Category Archive : Recuerdos

Los genes no se pierden y Miguel Bosé recuerda a su padre Luis Miguel figurón del toreo

La imagen que abre esta nota es de doña Lucía Bosé embistiéndole a su hijo Miguel en la plaza de toros De Santamaría. Entre otras cosas porque fue en nuestra plaza en la que tomó la alternativa que rescindió después para tomarla formalmente en España. Es una foto preciosa de la bella dama del cine de los años cincuentas haciéndole de toro a ese niño vestido de torero, su hijo Miguel, que quiso llevar el apellido de su progenitora , foto que contrasta muy bien con la que se ha publicado del cantante colombo-español en redes toreando de salón en un acto en Morelia, México hace un par de días.

Y muy dice Aplausos que Miguel ha sacado su lado más Domnguín

El intérprete de canciones emblemáticas como Domingo

….»La última milésima de mi felicidad
Hace que emane de mi espíritu la mas dulce bondad
En el abismo de lo íntimo hay fragilidad
Y con paciencia acabo abriéndome con naturalidad
Y callan ya las máquinas y calla la ciudad
Apago el ruido en mi cabeza sí y el silencio se da
Y se alza el viento de lo plácido me invade la quietud
Y lo ligero e irresponsable al fin se convierte en virtud…»

Don Miguel Bosé no es un gran aficionado pero va a los toros de tiempo en tiempo.

El cantante Miguel Bosé y la actriz Ana Obregón mantuvieron una relación sentimental en los años 80 y fueron juntos a los toros.

12 años sin el maestro Chenel

Tuve el privilegio de tenerlo como compañero de transmisiones taurinas en Caracol radio en esa época luminosa, de recibir sus consejos, de escucharle anécdotas, precisiones, la manera de entender la vida y la muerte, su concepción estética del toreo. Gozamos mucho en esa época con otro gran maestro de la palabra, Iván Parra y un gran de la radio, televisión y prensa escrita Manolo Molés bajo la severa conducción de un gran pedagogo de la radio , Oscar Renteria Jiménez.

Cuánta falta hace este inmenso señor y torero!!!! Cuánta falta , por Dios !!!!

Manolo recuerda a su hermano y amigo :

Hoy 12 años que se nos fue un grande como torero y como persona Antonio Chenel “Antoñete”. Fue mi hermano mayor en la vida y en la pasión taurina. Chenel fue irrepetible esa intensa vida torera que disfruté con él muchos años. Y muchos aficionados lo entendieron al maestro.

La tauromaquia le rinde su tributo al maestro Botero uno de los grandes defensores de este arte sublime. Los toros existirán siempre, porque forman parte de la cultura española y universal, sentenció

Hemos contado esa cercanía del maestro Botero a la tauromaquia. Bueno , más que cercanías es que es uno de los nuestros, es parte insustituible de nuestro ser, de nuestras raíces. Jamás ocultó su pasión por los toros, él que quiso ser torero.

– La de Fernando Botero es la historia de un joven aprendiz de matador que un día, tras mirar a los ojos de un becerro en el ruedo, descubrió que era mejor manejando las acuarelas que el capote.

Seis décadas después, unas 140 pinturas al óleo y 35 dibujos del artista colombiano dan forma al libro «Tauromaquia, pinturas y obras sobre papel», una recopilación única que ofrece una visión completa del tema más icónico de Botero, y que el artista presentó el jueves en la Sociedad de las Américas de Nueva York.

Botero (Medellín, 1932) no ha dejado nunca de ser un apasionado por el mundo de los toros. De adolescente, su admiración por el pintor y cartelista mexicano Carlos Ruano Llopis le animó a comenzar a realizar pequeñas acuarelas taurinas. Y desde entonces, no pocas de sus creaciones giran en torno a esta temática.

El artista confía que la tauromaquia contiene elementos mágicos para un creador: colores vívidos, movimientos dinámicos, espectáculo, violencia y belleza. Elementos como el traje de luces, el ruedo con su barrera, la arena o el público de la plaza de toros.

No obstante, no es ajeno a la controversia que despierta la tauromaquia, pero defiende su valor artístico y cultural. Para el de Medellín, los toros son arte y una parte de la cultura española y seguirán vigentes porque «el arte no puede desaparecer», declaró….

Colombia celebra todos los días, en silencio y agradecida, que el sobrino de un tal Joaquín fracasara como torero en el lejano año de 1944, en la escuela de tauromaquia de la plaza La Macarena, de Medellín. Festejan a solas los vanos esfuerzos de un famoso banderillero llamado Aranguito por enseñarle al joven cómo ponerse delante de un toro. La alegría de los colombianos se debe a que el señor Joaquín, empeñado en que su pariente vistiera el traje de luces, era el tío de Fernando Botero.

El muchacho, que tenía 12 años, había abandonado repentinamente su vocación original de bombero y quería lanzarse al ruedo a conquistar la fama, el dinero y la inmortalidad. Su tío y tutor le gestionó los estudios en La Macarena, pero por lo que dice la leyenda el aspirante a matador miró con fijeza los ojos de un becerro y decidió que sería mejor, más poético y menos riesgoso pintar la fuerza y atrapar el color y la emoción de aquellas batallas en la arena.

