros o cualquier otro edificio municipal que «necesiten» ante la posibilidad de que deseen abrir una capilla ardiente u otro tipo de homenaje. «La muerte nos ha dejado muy tocados. Es una lamentable pérdida porque es un referente de la tauromaquia, un torero de toreros que ha derrochado alicantinismo y que ha sido un gran embajador de la ciudad por todo el mundo», ha relatado Llorens.

ACHO LE RINDE HOMENAJE AL MAESTRO

José María Dols Abellán, popularmente conocido como José María Manzanares, fue una de las grandes figura del toreo de la época de los 70, 80 y 90. Nació en el barrio Santa Cruz de Alicante el 14 de abril de 1953. Debutó con picadores en Benidorm el 24 de mayo de 1970.  Al año siguiente tomó la alternativa el 24 de junio de 1971 en Alicante, de manos de Luis Miguel Dominguín y con El Viti como testigo, frente a toros de Atanasio Fernández, cortando las dos orejas y el rabo de su segundo toro. Confirmó alternativa en Las Ventas el 18 de mayo de 1972 con Palomo Linares como padrino de ceremonia. Y se despidió de los ruedos en la Real Maestranza de Sevilla el 1 de mayo de 2006.  Fue su hijo, José María, visiblemente emocionado, quién le cortó la coleta antes de que su padre saliera a hombros por la puerta grande.

Hace 13 años partió el maestro Chenel

Un mechón, una forma de romper plaza, de hacer el paseíllo y de ir a la cara del toro, con fragilidad. Antonio Chenel (Madrid, 1932), Antoñete en los carteles, ha fallecido en la tarde del sábado en Madrid, aquejado de los problemas respiratorios que le hicieron dejar los ruedos. El tabaco, su compañero de miedos y soledades, le fue apagando poco a poco hasta tenerle recluido en su finca de Navalagamella.

Tuvimos el privilegio de contarlo como comentarista en Caracol radio gracias a don Manuel Molés uno de sus amigos mas cercanos y disfrutar de su sabiduría, de su ingenio y de sus silencios.

Cuánta falta hace este inmenso señor y torero!!!! Cuánta falta , por Dios !!!!

Manolo recuerda a su hermano y amigo :

Hoy 12 años que se nos fue un grande como torero y como persona Antonio Chenel “Antoñete”. Fue mi hermano mayor en la vida y en la pasión taurina. Chenel fue irrepetible esa intensa vida torera que disfruté con él muchos años. Y muchos aficionados lo entendieron al maestro.

Ya había cumplido la edad de la jubilación legal, pero todavía “estaba para torear”. Así hablaba de sí mismo Antonio Chenel, el mítico ‘Antoñete’ , hace sólo unos años. Él sabía que había vivido en torero y que moriría en torero, y que mientras pudiera hacer su dulce juego de muñeca y esbozar un natural, siempre tendría el alma vestida de luces.

Ha muerto por los malditos problemas respiratorios que le apartaron ya hace años de las plazas y, en la última temporada, incluso de algunas de sus colaboraciones radiofónicas y televisivas. Pervivirán en la memoria de los aficionados sus lacónicos, pero siempre certeros comentarios en las retransmisiones de toros de Canal +.

Pero, sobre todo, pervivirá su toreo, su sabiduría en la plaza, su perfume fascinante de torero antiguo e irrepetible. Mito de la tauromaquia, respetado de forma unánime por toda la profesión, Antoñete ha sido uno de los grandes nombres de la fiesta en las últimas décadas, junto con Curro Romero y Rafael de Paula. Ellos tres mantuvieron viva la llama que encendió tras la Guerra Civil Manolete y se la entregaron a José Tomás, quizá el último eslabón de una cadena de hombres asombrosos que se remonta a Belmonte y viaja en el tiempo hacia los orígenes de este arte hecho de riesgo y belleza.

La plaza de las Ventas, su plaza

Hijo de monosabio, había nacido en 1932, apenas inaugurada la plaza de las Ventas, “su” plaza. Antoñete vivió en la Monumental madrileña varios años y allí, entre el patio de cuadrillas y el del desolladero, mamó como nadie los entresijos del toreo. Lo aprendió todo y un día de 1946 se atrevió a vestirse de luces. Tomó la alternativa en 1953 y pronto destacó por su forma de torear, tan templada, tan antigua, tan moderna para siempre.

No era un torero que destacara por su valentía, pero pisaba terrenos arriesgados y los toros se lo recordaron con un buen número de lesiones y cornadas que hicieron de su primera etapa un verdadero calvario. Pero también le encumbraron a lo más alto. En 1966, frente a ‘Atrevido’, un toro ‘ensabanao’ de Osborne, Antoñete dio una lección de tauromaquia que nadie ha olvidado: más de 60 muletazos, la mayoría excelsos naturales, sin apenas mover los pies del suelo, sumergido en un trance artístico que enloqueció a Madrid.

Faenas memorables

Convertido ya en una leyenda, se retiró por primera vez en 1975. Pero era torero y quiso volver. Reapareció entre 1981 y 1985 y ahí sí, el triunfo fue su bandera: de éxito en éxito, llegó a cuajar faenas memorables. Algunos críticos piensan que fue su mejor época y que incluso superó a la faena de ‘Atrevido’.