Cuatro años después, saltó a su ruedo real y definitivo y abrió la primera exposición de su vida en Medellín, la ciudad donde nació y en la que había soñado apagar fuegos, salvar personas y lidiar con los toros.

La alegría de los colombianos por la frustración de Botero como matador se comparte plenamente en América Latina, España y en el mundo entero porque la obra plástica del artista de Medellín es ahora universal y sus cuadros, sus dibujos y sus esculturas conmocionan y asombran en cualquier punto del planeta Tierra.

La tauromaquia es, sin embargo, uno de los temas que ha arrastrado en sus largas jornadas de trabajo diario y es uno de los asuntos a los que vuelve siempre.

Cuando presentó en Nueva York una muestra de 140 óleos y 35 dibujos sobre la fiesta brava que ha realizado en sus más de 50 años de carrera, Botero dijo que esos trabajos salieron de su amor puro hacia los toros.

Aseguró que la tauromaquia hace la vida fácil al pintor porque «es una actividad que ya de por sí tiene mucho color. El traje de luces del matador, la arena, la barrera, el público. Es un tema maravilloso, le da poesía a la pintura». Es algo que también implica drama, explicó el pintor, y el drama le da una dimensión más allá a la obra.

Es cierto que los toros están en los orígenes de Botero como artista y como ser humano y que a menudo irrumpen en sus estudios de Italia, de México, Mónaco, París o Medellín, pero su obra monumental no se hace de cárceles y temas fijos. El colombiano es alguien comprometido con la vida de sus contemporáneos y con la autenticidad del arte de todos los tiempos.

Su renombre alcanzó su momento cumbre, después de viajes por media Europa y de estancias reveladoras en México y Estados Unidos, debido a que el artista encontró un sistema individual de valores en el volumen exagerado y armonioso de todo lo que pinta o esculpe. En el descubrimiento de una naturaleza especial que ha estado siempre bajo el sol y la luna y que Botero tuvo la visión de ver y de hacerla ver con unos trazos de su pincel y con un poco más de materia para sus figuras.

Los seres humanos, los animales, todo lo que tocan el talento y el oficio de Botero, están concebidos por una controvertida estética de la gordura, de la corpulencia o de la obesidad que deben de haber estremecido al poeta José Lezama Lima, un habanero que vivió y murió convencido de que la única perfección posible era la del cero en su plena redondez porque es una proposición visual del infinito.

Botero infla con un aire perverso la realidad que atrapa en sus cuadros y en sus esculturas. Los hace feos y deformes si se observan desde la normalidad y la tradición. Lo que pasa es que el oficio del artista y su dominio técnico, su sensibilidad, le otorgan a sus obras una nueva forma de belleza y un tamaño donde la crítica a la sociedad se hace con cuchillos más grandes y con bisturís terribles por su empaque de bates de béisbol.

En esas escenas descomunales se derrama también un humor que no puede medirse en centímetros ni pesarse en adarmes. Y las historias que se cuentan, porque se cuentan historias, suelen tener muchos caminos y diversos finales.

Los que saben de influencias y esos detalles que persiguen a los artistas, dicen que el colombiano, un autodidacta con carnet de identidad, tiene mucho que ver con la pintura colonial y popular que se hizo en su país en el siglo XIX, con Italia, los muralistas mexicanos y con los más importantes pintores del barroco español, especialmente con Goya.

Botero se siente el «más colombiano de los pintores colombianos» a pesar de que ha vivido y vive fuera de su país la mayor parte de su vida. Pero su país y América Latina han estado siempre en su memoria y en su obra. Las esencias de aquella región se perciben en cualquiera de los temas que relucen en sus lienzos, sus bronces y sus mármoles. Esa huella se asoma en sus naturalezas muertas, su visión del circo, la religión o el erotismo.

Dámaso González murió hace 6 años

FOTO PARA EL RECUERDO. Jorge Herrera, de Fusagasugá , Palomo Linares , andaluz y el albaceteño Dámaso González a quien tendido7 rinde homenaje.

Un sábado 26 de agosto murió Dámaso González quien nació en tierra de toros y toreros, Albacete, dejando a su paso una luminosa estela que tuvimos la fortuna los aficionados colombianos de admirar como aquella tarde en la que » indultó» a Joyero en Manizales ( en realidad él se sentó en el estribo porque la plaza no permitía la suerte suprema y como no había utilizado la espada por el reglamento de entonces no se tocó el primer aviso. Hoy sí, a los 10 minutos de coger la muleta ).

«Joyero» de don Felix Rodríguez, un ejemplar con 447 kilos al que el albaceteño, le hizo una faena larga (15 minutos ) y cuando fue a cumplir con la suerte suprema la afición no lo permitió y el toro se devolió a corrales para ser apuntillado pero en la madrugada siguiente el hermano del ganadero lo embarcó y se lo llevó y al llegar a cumplir el mandato del palco el toro iba rumbo a Zipacón a la ganadería . Ese semental fue un prodigio y muy importante en el crecimiento de » La Carolina» de don Santiago Uribe y sus socios.