Lo dejó otra vez en el 85, pero volvería, Antoñete siempre volvía. En 1987 reapareció y, desde entonces, ya con las facultades físicas muy mermadas, su carrera fue cuesta abajo. Sin embargo, hasta el año 2000 estuvo en activo, participando en festivales y corridas, dejando siempre algunas gotas del perfume hechizante que una vez tuvo a raudales.

Se ha ido el torero del mechón, el del terno rosa, el bohemio madrileño de pura cepa , el heredero de Belmonte y Manolete, el penúltimo dueño del natural. Deja un hijo todavía muy pequeño que le alegró la vida de torero retirado, cuando ponía su pasión en ese niño y en una ganadería brava de encaste Murube que le permitió sentirse matador hasta que tuvo que dejarla hace ya cuatro años. Dicen que el maestro, siempre melancólico , no quiso seguir con el ganado tras la muerte de ‘Romerito’, su semental.

Ahora nos queda el recuerdo de este mito que se va, baluarte de una fiesta que, como Antoñete, se resiste a dejarlo.

Recuerdos…Dámaso González , Víctor Barrio…

Damaso Gonzalez , el rey del temple. Se lo llevó una enfermedad de esas que fulminan el cuerpo pero no la memoria de quienes no olvidamos a este gigantes albaceteño que paseo su tauromaquia por Colombia.

Y como no recordar aquello que no fue indulto pero sí salvó a un gran semental » Joyero» de don Félix Rodríguez. El palco de Manizales no quiso indultarlo , el torero se sentó en el estribo ante la insistencia del público para que no cumpliera con el rito de la suerte suprema. Al toro lo devolvieron al toril y en la madrugada del dia siguiente el hermano del ganadero lo embarçó. Cuando llegaron a lo corrales para apuntillarlo, el toro , claro, ya no estaba. Damaso recordaba con cariño ese buen suceso.

El semental dejo descendencia.

Un poco de historia de este formidable señor y torero

Se inició como novillero por los pueblos de España, en los que se anunciaba como Curro de Alba, hasta que tomó, el 24 de junio de 1969, la alternativa en la feria de Alicante, siendo su padrino Miguel Mateo Miguelín y el testigo Francisco Rivera Paquirri, con toros de la ganadería de Flores Cubero. La confirmó al año siguiente con el Viti y Miguel Márquez en la terna, y los toros de Francisco Galache.

Aun cuando en los principios aficionados y críticos destacasen más su torpe desaliño y su carencia casi absoluta de estética torera, lo cierto es que, con el paso del tiempo, aumentó el crédito de su sincera personalidad, su capacidad y aguante para dominar a los toros de las divisas más duras, el torbellino de pases circulares y la abundancia de desplantes que enardecen al público, su temple extraordinario con la muleta —que consiguió acreditarse con el título de Rey del Temple— e incluso el carácter anticipatorio de algunas de sus suertes, basadas en el parón y una intimidante proximidad entre los pitones del toro. Excelente muletero, valeroso y poderoso siempre, con gran sentido de las distancias y los terrenos.

En el año 1988 abandonó el mundo del toreo, para regresar a los ruedos en 1992 y se despidió de los toros en septiembre de 1994 en la feria de Albacete, aunque volvió en el 2000 para participar en la corrida benéfica de Asprona. Retirado de los ruedos definitivamente desde el año 2003.

Dámaso González falleció en la madrugada del sábado 26 de agosto de 2017 en una clínica madrileña a causa de una rápida enfermedad.

VICTOR BARRIO

Un toro le infirió la cornada mortal.

El torero segoviano sufrió una mortal cogida en Teruel propinada por el tercer toro de la tarde

Fue trasladado inconsciente a la enfermería donde pocos minutos después se confirmaba su muerte.

Hace unos días en su tierra, Sepúlveda inauguraron un bello conjunto escultórico en su memoria.

Se descubrió en la mañana del 23 de agosto, y en la base se puede leer: “La Tauromaquia, más que defenderla, hay que enseñarla”, la frase tan utilizada por el malogrado torero

Recuerdo de Paco Cañamero del maestro P P Cáceres

Un año antes de tomar la alternativa, en sus tiempos de novillero de postín, llegó a Salamanca el colombiano Pepe Cáceres, torero grandioso y de culto para varias generaciones. A Pepe Cáceres, en la temporada de 1955 y rivalizando con un magnífico plantel, le valieron únicamente 10 novilladas para ponerse en figura y tomar una alternativa de lujo en Sevilla.

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En Salamanca se instaló en la pensión Barragués, de la Plaza de España, en la que también se hospeda el elegante y dinástico Victoriano Valencia, que alterna sus estudios de Derecho en nuestro viejo Estudio con la tradición de su familia materna por el toreo; también está Miguel Flores El Camborio, ya pensando en el retiro, además de otros torerillos que invernaban en Salamanca, junto a los de más nombre que se instaban en las fincas, ejemplo de Julio Aparicio, César y Curro Girón, Antonio Ordóñez, Antoñete…

Pepe Cáceres, alto y apuesto, con personalidad, desde el primer día a nadie dejó indiferente y aquel invierno previo a la alternativa se lo rifan las principales casas ganaderas, donde él y Dámaso Gómez eran las figuras de los tentaderos.

Aquel Dámaso tan grandioso torero como temperamental, en las antípodas de Pepe Cáceres, tan educado y correcto en los tentaderos, en otra cara del galán que por las noches triunfa en las alcobas.

Después, Pepe Cáceres, tras esa alternativa de lujo, tener un sitio en las ferias, a los pocos años regresó a su Colombia, donde era el número 1 y podía pedir cuanta plata quisiera, quedando España huérfana de aquel colombiano llamado a ser una primera figura.

Era el torero más grandioso que había dado el país cafetero y en su tierra una especie de Dios, con capacidad para hacer y deshacer, manteniendo su nombre en toda la América taurina.

Después, cuando las grandes figuras acudían a torear a Bogotá siempre pedían torear con Pepe Cáceres y admirar a quien imponía con su arrolladora personalidad y arte, cautivando a todos y viéndose de largo que Pepe Cáceres era distinto.

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Hurgando en el almacén de los recuerdos tengo muy viva una noche septembrina, ya en el ocaso del pasado siglo. Tras una celebración, después de la cena me quedé a la tertulia que improvisaron en el torerísimo restaurante Valencia, los diestros Paco Pallarés, Curro Vázquez, El Niño de la Capea y Julio Robles –nombrados por orden de antigüedad- dándonos las tantas hablando de toros –aunque yo escuchaba, que siempre es la mejor lección-.

En aquellas horas de tanto sabor, parte de la conversación estuvo centrada en sus recuerdos de la América taurina, hasta que en un momento dado alguien mencionó el nombre de Pepe Cáceres y, desde ese momento, los cuatro grandiosos toreros, hablaron y no pararon de él, a cual con más admiración.

Los cuatro rememoraban lo cautivados que quedaron la primera vez que hicieron el paseíllo con él, con su arrolladora forma de ser, con su impresionante figura y esa personalidad que debe tener un torero.

De aquel Pepe Cáceres, del que también me había hablado mucho Alfonso Navalón, por como lo trató en el tiempo que estuvo en Salamanca y, poco más de una década atrás, había triste noticia por las graves lesiones ocasionadas por el toro Monin, en la plaza de Sogomoso, que lo llevaron a la muerte, siempre me interesó su trayectoria.

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Y la enorme importancia que tuvo para dinamizar el toreo en Colombia durante los más de 30 años que estuvo en activo. Quien fue un coloso y en la Corrida de la Hispanidad de 1981, volvió a ceñirse el terno de luces en Madrid, quince años después de hacerlo por última vez en España, en una tarde que José Fuentes, otro torero de culto, salió a hombros por la puerta grande de Madrid.

Por eso, esta mañana de domingo con fresco primaveral, cuando los termómetros debían derretirse, vaya este recuerdo para un genio, ahora que el populismo bolivariano del odio a España ha prohibido los toros en aquel gran país.

Para quien ha sido un símbolo de la Colombia taurina, espejo de varias generaciones de profesionales y la segunda máxima figura tras el grandioso Cesar Rincón, quien rompió todos los moldes y hoy es humillado de la manera más traidora por quien rigen Colombia desde el odio.

No conozco la Colombia taurina. Nunca he pisado ese país, pero sí he puesto especial atención en estudiarlo al detalle, aprender su historia y actualidad. De Colombia me han hablado muchos toreros a los que he estado vinculado y todos coinciden en lo maravilloso de esa tierra.

También la leyenda de César Rincón, en varias ocasiones, me ha contado cosas de su país, casi siempre con un halo de tristeza reflejado en su mirada; en principio por aquella guerrilla que tanto daño hizo, después por los populismos que están denigrando y ahora agravado con la llegada de este terrorista rojo llamado Gustavo Petro, quien viene con el látigo del odio a España.

Ese Petro que, no hace tantos meses, fue recibido en La Moncloa con honores por el presidente del Gobierno Español en otra página de indignidad de Pedro Sánchez.

Ahora que los toros escriben su réquiem en Colombia vaya este recuerdo para Pepe Cáceres, una leyenda con el que querían torear las principales figuras en los ruedos de aquel país.

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Por quien que durante su paso por España se ganó todas las admiraciones y en el tiempo que residió en la capital marcó dejó su sello en las ganaderías del Campo Charro, donde era rifado junto al grandioso Dámaso Gómez.

Ojalá algún día vuelvan las aguas limpias a esos países hermanos y que este mundo loco vuelva a ser mundo.

Recuerdos del maestro Paco Camino . «Estoy contento porque en el toreo he hecho lo que me ha dado la gana»

El maestro Paco Camino fue un grande. Iba por la vida como le parecía y poco le importaba eso que para algunos es una molestia , el que dirán «. “La historia y el tiempo ponen a cada uno en su sitio.”, dijo un día. Y a él la crítica y la afición lo colocaron en el podio de los grandes, de los imprescindibles.

En una entrevista con Zabala de la Serna que recojo en este portal con la venia suya, el sevillano le dice que una de sus virtudes era que le pegaba pases a todos los toros…

El colega y amigo Alberto Lopera me envía esta foto y me dice que conversaban en una comida sobre los éxitos del camero en Colombia.