A los 68 años de edad como consecuencia de una grave enfermedad contra la que luchaba desde hace varios meses murió el maestro Dámaso González.

La Plaza de Toros de Albacete, conocida popularmente como ‘La Chata’, albergó la capilla ardiente del torero albaceteño Dámaso González, informaba La Cerca.com en 2017

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

La estatua de Dámaso González en la Plaza de Toros de Albacete se llena de flores tras la noticia de su fallecimiento

La estatua de Dámaso González situada en los exteriores de la Plaza de Toros de Albacete se llenó de flores que los ciudadanos llevaron hacia la misma en forma de homenaje a este gran torero y mejor persona.

Inauguración de las exposiciones con motivo del I Centenario de la Plaza de Toros de Albacete de Antonio Saiz y Juan Miguel Rodríguez

Inauguración de las exposiciones con motivo del I Centenario de la Plaza de Toros de Albacete de Antonio Saiz y Juan Miguel Rodríguez

Nacido el 11 de septiembre de 1948 y procedente de una familia de ganaderos, comenzó a participar en diversas capeas por tierras manchegas hasta que en 1965 apareció en la parte seria de un espectáculo cómico-taurino-musical.

Se vistió de luces por primera vez el 27 de agosto de 1966 en un festejo menor de Albacete en el que actuó como sobresaliente de espada.

Aunque al principio un número de aficionados y una amplia parte de la crítica criticaron sobre todo por el control de la estética, más tarde demostró su personalidad y capacidad para hacer frente y dominar todas las suertes taurinas, incluso con las ganaderías más duras. Sus verónicas y desplantes tuvieron el máximo seguimiento y reconocimiento del público, mientras que su control de la muleta logró, al fin, convencer incluso a los aficionados más exigentes.

Recibió la alternativa en Alicante (España) el 24 de junio de 1969 con Miguel Mateo Salcedo, “Miguelín”, de padrino y Paquirri de testigo con toros de la ganadería de Flores Cubero.

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

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Tras participar en veinticuatro corridas por tierras españolas, marchó a América, donde obtuvo, entre otros trofeos, el “San Sebastián de Oro” otorgado al triunfador de la feria de San Cristóbal (Venezuela).

Confirmó la alternativa en Madrid el 14 de mayo de 1970 con El Viti como padrino, Miguel Márquez de testigo y toros de la ganadería de Francisco Galache de Hernandinos. Aunque no cortó ningún apéndice a Barranquillo, el toro que le cedió El Viti, sí logró cortarle una oreja al que cerró la tarde.

Dámaso González. Matador de Toros.

Dámaso González. Matador de Toros.

Primera retirada

Cuando Dámaso González estaba próximo a cumplir los cuarenta años de edad y se acercaba a los veinte como matador de toros, nadie dudaba de su temple, su pundonor y sus ganas de dar lo mejor de sí mismo ante el público. Torero veterano, había obtenido triunfos importantes tanto en su tierra natal como en otras plazas españolas y americanas, ganándose el respeto de todos los aficionados.

Tras torear tres tardes en su ciudad natal, saliendo a hombros en la primera de ellas, terminó la temporada en Valladolid el 20 de septiembre de 1988, en la que sería su última aparición en los ruedos durante tres años.

La ciudadadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de Toros de Albacete

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Reaparición a principios de los años 1990

El también diestro albaceteño Manuel Caballero convenció a Dámaso González para que éste le diera la alternativa el 20 de septiembre de 1991 en Nimes. En aquella tarde en la que volvió a vestirse de luces, Dámaso cortó tres orejas y salió a hombros.

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Reapariciones en los años 2000

En el año 2000, Dámaso González volvió a vestirse de luces durante la tradicional corrida de Asprona de Albacete. Fue una reaparición puntual, a diferencia de lo que sucedió tras el éxito que obtuvo el 1 de diciembre de 2002 en un festival de Quito.

Se anunció su vuelta a los ruedos para la temporada de 2003, cuando el diestro contaba con cincuenta y cuatro años de edad. Logró cortar una oreja en Valencia durante las Fallas el 15 de marzo. Se despidió definitivamente de la plaza de Albacete el 16 de septiembre y un día después hizo su último paseíllo en la Feria de Murcia.

Desde entonces, Dámaso González sólo participó en algunos festivales.

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La ciudadanía rinde homenaje al torero Dámaso González llevando flores a su estatua de la Plaza de

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Un recuerdo del maestro Joselillo de Colombia

( En la imagen, al centro, un joven Joselillo de Colombia al iniciar el paseíllo )

Parte de lo que somos como sociedad taurina se lo debemos al maestro Joselillo de Colombia. porque más allá de que fue torero, ejerció de empresario y constructor de sueños como la hermosa plaza de Cartagena de Indias.

Polémico como todo ser humano grande por sus ejecutorias , José Zúñiga Villaquirán nació en Santander de Quilichao en 1929 y falleció en la que fue su ciudad amada y refugio, Cali , en 1997.

Su hijo , Edgar ,mantiene y prolonga una dinastía en la que sobresale el maestro y su hermano Manolo que vive en Madrid, y Karen, periodista taurina de altos vuelos que reside en España.

Era, ante todo, un hacedor de sueños. Un romántico del siglo XVIII en el XX.

Le vi, ya mayor, en una de sus últimas corridas en Cañaveralejo. Vestía un terno azul noche y oro y conservaba esos andares de los grandes toreros pues perteneció a esa generación espléndida de Luis Miguel, Antonio Bienvenida, su padrino de alternativa, y naturalmente El Viti, Camino y César Girón, entre otros rutilantes nombres..

 «El día 1 de junio de 1952 hizo el paseíllo en la pequeña plaza madrileña de Vista Alegre, en donde, acompañado por los novilleros Pedro Palomo y «Mirabeleño», despachó un encierro marcado con el hierro de Quintana.

La aventura no comenzó como esperaba, ya que ese año toreó una novillada más y su nombre pasó desapercibido al no conseguir triunfos sonados. En 1953, empeñado en conseguir su sueño, toreó seis novilladas más en donde captó la atención de los empresarios, uno de ellos el de la plaza de toros de Lorca, que le ofreció la alternativa.

Con ese corto bagaje, “Joselillo de Colombia” tiró la moneda al aire y le salió cara. El domingo 20 de septiembre de 1953, hizo el paseíllo en Sutullena para convertirse en matador de toros. Su padrino, nada más y nada menos que Don Antonio Bienvenida y ejerciendo de testigo, Jaime Malaver, ídolo de la afición lorquina por sus reiterados triunfos en el coso de las alamedas» , reseña El muletazo.

Su última faena en la clínica del Valle del Lili en Cali. Fue vencido por complicaciones en su hígado y falleció a los 65 años.

Joselillo toreó en el cartel inaugural de Cañaveralejo que él impulsó. Este evento el 28 de diciembre de 1958 contó en el paseillo con el catalán Joaquin Bernadó y el castellano Gregorio Sánchez,.

En ese entonces este caucano-caleño ya había ganado el reconocimiento y el respeto en las plazas de México, Colombia y España. Y eso que todo empezó con una película en blanco y negro , señala uno de sus amigos.

Zúñiga se enamoró del toreo sentado en una sala de cine. A los 12 años vio una película que mostraba a esos hombres temerarios enfrentándose a los descomunales animales y desde entonces asumió con convicción el destino de su vida.

De inmediato, le confesó su sueño a su mamá, Jesusita de Zúñiga, y contagió a su hermano Manolo, que a la postre también se convirtió en torero.

Iván Fandiño partió en 2017 para quedarse y el maestro Andrés Vázquez hace un año. Las Ventas les rinde hoy homenaje

El torero español Iván Fandiño murió tras recibir una cornada durante una corrida en el suroeste de Francia.

Fandiño, de 36 años, se tropezó con su capote y cayó al suelo, donde fue cornado por el toro.

Se informó que sufrió una lesión pulmonar y murió de un paro cardíaco cuando era trasladado al hospital.

Se dijo que Fandiño, que estaba participando en un festival taurino en Aire-sur-l’Adour, cerca de Pau, es el primer torero que muere en Francia en un siglo.

Un azulejo inmortaliza a Iván Fandiño en la plaza de Las Ventas

Al diestro vizcaíno se le recuerda como “ejemplo de valor, estoicismo y heroicidad”

ANDRES VAZQUEZ

Andrés Mazariegos Vázquez,. Supo torear muy bien y tuvo temporadas de mucha circulación, pero las nuevas olas le fueron minando el terreno. Nació en Villalpando (Zamora) el 25 de julio de 1936, y se presentó con feliz éxito en Madrid el 3 de septiembre de 1961, para matar novillos de Cervates con Antonio León y Manuel Amador. Tan excelente cartel logró en poco tiempo, que el 19 de mayo de 1962 tomó la alternativa en la misma plaza de las Ventas, otorgada por Gregorio Sánchez, con Mondeño de testigo y toros de Benítez Cubero, y el triunfo alcanzado en tal ocasión le permitió torear 54 corridas en dicha temporada. En 1963, toreó 45; en 1964, 31; en 1965, 21; en 1966, 27; en 1967, 27 también; en 1968, 22… En esto del toro, hay que estar apretando siempre, para no ser arrollado. En 1969 apretó al verse en el montón (toreó sólo ocho veces) y puede mejorar sus posiciones.

Falleció justo hace aun año a la edad de 89 años en el hospital de Benavente, donde estaba ingresado desde hacía varios días a causa de un fallo multiorgánico. Fue una leyenda de la tauromaquia de las décadas de los años sesenta y setenta, salió diez veces por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas, hizo una famosa pareja con los toros de Victorino Martín, recibió el Premio de Tauromaquia de Castilla y León.