SU PASO POR COLOMBIA

38 CORRIDAS EN CALI

EN BOGOTA, 19

EN MANIZALES, 12 Y TRES CATEDRALES

7 EN MEDELLIN

2 EN PALMIRA

2 EN CARTAGENA

1 EN CHINACOTA

1 EN BARRANQUILLA Y

1 EN BUCARAMANGA

LA ENTREVISTA DE ZABALA DE LA SERNA

Maestro, la transcendencia universal de su carrera se sustentó en Las Ventas: 12 Puertas Grandes, 10 de ellas en San Isidro. Cuando se acercaban estas fechas, ¿qué sentía en el cuerpo?

Venía de Sevilla, donde me apretaban. Que me gustaba y no me gustaba, yo qué sé… Como me hice torero en Barcelona y Zaragoza, me costó mucho meter la cabeza. O no la llegue a meter nunca. Así que había que arreglarlo en Madrid. Le decía a don Pablo [Chopera, su leal casa de apoderados], «no se preocupe que este año cuatro o cinco orejas corto seguro». Y las cortaba.

Hubo alguna temporada de cinco tardes en San Isidro, como la del 67.

Uno está en el toreo para eso. Y las figuras nos sustituíamos unas a otras sin ningún problema.

Porque caían heridos con una frecuencia terrorífica.

Siempre había uno o dos, sino tres, en la cama. Los que más visitaban el sanatorio de toreros eran Antonio Ordóñez y Diego Puerta.

Diego Valor y sus mapas de cicatrices.

Puerta tenía cojones para parar un barco. Un torero incómodo, incorrecto. En plan bien lo digo. Yo le aconsejaba «compadre ten cuidado con el toro por ese lado». Y cogía y se ponía por ahí para demostrarme lo contrario.

Formaron la santísima trinidad de los 60 con El Viti. El Cordobés al margen.

Benítez era caso aparte y salió después. Primero apareció Puerta, luego yo y más tarde Santiago.

Madrid fue su plaza, pero al principio no le perdonaban que no hubiera pasado de novillero.

Hombre, es que en aquella época te exigían eso. Iba a venir dos tardes. Pero cuando me ofreció la exclusiva Pedro Balañá, el viejo, me quería anunciar en cinco novilladas. Entonces era muy difícil triunfar, yo era un cigarrón y me dio miedo.

En su confirmación de alternativa tampoco hubo suerte.

Ni en las tres primeras tardes. Fueron tres petardos. La primera oreja la corté a un toro de Arellano Gamero Cívico en el año 62. Y ahí ya empezó a entrar Madrid. Ya en el 63 corté cuatro orejas.

Y así hasta las 12 Puertas Grandes. En Las Ventas se centran sus grandes hitos icónicos: los siete toros y las ocho orejas de 1970, el sobrero de Jaral de la Mira, el pablorromero Serranito…

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Y un toro colorao de Baltasar Ibán al que le corté las dos orejas. He cuajado muchos toros en Las Ventas. A Madrid yo iba a hacer la temporada: se ganaba el dinero y te daba prestigio para toda España como ninguna otra plaza. Lo mismo hacían El Viti, Puerta y Ordóñez.

La dimensión de su fama en México podría estar a la altura de la de Manolete.

Pero a partir de 1963. Las plazas de El Toreo y la Monumental eran una maravilla. Colgabámos el cartel de «no hay billetes» todas las tardes. Nunca falté en América como matador de toros. Un año toreé 58 corridas. Y una vez regresé directamente para torear en Sevilla

¿Y no acusaba el cambio del toro?

No. El toro mexicano cuando salía bueno era muy bueno. Y tenía más cara. Allí había además un puñado de toreros importantes: Capetillo, Alfredo Leal, El Calesero, Manolo Martínez, Tirado, Huerta…

Conserva una memoria prodigiosa.

Me acuerdo de todo. Y todo es bueno. No crea que conozco todas las plazas de México. Lo que pasa es que cuando iba para allá me anunciaba, por ejemplo, en Guadalajara cuatro o cinco tardes, en Querétaro lo mismo, Tijuana o Ciudad Juárez, que eran en junio. Iba y venía. ¡Y sin saber inglés!

¿Y para qué quería el inglés?

Porque el viaje era Madrid-Nueva York, Nueva-York-Dallas, Dallas-El Paso y de El Paso ya a Tijuana.

Pues de Camas a Tijuana hay un paseo.

[Risas] ¡Uh, yo qué sé dónde está! Y viajaba solo.

¿La pasaba bien en América?

Yo no he sido hombre de triunfar y salir como un loco. La temporada hay que empezarla y terminarla. Y para eso hay que estar preparado. Si piensas en otra cosa…

¿Ni en las mujeres?

Ni en las mujeres. Aunque no creo que estropeen ni al hombre ni al torero

¿Cómo era Diego Puerta en la calle?

Mi amigo íntimo, mi hermano.

¿Y El Viti?

También, a pesar de la distancia. Hablamos de cuando en cuando.

Con El Cordobés llegó a las manos en Aranjuez.

Ninguno de los dos somos rencorosos. Fue por los nervios y un quite. A los pocos días nos arreglamos.

Se las trajo usted con la llamada Guerrilla. Con Palomo se lio una gresca grave en el programa de José María Iñigo en TVE.

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Eso ya me gustó menos. Estaba preparado.

La Historia tiene a Camino en los altares por su sabiduría y su finura -«la gran figura ecléctica dibujada en el fiel de los estilos» como escribió Pepe Alameda-, por su poder y facilidad, por su espada y por su descomunal izquierda…

No sé por qué siempre he dominado mejor la izquierda que la derecha…

¿De la espada no siempre fue un coloso?

Tuve una mala racha en mis inicios, entre 1961 y 1962. Hasta que mi padre, en una gasolinera, yendo para el Puerto de Santa María, donde toreaba con Diego Puerta y Antonio Ordóñez, me dijo que no debía mirar a los pitones, que había que dar con la boca en el morrillo de los toros. Y por la noche hice lo que me aconsejó: el toro me pegó una voltereta tremenda. Pero le corté el rabo.

No sólo era la contundencia, sino la lentitud y pureza con la que ejecutaba el volapié.

Me pegaron desde entonces muchas volteretas entrando a matar. Hasta que me fui depurando. Pero no me importaba porque ya tumbaba todos los toros.

También, en aquellos años de arranque, su toreo era más perfilero de lo que luego fue.

Claro, todos toreábamos un poco perfileros. Hasta que Ordóñez trajo lo de la pata p’alante y, unos más y otros menos, empezamos a copiarle. Pero éramos todos diferentes. ¿Se acuerda de Miguelín? Distinto a todos. Y Puerta no se parecía a nadie. Ni El Viti. Ni Mondeño. Ni Ostos. Ni yo me parecía a ningún otro. No digo que ahora sean iguales, pero sí parecidos. Hay que ponerle más alma al toreo, que aquí ya van todos de maestros y eso no es bueno para la Fiesta.

¿Cuál era su secreto?

Siempre estaba pensando en el toro, esa era la cosa. En el callejón no hablaba con otro compañero cuando estaba el toro en la plaza. No matas tus dos toros y te vas a tu casa. Yo estaba siempre en el burladero. Había que estar pendiente del otro. Y con un pie fuera por si había que salir de urgencia.

Le tengo que hacer la pregunta recurrente de todas nuestras entrevistas: vaya con el cartelito de la mandanga que le colgó Antonio Díaz Cañabate por su privilegiada facilidad.

¡Bah! No me preocupó en absoluto. Luego me escribió una crónica preciosa en San Sebastián: decía que yo era como el mar, que nunca se cansa uno de verlo. Si lo de la mandanga venía más que nada era por molestar a Sebastián Miranda, que era muy partidario mío. «El Caña éste está loco», me decía Sebastián.

¿Cómo era el toro?

Más chico pero tenía más problemas, era más difícil y te cogía más. Ahora no digo que sea más fácil, porque en el toro no hay nada fácil, pero te agobia menos y es más dócil.

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El porcentaje de toros malos era mucho mayor…

Ahora sale uno malo y dicen «es que me ha mirado y me ha querido coger». ¿Y qué quieres que haga el toro? ¿O es que estamos aquí de pardillos?

pesar de su facilidad, le castigaron mucho los toros: 30 cornadas jalonan su cuerpo, gravísimas las de 1961 en Bilbao -un toro de Atanasio le partió la safena- y la de su reaparición de 1980 en Aranjuez -uno de Baltasar Ibán le atravesó el pecho-.

Ley de vida. Estuve muchos años en activo.

Es curioso que aunque mató todo tipo de encastes, del suyo favorito, Santa Coloma, no tiene ninguna cornada siendo tan certero.

¡Eso digo yo!

¿Qué le gustaba tanto de los santacolomas para incluso criarlos?

Que eran muy listos. Sólo con que te mirara con las orejas sabías si iba a ser bueno o malo. Y luego que el toro malo es imposible hacerlo bueno. Y que el bueno era buenísimo. Mi ganadería la tengo desde 1968. Pero, como sabe, no lidio.

¿La máxima de que en la temporada hay unos determinados días D en los que había salir dispuesto a morir se cumplía en usted?

Aquí hay que exponer si quieres algo en la vida. Incluso albañil. Yo venía de una familia humilde, de pasar mucha necesidad más que hambre. La moneda al aire había que tirarla en Madrid, en Sevilla pero menos, en Bilbao, Pamplona y en Bayona francesa.

A propósito de lanzar la moneda, ¿qué le parece Roca Rey?

De momento está despertando a la gente. Y eso es muy importante. Ojalá hubiera dos o tres Roca Rey. Sería una maravilla. Habrá que esperar a que salga otro que se le parezca.

¿Le llama la atención alguna virtud suya?

Que le pega pases a todos. Se arrima como un desesperado. ¿No lo vio en Resurrección en Sevilla? Estuvo pesado, pero de arrimarse. La gente decía «¡basta, basta ya!». Eso es fundamental. Y muy positivo. Para todos.

Roca Rey ha sido la figura que le ha dado consistencia al bombo de San Isidro, ¿usted hubiera participado?

No. Yo toreo lo que me da la gana y no tiene que interponerse nadie en lo que yo, como figura, quiera. A mí no me gusta.

También es verdad, maestro, que ustedes no le ponían reparos a lidiar todo tipo de encastes. Que, por cierto, en los 60 gozaban de una feliz plenitud.