Homenaje de Alcalino a Rafael Ortega

Cuesta trabajo pensar en Rafael Ortega en tiempo pasado. Tan súbitamente llenos de pasado ante su irremediable ausencia. Porque con Rafael Ortega Blancas (Apizaco, 10.03.70-Utha, EU, 08.05.23) se ha un magnífico torero y una persona buena. Y porque por azares de la vida nos tocó de cerca asistir a sus prometedores comienzos, su lucha por hacerse de un lugar entre la torería de su tiempo y su triunfo definitivo con la Plaza México como testigo. Siempre con Puebla como eje de su trayectoria, desde la placita D´Coca al despuntar los años ochenta y la alternativa que le confirió Manolo Arruza con el toro “Brillantito” de Reyes Huerta (23.12.90, en El Relicario y con David Silveti de testigo), sus tres manos a mano con El Zotoluco y su posicionamiento como figura importante. Se puede decir que de aquí salió para convertirse en el último torero que ha cortado apéndices en la Plaza México en diez actuaciones consecutivas –se dice fácil–, entre el 7 de enero de 1996 y el 21 de diciembre del 97. Hazaña que merece pormenorizarse.

Plaza México: 50 orejas y dos rabos. Dominador capaz de los tres tercios, de corte clásico y técnica impecable, nunca contó Rafael con el favor de las empresas, según lo prueba que su confirmación capitalina se anunciara en un cartel para meritorios y en noche de jueves (23.09.93, con El Geno de padrino y José Luis Herros como testigo), lo que no fue obstáculo para que desorejara a “Azuceno”, el de la ceremonia. De momento esa oreja no le redituó gran cosa, y fue hasta dos años más tarde cuando consiguió que lo pusieran delante de una respetable corrida de Huichapan –ganadería no apta para figurines–: con el trofeo auricular que le arrancó al complicado “Monarca”, tercero de esa tarde, comenzaba la seguidilla de triunfos que lo colocó en figura. Figura para aficionados de verdad más que para público volubles y superficiales. En provincia, donde esta circunstancia se acentúa, aprendió a hacer concesiones a las galerías conforme le iban creciendo los colmillos y se volvía más filoso su estoque. Pero en la capital, ya entrados sus tendidos en franca decadencia, su tauromaquia siguió siendo la más cabal. Iba a redituarle esas diez tardes sin dejar de tocar pelo que ya están en la historia.

10 tardes, 17 orejas. Citados uno a uno, los diez triunfos consecutivos de Rafael Ortega en la Plaza México se desglosan así: 07.01.96, “Monarca” de Huichapan: una oreja; 21.01.96, “Concho”, de Fernando de la Mora: dos orejas; 24.03.96, “Martincho” de Martínez Ancira: dos orejas y la Oreja de Oro, disputada por seis matadores; 17.01.96, “Lazador” de La Soledad: oreja; 19.01.97, una oreja de Toledano” y dos de “Azafrán”, dos tíos cinqueños de Javier Garfias; 23.02.97, Herrerito” de De la Mora: dos orejas; 16.03.97, dos orejas de “Rumboso” y vuelta al ruedo con “Azafrán” de Huichapan, tarde en la que perdió la vida el rejoneador Eduardo Funtanet; 23.03.97, “Chiquirrín” de Armilla Hermanos: una oreja y su segunda Oreja de Oro; 02.11.97, a oreja por toro, llamados “Sospechoso” y “Cariñoso” de Martínez Ancira; 21.12.97, oreja de “Paño Fino”, de La Venta del Refugio.

En conjunto, Rafael hizo cuarenta y tres paseíllos en el coso de Insurgentes y cobró 50 orejas y dos rabos. El primero, en su mano a mano con El Zotoluco (28.11.04, del toro “Fandango” de Fernando de la Mora), que marcaría un prolongado alejamiento de la México decretado por aquel empresario de amarga memoria que se atrevió a insultar a Rafael llamándolo “indio acomplejado” porque se atrevió a reclamar un trato menos injusto por parte del mencionado. Ese año, por excepción, lo había encartelado el 5 de febrero con Pablo Hermoso de Mendoza, El Zotoluco y Enrique Ponce, que paseó tres orejas pero, en lo estricto, tuvo que ceder ante el torerismo del tlaxcalteca, que le cortó una oreja a ”Regalito” de Julio Delgado y las dos a “Cachorrito” de Teófilo Gómez. Digna de buen recuerdo es también la presentación en la México del encastado hierro de Barralva (03.03.02), con otras tres orejas para el torero de Apizaco (“Clavelillo” y “Cara Sucia”).

Rafael Ortega se despidió en la México el 15 de diciembre de 2014 con otra gran faena, que el juez premió, con exceso, con el rabo de “Ferruco” de Los Cues. Rafel tuvo el rasgo de rechazar el rabo, antes de salir de la plaza en hombros.