Hombre, mataba una de Antonio Pérez, otra de Baltasar Ibán y otra de Atanasio, por ejemplo. O de Juan Pedro, Pablo Romero y Gamero Cívico. De Benítez Cubero no mucho, porque era un toro muy alto y, como yo no lo era, no me gustaba mucho.

7 años sin Iván Fandiño

( En la imagen, de izquierda a derecha, Alex Benavides, Iván Fandiño, Emilio de Justo y Guerrita Chico)

Un día un toro le infirió en una población francesa una cornada . Murió Iván Fandiño pero no su legado, su apostolado taurino, su mensaje como feligrés de este ritual del toreo con dignidad y entrega total.

De orígenes gallegos y vascos este joven se hizo querer en las plazas americanas , le tratamos, gozamos con su manera de encarar el toreo y con los años de relación , pocos es verdad, para su enorme trascendencia, era uno de los nuestros.

Nunca dejaremos de lamentar su pronta partida pero seguiremos profundizando en su legado para honrar su memoria.

´Néstor García , su apoderado y amigo escribió:

Volveremos a reirnos Iván, hasta de nosotros mismos. Tu ausencia, además del dolor insoportable que ha dejado a los muchos que te queríamos, ha quitado máscaras y desnudado vergüenzas. Han pasado 7 años de aquel maldito 17J, pero queda uno menos para volver a vernos, eso lo sabemos los dos.


Los genes no se pierden y Miguel Bosé recuerda a su padre Luis Miguel figurón del toreo

La imagen que abre esta nota es de doña Lucía Bosé embistiéndole a su hijo Miguel en la plaza de toros De Santamaría. Entre otras cosas porque fue en nuestra plaza en la que tomó la alternativa que rescindió después para tomarla formalmente en España. Es una foto preciosa de la bella dama del cine de los años cincuentas haciéndole de toro a ese niño vestido de torero, su hijo Miguel, que quiso llevar el apellido de su progenitora , foto que contrasta muy bien con la que se ha publicado del cantante colombo-español en redes toreando de salón en un acto en Morelia, México hace un par de días.

Y muy dice Aplausos que Miguel ha sacado su lado más Domnguín

El intérprete de canciones emblemáticas como Domingo

….»La última milésima de mi felicidad
Hace que emane de mi espíritu la mas dulce bondad
En el abismo de lo íntimo hay fragilidad
Y con paciencia acabo abriéndome con naturalidad
Y callan ya las máquinas y calla la ciudad
Apago el ruido en mi cabeza sí y el silencio se da
Y se alza el viento de lo plácido me invade la quietud
Y lo ligero e irresponsable al fin se convierte en virtud…»

Don Miguel Bosé no es un gran aficionado pero va a los toros de tiempo en tiempo.

El cantante Miguel Bosé y la actriz Ana Obregón mantuvieron una relación sentimental en los años 80 y fueron juntos a los toros.

12 años sin el maestro Chenel

Tuve el privilegio de tenerlo como compañero de transmisiones taurinas en Caracol radio en esa época luminosa, de recibir sus consejos, de escucharle anécdotas, precisiones, la manera de entender la vida y la muerte, su concepción estética del toreo. Gozamos mucho en esa época con otro gran maestro de la palabra, Iván Parra y un gran de la radio, televisión y prensa escrita Manolo Molés bajo la severa conducción de un gran pedagogo de la radio , Oscar Renteria Jiménez.

Cuánta falta hace este inmenso señor y torero!!!! Cuánta falta , por Dios !!!!

Manolo recuerda a su hermano y amigo :

Hoy 12 años que se nos fue un grande como torero y como persona Antonio Chenel “Antoñete”. Fue mi hermano mayor en la vida y en la pasión taurina. Chenel fue irrepetible esa intensa vida torera que disfruté con él muchos años. Y muchos aficionados lo entendieron al maestro.

La tauromaquia le rinde su tributo al maestro Botero uno de los grandes defensores de este arte sublime. Los toros existirán siempre, porque forman parte de la cultura española y universal, sentenció

Hemos contado esa cercanía del maestro Botero a la tauromaquia. Bueno , más que cercanías es que es uno de los nuestros, es parte insustituible de nuestro ser, de nuestras raíces. Jamás ocultó su pasión por los toros, él que quiso ser torero.

– La de Fernando Botero es la historia de un joven aprendiz de matador que un día, tras mirar a los ojos de un becerro en el ruedo, descubrió que era mejor manejando las acuarelas que el capote.

Seis décadas después, unas 140 pinturas al óleo y 35 dibujos del artista colombiano dan forma al libro «Tauromaquia, pinturas y obras sobre papel», una recopilación única que ofrece una visión completa del tema más icónico de Botero, y que el artista presentó el jueves en la Sociedad de las Américas de Nueva York.

Botero (Medellín, 1932) no ha dejado nunca de ser un apasionado por el mundo de los toros. De adolescente, su admiración por el pintor y cartelista mexicano Carlos Ruano Llopis le animó a comenzar a realizar pequeñas acuarelas taurinas. Y desde entonces, no pocas de sus creaciones giran en torno a esta temática.

El artista confía que la tauromaquia contiene elementos mágicos para un creador: colores vívidos, movimientos dinámicos, espectáculo, violencia y belleza. Elementos como el traje de luces, el ruedo con su barrera, la arena o el público de la plaza de toros.