Torero de Puebla. Lo fue desde novillero, triunfador absoluto de dos temporadas novilleriles organizadas por Raúl Coca y Popo Tamburrino en la simpática portátil que instalaron en las afueras de la ciudad, por rumbos de Chilotzingo. En su alborada apuntaba maneras muy clásicas y llamaba la atención su claridad mental y suficiencia técnica. Luego de la alternativa se encontró con que el Ortega apoyado a fondo por la empresa López Lima era su hermano Alberto. Hasta que, apelando a una mezcla de torerismo innato y ocasional populismo, Rafael consiguió situarse en el ánimo de los poblanos. Y nos regaló con varias faenas de perdurable recuerdo, entre las que destaco las dos –templadas, redondas, dominadoras, torerísimas—del día de la alternativa de Jerónimo, muy por encima de los toros de Lebrija que le correspondieron –“Revistero” y “Jacarandoso”—a los cortó una y dos legítimas orejas, por una de Enrique Ponce, cuya presencia parecía motivarlo, en Puebla y en México, donde sólo lo tuvo dos veces de alternante.  Aunque para mí, su faena cumbre en El Relicario –donde paseó varios rabos e indultó dos ejemplares—se la cuajó, por naturales de gran clase en series largas y templadas, al toro “Arete” de Mariano Ramírez (13.10.01), encartelado con Hermoso de Mendoza y Jerónimo.

En Puebla y Tlaxcala pudo montarse una rivalidad de lo más interesante entre Rafael y El Zapata, pero empresas y apoderados no lo vieron así. Como asimismo rehuyeron cualquier asomo de competencia, perfectamente factible, entre Rafael Ortega y cualquiera de las figuras hispanas de su tiempo, ellos sabrán por qué.

Pero no toquemos lo irremediable. Desgraciadamente, Rafael Ortega Blancas no pertenece más a la dimensión por la que mientras tanto transitamos. Deja un hueco grande y un hermoso recuerdo.  

San Isidro en marcha. Son unos cuantos días de feria y ya pasó de todo en Madrid. Desde la pesadez del arranque, porque el encierro de La Quinta no le gustó al “7” y la tomó con Roca Rey hasta conseguir desconcentrarlo y desconcertarlo, en tanto El Juli solventaba con holgura la papeleta y se doctoraba sin estruendo un valeroso Álvaro Alarcón, hasta las emociones fuertes que los saltillos de José Escolar siempre deparan, ayer, a plaza casi llena y en la despedida madrileña de Domingo López Chávez, cuya veteranía y suficiencia torera fue puesta a prueba por el lote más correoso de una corrida que trajo un ejemplar de vuelta al ruedo, “Cartelero”, el tercero, que lo tuvo todo: clase y casta, humillación y emotividad, y fue aprovechado sólo a medias por Gómez del Pilar, premiado con generosa oreja mientras Fernando Robleño hacía lo mejor de la tarde con dos toros de alto calado a los que hubiera podido desorejar si su estoque no se atasca en el camino.
Lo de las faenas no redondeadas le importó poco al cónclave en la corrida del jueves 11, segunda de feria, con buen ganado de Hernández-Garcigrande (excepto el infame lote de Morante, que no se dignó dar un pase ni un muletazo). Tanto Emilio de Justo como Tomás Rufo anduvieron por debajo de las prestaciones del magnífico y coloradito “Cuarenta y Tres” (3º: Rufo, una oreja) y el espléndido “Valentón” (5º: De Justo, dos orejas y puerta grande); los dos torean bien, incluso muy bien a ratos –más rígido Emilio, más flexible Tomás el toledano–, pero sus faenas dejaron la sensación de cosa inacabada. Para el estupendo “Valentón” hubo vuelta al ruedo, pues el triunfalismo estaba desatado ese día, siendo de destacar que tanto éste de Justo Hernández como el de Escolar premiado ayer no hicieron temblar la báscula ni mucho menos: 523 kilos “Valentón” y 509 “Cartelero”. Para mi gusto lo mejor ha sido la calmosa faena de Ginés Marín al cierraplaza del sábado, de Montalvo, animal soso y distraído hasta que la muleta del rubio torero de Jerez lo persuadió y no le quedó otra que embestir. Oreja bien ganada, como lo fue también la de Diego Ventura por su magistral actuación con su segundo de María Giomar Cortés de Moura, “Giraldito” de nombre y alegre, buen toro sin duda.

Mexicanos. Andan diciendo por ahí que la empresa encabezada por Simón Casas  nos está haciendo el gran favor de poner a cuatro mexicanos en la cartelera isidril de este año. No les haga usted el menor caso. Ser trata de la misma probada de atole con el dedo que tradicionalmente se les depara allí de vez en cuando a unos cuantos desclasados e ignotos aztecas, el primero de los cuales, Isaac Fonseca, confirma hoy la alternativa de manos de un Miguel Ángel Perera en descenso y de testigo Ángel Téllez, que nada dijo el viernes ante un magnífico toro de Juan Pedro Domecq. Seguramente bajará la entrada y no hay para el moreliano una segunda oportunidad, de manera que saldrá a colgarse de los pitones, él, que había sido el novillero más interesante y constante en el éxito de 2022. Y así lo retribuyen.

Qué podían esperar los otros tres paisanos baratamente contratados por Casas: Leo Valadez , triunfador de Madrid y otras plazas de España y Francia el año pasado, está anunciado para el domingo 21 con los segundones Fandi y Juan Leal y toros de Fuente Ymbro; el miércoles 24 le toca pechar a Octavio García “El Payo” con una gambuyada de Luis Algarra en compañía de Román y Francisco José Espada, y el miércoles 31 es Arturo Saldívar el elegido de los dioses para algún día platicarles a sus nietos que partió plaza en Las Ventas con otro par de desconocidos –Fernando Adrián y Álvaro Lorenzo—para despachar torazos pasados de peso y moda de Santiago Domecq. Claro que, por modestos que sean, los mencionados alternantes de la representación azteca en la isidrada están anunciados casi todos en dos corridas, por rabonas que sean. Los nuestros, una sola y de vuelta a casa. Aunque alguno se quede por allá a pueblear.   

Hasta siempre «Tuco» González

Un ganadero, un padre, un abuelo de los que no hay copia ha partido

Los cien años de Mondoñedo y un recuerdo a su hacedor don Ignacio Sanz de Santamaria

( Tendido7 estará muy agradecido si alguien sabe quién es el autor de la viñeta para darle el merecido crédito )

El 25 de marzo en Puente Piedra se celebra una efemérides muy grata y significativa para los taurinos : 100 años de la creación de Mondoñedo que refleja una tradición, una cultura, una raíces que pueden admirarse en «la Holanda » en Mosquera a donde llegaron los primeros sementales de origen Ibarra.

Y se conmemora con un mano a mano Luis Bolívar- Juan de Castilla dos de nuestros toreros de arraigo entre la afición y los toros de Mondoñedo cuyo trapio está por fuera de toda duda. Puente Piedra es el escenario este sábado 25 de marzo.

El Tiempo publicó hace varios años una semblanza de don Ignacio Sanz de Santamaria quien se empeñó el traer el toro bravo a esta parte de América y construir una plaza para poder lidiar los toros de su ganadería y que la capital colombiana tuviera un coso estable. Esa es La Santamaría de Bogotá una de plazas más bellas desde el punto de vista de la arquitectura y esa fachada neo mudéjar que se la debemos a dos grandes : el arquitecto Santiago de la Mora y al alcalde Carlos Sanz de Santamaria.

Y se anota de don Ignacio :

Don Ignacio siguió fielmente todas las indicaciones de Julio de la Olla y así, en pocos años tuvo la excelente ganadería que dio a la fiesta un nuevo giro en Colombia. Al mismo tiempo en Cartagena, don Fernando Vélez también iniciaba la primera ganadería de casta en la Costa.

Pero don Ignacio no se conformó con levantar una ganadería brava, sino que puso todo su empeño para que Bogotá tuviera una plaza digna de la Capital. Y lleva su nombre la que ahora celebra los 60 años. Por ella han desfilado los más famosos toreros y nadie podrá olvidar, por ejemplo, la temporada de Monolete y Arruza.

También el Distrito le ha puesto un cuidado especial a la plaza, y en esta temporada puede apreciarse cuán bella es.

El día de la inauguración de La Santamaria asistieron el presidente de la república don Enrique Olaya Herrera y el expresidente Carlos E Restrepo

Gina Lollobrigida y su cercanía al mundo del toro. Compartió un Festival con Palomo y el maestro Jorge Herrera en Villaseca de la Sagra

Son muchos los directores, actores y actrices cercanos a la fiesta. Solo mencionar a Orson Wells ese gigantes del cine norteamericano o James Dean que quiso ser toreo.

Margarita Suárez, esposa del maestro Jorge Herrera me envía esta foto maravillosa de la famosa actriz Gina Lollobrigida en un festival en la finca de los hermanos Lozano en Villaseca de la Sagra y en la que aparecen Palomo Linares y el maestro colombiano Jorge Herrera que fueron apoderados por esa familia de taurinos castellanos que en una época fueron empresarios de Bogotá y Medellín y con el paso del tiempo apoderaron al maestro Rincón.

Recuerdos en esta hora de pesar por la muerte de esa gran actriz italiana.

(Subiaco, 1927 – Roma, 2023) Actriz de cine italiana. Junto con Sophia Loren, fue una de las actrices italianas de mayor proyección internacional en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De orígenes muy humildes, sus inclinaciones por el mundo del arte la acompañaron desde muy joven. Su padre, carpintero, consiguió que ingresase en la Academia de Bellas Artes de Roma, donde estudió pintura y escultura. Durante una temporada pensó incluso en la posibilidad de formarse como cantante de ópera, pero la situación económica de su familia la obligó a trabajar en el mundo de las fotonovelas, que causarían un auténtico furor en la Italia de la posguerra.