No obstante, no es ajeno a la controversia que despierta la tauromaquia, pero defiende su valor artístico y cultural. Para el de Medellín, los toros son arte y una parte de la cultura española y seguirán vigentes porque «el arte no puede desaparecer», declaró….

Colombia celebra todos los días, en silencio y agradecida, que el sobrino de un tal Joaquín fracasara como torero en el lejano año de 1944, en la escuela de tauromaquia de la plaza La Macarena, de Medellín. Festejan a solas los vanos esfuerzos de un famoso banderillero llamado Aranguito por enseñarle al joven cómo ponerse delante de un toro. La alegría de los colombianos se debe a que el señor Joaquín, empeñado en que su pariente vistiera el traje de luces, era el tío de Fernando Botero.

El muchacho, que tenía 12 años, había abandonado repentinamente su vocación original de bombero y quería lanzarse al ruedo a conquistar la fama, el dinero y la inmortalidad. Su tío y tutor le gestionó los estudios en La Macarena, pero por lo que dice la leyenda el aspirante a matador miró con fijeza los ojos de un becerro y decidió que sería mejor, más poético y menos riesgoso pintar la fuerza y atrapar el color y la emoción de aquellas batallas en la arena.

Cuatro años después, saltó a su ruedo real y definitivo y abrió la primera exposición de su vida en Medellín, la ciudad donde nació y en la que había soñado apagar fuegos, salvar personas y lidiar con los toros.

La alegría de los colombianos por la frustración de Botero como matador se comparte plenamente en América Latina, España y en el mundo entero porque la obra plástica del artista de Medellín es ahora universal y sus cuadros, sus dibujos y sus esculturas conmocionan y asombran en cualquier punto del planeta Tierra.

La tauromaquia es, sin embargo, uno de los temas que ha arrastrado en sus largas jornadas de trabajo diario y es uno de los asuntos a los que vuelve siempre.

Cuando presentó en Nueva York una muestra de 140 óleos y 35 dibujos sobre la fiesta brava que ha realizado en sus más de 50 años de carrera, Botero dijo que esos trabajos salieron de su amor puro hacia los toros.

Aseguró que la tauromaquia hace la vida fácil al pintor porque «es una actividad que ya de por sí tiene mucho color. El traje de luces del matador, la arena, la barrera, el público. Es un tema maravilloso, le da poesía a la pintura». Es algo que también implica drama, explicó el pintor, y el drama le da una dimensión más allá a la obra.

Es cierto que los toros están en los orígenes de Botero como artista y como ser humano y que a menudo irrumpen en sus estudios de Italia, de México, Mónaco, París o Medellín, pero su obra monumental no se hace de cárceles y temas fijos. El colombiano es alguien comprometido con la vida de sus contemporáneos y con la autenticidad del arte de todos los tiempos.

Su renombre alcanzó su momento cumbre, después de viajes por media Europa y de estancias reveladoras en México y Estados Unidos, debido a que el artista encontró un sistema individual de valores en el volumen exagerado y armonioso de todo lo que pinta o esculpe. En el descubrimiento de una naturaleza especial que ha estado siempre bajo el sol y la luna y que Botero tuvo la visión de ver y de hacerla ver con unos trazos de su pincel y con un poco más de materia para sus figuras.

Los seres humanos, los animales, todo lo que tocan el talento y el oficio de Botero, están concebidos por una controvertida estética de la gordura, de la corpulencia o de la obesidad que deben de haber estremecido al poeta José Lezama Lima, un habanero que vivió y murió convencido de que la única perfección posible era la del cero en su plena redondez porque es una proposición visual del infinito.

Botero infla con un aire perverso la realidad que atrapa en sus cuadros y en sus esculturas. Los hace feos y deformes si se observan desde la normalidad y la tradición. Lo que pasa es que el oficio del artista y su dominio técnico, su sensibilidad, le otorgan a sus obras una nueva forma de belleza y un tamaño donde la crítica a la sociedad se hace con cuchillos más grandes y con bisturís terribles por su empaque de bates de béisbol.

En esas escenas descomunales se derrama también un humor que no puede medirse en centímetros ni pesarse en adarmes. Y las historias que se cuentan, porque se cuentan historias, suelen tener muchos caminos y diversos finales.

Los que saben de influencias y esos detalles que persiguen a los artistas, dicen que el colombiano, un autodidacta con carnet de identidad, tiene mucho que ver con la pintura colonial y popular que se hizo en su país en el siglo XIX, con Italia, los muralistas mexicanos y con los más importantes pintores del barroco español, especialmente con Goya.

Botero se siente el «más colombiano de los pintores colombianos» a pesar de que ha vivido y vive fuera de su país la mayor parte de su vida. Pero su país y América Latina han estado siempre en su memoria y en su obra. Las esencias de aquella región se perciben en cualquiera de los temas que relucen en sus lienzos, sus bronces y sus mármoles. Esa huella se asoma en sus naturalezas muertas, su visión del circo, la religión o el erotismo.

Dámaso González murió hace 6 años

FOTO PARA EL RECUERDO. Jorge Herrera, de Fusagasugá , Palomo Linares , andaluz y el albaceteño Dámaso González a quien tendido7 rinde homenaje.