Gina Lollobrigida

La joven Gina poseía una belleza rotunda y potente, muy del gusto de amplios sectores sociales en una época en la que existía en el país una gran afición a lo que se denominaron las magioratas, mujeres de pecho generoso, amplias caderas y ojos deslumbrantes. Gina estaba dentro de ese grupo, pero no por ello carecía de distinción. Debutó en el cine con Águila negra (1946), de Ricardo Freda. Un año después se presentó al concurso de miss Italia, quedando en tercer lugar (la ganadora fue Lucía Bosé), y poco a poco iría escalando posiciones, de figurante a starlette, y de ahí a papeles de muchacha seductora y coqueta.

Su primer reconocimiento le llegó cuando el eficiente director francés Christian Jacques la invitó a participar en Fanfan, el invencible (1951), una película de aventuras en el más puro sentido de la palabra que obtuvo una excelente acogida. Junto a ella, en el principal papel masculino, se encontraba Gérard Philipe, uno de los galanes por excelencia del cine europeo de aquellos años. Philipe tenía 29 años cuando se estrenó la película, y ella contaba 23; entre ambos compusieron una pareja ideal en la imaginación de un público que deseaba olvidar los desastres de una guerra que aún no había restañado sus heridas.

Ese mismo año había sido llamada a Hollywood por el excéntrico pero inteligente Howard Hughes, que le ofreció un contrato por diez años. Sin embargo, tras varios meses de espera, Gina decidió romper el acuerdo y regresar a Europa. Después de la acogida de Fanfan, el invencible, la actriz rodó bajo la batuta de Luigi Comencini el filme que significó su consagración: Pan, amor y fantasía (1952), una comedia que dejaría una secuela. Lollobrigida encarnó en esta cinta a Pizzicarella, la cabeza loca del pueblo, la cual traía de cabeza al jefe de los carabineros de la localidad, papel asumido por un magnífico Vittorio de Sica. Su fortuna de mito erótico se vinculó a esa figura de muchacha campesina, descalza, exuberante, a la que ella aportaba unas dotes de actriz que contribuían a hacer más divertido el personaje, que gozó de gran popularidad.

Los posteriores fueron sus mejores años. Rodó algunos de sus títulos más importantes, entre los que cabe destacar La mujer más guapa del mundo (1955), de Robert Z. Leonard, y Nuestra Señora de París (1956), con Jean Delannoy y Anthony Quinn en el papel de Quasimodo. Cuando el contrato que la ligaba a Howard Hughes venció, la actriz italiana pudo pensar en volver a intentar la aventura americana. Ante ello había que ser realista: era una actriz aceptable, que en cierto tipo de papeles podía ser muy convincente, y disfrutaba de simpatía entre el público, pero su mejor arma estribaba en el físico opulento y la sensualidad de su belleza. Por esa razón los estadounidenses pensaban en ella, pero para papeles muy determinados.

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De este modo fue la reina en Salomón y la reina de Saba (1958), de King Vidor, una película que tuvo su particular historia. El papel de Salomón fue en un principio para Tyrone Power, galán de reconocido atractivo; pero Power falleció durante el rodaje, y hubo que volver a comenzar casi todo, esta vez con Yul Brynner como Salomón, en un rodaje que tuvo lugar en España. También en Desnuda frente al mundo (1960), dirigida por Ranald MacDougall, tuvo un papel que se adecuaba bastante bien a sus posibilidades. Tenía ya 32 años y su belleza iba ganando en sabiduría cuanto podía perder en agresividad. Sin embargo, y como también fue el caso de muchos actores europeos (en especial los no británicos), sus posibilidades en el mundo de Hollywood nunca llegaron a cuajar, a pesar de las expectativas. Buona sera, señora Campbell (1968), de Melvin Frank, sería su último éxito internacional.

Los años setenta situaron su carrera en un punto muerto. Trabajaba, pero sus títulos no rebasaban lo trivial. Fue entonces cuando comenzó a dedicarse a una actividad que, en cierto modo, enlazaba con sus tiempos de juventud: había estudiado pintura, y a lo largo de estos años se fue convirtiendo en una fotógrafa de gran talento y sensibilidad. Aunque su nombre y relaciones contribuían a abrirle puertas, no se puede negar, a la vista de sus exposiciones de fotografía, que Gina poseía una finura y una inteligencia que le permitían ser algo más que un recuerdo de los tiempos en que su belleza deslumbraba a americanos y europeos.

En 1992, durante la Expo de Sevilla, Gina Lollobrigida fue una de las artistas escogidas por Italia para mostrar su obra fotográfica en el interior de su pabellón, y la crítica reconoció que, aunque debía su popularidad al cine, aquella mujer que sobrepasaba los sesenta años dominaba a la perfección otra de las artes de la imagen. Gina hizo también apariciones en televisión como invitada especial en series de máxima audiencia, como fue el caso de Falcon Crest. En Broadway tuvo una meritoria actuación en La rosa tatuada, de Tennessee Williams. Su última intervención cinematográfica fue en Las cien y una noches (1995), de la directora francesa Agnès Varda. Lollobrigida, que en sus últimos años ejerció como embajadora cultural de la república italiana, contrajo matrimonio en dos ocasiones: con Milko Skofic (1949-1968), y con George Kaufman en 1969.

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Gina Lollobrigida». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004.


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