Un sábado 26 de agosto murió Dámaso González quien nació en tierra de toros y toreros, Albacete, dejando a su paso una luminosa estela que tuvimos la fortuna los aficionados colombianos de admirar como aquella tarde en la que » indultó» a Joyero en Manizales ( en realidad él se sentó en el estribo porque la plaza no permitía la suerte suprema y como no había utilizado la espada por el reglamento de entonces no se tocó el primer aviso. Hoy sí, a los 10 minutos de coger la muleta ).

«Joyero» de don Felix Rodríguez, un ejemplar con 447 kilos al que el albaceteño, le hizo una faena larga (15 minutos ) y cuando fue a cumplir con la suerte suprema la afición no lo permitió y el toro se devolió a corrales para ser apuntillado pero en la madrugada siguiente el hermano del ganadero lo embarcó y se lo llevó y al llegar a cumplir el mandato del palco el toro iba rumbo a Zipacón a la ganadería . Ese semental fue un prodigio y muy importante en el crecimiento de » La Carolina» de don Santiago Uribe y sus socios.

A los 68 años de edad como consecuencia de una grave enfermedad contra la que luchaba desde hace varios meses murió el maestro Dámaso González.

La Plaza de Toros de Albacete, conocida popularmente como ‘La Chata’, albergó la capilla ardiente del torero albaceteño Dámaso González, informaba La Cerca.com en 2017

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

La estatua de Dámaso González en la Plaza de Toros de Albacete se llena de flores tras la noticia de su fallecimiento

La estatua de Dámaso González situada en los exteriores de la Plaza de Toros de Albacete se llenó de flores que los ciudadanos llevaron hacia la misma en forma de homenaje a este gran torero y mejor persona.

Inauguración de las exposiciones con motivo del I Centenario de la Plaza de Toros de Albacete de Antonio Saiz y Juan Miguel Rodríguez

Inauguración de las exposiciones con motivo del I Centenario de la Plaza de Toros de Albacete de Antonio Saiz y Juan Miguel Rodríguez

Nacido el 11 de septiembre de 1948 y procedente de una familia de ganaderos, comenzó a participar en diversas capeas por tierras manchegas hasta que en 1965 apareció en la parte seria de un espectáculo cómico-taurino-musical.

Se vistió de luces por primera vez el 27 de agosto de 1966 en un festejo menor de Albacete en el que actuó como sobresaliente de espada.

Aunque al principio un número de aficionados y una amplia parte de la crítica criticaron sobre todo por el control de la estética, más tarde demostró su personalidad y capacidad para hacer frente y dominar todas las suertes taurinas, incluso con las ganaderías más duras. Sus verónicas y desplantes tuvieron el máximo seguimiento y reconocimiento del público, mientras que su control de la muleta logró, al fin, convencer incluso a los aficionados más exigentes.

Recibió la alternativa en Alicante (España) el 24 de junio de 1969 con Miguel Mateo Salcedo, “Miguelín”, de padrino y Paquirri de testigo con toros de la ganadería de Flores Cubero.

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

Tras participar en veinticuatro corridas por tierras españolas, marchó a América, donde obtuvo, entre otros trofeos, el “San Sebastián de Oro” otorgado al triunfador de la feria de San Cristóbal (Venezuela).

Confirmó la alternativa en Madrid el 14 de mayo de 1970 con El Viti como padrino, Miguel Márquez de testigo y toros de la ganadería de Francisco Galache de Hernandinos. Aunque no cortó ningún apéndice a Barranquillo, el toro que le cedió El Viti, sí logró cortarle una oreja al que cerró la tarde.

Dámaso González. Matador de Toros.

Dámaso González. Matador de Toros.

Primera retirada

Cuando Dámaso González estaba próximo a cumplir los cuarenta años de edad y se acercaba a los veinte como matador de toros, nadie dudaba de su temple, su pundonor y sus ganas de dar lo mejor de sí mismo ante el público. Torero veterano, había obtenido triunfos importantes tanto en su tierra natal como en otras plazas españolas y americanas, ganándose el respeto de todos los aficionados.

Tras torear tres tardes en su ciudad natal, saliendo a hombros en la primera de ellas, terminó la temporada en Valladolid el 20 de septiembre de 1988, en la que sería su última aparición en los ruedos durante tres años.

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

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Reaparición a principios de los años 1990

El también diestro albaceteño Manuel Caballero convenció a Dámaso González para que éste le diera la alternativa el 20 de septiembre de 1991 en Nimes. En aquella tarde en la que volvió a vestirse de luces, Dámaso cortó tres orejas y salió a hombros.

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

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Reapariciones en los años 2000

En el año 2000, Dámaso González volvió a vestirse de luces durante la tradicional corrida de Asprona de Albacete. Fue una reaparición puntual, a diferencia de lo que sucedió tras el éxito que obtuvo el 1 de diciembre de 2002 en un festival de Quito.

Se anunció su vuelta a los ruedos para la temporada de 2003, cuando el diestro contaba con cincuenta y cuatro años de edad. Logró cortar una oreja en Valencia durante las Fallas el 15 de marzo. Se despidió definitivamente de la plaza de Albacete el 16 de septiembre y un día después hizo su último paseíllo en la Feria de Murcia.

Desde entonces, Dámaso González sólo participó en algunos festivales.

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

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La ciudadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de

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